—Oh, vamos... ¿La niña mimada no tiene vida propia que tiene que molestar en la de las demás? —Dejé ir el abrazo que Cameron me estaba dando para enfrentarme a la perra— ¿Qué buscas, niñita? ¿Qué te enseñe a no meterte donde no te llamen? Porque tengo una muy buena idea de cómo lograrlo.
—No te atreverías, no tienes idea de con quién te metes, huerfanita. —La sonrisa maliciosa en los labios de Ashley era un intento por intimidarme. Nada más lejos del verdadero efecto que causó en mí.
— ¿En serio, huerfanita? ¿No tienes un insulto más original? Porque no voy a morir porque digas la verdad —Puse los ojos en blanco, realmente era una idiota para pensar que me estaba insultando con su palabra. Había aprendido hace mucho a que esa condición no me afectara— Además, prefiero ser huérfana que no tener cerebro... ah, no, espera... Tú no sabes lo que es un cerebro.
—Val... —Cameron tomó mi brazo para frenar mi avance, en un intento de terminar con todo ese teatro.
—Oh, que ternurita... La perra con rabia necesita que su hombre la detenga antes de que la descubran —Ashley tomó el gesto de Cameron a su favor, en un intento por hacerme enojar aún más. Y poco a poco lo estaba logrando—. ¿No te alcanza con lo que tienes que ahora estás detrás del idiota de mi primo?
Y, de repente, como si la estúpida lo tuviese todo planeado, salió con la pregunta que logró desestabilizarme. ¿Cómo demonios se había enterado de lo que había ocurrido? ¿A caso era demasiado obvia cuando de él se trataba? Una presión se instaló en mi pecho y la necesidad de arañar su perfecto rostro comenzaba a ser mi prioridad. Maldito en día en que Simón Hilton se cruzó en mí camino.
—Te quedaste sin palabras, ahora no pareces tan amenazante, huerfanita —Ashley arqueó una ceja y su maligna sonrisa estaba instalada en sus labios una vez más—. Parece que he descubierto tu sucio secreto, eh...
—No tienes idea de lo que estás hablando, idiota —La frustración comenzaban a invadirme. La estaba fulminando con la mirada, en un intento por tener súper-poderes y freírla como una papa—. No sabes nada de mí.
—Sólo sé que estás buscando cazar a algún idiota con dinero para poder dejar de ser una don nadie —Su mirada se tornó más amenazante de lo que venía siendo, y me apuntó con su maldita uña esculpida—. Pero no lo lograras, no cuando se trate de meterte con alguien de mi familia.
Sin darme el lugar a replica, Ashley se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a la casa. Sus tacones altos resonaban sobre el piso y su falda corta dejaba poco a la imaginación de cualquier tipo que estuviese cerca. Oh, eso es. La tengo donde quería. Miré a Cameron, observando el trasero de Ashley mientras se iba, y recordé perfectamente su promesa de venganza muda que me había dado después de que había robado la atención que mi amigo le había estado dando.
— ¡Hilton! —Ashley no volteó— ¡Hueca! —Mi sonrisa creció cuando la idiota volteó ante mi insulto— ¡Si tu problema es que por una vez en tu vida quité la atención que te estaban dando, SUPERALO!
Su mandíbula terminó en el piso, haciéndome sonreír aún más. Había metido el dedo en la herida y me estaba dando una gran satisfacción. Estaba siendo superior, ganándole nuevamente, porque la chica no terminaba de recuperarse de mis palabras. O eso fue lo que sucedió hasta que una Harley entró en escena.
No podía elegir un momento más oportuno para aparecer. Simón bajó de la motocicleta, luciendo como un ángel oscuro, con su remera negra ajustada, sus jeans rasgados y la inconfundible chaqueta con la que comenzaba a asociarlo. Su rostro estaba oculto detrás del casco, pero podía imaginar su intensa mirada sobre el otro chico detrás de mí, presenciando todo este estúpido enfrentamiento.
— ¿Qué está pasando aquí? —Cuando Simón se quitó el casco, confirmé lo que había estado pensando. Estaba mirando fijamente a Cameron.
—Nada. —Me apresuré a zanjar el tema, restándole importancia a la situación y encogiéndome de hombros para disimular la tensión.
—Bueno, si a nada le dicen a sus demostraciones públicas de afecto, podría decirse que no pasa nada —Ashley escondió su sonrisa malvada, mientras se disponía a irse de una buena vez—. Para la próxima, chicos, guarden eso para la habitación.
Ella acaba de arruinar todo. Con la victoria en sus manos, Ashley se dirigió a la casa con una amplia sonrisa y encargándose de hacer sonar sus asquerosos tacones. Intenté no ponerme nerviosa, después de todo no había hecho nada malo; sin embargo, cuando busqué los ojos de Simón para ver que estaba pensando, mi corazón dio un vuelco al ver que realmente estaba considerando lo que su prima acababa de decir. Él no podía pensar eso de mí.
Simón negó antes de salir de allí, dejando olvidada su motocicleta y su casco en medio del camino. Había algo en mi pecho que me impidió correr detrás de él y frenarlo, lo mismo que me estaba recriminando por no hacerlo. Ve a buscarlo, Valery, arregla esto. Giré para enfrentar a Cameron, tenía que despedirme de él antes de solucionar cualquier tema.
—Vete, Cam, luego hablamos. —Suspiré y me encaminé a la casa, en busca de Simón. Debía aclarar todo para poder mantener lo poco que habíamos construido.
—Tal vez debería hablar con él, para que sepa que no tengo nada contigo. —Cameron tomó mi hombro, obligándome a frenar y mirarlo a los ojos.
—Él lo sabe, nos vio en el club la noche que salimos... Sabe perfectamente que no estás atrás mío o que yo no estoy enganchada contigo... —Cerré los ojos con fuerza mientras negaba. Simón no tenía porque reaccionar de la manera en que lo hizo.
—Pero... —Cameron insistiría en solucionar todo, pero era algo que debía arreglar por mi cuenta.
—Si no voy ahora, todo será peor —Nuestras miradas se trabaron y algo hubo entre ambos porque Cameron cedió ante mi pedido—. Hazlo por mí, sólo déjame ir a reparar el daño que esta idiota causo.
—Está bien, pero si necesitas algo me llamas. —Asentí mientras dejaba ir a Cameron, quién aún me observaba preocupado.
—Lo haré, lo prometo. —Le sonreí levemente antes de encaminarme a la casa para enfrentar lo que estaba ocurriendo.
Entré a la cocina, prácticamente corriendo, necesitaba encontrar a Simón cuanto antes. No me extrañó encontrar a Emily e Ian hablando muy cerca, tanto que ambos invadían el espacio personal del otro. El chico estaba sosteniendo la mano de mi amiga, mientras murmuraba un par de palabras que lograban hacerla sonrojar. No quería ni imaginar lo que él le estaba diciendo. Emily había aprendido a no ruborizarse tanto desde que se juntaba conmigo pero, al parecer, Ian había encontrado el punto para lograrlo.
En un intento por captar la atención de ambos y romper su romántico intercambio, me aclaré la garganta. Cuando la mirada de los dos estuvo sobre mí, Emily se sonrojó un poco más, por lo que no pude evitar sonreírle para que no se tomara tan duramente que la haya encontrado en aquella situación. Después de todo, ella me había interrumpido en dos ocasiones y yo a ella en sólo una. Cuando Emily captó la picardía detrás de mi gesto, puso los ojos en blanco para restarle importancia a lo que estaba ocurriendo.
— ¿Qué necesitas, Valery? —Emily intentó recuperar la compostura, mientras tomaba un poco de distancia.
—Dos cosas —Suspiré y me preparé para lo que venía—. La primera tiene que ver con Simón, necesito saber a dónde se va cuando está molesto con algo... ¿Puedes ayudarme, Ian?
— ¿Qué fue lo que hiciste, Valery Smith? ¿Por qué se enojó Simón? —El tono acusador de Emily me hizo sentir peor de lo que ya me sentía, cuando no había hecho nada.
—No he hecho nada, no me acuses si no sabes que paso —Me defendí mientras me cruzaba de brazos—. ¿Ian? ¿Qué dices?
—Seguramente esté sentado en el balcón de su habitación, le gusta mirar la vista que hay desde allí para relajarse. —Ian se encogió de hombros.
—Gracias —Asentí en su dirección antes de hacerle mi otro pedido—. Tengo una cosa más que pedirte.
—Dilo. —Me alentó Ian.
—Necesito algún sucio secreto de tu hermana, cualquiera, algo que me ayude a hundirla como se lo merece... —Emily abrió la boca para protestar, así que la detuve para aclarar todo—. Quiero avergonzarla para vengarme...
—No lo sé, Valery, sé que mi hermana no es la mejor persona del mundo pero no creo ser capaz de hacer algo así... —La duda en Ian me dijo que él no traicionaría a su hermana, creyera lo que creyera de ella.
—Mira, lo entiendo, pero por favor piénsalo —Suspiré mientras me encaminaba a la escalera para subir ir en busca de Simón—. Es culpa de tu hermana que tu primo esté de mal humor y enojado conmigo, un gran mal entendido por las palabras estúpidas que ella dijo...
—Lo pensaré... —Con eso me bastaba, por ahora.
— ¡Gracias! —Sonreí mientras me concentraba en subir rápidamente las escaleras.
— ¡Valery, podrías explicarme que es lo que está sucediendo! —Emily se asomó en la base de la escalera.
— ¡Ahora no, Emmy! ¡Debo arreglar esto! —Aceleré en el último tramo de escaleras mientras le gritaba una respuesta a mi amiga— ¡Cuando todo esté solucionado te cuento!
Las escaleras parecían eternas, mientras terminaba de subirlas. No había manera de llegar rápido a donde Simón se encontraba. Sabía muy bien cuál era la habitación que le habían asignado, yo misma me había encargado de prepararla sin saber que sería él quien la ocupara. Era el cuarto contiguo al de Ian, uno de los que tenían la mejor vista hacia el patio y sauce que tantas veces me había protegido.
Cuando abrí la puerta, intentando hacer el menor ruido posible, quedé sorprendida ante el orden del lugar. No era común en un chico de la edad de Simón tanta prolijidad, pero este sitio estaba por demás pulcro. Simón no dejaba de sorprenderme. Había una pila de libros en su mesa de noche y otra en el escritorio del lugar. Había papeles en el mismo, con anotaciones, pero todos ordenados. Impresionante. Tener un vistazo de la vida de Simón me tenía fascinada.
La cortina que cubría la entrada del balcón se agitaba con la brisa que entraba a la habitación. Simón estaba aquí, Ian había estado en lo cierto. Deje ir un largo suspiro para tranquilizarme mientras dirigía mi cuerpo a la entrada de la terraza. En la mitad me di cuenta de que, si la puerta quedaba sin trabar, Simón podría irse en cuento me viera y no tendría la oportunidad de aclarar todo. Eres fuerte, Smith, no te intimidarás su llega a tener algún berrinche de niño rico. Cerré la puerta con llave, mi única seguridad de que tenía de enfrentarme a su ira y obligarlo a que me escuche.
Que sea lo que tenga que ser. Guardé la llave de la puerta en el bolsillo delantero de mis pantalones.
Intentando controlar las grandes contradicciones que mis sentimientos comenzaban a tener en mi interior, fui directo al balcón para enfrentar a la fiera. Los nervios eran la fuerza mayor, logrando que dudara de la decisión que acababa de tomar. ¿Desde cuándo Valery Smith es una chica insegura? Dejando a un lado todo el mal estar y el mal presentimiento, salí al espacio no tan reducido del balcón para encontrar a quién había ido a buscar.
—Hola... —Murmuré mientras observaba a Simón sentado en el borde del balcón, con las piernas colgando.
—Vete de aquí, Valery, no quiero hablar contigo. —Espetó con indiferencia, logrando que me enfureciera. ¿Quién demonios se creía que hablarme así? Cualquier otro sentimientos, diferente a la furia, desapareció al notar su mala actitud para conmigo.
—Bien, porque lo único que tienes que hacer es escuchar. —Cuando su mirada se fijó en mi, fría y distante, algo resurgió en mi interior. No me pasaras por encima, muñeco.
Definitivamente el chico no sabía con quien se había metido porque, tras ver mi reacción a su ataque, un rastro de sorpresa apreció en su mirada. Acertaste, querido, nadie volverá a pasarme por encima.