ANTES DE ELLA © #3 [✔] Nueva...

By flormsalvador

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NUEVA VERSIÓN: Próximamente en físico 2023. «Mi mundo estaba pintado en sus ojos. Quizá en ellos estaba mi un... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo. Siempre fue por ti.

Capítulo 14

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By flormsalvador

El silencio era insoportable, mi mente solo pensaba en las posibilidades de lo que estaría haciendo si no estuviera aquí, y todas ellas se reducían a estar acostado sobre mi cama, lamentándome de todo, claro.

Mi vista iba de un rincón a otro, desde los pequeños portarretratos, los cuales no les podía ver la fotografía, que estaban en su escritorio hasta el gran reloj que colgaba en la pared que estaba justamente en frente de mí. La zuela de mis zapatos golpeaban el suelo con desesperación, fue mala idea haber fumado un rollo de marihuana antes de venir por primera vez a este lugar.

Jugueteaba con mis dientes el pequeño aro de mental que atravesaba mi labio inferior, aún recordaba el jodido regaño que había recibido de mi madre al verme con eso, por suerte y obra del destino, papá solo me lanzó una mirada fulminante seguido de volcar los ojos, cansado de mi actitud y sin importarle tanto lo que hacía con mi cuerpo.

Me la pasé un día entero pidiéndole perdón a mamá.

Al final, ella se rindió de estar insistiéndome en que me lo quitara y lo aceptó haciéndome prometerle que no me perforaría más, yo había soltado un suspiro de reproche y asentí. No podía ir en su contra, no cuando era quien más cuidaba de mí.

Le mientes, pequeño imbécil. Gritó mi subconsciente.

La puerta de la oficina se abrió y mi vista fue directamente hacia esa dirección, enarqué una ceja al ver a la mujer pelinegra entrar y disculparse mientras sujetaba con fuerzas un montón de hojas. Yo no hice ningún gesto o sonido, solo seguí cada uno de sus movimientos con mi vista, dejó a un lado la diminuta pila de papeles y tomó asiento, sujetó su tabla y leyó para después dirigir sus ojos hacia mí.

—Buenas tardes, Luke— saludó, regalándome una sonrisa no tan exagerada, lo primero que pude notar, fueron sus ojos azules, pero algo oscuros.

—Blodie— pronuncié ladeando mi cabeza.

—No— negó riendo—, es Bonnie, mi nombre es Bonnie.

Yo enarqué una ceja y mejoré mi postura en el asiento. Ella seguía con la sonrisa, tratando de transmitirme un poco de confianza y tranquilidad.

—Según yo, es Blodie— insistí—. Es Blodie Weigel, ¿no?

—Ese es mi apellido, pero no mi nombre— aclaró su garganta y arrastró un poco hacia adelante su silla para quedar cerca del escritorio—. Tal vez leíste mal, pero soy Bonnie, lo puedes ver aquí— ella acomodó mejor una placa que había en el escritorio, dándome acceso a leer lo que decía.

Bonnie Weigel.

Mis ojos siguieron sobre su nombre unos segundos más hasta que los conecté con los de ella, relamí mis labios y solté un suspiro.

—De acuerdo— mascullé y reí en voz baja—, ¿que haremos el día de hoy, Blodie?

A la mujer no pareció molestarle en lo absoluto mi inútil insistencia con decirle de otra forma, y desde ese momento supe que no era una persona a quien la podía sacar de sus casillas con facilidad, tendría que esforzarme un poco mejor.

Soltó una risa llena de humor y empezó a hojear unas cuantas cosas, escribió algo con un lapicero negro y quitó algunas cosas, dándole un lugar a todo en un espacio muy a parte para así poner sus brazos sobre el escritorio.

—Muy bien, Luke, puedes decirme así si gustas, si aquello te hace sentir en una zona de confort, adelante. No me voy a quejar de que me llames de esa forma, hasta parece un poco entretenido, tienes una gran imaginación, chico— indicó—. Ahora, respondiéndote, haremos una ronda de preguntas, pero antes de eso, te daré dos hojas blancas, en una vas escribirme todo lo que te gusta y en la otra harás algún dibujo.

—¿Está de broma?— pregunté incrédulo—. Eso se lo hacen a los niños pequeños, ¿cuántos años cree que tengo? ¿Siete o Nueve?

—Tienes dieciocho, lo sé perfectamente— canturreó y cogió dos hojas blancas, arrastrándolas por encima del escritorio, continuó—. Te estoy pidiendo una tarea muy sencilla, tu haz lo que te pedí y podremos ha...

—No— la interrumpí negando, me puse de pie y fruncí mi ceño, Blodie no se inmutó en ningún momento, ella solo me miraba con tranquilidad, como si supiera que todo lo tenía bajo control —, no tengo una maldita idea de porqué mierda he venido a este lugar, no necesito un psicólogo, he ido a tantos y todo hablan la misma jodida cosa, repiten lo mismo y uno se sigue sintiendo completamente miserable— farfullé cansado de esto—. ¿Qué me dirás? ¿Todo estará bien? ¿Debo darle tiempo al tiempo? Lo único que hacen es escuchar los problemas de uno, anotar cualquier estupidez, dar antidepresivos y ganar dinero por medio de gente mediocre que cree que contando sus problemas podrán sentirse mejor.

Caminé hacia el fondo de la oficina y tomé una gran bocanada de aire, había expulsado toda la capacidad de mis pulmones al decir eso, me sentía enojado y sofocado, carajo, los efectos ya estaban comenzando.

—No, Luke, no te diré que todo estará bien porque no será así— afirmó con la voz alta y clara—, tampoco que debes darle tiempo al tiempo— río y se puso de pie, su mirada era seria y demandante—, porque primero tienes que darte tiempo a ti mismo para que así puedas pensar mejor las cosas y afrontarlas, no sé que problemas tengas y te estén atormentando, pero con esa actitud tan negativa no podrás salir de esa burbuja tóxica en la que te encuentras— juntó sus palmas y me apuntó—. Así que, Luke Howland, si estás aquí, no es para que yo escuche todos tus líos y te diga que todo estará bien, sino para que sanemos tu paz mental y encontremos tu alma perdida, y si tampoco contarlos te ayuda mucho, entonces tenemos mucho trabajo por hacer, porque toda persona que entra a mi oficina es alguien, y tú no eres la excepción.

Admitiré que esas palabras fueran muy bien practicadas, pero conmigo ya nada funcionaba.

—Oww, que lindo, Blodie— fingí ternura y finalicé con un rostro serio —. ¿De qué libro lo sacaste? ¿Alguno de auto-superación?

La mujer me miró neutra, ambos con una actitud de no dar el brazo a torcer. Pensé que ella sería la primera en tomar asiento, diciéndome algún comentario de que se sentía disgustada por mi comportamiento, pero eso no pasó.

Relamió sus labios y soltó una risa llena de humor, mi entrecejo se arrugó sin saber lo que estaba ocurriendo, Blodie negó varias veces y tocó su frente. Cogió nuevamente las hojas blancas y me las extendió.

—En una vas escribirme todo lo que te gusta  y en la otra harás algún dibujo— repitió.

Que gran dolor de culo sería esta señora.

Con pasos laxos, me dirigí hacia ella y las cogí de mala gana, tomé asiento donde me encontraba anteriormente y solté un gruñido en voz baja, por el rabillo del ojo pude ver su sonrisa de oreja a oreja que significaba el triunfo que había tenido sobre mí.

—Aquí hay colores, igual un bolígrafo por si lo necesitas— avisó poniéndome los portalapices a un lado—. Puedes tomarte todo el tiempo que quieras.

La miré de mala forma y maldije en mi interior.

En estos momentos odiaba tanto a la profesora Kearney que había puesto una queja sobre mi actitud en clase, aquello causó que el director llamara a mis padres, la consejera escolar les dijo que probaran con algún psicólogo externo, ya que últimamente las quejas sobre mí no cesaban. Esa misma mujer que según ayudaba a los alumnos, me aventó a la boca del lobo, ella les dio a mis padres la información de Bonnie Weigel.

Ahora que repasaba ese apellido en mi mente, me recordaba a alguien.

Me quedé pensando durante un momento y atisbé a la mujercilla quien escribía, quería encontrar algún parecido, y aunque sí habían algunos rastros faciales, no podía asegurar nada, ¿podía ser directo? ¿O investigaba por mi propia cuenta?

Cabello negro, ojos azules, pero no tan bonitos.

Sin embargo, en el carácter era un gran, pero enorme, diferencia. Quizás estaba alucinando mucho, aún no entendía porqué demonios estaba preguntándome sobre esto, si en algún lado de mi mente no me interesaba en lo absoluto. Era un grandísimo tonto que le gustaba pensar sin razón alguna, solo destruía las pocas neuronas que quedaban danzando en mi cerebro.

Adoraba burlarme de mí mismo.


Las citas a psicología jamás me gustaron, ni aún cuando ya tenía más confianza con Bonnie, los meses pasaban y a pesar de que mi primer visita fue en noviembre, no tuvimos buenos frutos los siguientes tres meses. Para julio del año 2015, las cosas con la mujer se hicieron un poco más exactas, ella ya sabía sobre mi problema con la marihuana, los existenciales, el trauma con la muerte de Zach y con mis serios problemas de identidad.

Pero jamás se enteró de los golpes de mi padre hacia mí.

Solo le decía que no teníamos una buena relación, que discutíamos y los insultos no faltaban en ningún momento, siempre hablaba de él y la manera en que me sentía cuando comenzaba a ofenderme. Intentó aconsejarme... pero yo solo pensaba "si tan solo supiera".

Cuando Jason se pasaba con los castigos, tenía que dejar de asistir a las citas por un tiempo hasta que ciertas hematomas visibles, desaparecieran. Ella sólo una vez había visto mi ojo morado, pero tuve que mentirle, diciéndole que los chicos malos tienen que defenderse cuando un idiota atacaba.

Sabía que habíamos pasado la línea cuando hablábamos como dos amigos de hace mucho tiempo, y aunque si llevábamos ya más de medio año, nunca se tenía que romper el código ético de un profesional con su paciente. Y ella lo hizo porque creyó en mí cuando nadie más lo hizo.

Me hizo sentir especial en muchas ocasiones y también logró que creyera en mí mismo en mis últimas semanas de vida. Blodie me consideraba como un guerrero, casi como un fénix, solo que me faltaba más confianza para poder lograr las cosas que quería y me proponía.

Ella siempre me dijo que yo era el ángel.

Cuando se enteró del pequeño romance que tenía con su hija porque yo se lo confesé, se quedó perpleja y creí que me pediría que me alejara, sabía que lo había arruinado todo.

Pero me llevé una gran sorpresa cuando sonrió y puso su mano sobre la mía, diciendo que nos apoyaba, que esperaba que Hasley se lo dijera, quería probar la confianza que le tenía la chica sobre ella, pero no fue tan necesario ya que yo comenzaba a llegar a su casa sin avisar para visitar a su hija, y fue tan obvio que ya no hubieron tantas explicaciones.

Si algo admiraba de Bonnie es que era una gran mujer, fuerte y trabajadora. Que era madre y padre al mismo tiempo, pero sobretodo, que no juzgaba por las apariencias, que a pesar de que viera el desastre que era, me permitía estar a lado de su hija. De la persona que ella más a amaba. Así fue como supe que confiaba tanto en mí.

Aún recuerdo aquella vez en la que me había invitado una dona y una malteada de chocolate mientras platicábamos un poco de todo y yo saqué el tema de Hasley.

Blodie soltó una risa mientras movía a un lado su dona glaseada, le dediqué una mirada burlona y después me dejé caer en el sillón marrón que había allí. Volvía a repetir, sabía que eso estaba mal, normalmente los psicólogos tienen prohibido entablar alguna relación sentimental con sus pacientes porque eso no era algo ético, aunque realmente pensaba que aquello era basura.

—Quiero hacerte una pregunta — pronuncié con cautela tratando de captar su atención.

—Por supuesto, dime — me incitó a que continuara mientras se erguía en su asiento.

—¿Por qué dejas que me acerque a tu hija? — solté —. Quiero decir, sabes lo que soy, no puedo idealizarme como una mejor persona, soy un desastre, son tan tóxico que respirar el mismo aire para alguien tan ingenua como lo es Weigel puede llegar a ser venenoso. Estoy podrido.

La mujer pelinegra puso sus brazos por encima de su escritorio y me miró fijamente, estaba meditando sus palabras, no duró tanto en silencio, pero ya me estaba desesperando con su mirada.

—Porque lo malo a veces resulta ser tan bueno — pronunció —. Luke, tú no eres un desastre, eres un gran chico, eres más de lo que tú crees. Te conozco para saber que puedes brindar cosas buenas, a parte, puedo ver que es feliz.

—No puedes decirle que soy tu paciente — murmuré negando.

No quería que lo supiera aún, no sabía como lo tomaría, quería un poco más de tiempo para que se lo confesara, a duras penas habíamos salido de aquel lío en que nos metió esa miserable fotografía de la cual yo sabía... joder.

—Y no lo haré, es una palabra de psicóloga a paciente.

Si de ser sincero se tratase, diría que no creí del todo que lo hiciera, pensaba que en algún momento Hasley llegaría hacia mí para reclamarme o gritarme que ya sabía que su madre me atendía, porque así era ella. Siempre tan dramática. Sin embargo, me calló la boca, cumplió con lo casi prometido.

Nunca la dijo nada, sino fue hasta que yo dejé de respirar, por lo tanto, si pudiera agradecerle por todas las cosas que hizo para mí, lo haría.

Por no juzgarme.

Por no alejarme de la chica que mas amaba.

Por tratar de ayudarme.

Por apoyarme siempre.

Por creer en mí.

Por no rendirse conmigo.

Por confiar en podía llegar a ser más.

Por eso y muchas cosas más.

Gracias, Bonnie.

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