ANTES DE ELLA © #3 [✔] Nueva...

By flormsalvador

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NUEVA VERSIÓN: Próximamente en físico 2023. «Mi mundo estaba pintado en sus ojos. Quizá en ellos estaba mi un... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo. Siempre fue por ti.

Capítulo 11

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By flormsalvador

22 DE OCTUBRE DE 2015
LUKE HOWLAND


He de llamarme mentiroso si admito que Weigel no fue mi verdadero amor, siendo honestos, fue la persona que más completo me hizo sentir, sin importar lo que hizo, ella fue uno de los motivos por los cuales quise seguir, tal vez tenía harto a André de tanto que le hablaba de la chica y solo me contestaba para no hacerme sentir mal.

Quizás al inicio no fui tan bueno tratando de demostrar que en serio quería cambiar muchas cosas de mí para poder estar bien con ella, pero no todo sucedía de la noche a la mañana. Pensaba en ir recorriendo el camino paso a paso a su lado hasta que llegara al punto en que yo mismo me dijese "lo logré".

Sin embargo, cuando estaba a lado de ella, dos facetas mías aparecían, el que trataba de llenarla de detalles y el que no le importaba proporcionarle alguna escena de mis adicciones.

—Pareces chimenea— ella comentó mientras mecía de alguna forma infantil nuestras manos entrelazadas. Y es que solo Dios sabía cuánto amaba sentir el toque de su mano con la mía.

—Y te encanta— sonreí, afirmando con seguridad aquello, haciéndole saber que ya sabía que a pesar de que ella arrugara la nariz, la imagen que tenía en frente le gustaba.

—Narcisista— ella formuló con diversión.

—Lenta — me acerqué hasta su oreja para poder atrapar su lóbulo entre mis dientes y darle un beso al mismo tiempo para que mi piercing chocara contra su piel, ella respondió con un pequeño gruñido.

—No hagas eso, me da cosquillas — reprendió y reí entre la acción para repetirlo —. ¡Luke!

Weigel chilló y me alejé, pero no para detenerme, sino, para poder traerla hacia mi cuerpo aún con nuestras manos entrelazadas, ella me miró con el ceño fruncido y aproveché para poder rodearla con mi brazo libre, puse su cabeza contra mi pecho y, esta vez, llevé mis labios hasta la parte trasera de mi oreja, el frío metal de mi arito causó que se removiera y dejé un pequeño beso en aquel lugar sabiendo que le causaba cosquillas, observé como su piel se erizó y no pude evitar reírme para después morder su lóbulo.

—Ya detente — suplicó, pero hice caso omiso —. Pushi...

A penas escuché el peculiar nombre que usó, me separé de ella. La miré con el ceño fruncido e hice una pequeña mueca. No estaba enojado, en lo absoluto, sólo que me traía recuerdos que por el momento no quería que llegaran a joder.

—Ni se te ocurra — advertí —. Suficiente tengo con la perra de mi prima llamando y enviándome mensajes las veinticuatro horas diciéndome así para que lo hagas tú también.

—Pushi suena a nombre de gato — confesó, haciendo un mohín con ternura —. ¿Por qué te dice así?

—Es una larga historia — gruñí rodando los ojos, porque en realidad así era.

Zach me jodía de esa forma sólo para poder sacarme de quicio, la verdad es que nunca entendí el porqué le gustaba verme cabreado, no sabía si era algún tipo pacto para poder seguir siendo guapo o simplemente porque siempre fue tan estúpido que le gustaba observar como mis gordas mejillas se ponían rojas de lo enojado que estaba y le comenzaba a tirar cualquier cosa que estuviera a la mano.

Mientras Jane lo hacía de forma cariñosa, sólo porque venía de Zach, aunque ella no sabía el efecto que eso tenía en mí.

Al repetir eso en mi mente, no pude evitar soltar una risa, no cualquiera, no era una de ironía ni de sarcasmo o nostalgia, era una risa de diversión por la gran diferencia que había entre ambos.

—¿Qué es divertido?— Weigel ladeó su cabeza y me miró con confusión.

—Jane lo es — respondí con una sonrisa —. Siendo honesto, he pasado gran parte de mi infancia junto a ella, es mi única prima y la quiero a pesar de todo — admití alejándome de ella —, puede ser muy perra, pero es una gran chica, quizá juega con los sentimientos de los chicos, aunque tiene sus razones, es por eso que dejo que haga de su vida una mierda. A pesar de todo la defiendo de cualquier cabrón.

—¿Es por eso que nunca le dijiste a Zev que lo engañaba?— Hasley lanzó de la nada.

Su pregunta me desarmó. La miré con el entrecejo fruncido, hice un mohín y moví mis labios de un lado a otro, permanecí así unos cuantos segundos sin saber qué decirle hasta que hablé.

—Con que ya lo sabes... yaya.

—No como yo esperaba, pero sí, lo sé— afirmó y me regaló una sonrisa.

Cínica.

Ugh, te quiero, chamaca metiche.

—Pues sí, preferí no decirle a Zev porque Jane me lo suplicó — confesé encogiéndome de hombres y solté un suspiro —. Ella siempre me ha ayudado en lo que puede, por eso me vi con la obligación de callarme.

—Entiendo...

Miré el cigarrillo que tenía entre mis dedos, sólo le había dado dos caladas y ya se estaba consumido tomé la última calada para tirar la colilla al suelo y aplastarla, mi subconsciente me traicionó y, sin pensarlo o asimilarlo, palpé los bolsillos de mi pantalón y saqué la pequeña bolsa transparente de cocaína.

—Eso te matará — dijo en un susurro.

Y yo sabía que esto le estaba doliendo.

—¿Por qué crees que lo hago? — hablé con cinismo y burla mientras la destapaba. No quería hacerlo, pero había algo dentro de mí que me lo estaba pidiendo de manera suplicante.

Hasley me fulminó con la mirada mientras soltaba un bufido y rodaba los ojos.

—Al menos no lo hagas en frente de mí — pidió un poco -o tanto- irritada y cansada.

—Yo no te estoy reteniendo, te puedes marchar — indiqué jocoso, de una manera floja para hacerle entender que no me importaba si se quedaba o se iba.

Pero si me importaba.

Le di la espalda para sentarme en la acera de aquella calle solitaria, estábamos casi cerca del callejón, pero no era tan transitada como para delatarme. Con mi dedo meñique cogí un poco del polvo e inhale lo suficiente, me quedé unos segundos mirando un punto fijo para después guardar el resto.

Sentía la mirada de Hasley sobre mí, pero no era capaz de hacer contacto con ella, sin embargo, me sorprendió cuando se acercó y tomó asiento a lado de mí.

Nos quedamos en silencio los dos, sin decir nada. Por el rabillo del ojo solamente podía ver como el aire hacía revolotear su cabello, mi respiración comenzaba a agitarse y traté de aligerar el ambiente, por lo cual, rompí el silencio.

—He oído de ti últimamente por los pasillos del instituto. Eso es nuevo— pronuncié con ironía lo último.

—¿De mí? — preguntó extrañada, volteando a verme. Preferí permanecer con la mirada hacia la nada y seguir con la conversación de esa forma.

—Seh — chasqueé sacando la cajetilla de cigarros para coger uno y encenderlo, lo llevé hasta mis labios y le di una calada.

—Así que le has dado un buen golpe en la cara a Michael — confesé, echando todo el humo al aire libre, esta vez, me digné a mirarle para poder ver su rostro con detenimiento.

Carajo, era tan hermosa.

—Algo así — musitó con algo de pena, quise reír pero me lo reservé —. Dicen que se ve más atractivo con él.

—Quizá — admití.

Neisan me había comentado que las chicas estaban locas al decir que el color de la hematoma hacía que el color verde de sus ojos -o especialmente su ojo golpeado- hacía resaltar el color verde. No era una sorpresa que la fuerza de la chica si dejó secuelas, Jones era demasiado blanco y sensible de su piel. Como una fina y delicada rosa. Idiota.

—¿Debería sentirme mal?— Weigel preguntó con vergüenza, ella estaba malditamente arrepentida, desde ese momento era la comidilla del instituto.

—No — animé y le sonreí de lado —. Pero al menos ya entiendo porqué tu nombre resonaba en los pasillos cada que pasaba.

Abrió los ojos más de lo normal y dejó caer su cabeza sobre sus piernas para después alzar su mirada hasta la mía.

—Creen que soy patética — rió sin ganas.

Entonces, recordé cuando mi hermano decía lo patético que era al comerme las noticias del televisor o leer el periódico cada que nuestro padre terminaba de hacerlo y lo ponía encima de la pila de periódicos que compraba cada mañana a las siete del día. La forma en que unía aquella palabra con el apodo y hacía de mi existencia una tortura tan mínima a comparación de hoy en día.

Cuando me decía lo patético que me veía al usar camisas manga largas de color azul y pantalón camel los domingos para ir a desayunar fuera de casa con el sol en su punto mas alto, o de mi cabello impermeable de tanto gel que me ponía para que no me despeinara con el aire.

Pero Zach fue aún más patético porque nunca supo que me aplicaba demasiado para que él no lo hiciera cada que me decía "no seas, patético, cámbiate" y pasaba su mano encima de mi cabeza, que la información que leía o veía después le servía a él cada que me preguntaba "¿desde cuándo pasó eso?", que llevaba manga larga para que el sol no me quemara, pero sobretodo, que no importaba qué tan patético había sido el nombre que le puse al callejón, él como mucho; habían terminando ahí.

—¿Sabes? — la miré con detenimiento tragándome el dolor — Deja que se reían de lo patética que creen que eres, al final de cuentas todos terminamos igual — le di una calada al cigarro y dejé escapar todo el humo —, en un boulevard de los sueños rotos.

Porque así era esto, todos morimos solos y sin nada.

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