Los ojos de Lea #PGP2023✅

Von SRJariod

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Lea Andrews es una joven capaz de ver fantasmas desde los diez años, secreto que solo comparte con Ángel, su... Mehr

Introducción
Prólogo
1. El comienzo de todo
2.Lo mismo de siempre
3. La primera visita
4. Un curioso despertar
5. La llamada
6. El cerco
7. Paranoia
8. Desaparecido
9. Intercambio
10. Tras la pista
11. Caza
13. La primera conversación
14.Perdidos
15. Encierro
16. Desorientado
17. Dulce hogar
18. Nana
19. El Bosque Frondoso
20. Tenebroso
21. Ayuda
22. Cambio de vida
23. Sensaciones extrañas
24. Presencias
25. Pequeños terrores
26. Sigilo
27. As
28. Despertar
29. Sacrificio
30. Medias verdades
31. Dolor
32. La amiga invisible
33. Una dura despedida
34.Sin distancias
35. Amistad en la adversidad
36.La cuenta atrás
37.Revelaciones
38. No hay tiempo
Notícia importante
Extra1: Comisiones
Extra 2:Fan Arts

12.Un secreto desvelado

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Von SRJariod

Año 2018. Ahora.

Me concentré en la voz para intentar averiguar de dónde provenía. Un sonido que daba un punto de luz en medio de la oscuridad que nos acechaba a Brian y a mí. Sabía que La Gente de la Sombra estaba cerca, pero jamás pensé que dejarían descubrirse, así como así, delante de un Nuvima.

Me inquietaba que hacía unas semanas, apenas, empezaron a moverse. Se habían esfumado como por arte de magia y no recibimos noticias durante los últimos años. Me recordaba casi al principio de todo, después de que Ángel me expresara su inquietud ante el silencio de ellos, manipularan las luces para poder atraparme y me llevaran. Fue como si todo hubiera sido una pesadilla. Estaba segura que tenían algún motivo para aparecer de nuevo, ¿Qué les había impulsado a hacerlo?

La voz seguía hablándome como si fuera un susurro. Alguien que quisiera cantarme una nana para alejar mis temores y no quisiera que sufriera ningún mal.

Escuché a algunos miembros hablar entre la oscuridad para ver cuál era la mejor estrategia para atacar. Noté que algunos más nos observaban en las zonas que permanecían ocultas.

—¿Lea? ¿Dónde estás? —Brian apenas podía hablar.

—¡Aquí! —grité corriendo hacia el origen de la voz.

Deseaba con toda mi alma desaparecer y evitar tener que enfrentarme a uno de mis temores: Mostrar lo qué era delante de alguien a quien quería. Y menos con Brian, mi mejor amigo. Esperaba que lo que iba a suceder no interfiriera en nuestra amistad. Siempre quise tener amigos porque me sentía sola, y, al fin y al cabo, todos necesitábamos a alguien que siempre estuviera ahí.

Desde los diez años podía ver fantasmas, lo supe cuando conocí a Ángel. Dos años después, Ángel me contó acerca de Psires, el pequeño grupo de personas que tenían poderes psíquicos y que eran capaces de ver a los fantasmas. Fue ahí, cuando me advirtió que mis poderes saldrían en un momento de peligro. Ese mismo día, antes de que el agujero vacío que crearon una mujer y un hombre de La Gente de la Sombra se cerrara, una pequeña llama violeta se movió por mis dedos y desapareció.

Algo me tiró al suelo. Noté un gran peso encima de mi cuerpo y no pude moverme. Intenté apartar aquel extraño ser con los brazos sin éxito.

Con las luces apagadas y siendo de noche, no podía saber dónde se encontraba Brian. Suponía que, al igual que yo, debería estar atrapado por uno de ellos. Lo único que tenía claro era que teníamos que coger la nota e irnos de aquí cuánto antes.

Aquella voz continuó susurrándome al oído. Intentaba pensar en ello, pero no caía en la cuenta de quién podía ser. Si ya estaba segura que no se trataba de Brian, ¿Quién sería?

—Lea, nos alegramos de volver a verte —una voz que me provocaba escalofríos retumbó en mi mente. Intuí que sonrió y preferí no haberlo presenciado.

Poco a poco, se fue adueñando de mí una sensación de ligereza hasta que ese peso desapareció por completo. Alguien me había cogido de la mano y me había ayudado a levantarme.

¿Ángel? ¿Eres tú? pregunté algo perdida buscando por todas partes su aura azul.

¿Me echabas de menos? percibí una sonrisa pese a que no podía verla. Lo abracé con toda mi alma. Mis ojos se humedecieron y me alegré de estar a oscuras.

Nos quedamos así y me olvidé en qué situación estábamos. Fue como antes, cuando los dos disfrutábamos del silencio y solo nos veíamos como dos personas disfrutando del momento. Nunca relacioné a Ángel en ser un fantasma por su aura azul, en cambio, siempre me había parecido más vivo y más humano que muchos de los vivos que había conocido.

—¡Ayuda! —gritó Brian paralizado.

Aquellos recuerdos agridulces se difuminaron. Sabía que tardaríamos mucho tiempo en volver a estar como antes. Ángel y yo caminamos hacia el lugar de donde parecía provenir la voz de Brian.

Una de las personas que formaban parte de La Gente de la Sombra nos cerró el paso. La oscuridad les servía para camuflarse con el entorno, así que no podía ver su aura como pasaba con Ángel.

—Ayuda a Brian. Luego iremos a encender la luz —propuso Ángel con decisión.

—De acuerdo

Multitud ojos provenientes de la organización nos acechaban.

Las estrellas y la luna llena quedaban tapadas por las nubes. Los árboles estaban sin la protección que le ofrecían las hojas y las flores. El frío del exterior, propio del invierno, se filtraba en la casa por el pequeño espacio que quedaban de las ventanas cerradas.

Me acerqué a Brian. Toqué con algo que parecía ser un brazo de uno de los integrantes de la organización, así que aproveché el momento para agarrarle por la espalda y apartarlo de él.

—Gracias. Me he tropezado —escuché como Brian se limpiaba el polvo de los pantalones.

—De nada —le sonreí en medio de la oscuridad.

—Brian, deberíamos encender la luz. Tú sabes dónde está —le aconsejé mirándole donde creí que estaba.

Oí los pasos de Brian alejarse de donde nos encontrábamos Ángel y yo. Sabía que cerca de nosotros, La gente de la sombra nos estaba acechando. Después de levantar a Brian, reinó el silencio. Eso me provocaba escalofríos.

Las luces se encendieron.

—Se había encallado el interruptor. Siento que la visita sea así —explicó Brian echando un vistazo las luces.

—No te preocupes —le lancé la mejor sonrisa.

Ángel y yo intercambiamos una mirada de reojo para leernos el pensamiento. Si Brian supiera lo que estaba sucediendo en realidad no se lo creería; de estar en su lugar tampoco lo haría. Ahora mismo, había dos miembros vestidos con prendas anchas y negras detrás de él. Nos tenían rodeados.

Me alegraba en cierta manera que pudiera retrasar en la medida de lo posible que tuviera que mostrarle lo que soy. En el fondo, suponía que tarde o temprano llegaría el momento en que debería enfrentarme a ello. No podía hacer nada para remediarlo. Lo único que deseaba era que escapáramos de allí sanos y salvos y que Brian me entendiera.

—Tenéis algo que buscamos —la mujer pelirroja dio un paso para adelante. Nos separaban escasos centímetros.

El nombre tanto de la mujer como del hombre que se encontraban cerca de Brian los tenía en la punta de la lengua, pero no me salían. Los conocía de hacía bastante tiempo como para saber que debía ir con mucho cuidado.

—¿Preparada? —preguntó Ángel con voz calmada.

Si, cierto. ¡Estoy preparada! ¡Vamos a ello! me sentí más viva. Esperaba que eso me ayudara a alejar mis miedos lo suficiente como para no pensar en las consecuencias.

Alguien me picó en el hombro derecho desde la parte de atrás de la espalda. Me había quedado cara a cara con Ángel. Se me había olvidado que Brian estaba con nosotros. No me quedaba otro remedio que utilizar mis poderes para poder salir vivos de aquí; me asustaba a cómo podría reaccionar cuando lo descubriera, no me sentía lista para contárselo. Esperaba no perder la gran amistad que tengo con él. Lo que tuviera que ser, sería.

Lea, ¿Con quién estás hablando? ¿Estás preparada para qué? estaba confuso y asustado.

¡No es momento ahora! Luego te lo cuento Brian le di un abrazo—. Perdóname... proseguía apenada.

¿Perdonarte por qué? su frase apenas se pudo oír.

La Gente de la Sombra nos tenía rodeados. Algunos se aproximaban adonde se encontraba Brian, Ángel y yo; mientras otros empezaban a formar una barrera a los alrededores de la caja.

Ponte detrás de mí, Brian le miré a los ojos seria y decidida.

Cerré los ojos.

Me dejé llevar por el recuerdo profundo de mi mente. Fue fácil. Realicé el mismo ritual que hacía unos cuántos años atrás. Crucé los brazos y las piernas; luego, hice una cruz en mi pecho sentándome de rodillas. Me sentía más segura que la primera vez. Notaba la tensión que sentía Brian ahora mismo a mis espaldas.

Abrí los ojos.

Esta vez sí pude observar como salían llamas violetas de mi cuerpo, formando a su paso una gran bola ígnea. La Gente de la Sombra se lanzó a nosotros, pero impactaron contra la bola de invisibilidad saliendo disparados hacia atrás. Suponía que nos debían haber visto cuando desaparecíamos, ya que, si no, no tenía mucho sentido.

Estaba tan concentrada por usar los poderes, que me había olvidado todo el rato de que Brian seguía aquí. Me giré para ver cómo se encontraba. Estaba tumbado en el suelo alternando su mirada entre la bola y yo. La cara expresaba una mezcla de sorpresa, decepción, miedo y confusión. Demasiadas expresiones a la vez.

Volví a dirigir mi mirada hacía el exterior. A unos metros delante nuestro, Ángel decía una especie de conjuro hacia ellos, dejándolos desconcertados apenas unos segundos. No paraban de acercarse por todos los lados. Se estaba poniendo bastante feo. Lo mejor sería alejarnos.

¡Brian coge la caja y la nota! grité señalándole donde se encontraba la caja. Mientras aguanto la bola para que nos podamos mover, te protegeré le sonreí. No podremos ser invisibles mucho más tiempo proseguí casi sin esfuerzos.

Alzando los dos brazos para sujetarla, avanzamos poco a poco, hacía la sala de estar. Pese a que estaba delante de nosotros, sentía que la tensión del ambiente crecía por momentos. Brian me seguía poniendo la mano izquierda en mi hombro como apoyo. Llegamos justo donde se encontraba la misteriosa caja.

La bola era lo suficiente grande para que pudiera moverse por la mesa. Miramos los dos para ver si alguno percibía lo que queríamos hacer, cosa que fue negativa; estaban concentrados en luchar contra Ángel que seguía diciendo sus conjuros.

Brian hizo toda la vuelta para poder cogerla. Al hacerlo, parecía como si hubiéramos apretado un interruptor, La Gente de la Sombra se dio la vuelta y se abalanzó sobre nosotros. En el peor momento, la bola decidió dejar de funcionar haciéndonos vulnerables.

Empezamos todos a buscar una salida. De repente, vi que iba más lenta que los demás, y me di cuenta que una de las sombras se había tirado encima de mí, haciendo que cayera en el suelo. Intenté levantarme. Pesaba mucho para estar muerto. Con sobresfuerzo conseguí aligerar la carga un poco. Alguien me cogió de un brazo ayudándome a volver en pie; Brian me sonreía con tristeza.

—No te tropieces, Patito —sonrió entre carcajadas.

—Ja, ja. Muy gracioso —hice pucheros.

Sin mirar atrás, Brian y yo corrimos con toda nuestra alma hasta juntarnos con Ángel.

¡Lea! ¡Necesitamos ganar un poco de tiempo para poder salir de aquí! dijo Ángel. ¡Tienes que hacer el Paratiempo!

Vale...contesté a medias.

¿Te acuerdas de cómo se hacía? contestó Ángel curioso de si aún me acordaba.

¡Claro! quise que pensara que estaba segura, aunque no me sentía así.

Otro recuerdo pasó por mi mente: El poder salió de mí cuando junté las manos. Hice lo mismo de entonces, y al mismo instante todos ellos quedaron atrapados. Corrimos hasta la entrada de la casa para ganar tiempo. Era hora de abrir el portal.

No te asustes, Brian.

¿Más de lo que ya estoy? me contestó con una sonrisa. Se le notaba el miedo en su mirada.

Ángel y yo no pudimos evitar que nos entrara la risa. Volvimos al problema en sí. Esta vez junté las manos y las abrí. Apareció en la pared de la entrada un portal de color azul intenso que hacía ondas. Ángel fue el primero en entrar. Brian se había quedado quieto con lo que acababa de hacer teniéndole que empujar por la espalda para que se metiera. En cuanto entré, el portal se cerró.

Sabiendo Brian me había visto hablar a solas, me asustaba su reacción. No quería perderle. ¿Y si me dejaba de hablar? ¿Y si me llamaba loca?

Me había concentrado tanto en salir de aquí que no pensé donde ir. Miré alrededor, pero no me sonaba de haber estado nunca. Estábamos en un lugar desconocido, solo nos teníamos los unos a los otros. ¿O acaso ya no sería lo mismo?

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