¿Jugamos al escondite?

By MissGinsey

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Raven y Alexa estudian en un internado de chicas que funciona todo el año. Alexa está muy centrada en intenta... More

Capítulo 1: El internado.
Capítulo 2: La chica del cigarro.
Capítulo 3: La chica del piano.
Capítulo 4: Ideas obscenas.
Capítulo 5: Déjala entrar.
Capítulo 6: Cobarde.
Capítulo 7: Bésala.
Capítulo 8: Espacio.
Capítulo 9: Deja de jugar al escondite.
Capítulo 10: Adorable.
Capítulo 11: Espejos.
Capítulo 12: Fantástico.
Capítulo 13: Impulsos.
Capítulo 14: Otros contextos.
Capítulo 15: Superlesbiana y supercachonda.
Capítulo 16: Raven es mágica.
Capítulo 17: Confesiones.
Capítulo 18: No te vayas.
Capítulo 19: Escondidas.
Final: 2 años después.

Capítulo 20: El concurso de talentos.

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By MissGinsey

Dos días.

Joder, solo le quedaba dos días completos con Raven. Era de noche, pero estaban en la sala de música, ella tocando el piano y Raven a su lado sentada con los ojos cerrados, sintiendo la música. Puf, ¿cómo iba a estar sin ella? Al día siguiente era el concurso de talentos, y el siguiente la despedida. Por la tarde irían sus padres a recogerla, dormirían en un hotel, porque ya no tenían la casa, y cogerían un avión por la mañana.

—¿Sabes tocar el piano con los ojos tapados? —preguntó Raven de repente y ella giró la cabeza sorprendida.

—Te prometo que no voy a mirar si quieres ensayar.

—Sí o no.

Ay, esa sonrisa de pilla la volvía loca.

—Sí, sí que podría. Creo. Nunca lo he hecho, pero...

Raven la interrumpió sujetándole de la barbilla y besándola suavemente.

Puf, ¿cómo iba a estar sin sentir aquellos labios?

—¿Quieres intentarlo?

—Sí, claro.

Si iba a sentirse más cómoda así... Volvió a sorprenderse cuando Raven sacó un pañuelo de la mochila que había llevado hasta allí —cosa que ya le había extrañado antes, pero no le dio demasiada importancia—, y dejó que la volviera a besar mientras se lo anudaba detrás de la cabeza.

—Vamos, mi amor —le susurró al oído, y no supo si era por estar privada de la vista, pero fue mucho más intensa la sensación de su aliento cálido rozando su oreja.

Empezó a tocar, al principio despacio, indecisa, por si fallaba, porque le avergonzaría un poco. Era un poco tonta con esas cosas... Bueno, y con todas las cosas con las que quería llegar a ser perfecta.

—¿Te he contado alguna vez que Joey es un gran pianista? —preguntó, porque no sabía dónde se encontraba exactamente Raven y necesitaba saber que al menos seguía allí.

—Schh... —chistó a su espalda, y el tonito que usó le puso el vello de punta.

De repente, las manos de Raven estaban sobre sus hombros y se deslizaban por ellos muy despacio. Y no, no era un masaje, era una caricia demasiado sensual como para llegar a relajarla. ¿Quería...? Raven estaba... Ay, joder. La nota sonó bastante mal cuando le acarició los brazos y su pecho quedó justo contra su nuca, y la música cesó lentamente hasta desaparecer.

—Si dejas de tocar el piano, yo dejo de tocarte a ti.

—Raven...

Inspiró hondo y volvió a colocar los dedos sobre las teclas, sintió la sonrisa de la chica contra su cuello antes de que comenzara a besárselo mientras ella empezaba a tocar el instrumento. Tras recorrer de nuevo sus brazos, Raven aprovechó la postura que tenía para acariciarle los muslos, levantándole la falda para poder tocar más piel de la que quedaba a la vista.

—Joder, no sabes cuánto te deseo.

Otro susurro así contra su oreja y se moría. Literalmente.

Una mano de Raven acarició su mejilla e hizo que girara la cabeza hacia un lado y arriba, siendo sus labios atrapados con habilidad. No tardó en abrir la boca para dejar paso a su lengua, y falló de tecla provocando que el piano sonara mal otra vez.

—Mierda.

Se mordió el labio para concentrarse, porque no quería que parara, pero sonrió al oír cómo ella se reía suavemente antes de que morderle el lóbulo de la oreja. Raven dejó de abrazarla desde atrás y notó rápidamente que apoyaba las manos en sus costados y que besaba su espalda sobre la camisa del uniforme. Estaba siendo muy complicado concentrarse en la canción sin equivocarse ni parar, porque el estímulo «Raven» al completo era muy distractor, y más si estaba acariciándola de esa forma.

—Dios... —suspiró al sentir su lengua por su baja espalda, cuando la castaña sacó la camisa de debajo de su falda y la subió.

Se arqueó hacia un lado cuando Raven mordió su costado antes de acaraciarle el vientre con las manos. Después, continuó besándole la espalda y no tardó en sentir cómo apretaba los dedos sobre sus pechos con un sonidito que consiguió, en su conjunto, que soltara un gemido y volviera a fallar.

—Para —la escuchó decir y dejó las manos quietas sobre las teclas—. Date la vuelta, Alex, y quítate el pañuelo.

Quiso soltarle alguna frase del tipo «¿ya? Qué pronto te has cansado», pero cuando vio su mirada oscurecida se le secó incluso la boca. Raven arrodillada frente a ella y con las manos acariciándole las rodillas muy despacio, y no sabía qué hacía exactamente con los dedos, pero estaba mandándole unos escalofríos muy placenteros justo donde empezaba a palpitar. Se mordió el labio al verla sonreír mientras se acercaba a una de sus piernas y depositaba un beso justo al lado de sus dedos, que seguían tocándola. Al principio no fue húmedo, pero cuando sacó la lengua de esa forma tan erótica, tuvo que coger aire con urgencia.

—Raven... —susurró al ver cómo separaba sus piernas con un gruñidito.

—Se nos acaban los días, Alex, y necesito esto.

—No te obligues si no estás cómoda —se obligó a decir, porque, al fin y al cabo, iba a ser su primera vez con una chica.

—No estaría mal un cojín para las rodillas, pero de momento estoy bien, gracias.

Soltó una risita nerviosa al escucharla, pero la expresión de su rostro cambió cuando observó cómo Raven besaba el interior de su muslo muy despacio, produciéndole suaves cosquillas. Al fin y al cabo, también iba a ser la primera vez que se lo hicieran así a ella y la primera vez con Raven. Ay, joder, ¿cuántas veces había fantaseado con que Raven le hacía sexo oral? ¿Millones?

«Millones en las últimas horas».

Ay, Dios, era una viciosa.

—Guíame si no lo hago bien —murmuró con voz ronca mientras le levantaba la falda.

—¿Cómo no vas a hacerlo bien?

¡Si con tan solo esos besos en sus piernas iba a correrse, joder!

—Si no encuentro el botoncito del placer.

Ni con esas chorradas hacía que se enfriaran las cosas. Aguantó la respiración cuando besó su ingle y dejó de tener su mirada sobre sus ojos, sino en su intimidad. La observaba fijamente, y ella sentía taquicardia solo por la expresión que tenía. Apartó más una pierna, apoyando la mano sobre la ingle que no estaba junto a su boca, y soltó un gemido cuando deslizó el pulgar sobre sus labios más íntimos, de abajo a arriba.

—Joder —volvió a murmurar cuando apretó cerca de su clítoris y sus caderas se sacudieron solas.

La respiración de Raven se volvió más pesada, y la visión de ella arrodillada entre sus piernas era muy erótica, pero más cuando sus ojos conectaron con los suyos y volvió a presionar el pulgar, esa vez dando justo donde necesitaba, aunque toda esa zona estaba más que sensible.

—Ahí está el «botón»... —dijo en un hilo de voz, y la sonrisa que Raven adoptó hizo que temblara.

—Deberías llamarme Indiana Reyes.

Soltó una risita, pero despareció cuando empezó a frotar donde estaba aquel «botón» que llamaba. Cerró los ojos y soltó un sonido lastimero cuando sonó de forma ruidosa una alarma.

—¿Qué coño es eso? —preguntó Raven, entre asustada y enfadada.

—La alarma de incendios.

—Me cago en la puta.

—¡Raven! —se sorprendió y la chica se pasó las manos por la cara con frustración.

—¿Y si nos quemamos?

—No —soltó una risita y cuando conectaron sus miradas le acarició la mejilla y se acercó para darle un beso en los labios, muy corto—. Vamos fuera.

* * *

Si Raven se había frustrado, ella más, no iba a mentir, y más cuando le dijeron que era un puñetero simulacro. ¿Era necesario a dos días de que acabara el curso? Porque lo que había entre sus piernas desde hacía semanas no era ningún simulacro y necesitaba con urgencia que Raven lo apagara de una vez.

Por la noche lo intentaron otra vez, en su cama, pero Justine se puso mala vomitando, y tuvieron que hacer de cuidadoras hasta que se le pasó. Bueno, ella, Raven se quedó dormida en su cama y con cara de mala leche, y tuvo que hacer esfuerzos para no colarse bajo las sábanas, pero le daba miedo que Justine volviera a levantarse. Eso sí, a pesar del ceño fruncido, estaba supermona durmiendo.

Iba a echarla mucho de menos...

—Estoy muy nerviosa.

Se giró para recibir a Raven, que la abrazó con fuerza, y le dio un beso en la mandíbula, que era lo que le pillaba más cerca de la boca, a pesar de estar rodeadas de gente.

—Lo vas a hacer genial —la animó mientras le acariciaba la espalda y se apretaba contra ella.

—Eso espero.

—Has ensayado mucho, estoy segura de ello.

—Gracias... —Raven se separó de ella y dio una vuelta frente a ella—. ¿Cómo voy?

La observó y sonrió al verla completamente de blanco, con un vestido de tela corto. La verdad era que le quedaba de miedo, a pesar de ser muy básico, e iba con el pelo suelto, aumentando su sensualidad, la verdad, aunque las coletas le quedaban muy muy bien.

—Estás buenísima.

La frase hizo que adoptara aquella sonrisa que la desarmaba. El escalofrío apareció, pero acompañado de un sentimiento de tristeza. El último día que estaba con ella, y a pesar de no haberse acostado con ella y estar completamente frustrada sexualmente, no podría estar más feliz del tiempo que había pasado junto a la castaña. No cambiaría nada de lo que había pasado en ese internado y fuera de él a su lado.

La volvió a abrazar, aprovechando cada segundo, e inhaló el olor de su pelo, que le acariciaba la mejilla. ¿No se la podía llevar en la maleta? Sería increíble.

—¡Eh! Aquí no puedes entrar —escucharon a una compañera, y se giraron a la vez para ver qué pasaba—. ¡Eh! ¡No te desnudes!

—Danny, por Dios —se quejó Raven al ver al chico quitándose la chaqueta de cuero y los pantalones vaqueros.

Se quedó seria mirándolo interactuar con la castaña, comprobando la confianza que tenían, porque la chica le arregló un poco la camiseta blanca que llevaba. Y bajo el vaquero llevaba otro pantalón blanco. A juego con Raven.

—Calmaos, sale conmigo en la presentación —les dijo a las pocas alteradas que había porque había un chico allí dentro.

—Tenías razón, se han tragado lo de los focos. —Danny sonrió.

—Confirmado que no tienen ningún control. —Raven se rio, entonces se giró, extendió la mano para que la agarrara, y con un suave tiró la atrajo hacia ellos—. Alex, este es Danny, mi co-bailarín. —Se rio y los ojos del chico conectaron con los suyos, no sabía ni qué sentir—. Y ella es Alex, mi salvadora.

Sintió que se sonrojaba ligeramente por cómo la presentó y porque Danny se percató de que aún tenían las manos unidas. Y ella no pensaba soltársela, porque al día siguiente se despedía de la castaña y necesitaba el contacto.

—Encantada, Danny. Raven me ha hablado mucho de ti —dijo lo más amable que pudo, aunque recordó el beso que tanto le molestó y algo agrio le recorrió la garganta.

—Espero que bien.

«Bueno, ha hablado bien de tu polla».

—Se puede decir que sí. —Se encogió de hombros y le sonrió.

—Supongo que Raven me tendrá que hablar ahora más de ti. Ya que nos conocemos...

El chico le dedicó otra sonrisa, y tenía que admitir que era guapo, pero le seguía sin gustar por las cosas que sabía de él.

—Esta chica está ya con alguien, Danny, así que quítate esas ideas mentales. Además, ¿ella y tú? Ni de coña.

Ni de coña.

—Pues cambiemos de tema. ¿Estás nerviosa?

Tenía que admitir que le gustó que se preocupara por Raven de ese modo, suponía que la chica le había comentado que todo aquello le generaba mucha presión por lo que iba a conseguir si lo hacía bien y era la que más gustaba.

Entrelazó los dedos con los de Raven cuando la llamaron porque estaba a punto de terminar la que estaba en esos momentos en el escenario improvisado. Dios, Raven estaba tan nerviosa que le enternecía el alma entera. La abrazó de nuevo para calmarla y le susurró un «todo va a ir genial, ya verás» al oído antes de darle un suave beso en la mejilla.

Sintió nervios y la taquicardia característica que los acompañaba una vez estuvo delante de todo el profesorado y demás alumnas. Al final fue algo privado para el internado, porque en un primer momento pensó que asistirían también los familiares, pero seguramente sería injusto para las que, como Raven, no tenían a nadie fuera de la escuela.

Se sentó al piano y vio cómo se colocaban Danny y Raven, no tardaron en escucharse murmullos, seguramente preguntándose quién era él y cómo había entrado, pero la directora se quedó quieta y no intervino. La chica le dio las instrucciones para empezar durante esa semana, así que supo que debía tocar el piano justo cuando Raven se tumbó con la cabeza sobre el pecho de Danny.

El chico comenzó a acariciar los costados de Raven al ritmo de la música, y se le notaba también nervioso con todo aquello. ¿Querría que saliera bien por lo que conllevaría el premio para Raven? Tocaba sin apartar la mirada de ellos, porque siempre había querido saber qué era lo que interpretaba y nunca le dejó verlo.

Raven levantó la cabeza y miró al chico antes de que le agarrara la nuca y lo atrayera a su boca para besarla. No le gustó del todo la imagen, pero pensó en que era por algo, que todo aquello formaba parte de una interpretación, al menos para Raven. ¿Para Danny también? El beso no era superficial, al contrario, pudo ver cómo las lenguas de los dos se acariciaban en el proceso de introducirse en la boca del otro.

«Concéntrate, no te equivoques».

Respiró hondo y continuó con la canción que Raven le pidió, entonces con el cambio de melodía Raven se separó de él y se levantó, mirándola fijamente a ella, y tuvo dificultades para hacerlo bien, porque... joder, lo que transmitía en esos momentos fue increíble. Comenzó a caminar hacia el piano, pero Danny la cogió en alto y la giró en el aire con su cuerpo, volviendo al punto donde estaban, y fue como si se resintiera a regalarle de nuevo caricias y abrazarse, pero a medida que todo avanzaba, Raven conseguía estar más y más cerca de ella, hasta el punto en el que Danny tan solo agarraba sus dedos. Una vez se soltó y el chico parecía estar dormido, entonces Raven rodeó el piano, acariciándolo con la mano mientras caminaba, sin dejar de observarla directamente a los ojos. Dios, esa chica servía para ser actriz. Cuando llegó a su lado, intentó acariciarle el brazo, pero salió corriendo de nuevo hacia el chico, tumbándose junto a él y aparentando tener miedo.

Otro cambio en la melodía, y Raven parecía más persistente en llegar al piano, consiguiendo librarse antes de Danny en la danza que ambos hacían, pero acababa arrastrándola de nuevo hacia el otro extremo del escenario y atrapándola entre los brazos y tan solo dejando que la mirara.

La música se volvió más ruidosa y entonces Raven extendió los brazos y Danny se quedó inmóvil en el suelo. Una pausa sin sonido, y comenzó a tocar de nuevo de forma muy suave mientras la castaña avanzaba hacia ella muy lento y decidida, sin nadie que se lo impidiera. Entonces volvió a rodear el piano y todo quedó en silencio de nuevo, ni se escuchaban murmullos en el público, cuando Raven le apartó las manos de las teclas y se sentó sobre sus piernas a horcajadas. Se había quedado sin aliento mientras miraba aquellos ojos marrones decididos y simplemente se dejó llevar en el momento en el que la besó en los labios delante de todo el mundo y con aquel silencio envolvente. Abrió la boca y dejó que el gesto se profundizara unos segundos antes de que apoyara la frente sobre la suya. La miró algo nerviosa, pero se encontró con sus ojos cerrados mientras respiraba agitada tras aquel espectáculo.

Confesó que lloró en el momento en el que le susurró antes de levantarse y saludar al público con una reverencia para dar por finalizada su función.

«Y así es cómo me enamoré de ti».

* * *

Los latidos de su corazón iban lentos y eso conseguía relajarla, porque el suyo iba como loco por ser su última vez en el escondite. Además, Raven acariciaba muy bien el pelo y no podía estar mejor que tumbada sobre su pecho en el escondite donde habían pasado tantas horas ese curso en El Manantial.

—Espero que te acuerdes de mí cuando seas una actriz de éxito —le susurró, aún con los ojos cerrados.

—No voy a olvidarme de ti jamás.

—¿Me prometes que vas a escribirme cartas? —dijo en un hilo de voz, envuelta por la emoción del momento.

—Te lo prometo, Alex. —Apretó los párpados cuando Raven la apretó más con los brazos—. ¿Crees que hemos perdido el tiempo? Porque me costó mucho dar el paso hacia ti.

Tenía su actuación tan reciente que lo entendió a la perfección. El miedo, las inseguridades, los chicos, sus amigas... Danny interpretó muchos papeles en ese escenario. Mientras que la música y el piano era quién era realmente ella. Raven Reyes.

—Me gusta así, nuestra historia tal y como es. —Se incorporó un poco para mirarla—. Ha sido perfecto y en mis recuerdos siempre lo va a ser.

—Joder. —Raven se limpió las lágrimas antes de abrazarla con más fuerza—. En mis recuerdos siempre vamos a estar jugando al escondite, y algún día volveré a encontrarte, Alexa Williams, que lo sepas.

—No antes de que te encuentre yo, Raven Reyes.

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