Capítulo 11: Espejos.

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Daría lo que fuera por un cigarro en esos momentos. Estaba en el sitio de reunión con Walter, ya no podía alargarlo más y le dijo que si se encontraba mal fuera para hablar, aunque fuera dos segundos. Seguro que se lo estaba oliendo, porque ya era el segundo intento, que esperaba que fuera el definitivo. Y a toda esa angustia de no saber qué y cómo decírselo, se le sumaba que se estaba muriendo de frío allí fuera.

«Pues ya sabes en qué tienes que pensar».

Sonrió sin poder evitarlo cuando aquellos ojos verdes invadieron su mente, a pesar de que Alex estaba invitada a pasarse cuando quisiera. Joder, es que Alexa Williams besaba de puta madre y si no fuera porque había quedado con Walter iría al internado y se colaría en su dormitorio para perderse en su boca una vez más.

Giró la cabeza cuando vio una sombra a su lado y suspiró al ver a Danny.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

Se quedó mirándolo en silencio y se percató de que, a pesar de que era de noche, había un adorno que le faltaba.

—¿Y el piercing de la ceja?

El chico se rio de forma agria y se acercó a ella, colocando el lugar en cuestión a la altura de sus ojos. Soltó un sonido de desagrado antes de empujarle hacia atrás.

—¿Te lo has arrancado?

—No, lo han hecho por mí —dijo, sacándose un cigarro y encendiéndolo, justo cuando ella más quería uno—. No repetiría la experiencia.

—¿Debías dinero?

—Algo así.

—Eres un cabrón, no te sorprendas de que te arranquen el de la lengua algún día.

—Pensaba que te gustaban cabrones.

Se rio y lo miró con diversión.

—Mis gustos han variado desde entonces. —El chico sonrió—. No juegues a ser más listos que ellos, no sales ganando nunca.

—Tengo que acabar estando más arriba que mi hermano, y si me tengo que quitar el piercing de la lengua antes de que me lo arranquen, me lo quito.

Danny siempre había tenido una relación de celos y de jugar, de una manera poco sana, a quién era mejor que quién con su hermano, por eso había entrado sin preguntar a aquel negocio que llevaban y por eso ella dejó de verlo a él. Ni siquiera quiso saber de qué clase de «negocio» hablaba, pero ya por los métodos no dejaba mucho a la imaginación.

—¿Y qué haces aquí?

—Hablar contigo, quería comentarte algo.

—He quedado con alguien.

—Vamos, ten un poco de piedad conmigo. Me sigue doliendo la ceja. —Puso morritos y tuvo que reírse. Era un cabrón de verdad—. Además, aquí estoy seguro, o más bien lo está el idiota de Johnny.

—¿Hablas de tu hermano? —Él asintió—. ¿No se llamaba...?

—Es su nombre artístico. Dice que así da más miedo, pero a mí me parece más gilipollas.

—¿Estás bien?

Danny sonrió de forma amarga.

—Preocupado, más bien. Quería... —se quedó en silencio de repente al mirar hacia un lado de la calle y se levantó—. Tu novio viene por allí, y mejor que no me vea contigo. —Señaló hacia atrás y vio a Walter caminando despacio hacia ellos—. Hablamos luego, Rave.

¿Jugamos al escondite?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora