Los ojos de Lea #PGP2023✅

By SRJariod

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Lea Andrews es una joven capaz de ver fantasmas desde los diez años, secreto que solo comparte con Ángel, su... More

Introducción
Prólogo
1. El comienzo de todo
2.Lo mismo de siempre
3. La primera visita
4. Un curioso despertar
5. La llamada
6. El cerco
7. Paranoia
8. Desaparecido
9. Intercambio
10. Tras la pista
11. Caza
12.Un secreto desvelado
13. La primera conversación
14.Perdidos
15. Encierro
16. Desorientado
17. Dulce hogar
18. Nana
19. El Bosque Frondoso
20. Tenebroso
21. Ayuda
22. Cambio de vida
23. Sensaciones extrañas
24. Presencias
25. Pequeños terrores
26. Sigilo
27. As
29. Sacrificio
30. Medias verdades
31. Dolor
32. La amiga invisible
33. Una dura despedida
34.Sin distancias
35. Amistad en la adversidad
36.La cuenta atrás
37.Revelaciones
38. No hay tiempo
Notícia importante
Extra1: Comisiones
Extra 2:Fan Arts

28. Despertar

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By SRJariod

Año 2009. Antes.

Me desperté en una suave y cómoda cama. Alguien me había subido la sábana hasta la altura del cuello; desconocía cómo había acabado aquí. La habitación era pequeña y las paredes de madera de leña me hacían pensar que se trataba de una cabaña.

Recordaba que hacía unas horas, La Gente de la Sombra nos había tendido una emboscada en mi casa aprovechando que se había ido la luz o provocándola. Debí quedarme inconsciente después de entrar en el agujero negro y ver que Ángel se quedaba atrás, cuando recobré la conciencia me di cuenta que me encontraba atada a una silla en medio de una habitación en su base. Ahí, descubrí que la anciana a la que había ayudado a encontrar a su nieto resultó ser, ni más ni menos, que la misma jefa de la organización; en ningún momento se me ocurrió esa posibilidad.

El sol me daba en la nuca. Una suave brisa me acariciaba la piel. Los pájaros entonaban hermosas melodías y movían su cuerpo en las copas de los árboles; estaban llenos de follaje.

Me levanté poco a poco de la cama; mis rodillas temblaron y me caí al suelo. ¿Por qué me dolía todo el cuerpo? ¿Por qué me sentía tan cansada? Si había estado durmiendo, debería estar llena de energía.

—¡Ah! —una corriente de dolor recorrió desde los pies a la cabeza.

Unas voces que se escuchaban lejanas se quedaron en silencio. Unos pasos se aproximaban adonde me encontraba. Si se trataba de algún miembro de La Gente de la Sombra estaría acabada, no habría manera de defenderme en este estado. Me agarré a una de las patas de la cama para mantener el equilibrio y poderme poner de pie.

Reconocí los pasos de dos personas corriendo aquí. Traté de hacer el mínimo ruido para intentar pasar desapercibida.

—¡Lea! Te has despertado —Ángel me dio un abrazo. Su ojo marrón y verde brillaban con intensidad—. Lo siento mucho. Espero que puedas perdonarme —unas lágrimas cayeron de su rostro.

—Claro —le lancé una sonrisa débil—. Me estás haciendo daño —le avisé con esfuerzos.

—Perdona —se retiró—. No volveré a perderte, te lo prometo —me sonrió sin dejar de llorar.

Levanté la vista y me di cuenta de que Christopher nos observaba desde la puerta de la habitación en silencio y con interés. Tenía los ojos vacíos como siempre, pero por una vez, me pareció apreciar una ligera alegría en ellos.

—Buenos días, Lea —hizo una reverencia sonriente.

—Buenos días, Christopher —me reí un poco pese al dolor.

—¿Cómo estás? —se acercó y se agachó a mi altura.

—He estado mejor —simulé una sonrisa—. ¿Cómo conseguiste atravesar el agujero? ¿Cómo encontrasteis el sitio? ¿Cómo he llegado aquí? —con esfuerzo conseguí tocarme la frente.

El calor del sol bañaba la habitación casi desierta, a excepción de la cama, la mesa auxiliar que le acompañaba una lámpara antigua y nuestra presencia. El viento calmaba mi alma y mi piel; los cabellos de Christopher se despeinaban por su culpa.

—Saltando entre el poco suelo que había —se río a carcajadas—. Luego, me encontré a Christopher —le señalé.

—Si. Tenía un bonito corte en la frente —Christopher representó la herida—. Lo encontré en el bosque, cerca del agujero de donde salió él y antes el hombre y la mujer de La Gente de la Sombra que te llevaban —se encogió de hombros.

—Recuerdo que el hombre de fuertes brazos me cogió a la fuerza y me arrastró al agujero.

—Ese mismo —chasqueó los dedos.

—Como iba diciendo —Ángel se volteó hacia Christopher un momento—. Me encontré a Christopher en el bosque y me contó que había visto a una mujer pelirroja y un hombre musculado llevarte a La Fábrica... —me explicó poco a poco.

—Denise y Mario. Escuché sus nombres —me rasqué como pude la mejilla.

—Son buenos datos —Christopher sonrió.

—Estará bien contar con eso —Ángel afirmó la cabeza.

Los pájaros entonaron con más motivación su canción.

—Cuando entramos por la parte de atrás de la fábrica, dos miembros de La Gente de la Sombra tuvieron una conversación interesante sobre ti y ahí supimos que estabas inconsciente por un líquido que te inyectó Nana y que hacían una investigación —Suspiró—.

—¿Qué pasó? —Ángel me miró fijamente.

Ahora que me había explicado cómo llegaron a dar con el lugar en el que La Gente de la Sombra me mantenía retenida y que escucharon lo que me puso Nana, recordaba que antes de caer en la inconciencia y esas extrañas pesadillas que viví en el interior de mi alma. Le pregunté a Nana porque hacía eso y mientras se justificaba por la vida que había tenido, me inyectó sin darme cuenta un líquido que me hizo entrar en pocos segundos en un estado de sueño inducido.

Dentro del mundo de los terrores nocturnos, tuve que seguir un camino repleto de lo que temía en lo más profundo de mi inconciencia. Sabía que estaría bien decírselo a Ángel y a Christopher, pero no estaba preparada; era algo muy personal, sería como abrirme en canal con ellos. Esperaba que esos miedos no se manifestaran en la realidad.

—Se me ocurrió el plan de utilizar nuestras habilidades para sacarte de ahí —Christopher se apoyó en el bordillo de la puerta.

—Tardé un poco en reunirme con Christopher y contigo —sonrió y se rascó la cabeza.

—¿Un poco? ¡Venga ya! La Gente de la Sombra estaba merodeando cerca de nosotros, pensaba que nos iban a encontrar —levantó una ceja Christopher.

—De acuerdo —Ángel levantó las manos—. Tuve un imprevisto con Nana y Akil.

—Sigo sin creerme que Akil se convirtiera en esa cosa —Christopher se acercó a nosotros.

—¿Cómo? ¿En qué se convirtió? —pregunté con curiosidad.

Me sujeté como pude a la pata de la cama para sentarme sobre ella, ahí me encontraba mejor, pero no podía evitar que de vez en cuando una corriente atravesara todo mi cuerpo por dentro.

—En algo horrible. Tenemos que tener cuidado con él —Ángel echó un vistazo a las ventanas—. Hemos tenido suerte que no den con nosotros aún —suspiró.

—Ángel y yo estuvimos corriendo por el bosque, intentando que la tormenta de nieve sirviera para despistar a Akil y nos encontramos con Elisabeth cuando apenas podíamos correr más. ¡Menos mal! —Christopher desapareció del lado de Ángel y apareció a mi lado.

—Nos dio las llaves de La Cabaña y nos cubrió para que pudiéramos llegar sanos y salvos y perder de vista a Akil —Ángel y Christopher se intercambiaron una mirada.

El sol debió ascender aún más en el cielo de mar por la iluminación de la habitación; a todos nos daba en la cara. Gracias al viento que corría, se estaba bien. Los pájaros me tranquilizaban y me ayudaban a asimilar la información.

—Y así es como acabé aquí. Han pasado unas horas, ¿verdad? —cogí a Ángel de los hombros con suavidad.

—Un año. Has estado un año inconsciente por el líquido de Nana — Ángel inspiró y expiró muy profundo—. Me dijo que hasta que tu cuerpo no eliminara la última gota del líquido, no te despertarías.

¿Cómo pude pasar un año en sueño inducido? En el mundo de los terrores, el tiempo debía pasar diferente al de la realidad; se me había hecho insoportable, pero pensé que apenas había estado unas horas.

Me preguntaba que estarían haciendo La Gente de la Sombra. Serían conscientes de que no podríamos irnos, y, aun así, tardaban mucho tiempo en encontrarnos. No creía que este lugar fuera tan grande como para que, con la cantidad de miembros que eran, no hubieran rastreado toda la zona.

Un brillo violeta me cosquilleó los dedos de mis manos y los brazos resplandecieron. En ese momento, me acordé de que antes de caer inconsciente cuando estaba dentro del agujero negro, algo recorrió mis dedos y desapareció; Ángel me avisó que los poderes dormían en mi interior y que solo cuando estuviera en una situación de peligro, se despertarían.

—¿Eso es? —observé el color que se extendía por mis brazos.

—Si. Una señal de que llegó la hora de entrenar los poderes —Ángel sonrió.

—¡Hala! Nunca vi un Psires con sus poderes —Christopher se sentó deprisa y se puso a tocar el color—. ¡Increíble!

—Estoy cansada —me toqué la frente y me dio la sensación de que mi cabeza daba vueltas.

—No te preocupes. Haremos una introducción de algunos de ellos.

¿Qué hay que hacer? estaba segura de mí misma por primera vez en mucho tiempo.

Empecemos con cerrar los ojos se colocó detrás de mí. Podía sentir su sonrisa. Vamos a hacer una simulación, ¿vale? puso sus manos en mis hombros. Cierra los ojos su voz era calmada.

Todo se volvió oscuro. Solo me veía a mí misma, o, mejor dicho, el aura que siempre me acompañaba: Un tono entre lila y violeta me rodeaba todo el cuerpo. Delante de mí, se encontraba Ángel con su aura azul eléctrico; solo que, a diferencia de mí, era mucho más brillante. Detrás mío, Christopher me observaba en silencio.

Oí que decía algo, aunque no lograba saber qué era. Noté que se acercó, pese a que seguía teniendo los ojos cerrados. La presencia de Christopher y Ángel me calmaban entre el miedo y el abuso que había sufrido este tiempo.

Escucha a tu corazón. me colocó una mano en mi pecho—. ¿Lo notas?

Me concentré en seguir sus palabras. Mi conciencia viajaba por dentro de mi cuerpo hasta llegar a uno de los dos principales órganos: El corazón. Cuando me quise dar cuenta, quemaba. El corazón me ardía, pero no era como si algo anduviera mal o algo; me hacía sentir más segura. Algo empezaba a surgir, y aunque tenía miedo, la curiosidad por saber que pasaba ganó la batalla interna.

Aún veía todo oscuro. Mis manos se movían por instinto; parecían hacer una especie de ritual. Nunca se me había dado bien bailar y estaba haciendo una pequeña danza, cruzando los brazos, las piernas, para luego hacer una cruz en el pecho, y, por último, doblar las rodillas. Algo se encendió dentro de mí.

Abrí los ojos.

Noté que estaba en una nube. Observé mi cuerpo que estaba reseguido por una línea gorda de motitas violetas; salteaban como si fueran llamas y estuvieran vivas. Mi esencia había salido a la superficie. Me había quedado de rodillas en el suelo.

Miré alrededor. Me encontraba dentro de una gran bola ígnea. Transmitía frío y a la vez calor. ¿Había hecho eso? En el caso que así fuera ¿Cómo podía ser? ¿Por qué me había resultado fácil?

Ángel sonrió detrás de mí. Christopher se quedó con la boca abierta.

—¿Dónde has ido? —Christopher buscó por todas partes.

Lo que acabas de hacer se llama Ignividad volví para mirarle. Esto te ayudará a esconderte de La Gente de la Sombra de menor nivel. Los de mediano y alto nivel será más fácil que te detecten, aunque no puedan verte.

¿Ignividad? ¿Cómo es que me ha salido tan fácil?

Bueno, lo llamo así porque es una bola ígnea que te hace invisible a los demás, excepto con el guardián sonrió. Forma parte de ti, como tu don de ver fantasmas prosiguió levantándose.

Aquí estás —Christopher suspiró de alivio.

Chasqueó los dedos. Con ellos apareció un fantasma negro; se distinguía de La Gente de la Sombra porque era un negro muy débil y apagado. Me señaló con el brazo que me acercara donde estaban. No sin antes, hacer desaparecer las llamas que nos rodeaban.

Apunta la mano al frente y después mueve el brazo para arriba me aconsejó.

Hice lo que me pedía. Al momento, volví a sentirme más viva. ¿Cuánto más usaba, más débil estaba? Necesitaba práctica.

Estos tipos de fantasmas se llaman Los Olvidados. Cuanto más oscuro es el color, más pierden su entidad de cuándo estaban vivos Los indicó. Se le notaba la tristeza en la voz. Con tocarles podrás ver lo que necesitan hacer se animó un poco.

Toqué al fantasma negro. Era un niño pequeño; sonreía pese a que se le notaba que estaba triste. Nos miramos a los ojos mientras le cogía la mano. Vi reflectado en la suya que aparecían líneas naranjas en la palma, cuando empezaron a aparecer unos recuerdos; salía con su familia y fue atropellado al coger una pelota. Estuvo en coma, pero murió días después. Sus padres se fueron recuperando, aunque siempre tuvieron esa herida.

¡Gracias por decirme que mis padres están bien! me agradeció sonriendo. Al mismo tiempo cerraba los ojos y desaparecía. Noté como se transformaba en vapor.

Esto se llama Tasios, al tocarle conectas con el fantasma pudiendo ver sus recuerdos puso las dos manos detrás de la espalda.

Ángel hizo dos palmadas y el niño se desvaneció junto a sus recuerdos. Analizó a alrededor con algún objetivo. Christopher y yo intercambiamos una mirada.

—Bien, ahora junta los dos brazos y abre tus palmas. Una para arriba y otra para abajo —me advirtió Ángel—. Inténtalo con esa pared al lado de tu cama —señaló donde se filtraba el sol por una ventana.

Me concentré en el sitio que me había ordenado e hice lo que me pidió. Al principio, salieron unas luces azul eléctrico tímidas. Después, de entre mis manos, un rayo se disparó hasta la pared haciendo formar un pequeño agujero. El esfuerzo hizo que me temblaran las piernas y se me doblaran, tuve que inclinarme para no caerme. Christopher se ocultó tras una de las patas de la cama y los ojos de Ángel se iluminaron.

—¡Lo hice! —unas lágrimas recorrieron mi rostro.

—¡Increíble! —Christopher se acercó para tocar el agujero, que se encogió ante su contacto.

—¡Eres increíble! —me halagó Ángel abrazándome.

Mis rodillas se doblaron por el esfuerzo que había hecho.

—Una última cosa. Prueba a juntar las manos dirección a Christopher.

—¿Perdón? ¿Y yo que te he hecho? —cruzó los brazos y miró hacia otro lado.

—Ella está entrenando sus poderes y yo le estoy enseñando. No hay otra persona —Ángel se encogió de hombros.

—¡Picaste! —le sacó la lengua—. Haz lo que sea que tienes que hacer, Lea —me guiñó un ojo.

Realicé lo que me había dicho y, en unos segundos, Christopher se quedó paralizado; tan solo podía mover los ojos.

Una oleada de dolor en la sien hizo que me derrumbara en el suelo. Christopher pudo volver a controlar su cuerpo.

—Lea, ¿Estás bien? —preguntó Ángel poniéndome una mano en el hombro.

—Solo necesito...

Me estiré en la cama y cerré los ojos. Christopher se sentó al borde de la cama y Ángel se colocó a mi lado.

—No te preocupes. Descansa. Me adaptaré a tu ritmo para el entrenamiento. Con el tiempo, los poderes aumentarán y evolucionarán —Ángel me dio un beso en la frente antes de que me quedara dormida.

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