Capítulo trece.

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Con el paso de los días conocí un poco más a Sebastián.

Mientras Milles moría de celos y trataba de coquetearle a Lauren sin tener éxito, Sebastián hablaba conmigo a ratos, pude conocerlo más a fondo, era un chico muy dulce y todo un caballero, además de tener una sonrisa muy cautivadora y un sentido del humor excepcional.

Pero, ¿adivinen qué?

No me interesaba en lo más mínimo, amaba a Milles con mucha intensidad, me impresionaba el hecho de que ahora no quería estar con otra persona que no fuera él.

Pero debía sentir la magia de los celos.

A pesar de que estábamos bien, cada vez que alguno de los dos veía a nuestros "nuevos amigos" el mal genio surgía en lo más profundo de nuestro ser.

Había algo en Lauren que no terminaba de agradarme, algo no la hacía confiable...

Hasta que por fin descubrí qué era lo que sucedía con ella.

Había algunos datos sobre escritores y escritos que comenzaban a faltar en el archivo digital, según lo que Erika me contaba al pasar los días, mi instinto me decía que Lauren tenía algo que ver. Los datos comenzaban a perderse con más frecuencia, un día cuando salió a almorzar decidí revisar su computadora, no me sorprendí al encontrar los archivos en una carpeta, pero lo que sí me sorprendió era que estaba robando información para la competencia.

La editorial Pentágono, se conoce como la competencia directa de Claro de luna, por obvias razones estaban tratando de superar el éxito y los prodigios de nuestra editorial, no habían encontrado una mejor forma sino infiltrando a una chica de curvas firmes y largas pestañas para lograr su cometido.

Decidí hablar con Milles al respecto.

—Milles, tenemos que hablar. —Dije cuando salíamos de la editorial en la tarde.

—Claro, dime.

—Es... Sobre Lauren. —Dije algo nerviosa, no quería que pensara que lo que le diría era a causa de los celos.

—Rodó los ojos— ¿Ahora qué sucede?

—Suspiré— Está robando información para Pentágono.

—Alzó una ceja— No me digas.

—Por favor, ¿no me crees?

—No es que no te crea... —Dijo mirando hacia otro lado— pero no puedo evitar pensar en que lo dices por causa de los celos.

—Me llevé una mano a la cara— Por favor, ¿de verdad piensas que es por celos? El futuro de la editorial puede estar en riesgo.

—No lo sé Mara, ¿tienes pruebas sobre lo que me dices?

—Pensé un poco— No... Todo está en su correo y su computadora.

—Si quieres que papá te crea deberás presentarle alguna prueba.

—Lo miré mal— Las voy a conseguir, lo prometo... Tal vez así me creas.

Salí caminando con rapidez, no podía creer que no me creyera, entendía que era algo difícil de asimilar pero pensé que podría creerme y confiar en mí como lo hacía yo en él, seguramente había sufrido muchas decepciones a sus votos de confianza antes como para dudar tanto a la hora de creer en algo o en alguien.

Me fui a casa, sentía una terrible opresión en el pecho, algo me decía que era gracias a lo que estaba sucediendo en aquel momento, me sentía responsable sobre el futuro de la editorial y no podía hacer caso omiso a la situación.

Si querían pruebas, pruebas tendrían.

Al día siguiente Milles trató de "arreglar" la situación lamentando la forma en como me había hablado el día anterior, guardé silencio y traté de concentrarme lo que más pude en la corrección que hacía a un documento, plantó un beso en mi mejilla y salió de mi cubículo, aún me preguntaba cuál era su función dentro de la editorial, al fin y al cabo pasaba la mayor parte del tiempo conmigo o dando vueltas sin sentido por todo el lugar, era extraño.

Ojos color cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora