CAPÍTULO 1

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Últimamente he tenido éste sueño.

Despierto en una habitación blanca de cuatro paredes, no hay ventanas ni puertas por las cuales salir o pedir ayuda en consecuencia.
Miro hacia arriba y veo una pequeña bombilla que al sentir mi presencia empieza a parpadear de manera molesta.

Me levanto, pero al hacerlo noto que tengo cadenas sosteniendo mis tobillos restringiéndome el caminar.
Quiero gritar por ayuda, pero no tengo lengua para gritar palabras claras, y en vez de eso sólo sonidos extraños provienen de mi boca.

La luz de la bombilla se empieza a marchitar y mis ojos empiezan a ver cada vez más oscuro. Sé que empiezo a sudar frío porque puedo sentir un leve suspiro en mi nuca que hace resaltar la humedad de ésta.

Quiero gritar y esconderme, pero ya no tengo boca para pedir ayuda, ni piernas para huir.

Sé que la pared frente a mí en realidad es un espejo y la sombra gigante que veo reflejada en realidad no está delante mío. Tengo miedo a voltear y darme cuenta de la razón verdadera de esos suspiros que cada vez se vuelven más calientes y hambrientos.

Cierro los ojos sintiéndome invadido de un sentimiento abrumador, de un peso enorme llenando mi pecho y de una incapacidad de respirar que pronto dará inicio a mi muerte...

Y entonces despierto.

- De nuevo en la realidad-. Largó un suspiro mientras se quedaba estático en la misma posición de su cama intentando estabilizar su respiración y tratando de sentirse menos asqueado por el sudor de su espalda.

Desde hace un mes había estado teniendo éste tipo de sueños, mejor dicho, había tenido éste definido sueño desde hace un mes. Sin razón aparente aquel hombre rubio empezó a tener pesadillas tal cual niño de 6 años después de ver una película de terror en plena madrugada.
Sólo que no había visto ninguna recientemente.

Sabía que algo iba a suceder, éste tipo de cosas pasaban por una razón en particular ¿no?, O al menos trataba de convencerse de ello mientras se alistaba para un nuevo día de trabajo.

No quería admitirlo, pero su trabajo le causaba una mezcla de pudor y felicidad que era difícil de explicar a los demás. Se había ganado su puesto sin ninguna ayuda, y eso le hacía sonreír cada vez que se miraba al espejo.

Se arregló por última vez aquel mechón de cabello que era imposible de dejar aplacado y decidió dejarlo así, al menos algo lo distinguía de los demás. Pasó su mirada por aquél buró de madera algo vieja y tomó la cámara de alta calidad situada a un lado de una fotografía enmarcada mostrando un par de chicos. Una melena rubia y otra pelinegra.

Partió hacia donde debía de empezar con su trabajo. No era algo muy difícil, pero era algo desagradable para algunos. Era fotógrafo para un periódico, personas, monumentos, acciones simples y monótonas eran retratadas por él usualmente. Pero éste día era diferente a la mayoría.

En situaciones raras o "especiales" (como él solía llamar) como ésta, tenía que hacerse cargo de las fotografías para una nota de asesinato. Y sin dudarlo, él diría que éstas eran sus favoritas.

Siempre se encontraba a policías y agentes merodeando antes de entrar a la escena del crimen y poder retratar aquel cuerpo, que muchos se habían negado de fotografiar, pero él no, a él realmente le daba igual toda la sangre u órganos extirpados que tuviera que ver. Sentirse cerca de la policía le hacía sentirse alguien muy importante; además que de vez en cuando algunas de sus fotografías eran útiles para investigaciones en curso, y le llenaban de orgullo.

En verdad es que en el fondo él quería dedicarse a ser un agente policíaco, tal vez un detective que estuviera a cargo de grandes casos que tuvieran sangre y tripas. Sin embargo, sólo podía soñar con eso por el momento. Ahora tenía que encargarse del último trabajo al que había sido asignado.

ESQUIZOFRENIA | MIKAYUUOnde histórias criam vida. Descubra agora