Capítulo veinticinco.

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El resto del viaje fue maravilloso.

Pude hacer contacto con aquella parte de mí que conservaba mis anhelos de la infancia y al volver a la ciudad me encontraba renovada. 

Llegó el 24 de diciembre, estábamos a un día de navidad y la energía en todos los lugares cercanos a mí era alegre y cálida. Al volver del trabajo mi madre acababa de colgar con el señor Sky, el cual la había contactado para invitarme a mí y a toda la familia a una cena en su residencia, diciendo también que sería muy gratificante "recibir la navidad en familia", me abrumó un poco el hecho de que volvería a la casa de Milles, pero también me emocionaba el hecho de que mi jefe me consideraba parte de su familia ahora.
Nos preparamos para la noche, al llegar el momento nos dirigimos en el auto de papá hacia la gran residencia, mis padres quedaron impactados al ver la magnitud de la casa y reí al ver su reacción, lo entendía, había tenido exactamente la misma reacción.

En la residencia Sky había un aire diferente a la última vez que la visité: grandes guirnaldas y candelabros adornaban los pasillos, cenefas colgaban de los grandes ventanales y una contagiosa risa infantil llenaba todos los espacios de la mansión, era la pequeña Julieta. Nos saludó con mucha alegría y saltando de un lado a otro, era realmente encantadora... Y muy activa.

La cena transcurrió en maravillosos términos, mis padres conversaban de forma animada con el señor Sky mientras Milles molestaba a Nick con sus apodos de casanova y en algún momento logré escuchar cómo lo aconsejaba para cuidar a Lucy, mi corazón se hinchó de la emoción mientras me dedicaba a observar esa escena y sabiendo también que la repetiría una y otra vez en mi mente como el día que ambas familias estuvieron en perfecta sincronía.

Luego de cenar, los padres de ambos se desplazaron a la sala, colocando música a volumen adecuado para continuar con su conversación, Milles prestó a Nick su consola último modelo para que estuviera entretenido mientras él y yo caminamos a paso lento hacia el jardín; Julieta nos seguía entre risas y saltos, y comenzó a jugar corriendo por todo el césped alegremente. 

—¿Estás seguro de que estará bien? Podría lastimarse, está muy oscuro.

—No te preocupes, tiene ojos de gato.

—Suspiré— Eso espero.

—Hoy no me has besado... —Dijo, tomándome por la barbilla y sonriendo ampliamente— debería castigarte por eso.

Y de repente el frío de la noche volvió a desaparecer.

—No digas esas cosas Milles. —Dije en voz baja mientras sonreía de lado.

—¿Por qué, no quieres que te castigue?

—Reí— Ni siquiera me lo merezco.

—Oh, sí que te lo mereces... —Dijo, besándome de forma lenta y seductora, me preocupaba estar en sus brazos, caería muy pronto, algo en mí lo sabía— mereces que te castigue, he sufrido mucho por tu culpa...

—¿Por mí? —Reí fingiendo indignación— Eso no es cierto.

—Sus manos bajaron hasta mi cintura y de repente solo existíamos él y yo— Sabes que es así... —Apretó un poco la zona donde reposaban sus manos y yo apreté los labios en señal de nerviosismo— Amo cuando te pones nerviosa por mí.

—Tragué saliva— No estoy nerviosa... Estoy preocupada de que nuestros padres nos vean.

—Rió con ganas— Por mí puede vernos el mundo entero. —Volvió a besarme y esta vez coloqué mis manos alrededor de su cuello, solo él tenía ese poder de transportarme a otra dimensión con un beso.

Un grito proveniente de una voz aguda y un angustioso llanto nos sacó de nuestro trance.

—¡Julieta! —Dije con espanto y corrí hacia la pequeña que se encontraba en el suelo.

Ojos color cieloWhere stories live. Discover now