Noùm'Vará: El Alma Portadora...

By KamisoulAishen

4.3K 658 613

Sin memoria, sin identidad y sin cuerpo. El mundo de las almas es un lugar desconocido y peligroso. Acompaña... More

PREFACIO
CAPÍTULO 0: Mi Cuarto
CAPÍTULO 1: Un Nuevo Mundo Allá Afuera
CAPÍTULO 3: Presentaciones
CAPÍTULO 4: La Razón de Todo
CAPÍTULO 5: A la Primera Luz de Medianoche
CAPÍTULO 6: Invitados Inesperados
CAPÍTULO 7: El Dolor en Mi Pecho
CAPÍTULO 8: Luz de Luna de Amanecer
Interludio: Agradecimiento primeras mil lecturas.

CAPÍTULO 2: Tres Preguntas y Nada Más

382 53 54
By KamisoulAishen


Desperté en un cuarto de Hospital o eso parecía. Comencé a auscultar mis alrededores y se hizo evidente, no se me era extraño este cuarto, pues lo conocía bien, y de hecho era lo único que conocía. No tenía ningún recuerdo más que el de ese inmaculado cuarto.

«¡Knock, Knock!» Sonó la puerta e inmediatamente entró una enfermera. Esto lo supe debido a ese vestido blanco con una cruz roja que portaba en el pecho, aunque ahora que la miraba con más detenimiento, era un vestido bastante revelador para los estándares de un Hospital.

—¿Cómo se encuentra mi paciente preferido esta mañana? —Preguntó la atractiva enfermera.

—Bien, es decir..., no tanto. Algo confundido —respondí entre dudas.

—No es de extrañar con todo lo que te ha pasado. —No sabía qué, pero la encontraba familiar, quizás no tenía memoria, pero estaba seguro de conocerla, —«quizás es mi enfermera de siempre»; «ya volverá el recuerdo», pensé para mis adentros, estaba confundido y no muy ávido de sacar conclusiones de momento.

—No soy muy delicada en estos asuntos —continuó la enfermera— y por eso me disculpo, tampoco soy del tipo paciente, de modo que tendremos que avanzar rápido con esto. Además, este juego de roles se gasta rápido y a mí ya me está cabreando, como iba a saber que demorarías tanto en despertar. Tú feliz ahí durmiendo y yo aquí echando raíces esperando que reacciones, en lo que a mí respecta llevo una eternidad con este vestidito.

Mientras decía esto, se sacó su pequeño sombrero —que también tenía una cruz roja— y su vestido antes blanco comenzó poco a poco a teñirse de azul.

Se soltó el pelo, que sólo recién vine a notar era de un rojo escarlata. Creo que me tomó medio segundo, pero lo recordé todo y di un salto fuera de la cama a un rincón de la habitación.

—Perfecto, por tu mirada, me imagino que lo recordaste todo y eso nos ahorrará tiempo. Ya, ya. Tranquilo que no te haré daño. Lo que hice anteriormente fue sólo por tu bien y es para que pudieras entender mejor, ahora, ¿qué es lo último que recuerdas?

Su pelo se bamboleaba cuando lo soltó, pero yo solo podía pensar en cuánto quería salir de la habitación. Tragué saliva y le bramé bastante exaltado.

—¡Me apuñalaste... Yo confié en ti y tú--!

—Sí, lo hice —me interrumpió. Pude ver la culpa en su semblante—, pero tal y como te dije, fue sólo para demostrar un punto, prometo que en el futuro no te apuñalare. —Levantó su mano derecha como si estuviera tomando un juramento y me guiñó un ojo.

—Rom, verás. Tenías que vivirlo de primera mano —continuó con sus mentiras, su voz se notaba relajada y esto me irritaba de sobre manera—. De otra forma no ibas a creerme, te lo voy a demostrar, concéntrate y dime qué más recuerdas.

—¡Me desmayé y desperté en este maldito cuarto nuevamente! —Vaya si estaba exaltado, no podía evitar el gritarle.

—No, no fue así. Haz un esfuerzo... Dime ¿Qué. Más. Recuerdas? —Sus pausas al hablar llevaban un énfasis que invocaba mi concentración. Su mirada era penetrante buscando respuestas en mis ojos.

Hice un esfuerzo en recordar, intenté dejar de lado mi exaltación, el sentimiento de traición, el shock y todo lo demás... Y vaya que lo hice, lo recordé.

—Salí disparado de ese lugar, me alejé de ti y... volé devuelta a esta habitación en la cual di... —No podía creer lo que recordaba—. Di rebotes en todas partes, en cada pared hasta que... —En realidad lo recordaba, fue bastante violento mi reingreso a la habitación vacía—. Hasta que me desmayé acostado en esa cama.

—¡Exacto! —Concluyó victoriosa, dando un saltito de alegría—. Fuiste volando. A esta habitación. Como si fuera un refugio a tan traumática experiencia. Y lo fue —la palabra traumática la pronuncio con un tono tan burlesco que avivó mi enojo—. Verás... pon mucha atención ya que de esto depende tu permanencia en este lugar. Creo que a estas alturas algo debes sospechar.

Sus ojos se posaron en la cama, y ahí estaba, donde hace segundos me hallaba dormido y descansando plácidamente, se encontraba el que anteriormente estaba seguro era mi cuerpo.

—Sí, lo sé. Ese de ahí soy yo y estoy fuera de mi cuerpo ¿Esa es la gran sorpresa? —La increpé con tanto desdén como mi voz me lo pudo permitir, seguía bastante molesto.

—Tienes la mitad de la respuesta —dijo con desenfado—, pero no es tan simple. Llevas razón en algo, tu alma dejó tu cuerpo, pero ese bulto en la cama no es tu cuerpo, es una proyección, una igual a la que contiene tu alma.

Algo desconcertado y con sentimientos contradictorios, me remití a solo escucharla. Aunque no confiaba en una palabra de lo que decía, no sabía explicar porque, pero de forma instintiva sentí que lo que me contaba tenía algo de sentido.

—Ahora mismo estamos en el espacio que habitan los astros.

»Plano, dimensión, mundo, universo, etc..., como quieras llamarlo; escoge la palabra que mejor se adapte a tu persona o a tus creencias.

»Aquí habitan las almas de todos aquellos que se separan de su cuerpo físico e interactúan con otras almas. —Formó una pequeña pausa para ver si mantenía mi atención—. Pero necesitan un recipiente que las haga sentir seguras, ahí es donde entra el Noùm.

—¿Noùm? ¿Qué es eso? —Inquirí con gran curiosidad.

Ella se quedó en silencio largo rato meditando sus palabras, así que decidí insistir

—¿Y bien? ¿Qué paso con toda esa elocuencia que tenías hace unos instantes?

—Es complicado de entender, incluso más complicado de explicar. Es algo así como un cuerpo que nos representa en este mundo. Un cuerpo astral.

— ¿Y porque no decirle cuerpo astral entonces? ¿Para qué un nombre tan complicado?

—No es algo tan simple y burdo como «sólo un cuerpo astral». Es infinitamente más complejo que eso. Estoy segura que si intento explicártelo estaremos atorados aquí hasta que se agote el tiempo. —Medio cruzó los brazos, elevó su mano derecha y posó en ella su cabeza inclinada de forma pensativa—. No soy muy buena con explicaciones y mucho menos con unas tan enmarañadas como éstas..., asumo que sabes lo que es el alma, ¿cierto?

Demoré mi respuesta mientras observada la pose que erigía, si bien parecía pensativa por la forma de sus brazos, la posición de su cadera inclinada a un lado, hacía que pareciera una modelo que estaba posando para fotografías de enfermería. Ese contraste, me causó abundante gracia y me reí a carcajadas para mis adentros. Llegue a considerar el si me estaba volviendo loco al verme tan bipolar en tan corto período de tiempo. Pasando del enojo a la alegría y viceversa tantas veces.

Distraído en mi ensimismamiento, le respondí con cuanta articulación pude emitir mientras aguantaba la risa. No quería ofenderla al dar explicaciones sobre mi cambio de humor, ni mucho menos parecer desquiciado por ponerme a reír, así tan repentinamente, cuando hasta hace no mucho estaba tan rebosante de rabia y desconfianza, que solo quería salir de ahí y no verla nunca más.

—Sinceramente —repliqué—. No creo que exista el alma, o al menos no lo creía hasta ahora. —Sentí como una sonrisa quería dibujarse en mis labios, pero la empujé hacia adentro con hondada seriedad, mi ceño se fruncía y traté de evitarlo para que no confundiera mi improvisada serenidad con enojo—. Aunque si te refieres al concepto de alma en sí, pues entonces debo decir que sí, estoy familiarizado con el alma, como todos la conocen.

—Bla. Bla. Bla, no entiendo porque la repentina verborrea, un simple «creo que sí, pero no estoy seguro» habría bastado, ¿o es que me estás ocultando algo?

—En lo absoluto —me apresuré a decir con firmeza— es solo que no entiendo realmente tu pregunta, hay muchas formas de abordar la noción del alma, así que no sé cómo responderte.

—Ahora entiendes mi problemática.

»Bueno, bueno. Te lo diré de la forma que lo entiendo yo. Ya más adelante conocerás personas más sabias y con mayor tiempo del que contamos. Ahí podrás entender mejor lo que es el Noùm.

—Si tú lo dices —agregué.

—La cosa es así, el alma, tan preciada como es —continuó explicando— nunca anda expuesta por ahí, necesita de un... Recipiente. Un medio con el cual poder interactuar con el mundo. Así, en el mundo físico ese recipiente es nuestro cuerpo ¿correcto?

—Correcto —respondí a la brevedad, asintiendo con la cabeza.

—Entonces, al estar aquí en el mundo de los astros, necesitas un cuerpo astral ¿correcto?

—Correcto —respondí luego de unos instantes, al parecer si no le respondía, no seguía con su discurso.

—Entonces. ¿De dónde proviene el cuerpo astral? Pues el alma lo crea cada vez que se aventura fuera de su cuerpo físico a este plano de la realidad ¿correcto?

Su explicación era acompañada por una pantomima de sus manos, las cuales ahueco como sosteniendo algo valioso y luego abrió para recorrer su cuerpo propio con las mismas.

—Correcto. ¿Sabes? No es necesario que me llames la atención a cada momento, te prometo que tienes toda mi atención, después de todo somos los únicos aquí. No es como si un elefante vestido con un tutu estuviera haciendo malabares detrás de ti, eres la única aquí y tienes mi completa y total atención.

Mientras me escuchaba, desvió la mirada y se quedó mirando el piso. En cuanto dejé de hablar, me fulminó con la mirada.

—¿Terminaste? —Preguntó con cierto enfado en la voz—. Estoy segura de que tengo el cien por ciento de tu atención, pero aun así tengo que confirmar que no te estoy perdiendo, ya que si te pierdo... —Se detuvo a mitad de frase y noté en su semblante la misma preocupación por mi persona que me conmovió en nuestro primer encuentro—. No creo que pueda recuperarte.

Se quedó turbada, mirando la cama. Me apresuré a continuar nuestra conversación para romper ese ambiente sombrío que se estaba formando en la atmósfera.

—Entonces me dices que este es mi cuerpo temporal en este mundo.

Me miré de pies a cabeza, esta vez no estaba desnudo: portaba una bata de hospital, de esas azul muy claro que cubren poco y dan mucha vergüenza. Pude observar eso y que mis manos eran las de un hombre, es más; ya que el miedo había quedado en el pasado, no veía la necesidad de estar medio sentado en un rincón de la habitación. Me puse de pie y con gran sorpresa descubrí que mi altura había cambiado, ahora miraba hacia abajo a la atractiva enfermera, vestía un uniforme que estaba a estas alturas completamente azul.

—Correcto, no es tu cuerpo, y ese bulto en la cama tampoco es tu cuerpo. Tu situación peculiar evita que tu alma vuelva a tu cuerpo real en el reino físico, y lo más cercano es esta proyección; de este cuarto de Hospital, y este cascarón vacío en el cual busca refugio pensando que es su cuerpo verdadero.

—¿Situación peculiar? —La interrumpí.

—Sí, tu estado actual está lejos de ser normal.

»Me refiero a que estas en coma, de eso no hay duda. Tú alma no puede volver ni siquiera junto a tu cuerpo en el plano físico, por lo que se conforma con este cuarto, en este falso remedo de Hospital.

—¿Entonces qué? Sin importar qué, no puedo recuperar mi cuerpo, mis recuerdos, ¿nunca sabré quién soy, es eso? —dije, intentando sonar meloso.

—Por supuesto que no, no seas melodramático, por algo estoy aquí ¿o no?

Unas cuantas risitas se colaron en su respuesta, al parecer mis comentarios surtieron efecto y recupero su jovialidad.

—Vine a ayudarte, pero tienes que ayudarte a ti mismo antes.

»Si queremos salir de este agujero a tiempo entonces tenemos que trabajar juntos. Además, alégrate que ya eres todo un hombre, odiaría que después de tanto besuqueo en el patio resultases ser una mujer.

Se le escapó una sonrisa coqueta.

—A qué refieres ¿No he sido siempre un hombre?

—Claro que no, eras solo una mancha sin memoria hasta que yo llegué, ¿o no lo recuerdas? Y mírate ahora, alto, de voz grave. —Y así era, ahora levantaba su cabeza para mirarme, era mucho más alto que ella.

Avanzó unos cuantos pasos en mi dirección, a los que yo sin pensar me alejé la misma cantidad o más. Se me quedó viendo por unos instantes, intentó acercarse nuevamente a lo que yo me alejé automáticamente. Luego de dos intentos más, desistió.

Era obvio que no la quería cerca, al menos no de momento, no me podía librar de la sensación de traición que me provocaba su presencia.

—No te culpo por tu comportamiento, pero no tenemos tiempo para problemas de confianza —dijo esto al momento que se desabotonaba el uniforme azul.

Me ruboricé al instante.

—¿Qué haces? ¿Porque te desvistes?

No dijo nada, seguía deshaciendo los botones uno a uno. Se limitaba a observar mis ojos como estudiando mi mirada.

Casi sin pensar, desvié la vista por decoro y luego cerré los ojos de vergüenza. Entonces noté como depositaba la, ahora renovada, gabardina azul en mis hombros.

Calzaba perfecto con mi redescubierto cuerpo.

—Es muy útil esta vieja prenda—dijo con tono nostálgico—, aguantó bastante como uniforme de Hospital, aunque no sé por qué tiene siempre esa tendencia a teñirse de azul. Tendrás que preguntarle al que la fabricó.

Era un abrigo bastante cómodo, sentía como si siempre hubiera sido mío.

—Como sea, te servirá más a ti que a mí, de hecho la única razón por la que la traje, fue para dártela. Solo recuerda que no es tuya, y que cuando ya no te sea necesaria, debes devolverla o pasársela a alguien que la necesite tanto como tú ahora.

Pude observar que mi ángel ya no vestía azul, no. Vestía una chaqueta mezclilla azul real que dejaba —al igual que su remera negra de escote corto— descubierta sus costillas y abdomen.

En cambio, lo que parecían vendajes oscuros, tapaban su vientre hasta la cintura en donde comenzaba una falda tabla negra bastante corta. Poco importaba que tan corta fuera su falda, ya que usaba unas calzas rojas que se escondían bajo unas botas de corte medio, que no alcanzaban a tapar del todo su canilla. Volví mi atención a su cara sólo para notar el collar negro que apremiaba su cuello con bastante elegancia.

—No entiendo. ¿Cómo es que este abrigo me queda tan a la medida?

—Creí que el señor «don conclusiones» lo adivinaría por sí mismo. ¿O no recuerdas como me cortaste cuando intenté explicarte que estabas fuera de tu cuerpo?

—No hay necesidad de ser tan condescendiente señorita «mi atuendo tiene que combinar con el color de mi cabello». —Eso fue lo más cercano que estuve de devolverle un insulto amigable.

—Te dije que antes eras una mancha y ahora eres un hombre. ¿Cierto? Saca tus propias conclusiones entonces.

Estaba seguro que estaba siendo reservada respecto a la gabardina, como ocultando un secreto. De momento, no le quise dar más importancia.

Por un momento, me vi envuelto en una riña infantil y fue ahí recién qué comencé a cuestionarme la edad de mí ángel salvador.

Decidí que era mejor evitar futuras tensiones y seguirle el juego, o mejor, seguir su pauta de conversación. Más que mal, la que estaba enseñando era ella.

Al no obtener respuesta de mi parte, siguió hablando.

—De acuerdo, ahora esto es lo que sigue. Tenemos que darnos prisa, así que te daré tres preguntas y espero sean suficientes, pero antes diré algo que de seguro capta tu atención.

»Si quieres volver a tu cuerpo físico y recuperar todo lo que has perdido, necesitas reunir Noùm, tanto como puedas. Más tarde lo entenderás, pero ahora en marcha, necesito que abras esa puerta.

Apuntó a la única puerta de la habitación.

—¿No podemos simplemente atravesarla como antes, o que la abras tú como lo hiciste al entrar?

—No funciona así, debes ser tú quien la abra chico romanza, de otra forma sólo estaremos caminando en círculos.

Algo enfadado, me dirigí al picaporte y para mi agrado pude girar la manivela y abrirnos paso al exterior.

—Genial —dijo complacida—. Bueno, desde ahora tienes tres preguntas y en serio espero que sean suficientes ya que no soy la niña con más paciencia.

—¿Niña? ¿Conque eres una niña?

—¿Realmente quieres desperdiciar una pregunta en eso?

Negué con la cabeza.

Me quedé en silencio por un largo rato, incluso cuando se acabaron los pasillos y escaleras y estábamos a punto de salir del Hospital, seguí meditando mi pregunta.

No pude evitar distraerme con el paisaje frente a nosotros. Ahora que no había ninguna matanza distractora, pude observar lo desierto de las instalaciones.

El Hospital no era tan grande como me había dado la impresión, es más, estaba a medio construir —o medio derrumbar si lo veías de esa forma—, y sin importar donde mirara hacia afuera, solo se veían, ¿riscos y cerros? ¿O eran colinas o peñascos? Desde la distancia era muy difícil distinguir la diferencia. Una cosa si era segura, todo parecía indicar que estábamos, de alguna forma, atrapados.

La primera —verdadera y no tan obvia— pregunta que surcaba mi mente no era otra que:

—¿Qué quieres de mí?

Una sonrisa iluminó su rostro mientras recorríamos los pasillos al exterior del Hospital y en dirección a las colinas aledañas.

—Esa pregunta perfectamente podrías respondértela tú mismo —dijo entre risitas—. Piénsalo, una persona normal no pasa mucho tiempo fuera de su cuerpo físico, pero tú que estas en coma, los de tu clase pasan todo el tiempo fuera de su cuerpo porque no pueden volver. —Soltó una carcajada algo forzada que resonó un poco cruel en mis oídos—. Así que las utilidades para los que están en tu situación son bastante prácticas, entre esas, el papel que vas cumplir en breve, razón por la cual debemos apresurarnos. Sigue con tu segunda pregunta y haz que valga.

Ya no me parecía tan adorable la pelirroja. En muchos niveles, me sentí insultado, pero percibí un dejo de tristeza que se escapaba entra tanta risotada que usaba como disfraz.

—Me parece bien, tu respuesta no fue tan reveladora —dije quitándole importancia—, hasta diría que no respondiste a mi pregunta. Aun así la dejaremos pasar, pero veamos qué tan banal puedes ser si digo. ¿Qué es este lugar?

—Creo que ya te expliqué bastante sobre el mundo que nos rodea, por lo que no entiendo realmente tu pregunta o por qué consideras que es más útil que tu pregunta anterior.

—Pueeeees.... Mi pregunta es simple, pero necesita de una respuesta extensa. Con lugar me refiero a este Hospital y del por qué tiene relación con tanto apuro con el tiempo. Y la razón de que por más que miro alrededor solo veo colinas y peñascos, como si estuviéramos en un agujero en la tierra.

Abrí bastante mis ojos buscando los suyos y levanté una ceja.

— ¿Y bien? Te escucho —dije al verla callada.

—Esa es más que una pregunta, Rom.

—Tú me pediste que desarrollara mi pregunta niña fuego, yo solo te explique el fondo de mi interrogante.

— ¡Ay, qué fastidio! Mira que andar haciendo trampas, quién es el niñato ahora.

»Pues te tendría que responder que este es un... espacio en el plano astral, donde un Hospital o el concepto de uno fue edificado, y por ende almas en tu estado o parecido vinieron a poblarlo con la esperanza de seguridad... —Se detuvo un momento para reflexionar—... Probablemente construido por tu amigo el jinete, que tendió esta trampa para conseguir Noùm de presas fáciles; que como tú, no tenían idea de cómo funcionan las cosas. Almas incapaces de defenderse que de seguro también están en coma y por eso encuentran atractiva la idea de un Hospital.

Me la quedé mirando sin decir nada, no tardó en darse cuenta que la respuesta no me satisfacía.

—Respecto a la situación de este lugar en este preciso momento, es que estamos en un agujero, literalmente —hizo un gesto amplio con sus brazos apuntando a las colinas que nos rodeaban—. Estamos aislados. Geográficamente, si te apetece y te es más fácil digerir ese término. Estamos solos y debido a eso, para salir tenemos que atravesar el umbral dibujado por esos cerros.

Bajó los brazos de forma perezosa y continuó.

—Estando tan cerca del borde, algo curioso que sucede en el mundo de las almas, es que todo se modela según nuestra conciencia, o mejor dicho, se modelan en base a nuestro propio entendimiento de las cosas.

—A veces siento que lo que dices tiene tanto sentido, pero otras veces sospecho que me tomas el pelo, ¿Borde? —la interrumpí.

—Si tienes problema con esa palabra entonces olvídala, haz como que nunca la mencioné, no viene al caso para esta explicación.

—¿Cómo se supone que entienda algo...?

—Eso es exactamente lo que necesito que hagas, entender lo que puedas y obviar el resto.

»Mira, ya te dije que no soy la mejor a la hora de dar explicaciones y tu mente nos está frenando, literalmente estas frenando el avance del tiempo.

La observé en silencio,  confundido. Creo que fruncí el ceño en un gesto pasmado.

Prosiguió entonces a explicarme de varias formas la peculiaridad de cómo funcionaba el tiempo en el lugar donde nos encontrábamos, pero mi cabeza dura se negaba a entender. «Mira detrás de ti. Con todo lo que hemos caminado, ¿no crees que el Hospital debería verse más lejos, o lo que es más, las colinas más cerca?», me dijo, pero seguía yo sin entender que tenía que ver una cosa con la otra. Sin embargo, en ese momento sentí que debía confiar en lo que ella me había pedido, «entender lo que puedas y obviar el resto», y eso hice, por qué ella de verdad que lo estaba intentando con mucho ahínco.

Levantó la vista (luego de su última explicación) y nuestros ojos se encontraron, la situación en su totalidad me causo algo de gracia, y decidí dejar de estresarme como me sugirió. Me relajé por primera vez desde que desperté acostado en esa cama.

Ella me regaló una auténtica sonrisa y luego miró sobre mi hombro, a lo que su expresión se ensanchó tanto que pude ver sus dientes.

—Yo creo que esa cuenta como dos respuestas, ¿ah que sí? —dijo risueña.

Hizo un gesto con su cabeza para que me volteara y me lleve una gran sorpresa, las colinas tan lejanas, estaban ahora prácticamente a mis espaldas, a pocos pasos realmente. Eran más altas de lo que pensaba. Y de cerca, parecían más como un risco o un peñasco. Con solo verlas, experimenté un vértigo repentino mientras imaginaba como debíamos escapar de ese lugar.

Le expresé las conclusiones a las que había llegado sobre el tiempo, buscando su aprobación, pero me dijo que seguía complicando las cosas. Me deseó que ojalá pudiera entenderlo mejor en el futuro. No fue sino hasta mucho después, cuando tuve que aprender a pelear, que me dediqué completamente a repasar su respuesta y comprender realmente la importancia del tiempo.

—Liiiiiiiii... —Se escuchó de repente un eco proveniente a lo lejos, desde lo alto.

Estoy seguro que la voz decía algo más largo que solo una sílaba, pero todo además de «Li» se perdía en el silencio.

En ese momento cayó una soga desde la colina más cercana, justo frente a nosotros. Mi acompañante muy feliz se apresuró a tomarla y asegurar unas amarras para comenzar a subir.

—Supongo que sí contó como dos preguntas —le dije mientras imitaba su actuar al caer una segunda cuerda.

—Liiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...

Continue Reading

You'll Also Like

388K 34.3K 43
Camila Cabello odia su vida con su tío y aprovecha la oportunidad de trabajar para la famosa e influyente familia Jauregui, que necesita una niñera...
421K 29.3K 115
𝐍𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐢... Una escuela privada, pero no vida privada. Lo que sea que los estudiantes h...
80.6K 3.6K 53
[T E R M I N A D A] E N E D I C I Ó N Tn Denbrough, nueva en Derry y con un gran sentimiento de culpa por haber sobrevivido al accidente que se llev...