De Hombres y Bestias

By LilScorpion67

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Vampiros y humanos han hecho grandes esfuerzos desde siglos atrás para poder convivir en armonía, para crear... More

Primera parte: Lo que la muerte puede unir.
I: Una Ciudad de Lágrimas
II: La Compañía del Cráneo
III: Pólvora y Sangre
IV: Oráculo
V: Sangre de mi sangre
VII: La madre terrible
VIII: Remembranzas
IX: Diosa Oscura
X:Pesadilla
Segunda Parte: Hay una brillante oscuridad sobre nosotros.
XI: Fragilidad Humana
XII: Secretos
XIII:"Al este de la luna"
XIV:"El cuerpo que habito"

VI: El Lado Oscuro de la Luna

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By LilScorpion67


Odile Moreau tiene un odio especial hacia los hospitales; aquél aspecto pulcro y el olor a medicamentos le traían recuerdos que la mujer usualmente trataba de mantener lejos. Pero en los hospitales, el recuerdo de la muerte de su padre era algo vívido, casi podría jurar que el tiempo había retrocedido hasta ese instante.

Sin embargo, esta experiencia era aún más era terrorífica; cuando su padre había muerto, Odile no había estado sola en el hospital: se encontraba junto a su madre y su hermana menor. ¿Pero ahora? Pasó varias horas a solas hasta que Murphy llegó al hospital junto dos completos desconocidos....un vampiro que tenía pinta de haber escapado de las garras del mismísimo demonio y un policía apuesto: Illya Gimondi Y Wyatt Peaslee.

Wyatt era un hombre educadísimo que constantemente le preguntaba cómo se sentía, le llevaba agua, café o comida sin que ella se lo pidiese y Odile le agradecía durante minutos. Mientras que Illya se paseaba frente a ellos con una desesperación palpable; Odile esperaba algo más de Illya, se imaginaba a alguien siempre en control de sus emociones, educado y sutil.

Sin embargo se encontró con un Illya fuera de sus cabales, abatido y llevado por la angustia.

— ¿Podrías repetirlo? —la petición del vampiro tomó a Odile por sorpresa; miró a Wyatt y notó su irritación de inmediato cuando el hombre puso los ojos en blanco y gruñó.— Repíteme lo que pasó, por favor.

Odile se sentía extraña hablándole de eso de nueva cuenta pero la expresión en el rostro de Illya le pareció de lo más extraña; estaba enojadísimo, pero también había algo de convicción en sus facciones. Estaba decido a hacer algo que Odile desconocía.

—Cuando Oddie terminó su turno en la comisaría salió rápido del lugar, según lo que pudieron ver en las cámaras de vigilancia...—comenzó Odile, aclarándose la garganta, tratando de deshacer el nudo que se le había formado de tan solo pensar en su hermana y el estado en el que había sido capaz de verla antes de que la echaran de su habitación— no sabemos bien a dónde fue ni por qué, pero una hora después un vagabundo que pasaba a unas cuatro cuadras de la comisaría la encontró en la acera, inconsciente.

— ¿Hay videos de las cámaras de vigilancia de esas calles? —preguntó Wyatt y Murphy fue rápido en responderle con un suave "no"

—Esto no está bien—masculló Illya, mordiéndose el labio y negando repetidas veces con la cabeza, aparentemente tratando de contener su enfado — no es posible que las cámaras de seguridad de cuatro malditas cuadras no tengan una mierda. —el vampiro había comenzado a subir la voz, provocando que las personas cercanas a ellos y la recepcionista le voltearan a ver como si estuviera loco.

Murphy suspiró, dejando su café sobre la mesita a su lado y levantándose para colocarse frente a Illya, tomándole por el antebrazo y alejándolo lo más que pudo de la sala de espera, casi saliendo del hospital.

—Escucha, Gimondi— le urgió el detective, pero Illya continuaba hundido en sus pensamientos mientras se hurgaba los bolsillos y luego de unos minutos se sacaba una cajetilla de cigarros. Murphy, por supuesto le miró mal, por lo que Illya salió de la sala de Urgencias hacia el estacionamiento, decidido a fumar sólo un poco; pero Murphy no lo dejaría ir tan fácil y cuando el vampiro notó la persistencia del policía simplemente gruñó y puso los ojos en blanco. Sabía que no lo dejaría en paz, tendría que escuchar cualquier tontería que fuese a salir de su boca. — No somos idiotas, sabemos que hay algo raro aquí. Y no es solo el hecho de que mi mejor amiga haya sido molida a golpes y apuñalada.

Para Murphy, no pasó desapercibida la forma en la que Illya agachó la mirada en cuanto mencionó a Odette.

—Esas cámaras funcionaban a la perfección una hora antes de lo que pasó —explicó Murphy en voz baja, el vampiro le miró alarmado y el detective solo asintió. — alguien las jodió y eso es seguro, pero no podemos andar por aquí gritándolo a todo pulmón ¿ok? Necesitamos ser discretos o nunca sabremos qué mierda pasó.

— ¡Hey!—llamó Wyatt casi sin aliento, sobresaltándolos a ambos. Y por unos breves segundos a Murphy se le encogió el corazón, pensado lo peor— Está despierta, Odile ya está en la habitación con ella.

S

*

*

Odette no dijo mucho; la que habló durante casi una hora y media fue Odile, que intentaba subirles el ánimo, sobre todo a su hermana menor. Pero la detective —que estaba bajo la influencia de fuertes medicamentos— no tenía mucha energía como para atender a sus visitas, especialmente cuando el extraño sueño aún le rondaba la cabeza.

Mientras Odile charlaba con todos animadamente se aseguró de, discretamente, formular preguntas sobre lo que le había ocurrido. Odette, por su parte, siempre había respondido con la verdad: no había podido reconocer a su atacante ya que llevaba un pasamontañas y vestía de negro, además de que de verdad le había tomado por sorpresa.

Omitió la conversación con Maxwell y lo que había descubierto. Esa información sólo quería usarla en cuanto pudiese estar a solas con Illya, quien hasta ese momento había estado evitando cruzar miradas con la muchacha, manteniéndose lejos del grupo, mirando casi desde las sombras de la habitación... como todo un psicópata.

—Chicos —pronunció Odette, llamando de inmediato la atención de su hermana quien había dejado de hablar en cuanto escuchó su voz. — ¿Podrían dejarnos solos? —Odette hizo un leve señalamiento en dirección de Illya; Wyatt y Murphy asintieron y fueron rápidos en salir de la habitación, pero Odile era más difícil de convencer. La detective colocó su mano sobre la de su hermana y le sonrió suavemente — Hay algo con lo que tenemos que lidiar.

—Oddie —el tono usado por Odile hizo que la menor de las Moreau suspirara y pusiera los ojos en blanco. — casi te matan anoche, el trabajo puede esperar.

—No, no puede —sentenció, su voz se mostró firme al igual que sus ojos fijados en su hermana mayor. — Es demasiado importante ¿está bien? No puede esperar más.

Odile se mordió el labio y asintió, a pesar de que en su rostro Odette podía vislumbrar cuán reacia se encontraba. Odile Moreau salió de la habitación con el rostro ruborizado por el enfado y apenas pudo contenerse de no azotar la puerta detrás de ella.

Después de su partida, la habitación se quedó en silencio durante varios minutos. Illya se movió hacia la incómoda silla a la derecha de la cama y se sienta con lentitud, su mirada fijada en la única ventana del lugar.

— ¿Te suena familiar el apellido Volkov?

Han pasado más de veinte años y a pesar de ello, Illya se da cuenta de que aún no está listo para escuchar ese apellido; cierra sus ojos con fuerza, las piernas se le sienten débiles y desea...No, necesita salir de ahí.

Odette parece no reparar en su estado, por lo que continúa hablando; su ceño está fruncido y está mirando su regazo, concentrada. Tratando de hacer conexiones, recordar lo que vio en el papel que Maxwell le entregó y que posteriormente le fue arrebatado cuando aquél sujeto el atacó.

—Tenías razón sobre el FBI —recordó la detective, echando su cabeza hacia atrás sobre la almohada. — de verdad que estaban ocultando algo. — Odette, al no escuchar ni un solo sonido proveniente del vampiro, mueve un poco su cabeza en su dirección y por fin nota la clara pesadumbre en las facciones de Illya. —Hey, ¿te sientes bien?

Illya ignoró por completo su pregunta: — Conozco a alguien con ese apellido. —el vampiro abre los ojos y enfoca su atención en la chica herida a su lado, que ante su comentario luce como si hubiese visto a un fantasma y por unos momentos Illya puede ver la confianza que ella le tenía escapándosele, casi puede percibirse como un completo desconocido a ojos de la muchacha. — Mi mamá solía ser una Volkov antes de casarse con mi padre.

Con la cara que Odette puso, Illya no tuvo duda alguna de que el secreto que tanto había querido revelarle había llegado a sus oídos gracias a alguien más.

—Lo sabías —sentenció ella después de unos minutos de observar al vampiro sin apartar sus ojos de él ni un solo segundo. — Lo sabías y no me lo dijiste.

—Detective, yo...

—No quiero escucharlo ¿está bien? —su tono era tajante, haciendo que el vampiro guardase silencio de inmediato. Odette Moreau podrá ser mucho más pequeña que él, pero cuando tenía esa expresión se volvía alguien intimidante, no quería hacerla enojar más. —Creí que estábamos juntos en esto, que no tendrías razón para ocultarme cualquier cosa que descubrieras, porque al fin y al cabo ¡tú querías MI ayuda! ¡No soy tu enemiga! ¡Y al parecer tampoco soy tu amiga!

Illya no tenía que mirar su expresión para saber lo furiosa que estaba, podía escuchar su corazón latiendo con fuerza, su respiración trabajosa y la forma en la que golpeaba con su mano derecha la cama. El vampiro estaba consciente de que, cuando Odette supiese la verdad, no lo tomaría nada bien, pero esto se sentía peor de lo que había imaginado. Sin embargo, Illya Gimondi podía ser un tipo bastante orgulloso, así que tener a la detective restregándole en la cara el nivel de estupidez en sus decisiones no le pareció nada gracioso; el molestarse con ella le pareció "la mejor" forma de manejar la culpa que sentía.

— ¿Sabes qué? ¡Olvídalo! —exclamó levantándose bruscamente del sofá.— Puedo hacer esto solo, detective Moreau. —Illya se encaminó con rapidez a la puerta pero la risotada sarcástica de la mujer le detuvo. — ¿qué?

—Eso no fue lo que dijiste cuando rogaste por mi ayuda.

Illya no se molestó en responderle, negó con la cabeza y salió de la habitación, cerrando con fuerza la puerta detrás de él.

—Imbécil.

S

A Luca Gimondi le disgustaba tener que admitir a gente como él en su oficina. Simplemente su apariencia hacia que el lugar perdiese elegancia; el sujeto lucia como un estereotípico gánster del ghetto, un cuarentón de Mott Haven con tatuajes por todo el cuerpo, cicatrices en su calva cabeza y ropa que posiblemente era una o dos tallas más grandes que él.

Luca colocó un vaso de vodka frente a él mientras se sentaba; la mirada del hombre se posó sobre su tatuaje: — Es uno bueno —le comentó, tomando el vaso y señalando su muñeca. Se trataba de un tatuaje realmente sencillo, era una simple luna con la mitad opacada. El lado oscuro de la luna.

—Gracias —murmuró, contemplando distraídamente su tatuaje. — ¿cómo estuvo? ¿Por qué Odette Moreau no está pudriéndose al fondo del río Hudson?

—No pude terminar, Sr.Gimondi. —responde el hombre, titubeante. — Un grupo de chicos continuaban acercándose, sólo pude apuñalarla un par de veces...

—Ya veo —suspiró el vampiro, observando divertido la forma en la que la tensión parecía dejar su cuerpo.

El hombre colocó una hoja ensangrentada sobre su escritorio, Luca lo tomó y observó su contenido. Rompió la hoja varias veces y se la entregó a uno de sus guardias, quien de inmediato se dirigió la chimenea y lanzó lo que quedaba de aquél maldito papel.

— ¿Lo leíste? —preguntó Luca después de unos segundos. El hombre negó enérgicamente con la cabeza. —Bien, ya puedes irte. El dinero ya ha sido depositado a tu cuenta, Rodríguez.

El hombre se levantó y estrecharon la mano, pero Luca no le miró mucho, simplemente mantuvo su atención sobre la chimenea y el sonido del fuego; los guardias escoltaron a Rodríguez fuera del lugar, con instrucciones precisas de dónde y cómo matarlo.

Cuando se había enterado de la filtración de información, Luca creyó que todo estaría perdido. Octavia casi entró en un ataque de pánico mientras el resto de los miembros del Consejo se preparaban para lo peor; afortunadamente, a Luca no le fue tan difícil localizar a aquella detective de cuarta.

—Señor —llama uno de sus guardias — El Sr.Volkov ya está afuera esperándolo ¿le hacemos pasar?

Lo que caracteriza a Luca Gimondi es su serenidad y porte elegante, además de aquella forma misteriosa que tiene de lucir como si nada pudiese alterarlo, como si supiese el resultado de cada situación en la que se encuentra y es que solía ser así. Sin embargo, —desde lo ocurrido en el Cipriani— se ha encontrado con que la ausencia de su padre lo descoloca, cosa que también ha notado en el comportamiento de su hermano menor; Marco Gimondi llevaba las riendas en la vida y, al parecer, hasta en la personalidad de sus hijos.

Y si algo saca de quicio a los Gimondi, es el pasado.

Aziel Volkov es la mayor representación del pasado de su familia, con sus garras ha decidido sostenerse del presente para poder crearse un futuro donde Luca no está seguro que su familia tenga lugar. La Compañía del Cráneo

—Déjalo entrar. —ordena, colocando los codos sobre el escritorio y entrelazando sus manos frente a él. Le molesta el temblor que hay en ellas, pero no quiere apartar de su vista el reloj astronómico en su muñeca izquierda, le ayuda a mantenerse enfocado en su objetivo.

Aziel ingresa en la habitación, haciendo ruido como siempre. Su grupo de matones detrás de él, esparciéndose por la habitación como un virus, infectando todo a su paso, tocando cada mueble u adorno en el lugar, bromeando y soltando carcajadas que pronto le provocaran una jaqueca a Luca.

— ¡Sobrino! —la voz animada de su tío le hizo estremecerse, a pesar de eso, le sonrió y se levantó de su asiento, permitiendo que Aziel le abrazara con fuerza, palmándole la espalda. Cuando se apartó de él, le sostuvo los hombros y luego tocó su rostro con una mano— La última vez que te vi perseguías a Illya por todo el castillo Telebrog hasta que tu madre los detuvo a ambos y los envió a tomar unas aburridas lecciones de sueco con aquella anciana decrepita.

Luca tensó su mandíbula. Odiaba esa clase de conversaciones cuando la otra persona comenzaba a divagar con estúpidos recuerdos. Volkov pareció sentir su incomodidad, le sonrió y palmeó su mejilla antes de alejarse de su sobrino: —Imagino que a estas alturas no tienes que perseguir a tu hermano en su pent-house ¿verdad?

Luca río ante aquello, llevándose sus manos a los bolsillos y observando a su tío ponerse cómodo en un largo sofá cercano a la chimenea.

—No, no en su pent-house, al menos. —responde Luca— Pero sí debo perseguirle de vez en cuando.

Ante su respuesta, Aziel suelta una carcajada y algunos de sus camaradas también ríen. Sin embargo, eso no parece gustarle, por lo que deja de reírse y los mira como si estuviese a punto de meterles la cara en el fuego de la chimenea. Después de unos segundos, Luca observa con satisfacción a los miembros de La compañía del Cráneo salir rapidísimo de la habitación.

Su oficina permanece en silencio durante un rato mientras Luca le sirve algo de tomar a su tío, quien recibe lo que sea que Luca quiera darle.

—Y la última vez que vi a tu hermano... —comienza, mirando a la nada, casi como si estuviese hablando consigo mismo; toma un trago de su whiskey y se relame los labios. Luca aprovecha ese momento de distracción para observar la apariencia del hombre que no ve desde hace más de cien años. Esta vestido de una manera un tanto desaliñada, su camisa blanca está abierta tres botones en su pecho, mostrando los collares con símbolos extraños que está usando y, sobre todo, el tatuaje de un cráneo que cubre su pecho. — La última vez que vi a tu hermano se estaba preparando para la guerra.

Luca no sabía mucho de ese tipo de conflictos, pero estaba seguro que eso no había sido una guerra. Sino más bien un simple enfrentamiento entre terroristas y los marines americanos; pero entendía por qué Illya y Aziel lo veían como una guerra. Después de todo, Illya asesinó a muchos miembros pertenecientes a La Compañía del Cráneo; Aziel Volkov no olvidaba fácilmente, eso sí que estaba presente en la mente de Luca, no le importaba que su tío afirmase que ya lo había superado.

Aziel se aclaró la garganta y colocó su vaso de whiskey sobre la mesita frente a él: —como sea, hablemos de negocios.

—Aún no lo hemos encontrado —explica Luca rápidamente, desviando su mirada cuando Aziel echa la cabeza hacia atrás, recargándola sobre la pared. —, pero Octavia piensa que nos estamos acercando.

— ¿Y por qué piensa eso?

Luca suspira antes de responderle, está consciente de que lo que va a decirle no será suficiente para él: — Al parecer tiene todo un equipo buscando el libro.

Podía sentir la inconformidad de Aziel irradiando de él, de pronto parece que el mundo se ha detenido y que el silencio se debe a la imponencia de Volkov. Aziel se ha levantado del sofá y ha comenzado a caminar hacia su sobrino, rodeando el escritorio y sus ojos oscuros se posan por cada detalle en los estantes y paredes; Luca no es estúpido, esto es una forma de intimidarlo, le está acechando como un león.

— ¿Sabes algo? —la voz de Aziel es serena pero no ayuda a que Luca se relaje, todo lo contrario. — Me alegra que estés usando ese reloj, tu madre solía llevarlo a todos lados.

—Me lo han dicho mucho.

—Oh, ¿en serio? —su tono sorprendido es totalmente falso, la sangre de Luca hierve ante ello— Me alegra que el recuerdo de tu madre siga tan presente, Luca. Quizá sea una forma de motivarte para encontrar el maldito libro antes de la Luna Negra.

—Aziel, por favor —comienza Luca, casi en un susurro— son solo dos meses para la siguiente luna negra, sé razonable.

—Oh, soy razonable. —responde, una sonrisa mezquina dibujada en sus labios — Soy tan razonable que no te he molido la cara a golpes por ser tan inútil. Soy tan razonable que ni tú ni Octavia han tenido que lidiar con otro evento como el Cipriani, sobrino.

Luca sabe que los tiene en la palma de su mano, así como están conscientes de que si no le entregan el Memento Umbrarum, Aziel y su grupo de asesinos no se tentarán el corazón, seguirán masacrando hasta que el libro les sea entregado. Ese es el "acuerdo" al que Volkov les ha obligado a aceptar.

Pero a pesar de sus amenazas y de temerle al poder que su tío posee, Luca no puede luchar contra su naturaleza desafiante. Ni él ni su hermano están acostumbrados a ser retados de esa manera.

— ¿Quién más lo quiere? —pregunta Luca, luchando por no sonreír triunfante cuando nota la sorpresa en el rostro de Aziel— No te conozco mucho, pero sé reconocer la desesperación. Y tío, tu apestas a ella.

La rabia en las facciones de Aziel dejan a Luca congelado en su lugar; no sabe qué reacción esperar de un vampiro tan iracundo como su tío, pero apuesta a que va a golpearlo o, inclusive supone que va a matarlo. Sin embargo, le sorprende verlo soltar una carcajada —como si Luca le hubiese contado un chiste buenísimo— mientras se aleja de él y le señala con su dedo índice.

—Tienes el buen humor de tu madre ¿eh? —dice entre risas y comienza a caminar hacia la salida, tumbando cosas a su paso, tomando algunas y llevándolas consigo. Como si de un niño pequeño se tratase. — En fin, no puedo esperar a tener el libro una semana antes de la Luna Negra. No nos gustaría otra horrible masacre totalmente previsible ¿verdad, Luca?

Abrió la puerta con fuerza y antes de largarse, se dio media vuelta para mirar a su sobrino y ofrecerle otra gran sonrisa. Como si la hubiesen pasado de maravilla.

—Espero veas pronto a tu hermano —comenta— envíale mis saludos y mis condolencias. Quizá le enviaré una canasta de fruta o algo así. ¡Oh! Pero quizás Illya disfrute más de alguna muchacha dispuesta a entregarle su sangre, ya sabes, como en los viejos tiempos.

—Una canasta de fruta está bien —sentencia Luca, dándole la espalda y con la sangre hirviéndole escucha la risa de su tío mientras camina por los pasillos de la mansión. — Maldito loco.


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