Alrededor del medio día llego la segunda abuela muy emociona y con varios regalos, con ambas mujeres en la casa la albina se sentía demasiado agobiada por lo que en un minuto de descuido de ellos se escapo de la residencia para tener un minuto de paz.
-Si con una era demasiado con las dos es imposible- decía sentada en una banca mirando el cielo- al menos tendrás abuelas que te consientan mucho- murmuro con su mano en su vientre.
Se quedo un largo rato ahí contemplando a las personas que pasaban antes de decidir ir a tomar un helado para tener energía suficiente para regresar, para su mala fortuna nada más levantarse sintió un fuerte mareo que la amenazo con dejarla en el suelo de no ser porque alguien la sostuvo del brazo.
-¿Estás bien?- escucho decirle.
-Sí, gracias- respondió alzando la vista topándose con unos ojos violetas muy conocidos- ¿Natsume?
-Así es, es bueno volver a verte- le sonrío ayudándole a sentarse.
-Lo mismo digo- decía devolviéndole la sonrisa- ¿Y qué te trae por esta zona?
-Me avisaron que habías regresado y que mi madre estaba en la residencia por lo que iba para allá, ¿Y tú qué haces acá?
-Me escape para tomar un helado ¿Me acompañas?- cuestiono para desviar su atención de la palabra “Escape”
Él le miro dudoso antes de aceptar acompañarla. Ambos se dirigieron a la heladería más cercana donde se quedaron a hablar de sus vidas en esos tres años que no se vieron, pero la albina olvido mencionar los detalles más importantes como el hecho que estaba embarazada y que por eso había venido a Japón, aunque no era del todo su culpa ya que no surgió el tema durante la conversación por lo que no recordó que debía comentárselo.
Luego de haber terminado de tomar sus helados regresaron juntos a la residencia donde ella fue recibida por los regaños de su madre.
-Natsume, bienvenido- lo recibió su hermano al percatarse de su presencia.
-¿Así que vino con su madre?- pregunto mientras veía como era regañada.
-¿Eh? No, Alessia vino ayer por la tarde y su madre vino hoy a la mañana- explico el abogado.
-No deberías salir sin avisar- le decía la albina mayor a su hija.
-Solo fui por un helado y a respirar un poco de aire- se defendió ella.
-Pudiste decirlo o pedir que alguien te acompañara.
-Ya soy mayor como para que me estén cuidado- se quejo la ex modelo.
-Sí, pero que hubiera pasado si te sentías mal estando en la calle, hace solo unas horas estabas devolviendo.
-¿Está enferma?- cuestiono el peli-naranja sin comprender la situación.
-No, pero no ha tenido un buen día- contesto el rubio mayor.
-Es verdad- apoyo el peli-blanco- desde que llegó su madre y la nuestra no la han dejado tranquila.
-¿Y eso por qué?- indagó él.
-Las dos quieren realizar la boda antes de que el bebe nazca- respondió su gemelo de cabello negro.
-¿La boda? ¿El bebe?- dijo confundido.
-Ah, es cierto que tu no lo sabes- atino a decir el peli-rojo- Alessia vino a Japón por que esta embaraza y quiere tener a su hijo acá y nuestra madre quiere que se case con Hikaru cuanto antes.
El peli-naranja abrió los ojos por la sorpresa.
-Eso quiere decir que el padre es…
-Si soy yo- declaro orgulloso sentado en el sillón mientras veía a su pareja discutiendo con su madre.
Seguidamente la albina se fue corriendo a refugiarse a lado del escritor en su intento por huir de su madre, aquello solo confirmo lo que él había dicho segundo antes.
-Esta niña no va a cambiar nunca- se quejo la mayor al verla.
El resto del día fue una constante lucha para que ella aceptara casarse en poco tiempo, viendo que no recibía apoyo de su novio, el cual estaba de acuerdo con la boda, tuvo que terminar cediendo ante las peticiones de ambas mujeres.
Bien ustedes creerán que preparar una boda con invitados de tres países diferente llevaría mucho tiempo ¿Verdad? Pues para esas dos mujeres no, en un mes ambas madres lograron organizar una boda que ellas denominaron como la “Boda del siglo”, claro que siendo ellas las principales organizadoras tuvieron más de un altercado por la diferencia de ideas en especial a la hora de escoger el diseño del vestido para Alessia, obviamente Miwa quería encargarse del diseño y la confección del vestido y Elizabeth quería estar en el proceso se creación.
La albina no tuvo ni una oportunidad de dar su opinión durante ese largo mes y se suponía que era su boda, la primera y única vez que dijo algo fue con referencia al vestido porque no quería usar uno durante varias horas, por lo que pidió usar un pantalón lo que fue rechazado inmediatamente con un rotundo “No” de ambas mujeres lo que le hizo correr asustada a los brazos del escritor no sin antes decir que al menos no quería que fuese blanco.
Durante ese tiempo fueron solo las veces necesarias a hacerse sus chequeos correspondientes, principalmente por la falta de tiempo que tenía la albina, al haberse mudado casi precipitadamente dejo varios asuntos inconclusos en la empresa por lo que Amanda se encargaba de enviarle los documentos que ella debía revisar, aunque de todas formar al tener pocas semanas no había muchas pruebas que podían hacerle, recién a las seis semanas tendrían una imagen clara de su hijo, por lo que solo iba por las constante nauseas o mareos que sufría y claro el estrés que tenía no la ayudaba tampoco.
Sin duda fue un muy largo mes para la pareja que aunque no habían tenido la oportunidad de organizar nada aun tuvieron que hacerse cargo de ciertos detalles, como la comida, sus listas de invitados y su luna de miel que al menos eso les dejaron decidir por su cuenta.
Finalmente unos días antes de la boda de ellos Elizabeth se llevo a su hija a dormir a un hotel cerca de la iglesia, porque según ella sería más emocionante si los novios no se ven hasta el gran día, ambos aceptaron más por el hecho que pensaban que sería imposible hacerle cambiar de opinión a la mujer que se veían más emocionada que la novia.
El gran día llegó y la albina se negaba a levantarse de la cama, su madre había ido a despertarla muy temprano para que se preparara, la ceremonia religiosa iniciaba a las nueve y luego de eso se trasladarían hasta el lugar donde sería la recepción de la boda, ahí les estaría esperando un juez de paz para hacer la boda civil, luego de eso sería la fiesta donde tendrían que atender a todos los invitados con una sonrisa, en otras palabras le esperaba un largo día a ambos antes de que pudieran retirarse para ir a su luna de miel, la cual sería en el país por obvias razones, pero irían a otra ciudad más apartado donde se quedarían en un hotel durante una semana antes de regresar.
Al cabo de varios intentos la mayor finalmente pudo lograr despertar a su hija para comenzar a prepararla, la metió al baño donde había preparado la tina con sales aromáticas para brindarle un baño relajante, aunque fue demasiado para la menor pues termino durmiéndose nuevamente.
Luego de ese altercado llamo al estilista que se encargaría de arreglarla para su boda y no podía ser otro que Louis, quien se ofreció desde el comienzo.
-¿Estás nerviosa?- le pregunto mientras le peinaba.
-No sé- respondió ella- puede que este nerviosa, ansiosa o simplemente tenga miedo al compromiso, maman debió decirte ¿Verdad? Que no despegues la vista de mí.
-Sí, creo que lo menciono cuando pregunte por que había guardias en la puerta.
Si se lo preguntan, sí, si intento escapar de su madre hace pocos días por eso la mayor había contratado a unos guardias de seguridad para evitar que huyera.
-No es como si en verdad quisiera escapar, es solo que estos últimos días fueron demasiado para mí y siento que soy la única que se estresa por eso- se explico la joven.
-¿Piensas que a Hikaru-nii no le importa?
-No sé si no le importa, no le molestas o no se estresa, si soy sincera hay veces en los que no lo puedo entender del todo y eso me estresa aún más, pero ahora mismo me siento bastante insegura sobre si esto en verdad es una buena idea.
El estilista puedo ver la expresión desanimada e insegura de la joven a través del espejo.
-¿Sabes?- dijo llamando la atención de la albina- desde que viniste acá Hikaru-nii ha dejado su cara de tranquilidad a un lado, incluso Tsubaki-nii lo molesta constantemente, es divertido verlo así, pero se le nota que está muy feliz, probablemente él quería verse bien frente a ti por eso ha estado manteniéndose sereno, pero ahora que ya no estás en la residencia y el día llegó no ha parado de dar vueltas por todo el lugar.
La menor no pudo evitar sonreír imaginándose al escritor de esa forma.
-Gracias Louis.
Al cabo de un rato el estilista término de peinar y maquillar a la novia por lo que se despidió de ella para que pudiera terminar de prepararse, al salir entro la madre de la ex modelo para ayudarla a ponerse el vestido.
-Estás hermosa- dijo la mayor al terminar con los toque finales.
-Me alegra que no lo hayan hecho blanco- decía feliz al verse en el espejo.
-Bueno al menos algo debíamos dejarte elegir- admitió ella antes de abrir la puerta de la habitación dejando ver al fotógrafo y a su pareja.
-Ma petite princesse est belle- dijo antes de abrazarla- ¿Segura que no quieres salir corriendo? Aun hay tiempo. (Mi pequeña princesa estás bellísima)
-Ya saldré corriendo en cuanto todo esto termine, antes de eso no lo haré- respondió con una sonrisa decidida.
El mayor no pudo hacer otra cosa que devolverle la sonrisa, él sería el responsable de entregarla al que consideraba su peor enemigo aun ahora, pero sabía que no podía dejarla en mejores manos.
La hora llego y todos bajaron para ir a la limosina que los esperaba afuera, luego de treinta minutos llegaron a la iglesia donde todos estaban esperando, al entrar la albina no pudo evitar sentirse nerviosa o intimidada por todas la miradas que recibía, estaba acostumbrada a llamar la atención en las pasarelas pero esto lo sentía diferente y más por el hecho que al frente de ella le esperaba la persona con la que pasaría el resto de sus días, ese solo pensamiento la hizo sonreír viéndose aún más hermosa de lo que ya estaba.
Verla llegar con su vestido hizo que el escritor se sintiera la persona más afortunada en el planeta y más cuando ambos dijeron sus votos, aceptándose mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la adversidad, sellando su promesa de amor con un beso.
La ceremonia termino sin ningún inconveniente, aunque el escritor tuvo que amenazar con su mirada a sus hermanos para que no dijeran nada en el momento que el padre pregunto si alguien se oponía, en el caso del fotógrafo fue su pareja la que le detuvo, por lo que se trasladaron a un salón abierto donde se llevaría a cabo la fiesta luego de la ceremonia civil, donde dejaron sus votos por escrito frente a un juez de paz, una vez que terminaron con todas las formalidades dio inicio la fiesta donde no tuvieron ni un minuto de paz con todas las felicitaciones y presentaciones que tuvieron que recibir y hacer, en más de una ocasión la albina intento huir del lugar pero su madre había preparado unos guardias para evitar su huida por lo que se resigno a sonreír durante todo el día hasta que finalmente llego el momento en que la pareja podía retirarse en paz.
Claro que antes ella debía lanzar el ramo como era tradición en todas las bodas, aunque fue inesperado que el ramo lo allá agarrado el fotógrafo cuando pasaba por ahí llevando el biberón de su hijo que se había quedado en una maleta dentro del auto.
Alessia sonrío divertida al verlo, pero él solo se encogió de hombros antes de regresar con su pareja y entregarle el ramo a ella.
Al anochecer la pareja de recién casados llegaron a un hotel que quedaba cerca de la playa, nada más al entrar a la habitación la albina se tiro en la cama completamente agotada.
-No pienso volver a casarme nunca- decía sacándose los tacones que le estaban molestando desde hace rato.
-Cuento con ello- dijo el escritor con una sonrisa desatando el nudo de su corbata.
-Al menos al final termino esté día ahora si puedo volver a dormir contigo- hablaba feliz la joven acercándose a la ventana para ver la vista que le brindaba el lugar- muy buena elección Hikaru.
El mencionado se acerco a ella y la rodeo con los brazos.
-Sabía que te gustaría y lo mejor es que está muy lejos de todos, pensé que te vendría bien estar alejada luego de la fiesta.
La albina sonrío.
-Hikaru ¿me ayudas a quitarme el vestido? No creo poder hacerlo sola- pidió coquetamente a la par que cerraba las cortinas.
-Me estas tentando- respondió él mientras bajaba el cierre del vestido.
En pocos segundos el vestido cayó al suelo dejando a la joven en ropa interior la cual se giro quedando frente a él para rodearle el cuello con sus brazos antes de comenzar a besarlo, lentamente se dirigieron hasta la cama sin separarse donde volvieron a ser uno como si fuera la primera vez y tal vez así era después de todo esa sería su primera noche de muchas otras.
....
Su luna de miel al final duro una semana más de lo que habían previsto pues ninguno de los dos quería regresar, pero eso era algo que no podían postergar más tiempo ya que la ex modelo tenía que empezar sus clases dentro de poco y los documentos que debía revisar y enviar se acumulaban con el paso de los días.
Aun así antes de regresar a la residencia decidieron pasar al hospital por que con los preparativos de la boda y todo eso no tuvieron tiempo para ir, por ello aprovecharon ese tiempo libre para que la joven pudiera hacerse los chequeos correspondiente sin mencionar que ya tenía alrededor de 8 semanas por lo que debía realizarse su primera ecografía.
-Bien señora Asahina sentirá algo frio en su vientre- dijo el médico haciendo referencia al gel.
Alessia iba a levantar la mano en señal de protesta por cómo le había llamado ya que no se acostumbraba que la llamaran así, pero el escritor detuvo su mano antes que ella pudiera decir algo.
Luego de unos segundos en la maquina apareció la imagen del feto y se escucharon los latidos del corazón, el solo sonido ya había emocionado a la joven.
-Felicidades señor y señora Asahina tendrán gemelos.
Este fue el capítulo final espero que hayan disfrutando la historia tanto como yo al escribirla, muchas gracias por el apoyo, sus votos y comentarios me hicieron muy feliz a lo largo de la historia, en unos días subiré el epilogo como culminación final.
Eso es todo y muchas gracias por haber leído “La Huésped de los Asahina”.