Margaritas || P.E #1

By Rina_garcia

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"Las margaritas son frágiles, delicadas, sencillas..." Quien cree eso, es porque no sabe lo que sabe la docto... More

Sinopsis
-Dedicatorias-
-Frases y nota de autora-
Reparto
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Epílogo
Agradecimientos
A mis queridos lectores...
2da parte | resto de la saga
🌼Libro en físico🌼

Capítulo 35

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By Rina_garcia


Capítulo 35
Destinado a Caer:
Día 144 del programa: 3 de mayo del 2015

5:00 pm

Derek podía ser muchas cosas, pero idiota no era una de esas. Solo por eso, no le costó notar las bolsas bajo los ojos de Lili ¿Y cómo no las iba a ver, si últimamente lo único que hacía era admirar ese color azul pálido?

También le resultó sencillo fijarse en la venda que ella traía en su muñeca derecha, a pesar de que Lilian se había puesto un suéter de mangas largas solo para evitar que se expusiera tal cosa. Quizá fue algo tonto por parte de la margarita creer que lo escondería, pues Derek siempre notaba cuando ella estaba dolida...pero esa vez estaba peor de lo que acostumbraba.

Él le preguntó en el momento en que la vio, que era lo que le ocurría. Como respuesta, solo obtuvo un simple: "estoy bien", por parte de Lilian. A Derek le sacaba de quicio cuándo ella trataba de cubrir todo lo que le sucedía. Lili jamás le mentía, pero cuando ocultaba cosas era para defender o disfrazar lo que Caroline hacía. Por esa razón, él supo que la madre de su amiga le había hecho daño; de nuevo. Claro que, con las respuestas cortas y evasivas de Lilian, jamás lograría saber cuál fue la atrocidad que había cometido la alcohólica esa vez.

Luego de una semana de la hospitalización de Dalia, a ella le habían dado de alta y, por órdenes de Margaret, todas las margaritas junto con sus delatores debían ir al hospital St. Gilbert. Ahí se llevarían a cabo los exámenes médicos que ellas requerían para comprobar sus estados de salud. Aunque había heridas que no saldrían en los diagnósticos.

Las cicatrices no siempre tienen que ver con enfermedades.

Ambos amigos iban tarde a la sesión, pero, ¿acaso podían culparlos? Ese día podía resumirse como uno de los más incómodos en su amistad, pues no se dirigían la palabra desde la vaga respuesta de Lilian esa mañana en Sweets. Derek no sabía si estaba frustrado ante no poder ayudarla, molesto porque ella no hacía nada en contra de Caroline, o preocupado por todo lo que le estaba pasando. Quizá, sentía todo eso al mismo tiempo. Después de todo, a pesar de la pequeña figura de Lilian, ella era alguien capaz de despertar miles de sentimientos con solo una mirada; al menos en Derek, y por eso planeaba averiguar lo que ocurría.

En el momento en que ambos estuvieron solos en el elevador del hospital, él tomó el impulso y apretó el botón que lo detenía a mitad del camino. Lilian lo observó con sorpresa desde la esquina del ascensor. Luego, cuando sus ojos se juntaron, ella solo pudo suspirar al tiempo en que bajaba la mirada.

—¿Por qué siempre que vengo a este hospital alguien detiene el elevador? —se preguntó a sí misma, recordando la primera y tediosa sesión del programa M.E.R.

Su mente no pudo estar mucho tiempo en aquel recuerdo, pues la intensa mirada de Derek sobre ella la hizo sentir vulnerable dentro de esa caja de metal detenida. En adición a eso, su reflejo aparecía en las cuatro paredes del ascensor, y eso solo le confirmaba lo patética que se veía. Le dolía la cadera, la muñeca, el cuerpo, pero, sobre todo, tenía destrozada el alma. Tenía un nudo en su estómago, había vomitado más veces de las que estaba acostumbrada. Aún se sentía vacía, a pesar de que le ardía la garganta.

Y no tenía idea de cómo llenar ese vacío.

—Lili, no puedo aguantarlo más —Derek tragó saliva antes de tomar su mano.

Lilian parpadeó un par de veces para poder fijarse bien en él. No había dormido casi nada, aunque el insomnio nunca la dejaba tener noches tranquilas, esa fue de las peores. Se obligó a sí misma a ignorar el cansancio y a mirar a Derek a los ojos.

—¿Qué...qué no aguantas más? —cuestionó ella para carraspear después. Su garganta estaba destruida, podía notarse en su ronca manera de hablar que le dolía.

—Que me ocultes lo que te está ocurriendo —Derek acarició sus nudillos con delicadeza.

—No te lo oculto, Derek —ella soltó su mano y lo miró a los ojos —. Sabes lo que hace Caroline, además de que eres el único que me ha visto...ya sabes...

—¿Vomitar? —Lilian asintió —. Sí, recuerdo cuando me enteré.

Él se apoyó en la otra esquina del elevador en el instante en que recordó ese día. Lo que comenzó como una visita inocente a la casa de su mejor amiga terminó convirtiéndose en uno de los peores días en la vida de Derek Osbone, que para aquel entonces era tan solo un adolescente. Al principio, él no entendió nada de lo que ocurría. Luego, Lilian le explicó todo: su sensación de vacío, el alcoholismo de su madre, su necesidad de parecerse a quienes le habían arruinado la vida, las "rosas" de su padre... En ese momento, Derek descubrió que la vida de su amiga nunca sería igual, pues su pasado solo fue una red de engaños en los que ella quedó atrapada por mala suerte del destino.

Ese día, se prometió a sí mismo ser lo único que no fuera una farsa en la vida de Lilian, además de mantenerse como el amigo que nunca, nunca, lo abandonaría.

Cumplió su palabra pues, a pesar de los años pasados, del cambio radical de Lilian que la convirtió en alguien de sonrisas cortas y pocos sentimientos, y de que en ese momento la veía con ojos diferentes —con los de alguien que sentía atracción por ella —, él seguía ahí. Continuaba queriéndola...a pesar de que ella era una margarita en medio de un millón de rosas.

—Yo también recuerdo ese día —ella bajó la mirada con vergüenza ante el recuerdo —. Fue muy duro para ti.

—Lo fue —él asintió con la cabeza y luego suspiró —. Lo sigue siendo, Lili.

Lilian levantó su mirada y sintió sus rodillas temblar al ver todo el dolor en los expresivos ojos de su amigo. Apretó con fuerza sus brazos, a pesar de que le dolía la muñeca. Creía merecer ese dolor, pues le hacía daño constantemente a la persona más importante en su vida.

—Hey, hey, no hagas eso —pidió Derek al ver como se apretaba con una fuerza casi masoquista. Se acercó a ella, para alejar sus manos de sus brazos, y solo en ese entonces notó algo en su clavícula —. Lili, ¿qué es eso?

Ese fue el momento en que Lilian deseo escapar, pero, ¿cómo iba a hacerlo? Estaba encerrada en un elevador, detenida entre el segundo y primer piso. Además, Derek tenía su mirada fija en la quemadura. Ya no podía ocultarlo. Pero podía seguir intentando.

—No es nada de lo que debas preocuparte...—le dijo, tratando de escapar de él en vano. Chocó contra la pared del elevador. Solo pudo tragar saliva cuando se dio cuenta de que debía enfrentar la realidad.

—¿Nada de lo que deba preocuparme? ¡Lilian, estás herida! —exclamó él, como si su desinterés le molestara —. ¡¿Caroline te hizo esto?!

Con un movimiento casi brusco, ella se soltó de Derek y llevó su dedo índice hasta su boca para morder la uña de este. Silencio, eso era lo único que él obtenía de Lilian últimamente. Estaba harto de ello, ¿acaso ella no notaba lo mucho que a él le afectaba que se callara?

—¡¿Caroline te hizo esto?! —preguntó una vez más, con más fuerza en su voz. Al ver que Lilian se hacía más pequeña de lo que ya era y no respondía, golpeó una de las paredes de metal, provocando un ruido ensordecedor para la chica que no había dormido nada la noche anterior —. ¡Lilian, dime si fue esa mujer!

Y de nuevo, nada.

—¡A la mierda! Sé que te dije que me controlaría con ella, ¡pero ya me vale una mierda lo que le pase a esa mujer! ¡La pondré en su lugar yo mismo, de ser necesario! ¡Estás muy equivocada si crees que dejaré que te siga lastimando de esta manera! ¡Es más, yo...!

—¡No fue Caroline! —gritó Lilian con voz temblorosa. Eso fue suficiente como para detener los gritos de Derek por instantes —. No fue mi madre, Derek...

Entonces, Derek frunció el ceño. Si Caroline no la había lastimado, ¿entonces quién? Temió lo peor al momento.

—¿Quién te hizo daño? —él se acercó a ella, hasta el punto en que en que las puntas de sus zapatos hicieron contacto.

—Fue...—Lilian tomó aire y soltó la respuesta con los ojos cerrados —. Fue un hombre que llegó con ella a casa...ayer en la noche.

Derek proceso esa información como si fuera un golpe en el estómago. Recordaba haberla llamado, pero ella no contestó. Creyó que era porque, cuando pintaba, Lilian entraba en otro planeta y era incapaz de notar algo más que sus pinturas y cuadros. Pensó en ir a verla, pero tuvo que quedarse en casa porque esa mañana tuvo que despedirse de su padre, a quien lo enviaron a Siria una vez más. Si tan solo hubiese seguido sus instintos en lugar de quedarse...

Luego del arrepentimiento, vino la furia. Se notó en su ceño fruncido que le molestó escuchar que aquel hombre le había hecho daño a la chica de ojos pálidos frente a él. Y, por último, al ver una vez más la quemadura la clavícula de Lilian, sintió preocupación. Si le había hecho aquello, ¿qué tan lejos pudo llegar aquel hombre?

—Lili, por favor dime que él no...—tuvo que cerrar los ojos y aguantar las ganas de golpear algo con tan solo imaginar algo tan sucio como aquello. El hecho de que le gustara Lilian solo hacía pensar en eso más complicado.

—No logró llegar a tanto. Así que cálmate, por favor —ella tomó su mano al notar como se tensó. Lo sintió más relajado en el momento en que le comprobó que el hombre no había pasado esa raya, pero aún seguía tenso —. Él solo...me uso como cenicero.

—¡Lo dices como si fuera poco!

—¡No! ¡No es poco y lo sé! Es solo que...quiero fingir que no siento nada porque...

—¿Qué cosa, Lili? —la animó a hablar, colocando sus manos en las mejillas de su amiga y su rostro a una distancia donde el oxígeno era el mismo para ambos.

Una posición muy peligrosa para alguien con polillas en su estómago.

—Porque dolor es lo único que he sentido en años...—ella cerró los ojos con fuerza —. Y sería más sencillo dejar de sentir y ya.

Suspiró, intentando buscar la fuerza que le quedaba detrás de toda la debilidad en su cuerpo. Apartó las manos de Derek de sus mejillas y levantó su suéter tan solo un poco, para que él notara como las quemaduras recorrían su abdomen plano y pálido. A él se le hizo un nudo en la garganta, incluso sintió sus ojos llenarse de lágrimas. Ella no merecía eso, no merecía nada de lo que le estaba ocurriendo...

—Mataré al desgraciado —dijo entre dientes al levantar la mirada. No pudo seguir observando cómo le habían hecho tanto daño —. ¡Lo mataré! ¡¿Cómo pudo hacerte eso?!

—Estaba borracho...Creo —Lilian cubrió sus heridas una vez más y suspiró —. Y repetía una y otra vez que debía castigarme por ser una... pequeña perra.

—¡¿Castigarte?! ¡Hijo de puta! ¡A él deberían quemarlo vivo!

—Derek...

—¡Derek nada, Lilian! Has aguantado los abusos de Caroline durante años, pero esto llegó demasiado lejos. Debemos ir con la policía.

—¡No! Nada de policía ¡Prometiste que nada de policía!

—Eso fue antes de que ella permitiera que te hicieran eso —señaló su abdomen ya cubierto —. Dime algo, ¿ella estaba ahí cuando ese hombre te hizo daño?

Lilian sintió un nudo en la garganta. No tenía las fuerzas para responder. Sin embargo, Derek la conocía tan bien que, con una mirada, notó que la respuesta era afirmativa.

—Por supuesto que la desgraciada estaba ahí —soltó con odio —. Esa mujer tiene que pagar por lo que ha hecho.

—Me prometiste que nada de policías...

—¡Ella te hace daño, Lilian! ¡Por ella estás así!

—¡Sí, pero es lo único que tengo!

Derek se quedó callado y suspiró. Aquello le había dolió más de lo esperado.

—Me tienes a mí —se encogió de hombros —. Siempre me has tenido, ¿acaso no lo notas?

Lilian suspiró al darse cuenta que le había hecho entender algo erróneo a Derek. Elevó la mirada y luego la devolvió hasta los expresivos ojos cafés de su amigo. No entendía como unos ojos tan simples podían tener tanto impacto en ella. A pesar del cristal de sus gafas, ese color lograba atravesarla por completo en tan solo instantes.

—Por supuesto que te noté, tonto —ella trató de sonreírle, y lo logró vagamente —. Pero Caroline es mi familia.

—La familia no solo debe ser de sangre, Lilian.

—Lo sé, Derek, pero mi papá ya nos abandonó una vez, no puedo abandonarla a ella. Sería como él y yo no...No puedo.

Se abrazó a sí misma, recordando la horrible sensación de estar sola. El sentimiento de ser menos perfecta, la segunda opción, la niña que no planeó, volvió a su cabeza haciendo que soltará un quejido de dolor. Si abandonaba a Caroline, haría lo mismo que hizo su padre: reemplazaría su vida por una mejor, y no podía hacer eso. Prefería morir de hambre antes que parecerse al hombre que la dejó sola.

—Ella te ha golpeado, insultado, dañado y mucho más —Derek no podía creer que Lilian aún defendía a esa mujer.

—Si, pero también me acurrucó de niña. Ella me abrazó en su momento y calmó mis pesadillas...aunque esa fue una Caroline falsa, no puedo dejarla; no quiero dejarla. Te lo ruego, no llames a la policía, Derek.

—Entonces, ¿qué esperas que haga? ¿Ver cómo te lástima?

—Me conoces muy bien, Osbone, pero a veces se te escapan cosas obvias...

—¿Cómo qué?

—Que hay momentos en los que solo quiero que cierres tu boca, dejes de hacer preguntas, y me des un abrazo.

Derek suspiró, para luego atraerla hasta su pecho y envolverla en sus brazos. Él escondió su rostro en el cabello de ella, y aspiró su aroma a lavanda y pintura, sintiendo que no existía mejor perfume que el que portaba Lilian. No olía a necesidad o desesperación, a diferencia de lo que podía creerse. Solo era el aroma de una chica que tenía una sonrisa hermosa, que vivía escondida entre tanto dolor.

Acarició su espalda con cariño, repasando con cuidado sus huesos salientes. Conocía a Lilian mejor que nadie y entendía que podía ser alguien terca, agria, orgullosa y seca. Casi parecía que no tenía sentimientos los cuales mostrar, pero al tenerla así, solo podía confirmar que ella era alguien que sentía demasiado, pero le aterraba hacerlo.

—Derek...

—¿Sí?

—Sé que no te lo demuestro mucho —ella se separó un poco para verlo a los ojos —, pero eres lo mejor que me ha pasado en la vida...tu amistad es la razón por la que estoy aquí ahora.

A Derek se le hinchó el corazón a un punto en el que sintió que sus costillas se quejaban. El volumen de su órgano bombeador de sangre aumento a un punto en el que el eco de sus latidos retumbó incluso en las paredes de su cerebro. La atrajo de nuevo a sus brazos y rodeó su delgado cuerpo, como si pudiese protegerla de esa manera.

Conoció a la Lilian del pasado, conocía a la Lilian bulímica, y sabía que había diferencias entre las dos. No obstante, no había dejado de estar ahí para ella. Sabía a la perfección cada gesto que ella podía hacer, al igual que tenía grabado de memoria el color azul de sus ojos. Había observado tanto sus labios que ya tenía clara su forma. Él no era artista, pero podía retratar a Lilian a la perfección si se lo proponía.

Derek era muchas cosas, físico encabezaba esa lista. Cualquiera creería que alguien con su conocimiento sabría distinguir la distancia entre él y el hoyo negro que había estado evitando por meses. Sin embargo, él solo notó su cercanía a este en el momento en que sintió los labios de su amiga presionarse con dulzura en su mejilla.

—Cuando te callas y solo me abrazas, te juro que pones mi mundo en su lugar por pequeños instantes —le susurró al despegar sus labios de su mejilla.

Ella se alejó de él para presionar el botón que ponía en marcha el ascensor. Mientras tanto, Derek procesaba una ecuación nueva en su sistema:

El tiempo en el que las polillas en su estómago tardaron en acelerarse ÷ la distancia entre esos labios y su mejilla

=
La velocidad en la que cayó en ese agujero negro.

Y vaya que había caído rápido, mucho antes de llegar al tercer piso.

Parpadeó un par de veces al darse cuenta de la verdad: cayó por Lilian, se había enamorado de la manera más completa que pudo imaginar. Quería cada uno de sus detalles, incluso cuando no eran buenos; incluso cuando la veía débil, o siendo agria, le parecía hermosa.

—¿Derek? —Lilian llamó su atención al ver que él no se movía —. ¿No vienes?

Solo para ese momento, Derek notó que la puerta del elevador se había abierto en el tercer piso del hospital. Sacudió su cabeza y salió de la caja metálica junto con Lilian, quien le dijo que les mentiría a Margaret y a Ume diciendo que ella se auto agredía, solo para encubrir a Caroline. Él no pudo responder, estaba muy ocupado asimilando su caída como para procesar algo más.

Le gustaba Lilian...

Estaba perdidamente enamorado de ella...

Y el nerd que nunca tuvo miedo de mostrar lo que sentía, temió por primera vez. Esas son las consecuencias de estar destinado a caer por una margarita.

—¡Por fin llegan! —la voz de Cloe llamó su atención desde la sala de espera.

Ella, Eve, Dalia y Calvin ya se encontraban sentados frente al consultorio en el que realizaron sus exámenes previos. Lilian caminó hacia ellos siendo seguidos por Derek, quien estaba demasiado callado para ser...Derek.

—Hola —saludó Lili —. ¿Ya las atendieron?

—Sí —Dalia se levantó de su lugar para saludar a su amiga y su acompañante con abrazos —, Sanne está adentro.

—¿Y qué les dijo Ume? —preguntó Lilian.

—Pf, dice que tengo anemia —Cloe rodó los ojos —. No sé qué carajo les pasa, es obvio que estoy bien.

Eve soltó un suspiro lleno de pesadez y puso sus ojos azules en blanco.

—Calma, Eve —la animó Dalia con una sonrisa —. Si yo no la maté en su momento, tu puedes sobrevivir a esto.

—No me mataste porque sabes que, en el fondo, me adoras —dijo Cloe —. Igual que Lilian, a pesar de que no tiene corazón.

—Mhm, yo conservaría mis dudas sobre eso —Lilian se sentó en una de las sillas al sentir dolor en su cadera.

—¿Sobre qué? —preguntó Derek al volver a la realidad —. ¿Sobre adorarla o, tener corazón?

Lilian se encogió de hombros como respuesta, por supuesto que no le daría algo más completo. Sanne salió del consultorio segundos después. Observó a sus amigas y a los delatores.

—¿Y? ¿Qué te dijeron? —preguntó Cloe al ver que la chica estaba muy callada.

—Nada importante solo que...—su sonrisa aumentó en ese instante —. Mis niveles de sodio han subido de una manera "considerable".

—¡Sí! ¡Esa es nuestra Sanne! —la abrazó Dalia.

—Estamos orgullosos de ti, Sanne —le dijo Calvin con una sonrisa —. Todos nosotros.

—Gracias —ella les sonrió de vuelta —. Aún estoy en riesgo, pero he mejorado.

—Poco a poco, amiga —la animó Eve —. Trata de ir un paso a la vez.

—Lo que significa bajarle dos a tu "modo Sanne, loca del control" y activar el "modo relajada" de vez en cuando —le dijo Cloe —. Te sentaría bien un maratón de películas como el que tuvimos la otra pijamada.

—Nos obligaste a ver películas de Marvel hasta la madrugada —recordó Lilian.

—Y ninguna de ustedes me puede negar que disfruto ver a Thor tantas veces en una sola noche.

—En eso tienes razón —aceptó Sanne, encogiéndose de hombros.

Para ese momento, Margaret apareció del consultorio y llamó a Lilian; era la siguiente. Ambos amigos intercambiaron miradas antes de que ella decidiera caminar hacia la doctora Wallace. Las polillas en las paredes estomacales de Derek jamás habían revoloteado con tanta fuerza como en el momento en que ella le sonrió, para luego cerrar la puerta y desaparecer de su vista. Caer por alguien resultaba ser tan...tan...tan...pues el chico no encontró otra palabra más que...

—¡Carajo! —exclamó una vez que Lilian se retiró.

—¿Qué te pasa, joyita? —le preguntó Eve al ver lo alterado que estaba.

Él suspiró fuerte antes de confesarlo. Si le daba miedo decirlo en voz alta, ¿cómo haría para admitirle sus sentimientos a Lilian?

—Es que me caí, Eve —le confesó, logrando que ella y el resto del grupo arrugará el entrecejo con confusión.

—¿Cómo qué te caíste? —cuestionó la delatora rubia.

—Me caí, Eve —él se encogió de hombros —. Y la caída fue fuerte, hasta me duele la frente.

—Pero, ¿estás bien? —cuestionó Calvin —. ¿Dónde te caíste?

—¡En el elevador! ¡¿Puedes creerlo?! ¡En el jodido elevador!

—Yo no veo golpes en tu frente, Derek —señaló Dalia, algo confundida.

—Es que no me caí de esa forma, pequeña Milestone ¡Como me habría gustado caer así! ¡Esto es peor!

Margaritas y delatores se miraron entre ellos. Siempre supieron que Derek era raro, pero esa vez había sobrepasado los límites de su propia rareza.

—Este hombre sabe ocho idiomas y cuando habla el único que yo sé hablar también, ¡tampoco lo entiendo! —exclamó Sanne.

—Comprendo el sentimiento —aseguró Eve para luego mirar a Derek —. Joyita, ¿a qué te refieres? ¿Al menos puedes decirnos si estás bien?

—No sé si estoy bien...Yo jamás me había caído de esta manera.

—¿Jimmy Neutrón también tiene una manera especial de caer? —bromeó Calvin.

—Quiero decir, caí de una manera distinta —explicó Derek —. Sabes a lo que me refiero, Eve.

Eve frunció el ceño una vez más. Solo cuando proceso bien las palabras de Derek, abrió su boca por la sorpresa. Con un asentimiento lento de cabeza, el chico le hizo entender que había dado en el clavo. En ese momento, ella saltó de la silla hasta Derek y lo abrazó con fuerza.

—¡Ay, caíste! ¡Por fin! —gritó con emoción —. ¡No sabes lo feliz que estoy por ti, joyita!

—Confirmado, la locura se contagia —señaló Cloe, a lo que Sanne y Dalia asintieron.

—¿De qué hablan los dos? —preguntó Cal.

—¡Derek cayó por Lilian! —Exclamó Eve dando un aplauso alegre —. ¡Mi joyita ha caído en su hoyo negro!

—Ah, se enamoró —entendió Calvin, y las chicas sonrieron al mismo tiempo tras escuchar aquello.

—¡Ya era hora! —gritó Cloe.

—Habías tardado mucho, Derek —señaló Sanne.

—¡Ay, felicidades! —Dalia lo envolvió en sus brazos.

—Un momento —se separó de Dalia —, ¿ustedes dos lo sabían?

—Se te notaba de vez en cuando —Dali se encogió de hombros.

—Bueno, eso...eso no importa —Derek se sentó de golpe en una de las sillas —. Aún estoy asimilando esto...

—Se lo dirás, ¿verdad? —preguntó Calvin.

—Jamás escondo lo que siento —aseguró Derek —. Nunca me ha dado miedo...

—Pero ahora estas que te cagas encima, ¿no? —preguntó Cloe.

—Peor que eso, friki ¿Creen que si comienzo a remar podría llegar a Australia para final de mes? Siento que debo alejarme lo más pronto posible.

Las chicas rieron ante la reacción de Derek. En sus ojos, se notaba que estaba aterrado. No solo estaba sintiendo algo intenso por alguien, ¡se trataba de su mejor amiga! Su historial amoroso tenía una larga lista se ex novias las cuales había lastimado inconscientemente; a Lilian no podía hacerle eso.

No podía dañar las cosas entre ellos, pero al mismo tiempo quería gritarle que adoraba cada detalle de ella y besarla...Era la primera vez que fantaseaba con robarle, aunque fuera, un pequeño roce de labios y debía admitir que solo la idea lo llenaba de emoción. De haber sabido que caer en un agujero negro de amor implicaba un torrente de sentimientos tan fuerte, se habría llevado un paraguas al menos.

Cloe dejó de reír en el momento en que notó lo mucho que Derek dudaba en silencio. Era extraño ver a ese nerd en una situación como esa. Él era seguro y se tomaba demasiadas cosas a la ligera. Sin embargo, a Lilian no podía tomarla así. Solo por eso, cierta friki de cabello teñido se levantó de su silla para acercarse a él.

—Bien, nerd. Estas sufriendo los síntomas de tu primer enamoramiento serio —le advirtió Cloe —: dudar, tener miedo, querer huir, ¡eso es normal! Siéntete afortunado, pues suele incluir náuseas y el síndrome de piernas de gelatina. Tú, por suerte, aún estas consciente.

—Ay, que linda. Haces que estar enamorado sea un sueño hecho realidad, friki —Derek rodó los ojos.

—Es que no es un sueño, al menos no el principio. Primero viene el miedo de que nada resulte y que tú seas el único que siente algo. Luego, viene lo bonito.

» Estoy segura de que te has enamorado antes, quizá más veces que todos nosotros, pero si te sientes así por Lilian solo debe significar que con ella quieres más que una estúpida relación infantil. Resulta que el miedo es solo parte de ese camino, eres tú quien decide que hacer al respecto con él.

Derek parpadeó un par de veces, tratando de asimilar el discurso de Cloe. Con ella había formado una fuerte relación de amistad los últimos veces, y sabía que la manera de animar de esa friki era única en su especie...quizá demasiado única.

—¿De verdad nadie me quiere ayudar a escapar a Australia? —preguntó una vez más, buscando apoyo en el resto de sus amigos —. Escuché que los canguros son agradables.

Nadie le pudo responder, pues una Lilian enojada salió del consultorio. Derek se levantó de la silla al instante, olvidando su caída previa para ver si ella estaba bien. Claro que, al ver sus ojos pálidos, recordó que tenía el síndrome de las piernas de gelatina y tuvo que apoyarse en la pared para no caer.

—¿Estás bien, Lili? —le preguntó tratando de sonar normal.

—Yo...—ella respiró hondo unos instantes y fijó sus ojos en las margaritas —. Estoy bien. Solo que Margaret manda a decir que hoy debemos hacer una pijamada como continuación de la sesión.

—¡Perfecto! Porque necesitamos hablar —dijo Cloe caminando hacia ella —. Ofrezco mi casa.

—No, ella asignó una casa —la detuvo Lilian.

—¿Cuál? —preguntó Sanne.

Lilian fijó sus ojos en los de Derek, sin saber lo que provocaba en él con ese simple gesto.

—La mía —dijo Lilian, logrando que Derek se separara de la pared ante el impacto de la noticia.

—Y tú te negaste, ¿verdad? —le preguntó.

— Al principio...—confesó —. Pero ahora que lo pienso mejor, supongo que está bien. Solo espero que no me vean distinto luego de esto.

—¿Por qué te veríamos distinto? —preguntó Dalia con confusión —. ¿Es que tu habitación es un desastre?

—Creo que después de ver la de Cloe, podemos sobrevivir a lo que sea —aseguró Sanne.

—No, no es por mi habitación... —Lilian sonrió de lado —. No importa, la pijamada se hará en mi casa. Derek, ¿puedes llevarnos hasta allá?

—Claro, Lili —se limitó a decir él.

Le resultaba extraño que Lilian les permitiera a las margaritas entrar a un lugar tan privado para ella. Si las chicas veían a Caroline, su secreto sería revelado. Sin embargo, cuando Derek encontró la mirada de Lili, ella se veía bastante segura al respecto. Y de nuevo, se perdió en sus ojos azules...

—¿Te sientes bien, Osbone? —preguntó Lilian —. Es que estás bastante callado. No me digas que por fin conseguiste a alguien que logró callarte, ¿quién de todos ustedes fue?

Entre las margaritas y los delatores hubo un intercambio de miradas fugaz. Calvin y Cloe hicieron lo posible para que las carcajadas no escaparan de sus gargantas ¿Qué quien le había quitado la palabra al nerd que sabía ocho idiomas? Pues, nada más y nada menos que una margarita que sabía cuatro. Derek soltó una sonrisa ladeada ante la pregunta de Lilian y solo encontró una manera lógica de responder.

Du, du hast mich sprachlos gemacht. Und Scheiße, jetzt gibst du mir mehr Angst denn je. [1]

—Derek, sabes que no hablo alemán —ella rodó los ojos, era el único idioma que nunca le llamó demasiado la atención.

—Luego te explico, Lili —le sonrió.

—Bien...—ella se encogió de hombros y al notar que algo le faltaba, suspiró —. Dejé mi bolso allá adentro, iré por él y nos vamos.

Derek asintió al igual que el resto de las margaritas. Se permitió respirar con normalidad de nuevo cuando ella se retiró del pasillo. Nunca midió las probabilidades de impacto que traería caer por Lilian ya que jamás imaginó llegar tan lejos. Enamorarse de alguien que sufría día a día era el equivalente a ser masoquista. Creyó que su subconsciente sería lo suficientemente inteligente como para alejarse. Se equivocó...y no sabía si estar feliz, preocupado, o asustado por eso.

—Joyita, ¿Si sabes que yo habló alemán? ¿No? —preguntó la delatora.

—Lo sé, Eve —él suspiró —. Lo sé.

Eve le sonrió de lado, se entrelazó a su brazo derecho y apoyó su cabeza en el hombro de su amigo. Mientras tanto, él analizó las palabras de Cloe, quien lo miró como si supiera que su voz estaba taladrando su brillante cerebro. No podía negar que la friki le dio un excelente discurso motivacional. No obstante, eso no le quitaba el miedo.

Al final de todo esto, nadie nunca se detuvo a pensar si Derek estuvo destinado a caer por esa margarita, o si fue tan solo un error en la ecuación...

[1] Alemán: Tú, tú me has dejado sin palabras. Y mierda, ahora me das más miedo que nunca.

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