Deseo Italiano

By danielacgalvis

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Giorgio Bonatti,hijo de uno de los mayores mafiosos de Italia, heredo el trabajo de su padre,es un experto en... More

Sinopsis
~Personajes~
Fecha de estreno y pequeño adelanto
Aclaración del personaje de Giorgio
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
EPILOGO
Agradecimientos
Aclaraciones

CAPITULO 14

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By danielacgalvis

canción: Shawn Mendes - Perfectly Wrong 


No encontraba explicación alguna por la que Giorgio estuviere allí, la expresión del hombre que tengo en frente está lejos de ser la que veo siempre, luce intimidante, tenebroso y oscuro, luce como si fuera otro.

Mientras aún me encuentro en el suelo, temblando, nerviosa, y con miles de preguntas por resolver. Él se acerca hasta done me encuentro, toma al hombre del cuello de su camisa y lo arroja a un lado, quitándomelo de encima. Todo pasa tan rápido, en cuestión de segundo se encuentra cubriéndome, ha quitado su saco de perfecto color azul mediterráneo para colocarlo encima de mi desnudez, sus manos se pasan por mi rostro y me da una leve sonrisa.

- Todo va estar bien.

- ¿Como?...

- A Massimo no se le ocurrió mejor idea que inventar que el terror de Venecia estaba acá, era la única forma de entrar.

- Sigo sin entender.

- Esa escoria- señala al hombre-. Esa maldita sabandija va morirse hoy – aprieta sus puños y vuelve a fijar su vista en el hombre al que ahora están sujetando dos hombres.

- ¿Giorgio que vas a hacer? – musito tomando su mano, antes de que cometa cualquier cosa, cualquier estupidez.

- ¡Lo voy a matar! – sus palabras escupen el odio y la furia que lo invaden.

- No eres un asesino – aprieto su mano y él solo fija su vista en mí, trasmite tanto con su mirada, como si deseara decirme algo, algo que aún no descubro como si estuviera conteniéndose por mostrarme otra faceta de él.

- No, no lo soy – sonríe y besa mis manos-. No lo seré por ti – me da una sonrisa y me ayuda a salir de allí, se detiene en frente del hombre y le arroja una patada en su entrepierna para después murmurarle algo a su oído, da una sonrisa y ahora se dirige a su jefe de seguridad-. Ya sabes que hacer.

Subimos a su auto, conduce a toda velocidad mientras su vista sigue fija en el volante, tiemblo ene la siento del copiloto, pasa sus manos por las mías y señala las marcas que han dejado mordido por las cuerdas.

- Te has lastimado.

- ¿Como supiste donde estaba?

Da un largo suspiro.

- Me encontré a tu amigo, Leo en la plaza, dijo que estabas con él y después desapareciste. Rastree el GPS de tu móvil supe que algo no andaba bien, entonces te encontré con ese maldito cabron encima de tuyo.

Las lágrimas salen de mi automáticamente, todo esa experiencia ha sido horrible, el imaginar a ese hombre, pudo ser peor. Y todo porque mi padre le debía dinero, ¿Qué tipo de negocios hace mi padre?

- No llores limpia mi mejilla-. Vas a estar bien. Te llevare a un hospital.

- Estoy bien solo quiero recostarme – volteo mi vista hasta la ventana.

- Deberíamos..

- Estoy bien, no quiero ir a un hospital donde me harán un sinfín de preguntas, solo para sentirme peor.

- De acuerdo – desvía el auto-. Solo que iremos a mi casa.

Una vez adentro, deja que suba la habitación, me siento en el orillo de la cama, me siento vacía en ese instante, quiero asimilar todo lo que ha pasado, los negocios de mi padre, el secuestro, la reacción de Giorgio, su aparición de la nada. Algo en mi me dice que no es simple coincidencia, y si Giorgio ¿en realidad conoce a ese hombre apodado el terror de Venecia? O ¿si él es..? No quiero ni siquiera imaginarlo, él no es ese tipo de hombre, es dulce, es atento, jamás lo he visto en el papel de un criminal, asesino y mafioso que atemoriza a los demás. Él no es ese hombre, no lo es.

Sus pasos me alertan y limpio algunas lágrimas.

- Te traje un poco de té – fija sus manos en mis hombros pero no volteo a verlo-. ¿Deseas estar sola? ¿Prefieres mejor que me vaya?

Niego con la cabeza y me volteo hasta él, lo abrazo y hundo mi cara en su pecho.

- Lo que menos quiero es que te vayas – musito y el me devuelve el abrazo con más fervor.

- Aless lo de hoy jamás volverá a suceder, te lo prometo.

- Sigo sin creer que mi padre...– mi respuestas lo enoja lo hace explotar, se retira y pasa sus manos exasperado por tu sus cabellos.

- Tu padre es un maldito, es increíble que por sus estupideces te pasen estas cosas, Lorenzo es un..

- ¿Qué sabes de él?

- Nada- dice de manera tajante.

- ¿Nada? Parece que lo conocieras muy bien.

- Lorenzo ha hecho cosas por las cuales lamentarse.

- Entonces sabes algo.

- Debes saber que tu padre no siempre ha sido el hombre y la imagen que le vende a los ciudadanos de Venecia, esta lejos de ser eso.

- Si sabes algo dímelo, hablas de ser honesto y no lo etas siendo ahora ¿qué más debería saber? – levanto una ceja y el solo fija su vista en otro punto.

- Esto no se trata de lo que sea tu padre, se trata de que él es el maldito problema que se interpone entre los dos.

- ¿Qué más debería saber Giorgio? - Vuelvo a preguntarle, agacha su mirada y vuelve a fijar su vista en mí.

- Debes saber que estoy siendo lo más abierto contigo posible, y que lo seguiré siendo si con ello te mantengo a mi lado. ¿Porque no aceptas quedarte conmigo?

Su pregunta me detiene una vez más, no puedo decirle que sí, no estoy aun preparada para lo que se venga, no estoy preparada para seguir aferrándome a algo a lo cual aún no le encuentro futuro. Menos cuando he descubierto que me he enamorado de él, si una de las reglas que me ha impuesto es no enamorarme ¿qué gracia tendría el seguir si ya lo estoy? Las cosas terminarían con un solo corazón roto, el mío.

- Sabes la respuesta – paso mis manos por su brazo y le doy una sonrisa-. Estaba realmente asustada en ese lugar, cuando ese hombre dijo que ese tipo estaba allí, pensé que las cosas empeorarían.

- Claro, es una suerte que no hubiera estado allí, ¿le tienes miedo a ese hombre?

- Atemoriza a las personas, no se de lo que sea capaz, era obvio que estuviera asustada.

- Te diré algo, la gente cree lo que quiere creer – de pronto suena molesto, como si le afectara el comentario.

Fija nuevamente su vista en mí y pasa sus manos por mi cabello.

- Te lo has cortado – una leve sonrisa se dibuja en sus labios.

- Si, quería una especie de cambio.

- Me gusta – musita-.

- Creí que no querías que lo cortara.

- No, pero todo en ti luce maravilloso principessa.

Le sonrió y le doy un abrazo. – Gracias por venir por mí.

- Siempre lo haré.

Me he quedado a dormir en su enorme mansión, justo ahora me encuentro en esta esquina de la cama, acurrucada como si fuera un armadillo, puedo escuchar el sonido de la regadera se ha metido hace cerca de cinco minutos en el baño a darse una ducha. Cuando sale lo veo de reojo, una toalla entre sus muslos y dejando al descubierto su perfecto torso, su cabello castaño luce desordenado y mojado, me siento tímida, me siento pequeña en esa enorme cama de edredón color crema, tengo puesta solo una camiseta holgada y me siento la persona menos presentable de este mundo.

Me aferro a la almohada mientras le doy la espalda, siento como se apoya en la cama y me rodea con uno de sus brazos.

- Se perfectamente que no estas dormida – susurra en mi oído y cada una de sus palabras paraliza los vellos de mi piel este hombre tiene esa habilidad en mí, siempre él la tendrá y odio que mi sistema reaccione siempre de esta manera.

- Ese horrible lugar apestaba.

- Trata de olvidar eso – me hace que fije su vista en él-. Mi dulce Alessandra, nada te volverá a lastimar – sus labios se fijan en los míos y los besa suavemente, paso mis manos por su cabello y lo despeino.

- Gracias – musito y me apoyo en su pecho.

Mis ojos se abren al sentir el sol sobre mi piel, miro a mi laod pero el hombre que ha pasado conmigo la noche no se encuentra mi lado, rapidmante me meto al baño, cepillo mis dientes y me coloco lo más decente posible. Ajo las escaleras y lo encuentro hablando con Massimo. Su vista se fija en mí, hay dos maletas de viaje en entrada de la puerta.

Está parado allí con unas gafas de sol, su rolex y un traje color negro totalmente pegado al cuerpo. Mi primer pensamiento al ver las maletas es que se ira de viaje una vez más.

- ¿Te vas? – es lo único que me atrevo a preguntar.

- Corrección, nos vamos.

- ¿Que? - enarco una ceja.

- Un viaje, los dos tú y yo – sonríe.

- Pero..

- No acepto peros de tu parte, iremos a Nápoles.

- ¿Nápoles? Nunca he saldo de Venecia.

- Exacto, será una buena terapia, alejarse un poco de toda esta mierda y así nos tomaremos unas pequeñas vacaciones.

- Debo irme a cambiar de ropa.

- Nos iremos ya, puedes cambiarte una vez estemos allí – me toma de la mano y me conduce hasta el auto.

- Si tan solo consultaras las cosas conmigo, cada vez que haces esto.

- Sabes que no soy ese tipo de hombre.

- Me ha quedado claro – bufo y acomodo un mechón de mi cabello.

- Mi dulce Alessandra ¿qué haría sin ti? – besa mis labios y sonríe-. Sabes a chicle.

- Tú siempre sabrás a brandy del caro.

El viaje ha sido un total martirio, Giorgio no ha dejado de quitar su vista en unos papeles, luce molesto, lo ha estado desde que partimos de Venecia. Los ha tirado a un lado y los ha roto.

- Lo primero que haga una vez pise Nápoles será encender un maldito puro.

- ¿Todo bien?

- No, de hecho cada vez se vuelve una mierda.

- ¿Puedo saber la razón?

- Hay un hombre que quiere arruinar lo que he sido por mucho tiempo, pero solo hay una razón por la que no me atrevo a destruirlo.

- ¿Es una especie de socio o algo así?

- No, jamás negociaría con ese tipo hombres.

- Solo.. no hables así, me..

- Te asustas, te asustas de ver el hombre furioso.

- Es que ese no eres tú, podría jurar que es como si otro hombre te poseyera en ese instante. Estoy segura de que las cosas saldrán bien.

Describir la mansión de Giorgio en Nápoles es difícil, lo tiene todo, es fina, es elegante, es hermosa y gigantesca. Hay algunos hombres en la entrada que nos ayudan a bajar las cosas.

- Bienvenido jefe – responde uno de ellos al vernos entrar.

- Buenos días Basilio ¿qué tal los pequeños y Gabriella?

- Muy bien señor, estamos bien.

- Me alegra escuchar eso, ella es la señorita Williams, me acompañara durante toda mi estadía.

- Bienvenida señorita.

- Gracias – musito, mientras no ponemos en marcha hasta la entrada de la mansión.

- Nuestra habitación está en el segundo piso.

- ¿Nuestra? – enarco una ceja.

- Pensabas que te iba a dejar en otro lejos de mí – me rodea con sus brazos y me planta un beso.

- Me has presentado como Williams.

- Me irrita escuchar el apellido De Santis.

- Claro – ruedo los ojos.

- No eres tu Alessandra, es el bastardo que tienes como padre.

- Basta por favor.

- Está bien no volveré a mencionarlo, si quieres algo puedes decirle a Gabriella ella es mi ama de llave estaré en la oficina debo hacer una llamada. Y por favor no te alejes si no hay nadie cerca de ti – se retira a la oficina hay me quedo recorriendo la enorme mansión, hay cuadros de Italia, algunos de parís y otros de Grecia.

Sigo recorriendo la sala hasta que dos cuerpos se chocan conmigo.

- Auch – chilla uno.

- Lo siento – susurro.

Son dos niños, uno es de alrededor seis años y el otro de unos diez.

- ¡Niños les he dicho que no corran en la mansión! – una voz femenina se hace detrás de ellos y estos solos bajan sus cabecitas.

- No los reprenda ha sido mi culpa.

- Oh.. usted debe ser la chica con la que vino el señor Bonatti.

- Sí, mi nombre es Alessandra – le extiendo la mano en saludo y esta la recibe.

- Soy Gabriella. Y ustedes – se dirige a los niños-. El señor Bonatti esta acá, ¿qué pasaría si los hubiera visto?

- Lo sentimos mamá – responde uno de ellos.

- Vayan a jugar al jardín trasero.

- Si, adiós señorita es usted muy bonita – dice uno de ellos.

- ¡Hey que no le digas bonita!, debe ser la novia del señor Bonatti se enojara – responde uno de ellos.

- A jugar, vayan – les responde su madre.

Los pequeños se alejan de allí mientras me despido de ellos.

- Niños – levanta una de sus cejas-. ¿Desea comer algo?

- Oh no, estoy bien, solo daba un paseo.

- Claro, puede ver la mansión, allí está el piano y por allí la biblioteca, el señor Bonatti ha leído cada uno de esos libros, tiene una enorme colección.

- Lo sé, es un hombre deslumbrante.

- Y una buena persona, por él mi esposo y yo vivimos acá con nuestros hijos, no tendríamos a donde ir si no fuera por él.

- Me alegra que su familia este unida – ojalá la mía hubiera sido como la familia de Gabriella, pero mi padre siempre estaba afuera, tenía tiempo para todo menos para nosotras.

- Debo ir a la cocina, si desea algo puede decirme, con permiso – Gabriella se retira de allí y sigo mi recorrido hasta que salgo de la mansión, hay un enorme camino y a lo último hay un molino.

- Es un viñedo – su voz ronca se hace presente a mis espaldas.

- Es increíble.

- Qquieres ver como se elaboran los vinos? – su quijada se fija en el hueco de mi cuello y me da un beso en la mejilla, su barba raspa la parte y le doy una cálida sonrisa.

- Debes afeitarte – musito.

- ¿Ah sí? Pensé que me vería mejor.

- Luces increíble – paso mis manos por sus cabellos y le doy un beso en la mejilla, sonríe como idiota y me planta un beso más profundo en los labios.

Caminamos por medio del viñedo hasta que llegamos a la parte en la que se elaboran los vinos. Giorgio me ha comentado la historia de su abuelo, el cómo elaboraba los vinos de alta calidad para ciertas regiones de Italia, la uva que producía el viñedo tenía un sabor especial. Un sabor exquisito para cualquier paladar, después de que murió su abuelo, la formula se perdió y el viñedo no volvió a producir el vino con el mismo sabor.

- Me he pasado más de siete años averiguando la maldita formula. Y siempre fracaso.

- El viñedo produce la misma uva, con el mismo sabor, el problema no es la uva, es otro ingrediente. Debe haber algo más que utilizaba tu abuelo.

- Lo he utilizado todo – saca una botella de un estante y la sirve en dos copas-. Este es el sabor original.

Pruebo el vino, es exquisito, tiene un sabor fuerte pero dulce a la vez, una combinación explosiva para las papilas gustativas de cualquiera. Un vino de excelente calidad.

- Es delicioso.

- Y este es el vino que desde que murio mi abuelo, se ha intentado hacer – saca otra botella y la sirve en la copa, el sabor es completamente diferente, le falta algo más dulce para llegar al punto exacto.

- No soy experta en vinos, pero diría que solo le faltaría un ingrediente, algo más.. dulce.

- ¿Cómo tú?

Sus labios se apoderan de mi boca, dejo a un lado la copa y lo rodeo con mis brazos, me apoya en el estante y empieza a pasar sus labios por mi cuello, mientras comienzo a desabrochar los botones de su camisa, rozando su piel con mis manos, suspiro cuando muerde mis labios y enrollo mis piernas en su cintura, atrayéndolo más a mí.

La puerta se barre y nos separamos de golpe. La figura de una mujer de cabellos negros, piel blanca y hermosa silueta se hace presente entre los dos.

- Oh.. lo siento, pensé que estaba solo.

- Claudia ¿qué haces aquí? – enarca una ceja mientras me acomodo el vestido.

- Supe que llegarías hoy, pasaba a saludarte.

Me bajo del estante y trato de recobrar mi postura.

- Sé que nos vimos hace dos días en Sicilia, pero decidí venir primero a Nápoles por mi cuenta y me llevo la noticia de que estas acá, eso es increíble.

- Creo que son cosas que se deben tratar en privado – susurra.

¿Sicilia? ¿Giorgio estuvo con esa mujer cuando estuvo en Sicilia? Y yo tratando de no hacerme ideas en la cabeza.

- Discúlpenme, debo irme – salgo de allí furiosa caminando a toda prisa de vuelta la mansión.

- Alessandra ¡espera! – me sujeta de la mano, volteo mi vista y lo encaro.

- Sicilia ¿eh?

- Puedo explicarlo.

- ¿Estuviste con ella todo el tiempo mientras estabas en Sicilia?

- Si, pero no es como crees.

- ¿Y no me lo mencionaste?

- Claudia es solo mi socia.

- ¿Socia? – bufo-. Dime ¿se acostó contigo?

- Ella..

- ¿Se acostó contigo antes?

- Si

- Oh por Dios... ¿era una de tus amantes?

- Si, Claudia era una de mis amantes.

Me centre tanto en creerle sus mentiras, que ahora me sentía desilusionada de mi misma por haber sido tan tonta. Por haber caído de nuevo en su estúpido juego. Por pensar que cambiaria. 

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