Ojos color cielo

By nanastyles16

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Siempre nos dan lo que necesitamos aunque no estemos de acuerdo, y a pesar de todo terminamos amando lo que n... More

Prólogo.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve
Epílogo

Capítulo veinticinco.

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By nanastyles16

El resto del viaje fue maravilloso.

Pude hacer contacto con aquella parte de mí que conservaba mis anhelos de la infancia y al volver a la ciudad me encontraba renovada. 

Llegó el 24 de diciembre, estábamos a un día de navidad y la energía en todos los lugares cercanos a mí era alegre y cálida. Al volver del trabajo mi madre acababa de colgar con el señor Sky, el cual la había contactado para invitarme a mí y a toda la familia a una cena en su residencia, diciendo también que sería muy gratificante "recibir la navidad en familia", me abrumó un poco el hecho de que volvería a la casa de Milles, pero también me emocionaba el hecho de que mi jefe me consideraba parte de su familia ahora.
Nos preparamos para la noche, al llegar el momento nos dirigimos en el auto de papá hacia la gran residencia, mis padres quedaron impactados al ver la magnitud de la casa y reí al ver su reacción, lo entendía, había tenido exactamente la misma reacción.

En la residencia Sky había un aire diferente a la última vez que la visité: grandes guirnaldas y candelabros adornaban los pasillos, cenefas colgaban de los grandes ventanales y una contagiosa risa infantil llenaba todos los espacios de la mansión, era la pequeña Julieta. Nos saludó con mucha alegría y saltando de un lado a otro, era realmente encantadora... Y muy activa.

La cena transcurrió en maravillosos términos, mis padres conversaban de forma animada con el señor Sky mientras Milles molestaba a Nick con sus apodos de casanova y en algún momento logré escuchar cómo lo aconsejaba para cuidar a Lucy, mi corazón se hinchó de la emoción mientras me dedicaba a observar esa escena y sabiendo también que la repetiría una y otra vez en mi mente como el día que ambas familias estuvieron en perfecta sincronía.

Luego de cenar, los padres de ambos se desplazaron a la sala, colocando música a volumen adecuado para continuar con su conversación, Milles prestó a Nick su consola último modelo para que estuviera entretenido mientras él y yo caminamos a paso lento hacia el jardín; Julieta nos seguía entre risas y saltos, y comenzó a jugar corriendo por todo el césped alegremente. 

—¿Estás seguro de que estará bien? Podría lastimarse, está muy oscuro.

—No te preocupes, tiene ojos de gato.

—Suspiré— Eso espero.

—Hoy no me has besado... —Dijo, tomándome por la barbilla y sonriendo ampliamente— debería castigarte por eso.

Y de repente el frío de la noche volvió a desaparecer.

—No digas esas cosas Milles. —Dije en voz baja mientras sonreía de lado.

—¿Por qué, no quieres que te castigue?

—Reí— Ni siquiera me lo merezco.

—Oh, sí que te lo mereces... —Dijo, besándome de forma lenta y seductora, me preocupaba estar en sus brazos, caería muy pronto, algo en mí lo sabía— mereces que te castigue, he sufrido mucho por tu culpa...

—¿Por mí? —Reí fingiendo indignación— Eso no es cierto.

—Sus manos bajaron hasta mi cintura y de repente solo existíamos él y yo— Sabes que es así... —Apretó un poco la zona donde reposaban sus manos y yo apreté los labios en señal de nerviosismo— Amo cuando te pones nerviosa por mí.

—Tragué saliva— No estoy nerviosa... Estoy preocupada de que nuestros padres nos vean.

—Rió con ganas— Por mí puede vernos el mundo entero. —Volvió a besarme y esta vez coloqué mis manos alrededor de su cuello, solo él tenía ese poder de transportarme a otra dimensión con un beso.

Un grito proveniente de una voz aguda y un angustioso llanto nos sacó de nuestro trance.

—¡Julieta! —Dije con espanto y corrí hacia la pequeña que se encontraba en el suelo.

—Me duele... Mi pie me duele. —Dijo en medio de lágrimas.

—No te preocupes muñeca, te llevaremos al doctor. —Dije tratando de tranquilizarla.

La abracé para tratar de calmar su dolor y me sorprendí cuando ella me correspondió con fuerza, Milles la tomó por la cintura y la cargó, llevándola hacia adentro para avisarle a su padre lo que había sucedido.

—¡Dios! Debemos llevarla al hospital lo más rápido posible.

—No te preocupes papá, nosotros podemos llevarla.

Se miraron a los ojos y encontré cierta complicidad que no estaba allí antes, sonreí levemente y él asintió.

—Bien, llámenme ante cualquier novedad, confío en ti hijo.

—Sonrió— La cuidaré, no te preocupes.

Salimos de la casa y entramos al auto, coloqué la pierna de Julieta sobre mis piernas para que no la apoyara y Milles encendió el motor rápidamente.

Después de pasar dos horas en la sección de urgencias nos entregaron a nuestra pequeña con un pie vendado y muchos dulces en sus manos por haberse portado bien con el doctor.

Volvimos a la residencia y su padre la recibió con gran alegría, se había hecho tarde así que era nuestra hora de partir.

Agradeciendo a nuestros anfitriones por la espléndida noche y llenando de besos a Milles volvimos a nuestro hogar donde mis padres hablaban maravillas de los dos Sky y cada vez se encontraban más que de acuerdo en mi relación.

El 25 de diciembre trajo consigo la alegría y esperanza que era palpable en las calles de la ciudad, la ilusión de los pequeños era contagiosa y la reconciliación propia de los mayores era increíble: navidad hacía milagros. 

Durante el día nos preparamos en casa para recibir la medianoche juntos como era tradición, llamamos a nuestros abuelos y otros familiares para desearles felices fiestas y quemamos nuestras cartas con deseos que queríamos que se realizaran durante el año próximo. Entrada la noche cantamos villancicos juntos y nos deleitamos con la típica cena de mamá, agradeciendo a Dios por mantenernos unidos y orando para que el año siguiente fuera igual.

Media hora después de medianoche tocaron el timbre, extrañada me dirigí a abrir y solté una carcajada al encontrarme con tal escena: Milles con un gorro de elfo navideño y una caja de regalo en sus manos.

—¡Feliz navidad! —Dijo sonriendo ante mi expresión.

—¡No puedo creerlo! 

—Créelo. —Suspiró.

—Reí— Pasa.

Entró a casa y saludó a mis padres, luego a Nick y se sentó en el sofá.

—Solo espero que tus padres no me odien, es para ti. —Dijo extendiéndome la caja y colocándola en mis piernas.

La caja se movió medianamente y pegué un brinco.

—Oh por Dios, ¿qué rayos es?

—Rió— Ábrelo.

Solté el listón, al quitar la tapa unos curiosos ojos me observaban desde el interior. Solté un grito de emoción y saqué la pequeña gatita de la envoltura. Era una pequeña criatura de color gris con rayas negras, unos potentes ojos color verde observaban todo con gracia y cuando soltó un tierno maullido me derretí de amor.

—¡No puedo creer que de verdad lo hayas hecho! —Dije casi llorando y dejando la criatura en el sofá, me abalancé sobre él y lo envolví con mis brazos— ¡Mil gracias! 

Cada uno de ellos se turnó para acariciar a la pequeña y darle la bienvenida a la familia a mi pequeña Athenea, era el mejor regalo que había recibido en mi vida.

—Mara, ¿podrías acompañarme a un lugar? 

—Claro, volveré en un rato, disfruten nuestro regalo. —Todos rieron y salimos de mi casa.

Entramos en el auto y comenzamos a salir de la metrópolis.

—¿A dónde vamos?

—Ya verás.

La curiosidad se apoderaba de mi ser, luego de algunos minutos más de viaje frenamos en una gran casa. "Orfanato la esperanza", rezaba el aviso.

Nos bajamos del auto y de la cajuela comenzó a sacar dos bolsas enormes las cuales contenían juguetes y regalos de navidad, al entrar al lugar todos los niños lo recibieron con euforia, al parecer lo conocían. Ayudé a repartir los regalos a cada una de las sonrisas que se dirigía a mí, era hermoso ver cómo un pequeño detalle podía alegrar la vida de un niño, eso realmente era un milagro de navidad, Milles tenía un gran corazón, esa noche lo había demostrado.

***

¡Hola a todos! 

Tanto tiempo, ¡mil disculpas! 

Díganme, ¿les gusta nuestra nueva portada? ¡Es hermosa! 

Espero que disfruten mucho el capítulo, cada vez nos acercamos más al final de esta historia.

Nos leemos luego, 

-Nana fuera. 

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