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Galing kay ElenaGarvi

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¿Qué pasaría si te quedaras encerrada en un ascensor durante siete horas con una completa desconocida? Histor... Higit pa

NOTA DE LA AUTORA
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HORA UNO

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Galing kay ElenaGarvi



Dejo caer torpemente a Gabriela sobre la cama del hotel y me incorporo intentando recuperar el aliento. Le quito los zapatos suavemente y los dejo sobre la alfombra que hay en el lado izquierdo de la cama. Cojo la manta que hay sobre una de las sillas y me siento a su lado observándola mientras le retiro el pelo de la cara. Recuerdo nuestras fiestas de instituto y de facultad y sonrío, no había cambiado tanto, seguía emborrachándose como una cuba al tercer cubata. Me quito los tacones y me dirijo al cuarto de baño intentando hacer el menor ruido posible, enciendo la luz y avanzo un par de pasos, me miro al espejo y observo que estoy hecha un desastre. La luz totalmente tenue del lugar no ayuda. Mi reflejo me devuelve una mirada intensamente melancólica en la que mis ojos color miel me dicen que es hora de descansar. Me recojo el pelo en un moño alto y suspiro.

-Estás hecha una mierda- me digo a mi misma susurrando mientras comienzo a desmaquillarme. Termino de hacerlo e intento quitarme sin demasiado éxito el vestido negro entallado que he llevado puesto toda la noche. Desde que lo vi en el escaparate de la tienda sabía que era perfecto. El problema vino cuando, al probármelo, comprobé que llevarlo puesto podría considerarse un modelo de tortura pero, según Gabriela, me quedaba genial. Supongo que lo de respirar queda en un segundo plano cuando un vestido te queda como un guante. Yo ya tengo claro que no me lo voy a volver a poner jamás y llevo varias horas pensando en el precio que debería ponerle a la hora de venderlo como artículo de segunda mano. Nunca he sido de arreglarme, no en exceso al menos, pero aquella era una ocasión especial y única, o eso me había hecho creer Gabriela. Nos conocimos en la guardería y éramos demasiado diferentes como para ignorarnos mutuamente. Fuimos inseparables durante toda la época escolar, el instituto y ni siquiera las distintas universidades habían logrado romper nuestra amistad, siempre estábamos la una para la otra, pasara lo que pasara. Las cosas se pusieron interesantes cuando hace tres meses recibí una llamada suya diciéndome que había pillado a su marido en la cama con otra. No me lo pensé dos veces a la hora de ir a visitarla. Mentiría si dijera que me sorprendió, él era un auténtico imbécil y se lo hice saber a Gabriela en más de una ocasión pero supongo que es cierto el dicho de que el amor es ciego porque al final tuvo que darse de bruces contra la realidad para caer del guindo. El divorcio no tardó en llegar rodeado de todo el drama familiar que cabría esperar. Sé que lo superará y espero que ésta locura sirva para que se recomponga. Imaginaba que sobrellevar la ruptura traería consigo comer juntas mucho helado y ver innumerables películas románticas, pero Gabriela siempre ha sido bastante impredecible y decidió que lo mejor era ir a una fiesta en la otra punta del país. Reconozco que me ha venido todo bastante grande. Hace tiempo que dejé las fiestas, sonará patético pero prefiero una cena caliente en casa, con un buen vino y una película, no tengo el cuerpo para que cuatro desesperados me digan lo bien que me queda el vestido y lo guapa que estoy, para eso ya tengo a mi madre. Según Gabriela soy una mujer de 80 años en el cuerpo de una veinteañera pero yo simplemente me siento bastante normal prefiriendo un café en lugar de un vodka. Realmente he de admitir que hoy era una ocasión especial, Gabriela quería venir, quería desfogarse, quería pegarse una buena fiesta, "una fiesta de las que hacen época" me dijo concretamente, y lo habría sido si no fuera porque a la tercera copa ya estaba medio dormida sobre la barra. Así que aquí estoy, en un hotel en la otra punta del país recién llegada de una fiesta en la que no he bebido ni una copa, con un vestido que no puedo quitarme sola y con mi mejor amiga semiinconsciente en la cama, y ni siquiera sé la hora que es. Salgo del baño aún descalza y con el vestido a medio desabrochar y busco mi bolso, veo que lo he dejado colgado del perchero que está junto a la puerta de la habitación. Gabriela resopla de manera que me hace dar un pequeño salto a causa del susto. Meto la mano en el bolso y busco mi móvil sin éxito, empiezo a ponerme nerviosa. Miro en el bolso de Gabriela que está sobre la mesa de escritorio y nada. Pongo los brazos en jarras e intento recordar dónde lo he visto por última vez, miro en el baño, bajo las camas, bajo las sábanas, recorro cada rincón de la habitación durante varios minutos... nada. De repente una visión aparece en mi mente como una revelación. Como cuando ves una película y descubres antes del final quién es el asesino. Mi móvil está abajo, lo he dejado sobre la barra al ayudar a Gabriela a levantarse.

-¡Mierda!- exclamo con un grito ahogado. Noto que empiezo a sudar. Intento mentalizarme de que no merece la pena el agobio porque sé que por mucho que baje a buscarlo ya no lo voy a encontrar. Cojo la tarjeta de la habitación y salgo sin hacer ruido, voy descalza pero a estas alturas de la noche me da todo bastante igual, incluida la evidente pérdida de mi dignidad. Voy sin maquillar y con la cremallera del vestido bajada hasta la mitad de la espalda, hemos llegado a un total no entendimiento en el que no va ni hacia arriba ni hacia abajo. Recorro de puntillas el pequeño tramo de pasillo que hay desde mi habitación hasta el ascensor y me coloco delante del mismo, en un primer momento tengo el impulso de bajar andando pero recuerdo que son dieciocho pisos y se me pasa. Pulso el botón y espero resignada. Un ruido me hace girar la cabeza hacia la izquierda. Dos chicas hablan en la puerta de la habitación 1009, una de ellas ríe a carcajadas. La que está dentro de la habitación le da un tierno beso a la otra y cierra la puerta haciendo que la que queda fuera se dé la vuelta, me vea y se dirija hacia mí. Giro la cabeza intentando hacer como que no estaba mirando, no me suena de la fiesta de abajo pero me relajo ante mi indumentaria al ver que ella va vestida con un pijama de cuadros rojos y azules, zapatillas de estar por casa y una coleta alta. Se coloca a mi lado, a unos dos metros de distancia.

-¿Una noche movidita?- pregunta.

-Algo así- respondo intentando disimular mi incomodidad.

-¿Bajas?- pregunta amablemente.

-Sí- digo asintiendo mirándola avergonzada. Fijo mi vista en el ascensor que aún no ha llegado y creo que ella también lo hace. Tras unos segundos las puertas se abren y la chica me indica educadamente con la mano que entre, le doy las gracias. Avanzo hacia el interior pulsando el botón con la letra B y me coloco en el final del ascensor justo donde hay un gran espejo. Tiene capacidad para diez personas con lo cual es lo bastante grande como para sentir que tengo espacio vital. Todo lo contrario que el de mi edificio en el cual entran cuatro personas de milagro. Me apoyo en el espejo y ella se queda pegada a las puertas, no pulsa ningún otro botón por lo que deduzco que va a recepción. Fijo mi vista en su pijama y sus zapatillas y aguanto mis ganas de reír, no de ella sino de la situación. Observo cómo se cruza de brazos y agacha la cabeza, el ascensor sigue descendiendo mientras pienso que ya es el tercer móvil que pierdo en dos años. El primero me lo dejé en una cafetería, el segundo ni siquiera lo recuerdo. Tengo una facilidad asombrosa para perder las cosas, cuando me ocurre en casa me tranquilizo porque sé que tarde o temprano aparecerán; el problema viene cuando sucede fuera de casa, ahí normalmente no tengo tanta suerte. De repente un golpe seco me hace ahogar un grito y sujetarme a la pared, no ha sido tan fuerte como para caer al suelo pero sí lo suficiente como para perder el equilibrio. Observo cómo la chica me mira preocupada.

-Estoy bien- le digo antes de que pregunte- ¿Qué ha pasado?- le digo acercándome.

-Se ha parado- responde mirando los botones, observo cómo en la pantalla aparece el número 12, solo hemos descendido cuatro plantas.

-Nos hemos quedado paradas en la planta doce- digo intentando ocultar que aún estoy un poco asustada debido a la parada en seco. Comienzo a pulsar repetidamente el botón con la letra B.

-Eso no sirve de nada- dice la chica a mi espalda, me giro para mirarla.

-Ya lo sé- digo sonando, sin quererlo, demasiado borde a causa de los nervios.

-Enseguida se pondrá de nuevo en marcha- dice muy tranquila, yo no lo estoy tanto. Nos quedamos una al lado de la otra observando algún cambio, algún movimiento. Pasan los segundos y nada, todo sigue igual. Miro hacia arriba como si algún tipo de milagro surgido del cielo lo fuera a poner de nuevo en marcha. Veo como la chica saca su móvil del bolsillo del pantalón de su pijama.

-Dime que puedes llamar- digo intentando relajarme.

- No tengo cobertura, ¿Y tú?- pregunta mirándome esperanzada.

-No tengo el móvil aquí- respondo sin dar más explicaciones- ¿Qué hora es?

-Las tres de la madrugada.

-Joder- digo acercándome al panel de botones. Pulso sin dudarlo el que tiene el símbolo de una alarma de color amarillo, no pasa nada, ningún ruido, nada- ¿No se supone que tendría que salir la voz de alguien diciéndonos algo?

-No lo sé- responde la chica- Solo me he quedado encerrada en un ascensor una vez y a los minutos volvió a ponerse en marcha solo.

-Vale- digo llevándome una mano a la frente- Es un maldito hotel de cinco estrellas, lo solucionarán - Termino de decir muy segura de mí misma cruzándome de brazos.

-Eso espero- dice sentándose en el suelo apoyando su espalda contra la pared.

-¿Qué haces?- pregunto mirándola fijamente.

-Esperar- dice sin devolverme la mirada, la tiene fija en su móvil. Me giro de nuevo hacia el panel de botones, el número 12 sigue inmóvil en la pantalla, vuelvo a pulsar el botón de la alarma sin ningún éxito, suspiro y empiezo a preocuparme por Gabriela, la he dejado sola en la habitación.

-Dada la situación pareces muy tranquila- digo. Sigue mirando su móvil.

-Tú misma lo has dicho, es un hotel de cinco estrellas, lo arreglarán- responde mirándome alzando las cejas.

-Sí- digo intentando tranquilizarme. En realidad estoy más preocupada por Gabriela que por mí misma. Nuestras miradas se cruzan durante un segundo pero enseguida aparto la vista intimidada por la situación, no la conozco de nada y me siento realmente incómoda. Al menos está sentada lo suficientemente lejos. Me apoyo en la pared de enfrente del panel de botones y los miro fijamente, como si eso fuera a hacer que bajemos.

-¿Crees que ha podido pasar algo grave?- pregunto preocupada.

-El ascensor no se va a caer, ahora tienen unos sistemas de seguridad muy avanzados y esas cosas ya no pasan- responde aún sentada en el suelo.

-No me refiero a eso- me mira con curiosidad- Me refiero a que ha podido pasar algo como no sé... un incendio- Noto que su gesto cambia a preocupación. Se levanta rápidamente pegando su oreja a las puertas.

-No lo creo, habríamos escuchado alguna alarma- dice intentando oír algo- Creo que es un simple fallo, nos sacarán enseguida- Me doy cuenta de que es la vez que más cerca estamos la una de la otra y me echo un poco hacia atrás.

-¿Necesitas ayuda con eso?- pregunta señalando mi hombro derecho. Está al descubierto a causa de llevar el vestido medio desabrochado.

-No hace falta- digo subiéndome el tirante quitándole importancia.

-Como quieras- dice encogiéndose de hombros justo antes de sentarse de nuevo en el suelo volviendo a coger su móvil.

-¿No tienes nada de cobertura?- pregunto.

-Cero- responde sin mirarme.

-¡Hola! ¡Hola! ¡¿Hay alguien?!- grito golpeando las puertas. La chica me mira con una mezcla de extrañeza y esperanza de que alguien responda... pero no pasa nada.

-Joder- dice poniendo el móvil en su oído- Nada, sin cobertura.

-Les voy a poner una hoja de reclamaciones que se les va a caer el pelo- digo apoyándome de nuevo en la pared.

-¿Te puedes calmar?- me dice en un tono que no me gusta nada.

-Perdona por estar nerviosa ante el hecho de estar encerrada en un ascensor- digo gesticulando en exceso con las manos.

-No va a pasar nada, ¿Vale?- me dice poniéndose de pie- Tardará más o menos pero no va a pasar nada. Nos sacarán de aquí tarde o temprano, te lo aseguro- Pienso que tiene razón y que he perdido un poco los nervios, vuelvo a mirar hacia el panel de botones. Intento pensar en algo que tenga sentido.

-¿Y si pulsamos cualquier otro?- pregunto indecisa.

-Hazlo- dice decidida. Me acerco y pulso el número dos, no ocurre absolutamente nada. Estaba claro que era demasiado fácil. Me resigno un poco en el hecho de que nos va a tocar esperar y me doy cuenta de que tengo menos paciencia de la que pensaba, eso o tengo una claustrofobia en desarrollo. Vuelvo a apoyarme en la pared mirando al techo. Noto que la chica me observa detenidamente pero no de una manera preocupante, más bien con curiosidad.

-¿Estabas en la fiesta de abajo?- pregunta apoyada en la pared de enfrente con las manos en los bolsillos del pantalón. Creo que aún no he asimilado que vaya en pijama por el Hotel. En un primer momento dudo si responder pero, al fin y al cabo, tampoco vamos a estar sin hablar mientras nos sacan de aquí. Aunque tampoco tengo intención de contarle mi vida a una completa desconocida.

-Sí- respondo cortante.

-Me lo imaginaba- dice mirándome de arriba a abajo- Era una fiesta de solteros, ¿No? O de casados...

-Despedida de casados- corrijo interrumpiéndola.

-Interesante- dice frunciendo el ceño.

-Al parecer se ha puesto muy de moda- o al menos eso me contó Gabriela- Celebrar despedidas de casados cuando te vas a separar o a divorciar.

-Vaya, no tenía ni idea- dice sonriendo. No me extraña, yo tampoco lo sabría de no ser porque Gabriela me lo explicó y se empeñó en venir, algo en lo que yo no estaba muy de acuerdo. Al final cedí y he acabado encerrada en un ascensor. Todo esto no se lo digo porque no quiero que piense que soy una sociópata aunque en realidad no debería importarme su opinión.

-¿Qué haces en pijama?- pregunto como si nada. Es mi turno.

-¿Qué?- dice sorprendida.

-¿Qué haces bajando al hall del hotel en pijama?- pregunto de forma que se me entienda mejor.

-Iba a por un vaso de leche- responde. Me quedo mirándola fijamente unos segundos antes de empezar a reír a carcajadas.

-En serio, ¿No se te ha ocurrido una excusa mejor?- pregunto aun riendo.

-Es verdad- me dice riendo también- ¿De qué te ríes?

-No sé, me esperaba algo más mítico- digo encogiéndome de hombros.

-¿Cómo qué?- pregunta.

-No lo sé, además hay leche en el mini bar, al menos en el de mi habitación- afirmo muy segura.

-Ya me la he bebido- dice- El teléfono de mi habitación se ha roto así que bajaba a por leche y ya de paso a decirles que no funciona.

-La verdad es que es bastante mítico- digo mucho más relajada. Vuelvo a la realidad, vuelvo a darme cuenta de que seguimos aquí encerradas y no hay ni rastro de nadie que venga a ayudarnos. Vuelvo a acordarme de Gabriela sola en nuestra habitación y el gesto me cambia, la chica parece darse cuenta y comienza a hablar de nuevo.

-Entonces... ¿Te has divorciado hace poco?- pregunta sin ningún tipo de vergüenza- No hace falta que respondas si no quieres- Dice rápidamente al percatarse de mi cara de medio indignación.

-Acompaño a una amiga, a mi mejor amiga- Aclaro- Ella es la del divorcio, yo simplemente la apoyo en sus planes de cara a recuperar su vida- termino de decir cayendo en la cuenta que es mucho más cómodo hablar de lo que tiene que ver con Gabriela que de mí misma.

-¿Y todos los de la fiesta son personas que se van a divorciar y amigos o cómo va?- pregunta. Me doy cuenta de que ella también está más cómoda hablando de algo que no nos toca personalmente a ninguna de las dos.

-La persona que se va a divorciar y un acompañante- respondo- Esas eran las normas.

-Estoy segura de que a mi madre le habría gustado saber de esto en su momento. Le habría resultado todo mucho más fácil- dice sonriendo.

-Nunca es tarde- digo sinceramente.

-Murió hace un par de años- dice como si nada.

-Joder, lo siento mucho- a veces no sé para qué abro la boca.

-Tranquila no pasa nada, no te preocupes- dice encogiéndose de hombros- Oye, una pregunta, mera curiosidad, en la fiesta... ¿Había más hombres o mujeres?

-Hombres- respondo rápidamente.

-Pues vaya mierda- dice riendo. No sé cómo interpretarlo así que decido seguir hablando.

-En realidad estaban todos bastante destrozados en general, normalmente creemos que en estos casos una fiesta va a hacer que nos sintamos mejor... pero no.

-¿Lo dices por experiencia propia?- me pregunta directamente.

-Nos conocemos desde hace... - le digo un poco alucinada.

-Veinte minutos- me responde tras mirar la pantalla de su móvil- Perdóname, a veces cuando estoy nerviosa hablo demasiado, solo era por dejar atrás el hecho de estar aquí pero podemos hablar de cualquier otra cosa... algo no tan personal como no sé... ¿Cómo crees que visto en la vida real?

No puedo evitar reír.

-¿Esto no es la vida real?- pregunto.

-Ya me entiendes.

-Si te digo la verdad no tengo ni idea- digo, en realidad miento un poco, me he fijado en un tatuaje que asoma por la camiseta del pijama justo en la nuca y que tiene pinta de ocuparle parte de la espalda aunque no tanto como para adivinar de qué se trata, creo que no es una pija estirada por eso, por su forma de hablar y por su postura pero prefiero no dar tantos detalles- Creo que no eres una pija estirada, pero las apariencias engañan- Se ríe.

-¿Tú vas siempre así?- pregunta mirándome.

-Gracias a Dios no- respondo riendo también. Recuerdo el principio de la noche cuando todo iba a ser pura diversión, cuando Gabriela me insistía en que no iba a ser solo bueno para ella sino que para mí también, que seguro que podría conocer a alguien. Siempre me ha hecho gracia el eterno pensamiento de que no puedes ser completamente feliz sin tener pareja, yo he sido feliz estando con alguien, soy feliz estando sola y soy muy feliz durmiendo, sobretodo eso. Lo cierto es que ella ya sabe de sobra que el último sitio en el que quiero conocer a alguien es en una fiesta, además hace unos años que dejé los rollos de una noche, más por vagancia que otra cosa. Nos quedamos en silencio. Un silencio incómodo. De esos en los que no tienes ni idea de qué decir para salir de ellos porque todo lo que se te ocurre parece fuera de lugar. Finalmente decido volver a hablar.

-Llegó a casa y se encontró a su marido en la cama con otra- le digo, un poco arrepentida por si le sienta mal a Gabriela que cuente sus cosas pero la verdad es que estoy segura de que no, ella no se avergüenza de ello porque la culpa no es suya.

-Vaya- me dice la chica abriendo mucho los ojos- ¿Qué se hace en esos casos?

-¿Venir a una fiesta como esta?- pregunto sonriendo- No lo sé.

-¿Nunca te han engañado?- pregunta.

-No que yo sepa, la verdad- respondo pensando en ello- Es posible que lo hayan hecho pero en ese caso no me habría enterado, ¿A ti sí?

-Sí, pero no me enteré por encontrarme con la sorpresa de esa forma, simplemente vino y me dijo que se había enamorado de otra persona, que llevaban viéndose unas semanas y que se marchaba con ella- dice como si nada.

-¿Y qué hiciste?- pregunto con curiosidad.

-Decirle que vale, que de acuerdo y echarme la culpa.

-¿En serio?- pregunto sorprendida.

-Sí.

-Vaya- le digo.

-¿Qué pasa?

-Nada, solo que no pareces el tipo de chica que se quede cruzada de brazos ante algo así.

-¿Qué habrías hecho tú?- pregunta.

-Pues partirle la cara seguramente- respondo.

-Eso pensaba que iba a hacer yo, pero no lo hice, en realidad se fue con ella y al tiempo volvió a buscarme, unos meses después, diciéndome que me quería a mí y que se arrepentía y que quería volver a lo que habíamos tenido. En ese momento yo seguía queriéndola profundamente...

-¿Y qué hiciste?- pregunto impaciente, con la boca abierta.

-Decirle que la quería, pero que se marchara... y así lo hizo- dice encogiéndose de hombros.

-Joder- digo sorprendida.

-¿Habrías reaccionado de otra manera?- pregunta.

-Supongo que nunca sabes que harás hasta que te pasa pero creo que en ese caso, si siguiera queriéndola tal y como has dicho, yo habría caído y habría alargado el drama de una futura ruptura traumática- respondo.

-Lo llevé lo mejor que pude- dice sonriendo.

-¿La sigues queriendo?- pregunto sabiendo que estoy siendo demasiado cotilla.

-¿Alguna vez dejamos de querer a alguien que hemos amado?- pregunta.

-Eso no es una respuesta- digo siendo consciente de que la conversación se nos está yendo de las manos por completo.

-No la sigo queriendo- me dice muy seria- Estoy segura de ello. Me contengo las ganas de preguntarle por qué está tan segura pero no está bien ser así con alguien a quien acabas de conocer. La conversación ya ha sido bastante surrealista de por sí. Estoy segura de que se piensa que soy la típica metomentodo insoportable y no quiero quedar como alguien así, o al menos espero no serlo -¿Tú no has tenido ninguna ruptura traumática?- pregunta, y me quedo un poco más tranquila, ella también siente curiosidad.

-Yo es que creo que todas las rupturas son traumáticas y cada persona necesita más o menos tiempo para superarlo pero lo cierto es que no he vivido algo como lo de mi amiga o lo que te pasó a ti. De las tres relaciones estables que he tenido dos terminaron de mutuo acuerdo y la tercera por la distancia, lo intentamos pero no funcionó- trago saliva al darme cuenta de que es demasiado personal.

-Así que podemos decir que se te acaba el amor- dice como si me conociera.

-No me he tomado la molestia de analizarlo la verdad, estoy más preocupada por el hecho de que este ascensor no se mueve- digo volviendo a mirar hacia arriba- Debí haber bajado por las escaleras.

-¿Dieciocho pisos?- pregunta alucinada.

-Por un momento se me pasó por la cabeza- respondo riendo.

-Menos mal que no lo hiciste, no me habría gustado mucho quedarme aquí sola a no ser que esto se caiga y la palmemos, en ese caso en la otra vida te diré que sí que deberías haber bajado por las escaleras- bromea.

-Muy graciosa- digo un poco asustada.

-Ya te he dicho que tienen sistemas de seguridad y que es imposible que caigan, y menos este que es muy nuevo- dice mirando alrededor.

-¿Sabes mucho de ascensores?

-En realidad no, pero lo leí en algún lado.

-Sí, definitivamente eso me deja muchísimo más tranquila- digo irónicamente- Además mañana tengo que coger un vuelo.

-Por favor no seas dramática- dice cortándome- No vamos a estar aquí hasta mañana.

-No soy dramática, me pongo en lo peor- digo un poco alterada.

-Señor... - dice frotándose los ojos con las palmas de las manos. La verdad es que siempre he sido una persona bastante negativa, en realidad me contengo para no decirle que una opción probable es que fuera esté sucediendo un apocalipsis zombie, ya sabe que soy la reina de la negatividad como para hacerle ver que además soy una friki de cuidado.

-Vamos a esperar un poco más, y si esto no se pone en marcha o nadie aparece pues ya veremos lo que hacemos- dice intentando tranquilizarme.

-Vale- respondo asintiendo.

-Cogerás tu avión y todo estará bien, pero aleja la negatividad de este espacio- dice moviendo los brazos. Sonrío un poco, solo espero que tenga razón y que pronto solucionen lo que sea que haya pasado. Deseo salir, deseo ver a Gabriela y deseo volver a casa. En realidad esto me pasa por ser un total desastre y perder el móvil, ya me veo venir las bromas de Gabriela a mi costa a la hora de contárselo a mis padres. Estoy bastante acostumbrada a ser el hazme reír en muchas situaciones.

-Me llamo Vera- dice la chica que sigue apoyada en la pared del ascensor que queda justo enfrente mío.

-¿Qué?- pregunto confusa, volviendo en mí tras estar unos segundos sumergida en mis pensamientos.

-Me llamo Vera- repite estirando su brazo derecho ofreciéndome su mano.

-Diana- digo separándome un poco de la pared para poder llegar a estrechársela con suavidad. Me sonríe de forma dulce y no puedo evitar devolverle la sonrisa, en mi caso nerviosa y torpe. Le suelto la mano y vuelvo a apoyarme en la pared, me cruzo de brazos y respiro profundamente esperando que pase algo. Lo que sea, pero algo. 



¡Hola a todos! Gracias a los que habéis leído este capítulo y a los que disfrutasteis de la historia completa. Ésta ha sido editada y publicada en Amazon para su venta. Allí podéis adquirirla por un módico precio. Nos seguimos leyendo por aquí y por mi blog personal "Los mundos de Elena Garvi" (tenéis el enlace a él en mi perfil de Wattpad, solo a un click, pasaos a echar un vistazo) . Un abrazo. 

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Elena Garvi


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