—Los cubos de basura no pueden estar más lejos.
—Dímelo a mí, que tengo que hacer ese viajecito cada semana. —dije abriéndole la puerta a Jimin.
—Uff ¿Eres tú el que huele así?
—Cuando fui a tirar la leche estaba medio abierta e hice un desastre. Voy a ducharme.
—Ve.
—Ah y cuidado con-
—¡AHHH!
PUM.
Caí sobre mi culo en el suelo húmedo de la cocina. Oí a Jimin correr en mi dirección.
—¡Subin! Acabo de limpiarlo.
—Sí... ya lo noté.
—Ven.
Me ayudó a incorporarme y se aseguró de que estuviera bien.
—Estoy bien, creo que mi coxis podrá soportarlo.
—Por cierto, tu nuevo amigo es raro.
—No es mi amigo, es de Jungkook. Pero sí, SeokJin es raro.
—¿Desde cuándo tiene amigos tan mayores?
—¿Celoso Chimin? —sonreí maliciosamente.
—No, la verdad solo me extraña que no nos haya hablado de él.
—No somos lo suficiente cool.
—¿Te parece cool?
—¿SeokJin? —pregunté mientras rebuscada en la bolsa de comida —en apariencia... sí. Tal cual Jungkook-ah.
Él rio a carcajadas totalmente complacido. Yo sonreí mientras robaba un trozo de omelette.
—¿Por-por qué lo dices? —preguntó entre risas casi sin aire.
—Ya lo irás conociendo.
—Suby, eres mala. —dijo abrazándome por detrás.
—Soy sincera.
—¿Vas a comerte el yogurt primero?
—¿El orden es importante?
—No realmente, según lo que dijo Jungkookie: "Lo que importa es cuantas calorías consumes y cuantas gastas al final día, no cada cuanto comes algo." —dijo imitándolo a la perfección y yo estallé en risas.
—Ni creas que sabe tanto. Lo poco que sabe se lo ha enseñado SeokJin, pero le encanta fardar. —concluí metiendo una generosa cucharada de yogurt en mi boca —¡Dios está riquísimo!
—¿Lo ves? No son industriales, son hechos por una señora que tiene su propia tiendita.
—¿Tiene yogurt helado?
—Sip.
—¡Tienes que traerme el tarro más grande que tengan!
—Jungkook no lo aprobaría.
—Que se aguante el mocoso.
—Ya hiciste trampas ayer.
—¡Pero el yogurt helado no tiene tantas calorías!
—¿Y te vas a comer solo la porción recomendada?
—Uhm...
—Entonces no.
—Bueeenooo, para la próxima semana, el tarro mediano ¿okay?
—Trato. —cerró robando la segunda cucharada que estaba a punto de comerme.
—Dios... qué duro eres de negociar.
—Al menos puedes negociar conmigo.
—Cierto. Pero es casi como hacer un pacto con el diablo.
—¡Qué exagerada! —dijo riéndose —Jungkook-ah es peor.
—Sí, parece mi madre. —me reí sola. Él calló, carraspeé y continué: —Por cierto, estas más... estas mejor.
—¿Mh? —giró su cabeza en mi hombro.
Me había dado cuenta ya muy tarde, que estaba prácticamente pegado a mí. Y su rostro muy cerca, muy cerca. La absurda idea de besar su mejilla pasó por mi mente y enseguida la descarté.
—Quiero decir, que has ganado algo de cuerpo. Te ves bien. —sus mejillas se tiñeron de rosa.
Mierda. Seguía siendo ese chico tímido. Sus brazos dejaron de rodear mis hombros y se llevó una mano a la cara, mientras intentaba taparse el torso con la toalla.
—Esto... eres mi amigo, pero tengo ojos Jimin, no estoy insinuando nada raro. Solo digo lo evidente.
—Perdón, estem... debería ponerme una camisa.
Salió de la cocina y fue al salón a buscar su mochila, abriendo rápidamente las cremalleras buscando su camisa de repuesto.
—O sea, no me importa tranquilo, sí tú quieres... o sea no me estas incomodando.
—Yo... estem... solo estaba cómodo.
—¡Y eso es genial! Ojalá yo pudiera sentirme así.
—...me sentí como en casa. —dijo a la vez mientras se deslizaba una camisa por el cuerpo.
Nos miramos por lo que acabábamos de decir.
—Jimin... lo siento mucho.
—¿Por qué? ¿Por hacerme sentir seguro?
—No quería recordarte...
—Subin —tomó mis manos y me miró a los ojos —, gracias. Aquí me siento seguro. Y no me recordaste nada malo. Al contrario, me recordaste algo bueno, algo que pensé que no iba a volver a tener.
Sonreí y sentí mis mejillas calentarse.
—Y te prometo que un día te sentirás así con alguien.
—En las malas y en las peores. —él rio.
—Casi lo había olvidado. "En las malas y en las peores".
—Jimin...
—¿Sí?
—Ve a ducharte.
Él rió, sin más tomó su toalla y se dirigió al baño de invitados para sacarse el olor a leche pasada. Me giré a engullir tan delicioso festín cuando un receloso pensamiento cruzó mi cabeza casi de puntillas, suficiente para alarmarme.
—Jimin.
—¿Sí? —oí el grifo abrirse.
Sin pensarlo dos veces me encaminé por el pasillo hacia el baño y me recargué en el marco de la puerta aún abierta. O se había vuelto más descuidado con los años o ya no le preocupaba tanto que lo vieran con poca ropa. A estas alturas se había bajado los pantalones y se encontraba únicamente en unos short holgados y las calcetas aun puestas. Me miró con estupefacción y detuvo el impulso de taparse con la toalla que llevaba colgando del cuello. Ya era guapo y físicamente suficiente atractivo para casi cualquier chica (a menos que te gustaran grandotes) como para que se siguiera preocupándose por eso, y ni si quiera se daba cuenta.
—¿Suby?
—¿Has desayunado?
—¿Qué?
—Responde a la pregunta Park.
Sus ojos se afilaron lentamente y se tomó demasiados segundos antes de responder afirmativamente.
—Y vas a merendar conmigo ¿cierto?
—Sí. —respondió secamente —Traje para dos ¿no viste?
Su tono rígido como su postura dejaba ver la molestia ante tal situación, donde de repente los papeles se habían invertido.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta que te acosen a preguntas? —pregunté sin gracia alguna.
—No me gusta que desconfíes así de mí.
—Entonces ya sabes lo que se siente.
Sus labios se apretaron delatando lo mucho que estaba enfadándose por momentos. Si bien Jimin molesto daba un miedo tremendo, si se trataba de su salud mi propia rabia era más fuerte que todo. Suspiré y me acerqué a él o estaríamos así hasta pasado mañana.
—Me preocupo Jimin. —apoyé mi cabeza y cuerpo en la pared cercana a la ducha, que ya empezaba a entibiarse.
Crucé mis brazos reprimiendo el impulso de tocar su cabello y lo miré con cansancio. Él desvió la mirada y su cuerpo se relajó. Me miró de nuevo con algo de vergüenza esta vez y esa rendición que nos caracterizaba en estas situaciones. Mostrarse vulnerable, aceptar la realidad, dejarse ayudar...
—Yo también estoy aquí para apoyarte-
Casi no pude acabar esa frase. Su frente se había apoyado en la mía, sus ojos cerrados, una de sus manos sosteniendo un lado de mi cabeza y la otra apoyada en la pared. Mi corazón se desbocó por el repentino acercamiento. Mis alarmas de rechazo automático se habían activado, pero enseguida supe que no se trataba de nada que se le pareciera.
—...no estás solo.
Logré decir después de unos largos segundos. Parecía casi dolido, como si lo que le estuviera diciendo le hiciera más daño que bien.
—Ji-Jimin...
—¿Después de todo...
Pestañé confusa por un momento, nerviosa al siguiente, asustada. Luchaba por no llorar y yo no podía hacer nada más que no salir corriendo de su improvisada prisión. No estaba acostumbrada a esa clase de contacto. No estaba acostumbrada a la cercanía de un hombre. Y Jungkook no contaba como uno. No estaba acostumbrada a esta clase de intimidad en la que se mostraba tan expuesto. Esa que me hacía sentir indefensa. Suspiró y a mí me faltó el aire.
—Necesito una caja de Chips Ahoy para calmar la ansiedad ahora mismo.
Él resopló una risa por la nariz.
—Te haré un té con leche.
—¿Puedes ponerle chocolate?
Nos reímos con más ganas. Sus labios se presionaron contra mi frente y tuve la repentina necesidad de sentirlos en otra parte. Cerró el grifo del agua y su frente volvió a la mía.
—¿Por qué eres tan linda?
—Algún atributo tenía que tener.
—Eh, vuelve a decir algo así y me molesto de verdad.
Mis mejillas se calentaron a más no poder. Estaba sufriendo tanto como me estaba agradando la situación. Sus ojos me miraron descontentos. Y su otra mano tomó mi mejilla. No sabía qué rayos estaba pasando ni qué estaba si quiera surcando su cabeza, pero mi cuerpo reaccionaba irracionalmente a cualquier mínimo movimiento suyo. Tiesa como un palo que se negaba a dejar entrever esa necesidad, mi ser pedía a gritos una pequeña caricia más.
—No es gracioso, Subin.
—D-de acuerdo.
Suspiró y su aliento mentolado me calentó los labios. Mi podía sentir mi piel erizada contra la tela y la sensibilidad nueva que había adquirido. Habían pasado unos cuantos años desde la última vez que me sentí remotamente así. Tras un breve silencio mi boca habló casi sin mi permiso:
—¿Lo dices en serio?
—¿Mh? —parecía confundido.
—¿O porque soy tu amiga?
—Lo digo porque lo pienso y lo eres. Te lo he dicho un montón de veces.
—Sí, pero si viene de un amigo no cuenta.
—¿De dónde te sacas esas tonterías?
—La gente solo lo dice para hacer sentir a sus seres queridos mejor no es-
—¿Y si te beso ahora mismo? —el coraje en su ojos asustó. —¿Cuenta?
Helloooo, sip, sigo viva. No sé cuándo volveré actualizar. Lo siento mucho, tenía la intención de terminar mis dos fics anteriores antes de avanzar con este pero cuando me trabo con uno me desbloqueo con otro. Lo sé, yo tampoco sé cómo funciona mi mente.
Muchiiisiimas gracias por la eterna espera, de verdad no las merezco.
Gracias por darle una oportunidad a la historia y sobre todo a mí. Gracias de verdad
Eating: frutitas porque ando bien seria con la dieta ahora solo queda ser seria con el ejercicio también.
Listening: Pizza - OOHYO
Rose