Miré por la ventana de la cafetería la lluvia que había decidido atacar Boston hoy.
Acerqué mi café a mi cara y lo rodeé con ambas manos tratando de buscar calor.
Tom tenía que haber llegado ya, y había dos posibilidades. O los fans le habían atrapado o él se había perdido.
Fuera como fuera, llegaba tarde. Para variar.
En el mismo momento en que miraba mi bolso planeando irme, el timbre de la cafetería que indicaba como la puerta se abría, sonó, haciendo que alzara la cabeza para ver a mi novio todo mojado por la tormenta entrar.
Su cara se iluminó con una sonrisa mientras se acercaba a mi.
- Hola cariño -dijo su grave voz mientras se agachaba a darme un beso.
- Estaba a punto de irme -le recriminé mientras él se sentaba frente a mi.
- Lo se, lo siento. Tuve un contratiempo.
Alce la ceja y le miré.
Él sonrió abiertamente y abrió su chaqueta mientras controlaba que no hubiera ninguna camarera cerca.
- ¡Oh Dios mío! -dije tapándome la boca.
Él río.
- ¿Te gusta?
- ¿De dónde lo has sacado?
- Bueno, esta mañana me mandaste a comprar leche siendo que podías habérselo pedido a tu asistente o al mío, así que de camino me lo encontré. He parado a comprarle cosas para casa, por eso he tardado tanto.
- ¿Tenemos un perro ahora? -dije emocionada.
- No iba a dejarlo en la calle. ¿Te parece bien?
- ¡Si!
Él se alzó un poco, buscando mis labios para besarme de nuevo.
- Se que estamos en la búsqueda del bebé, pero creo que esto nos puede ir preparando.
Solte una risa.
- Gracias, cariño. De verdad.
Él sonrió.
- ¿Nos vamos a seguir buscando el bebé?
Sonreí mientras negaba.
- Vamos.