Blood

By Jckgermany

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¿Puedes imaginar a un vampiro siendo doctor? Keyland Blood es un estudiante de Medicina de la prestigiosa Uni... More

Blood
Reparto
Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
LI
LII
LIII
LIV
LV
LVI
LVII
LVIII
LIX
LX
LXI
LXII
LXIII
LXIV
LXV
LXVI
LXVII
LXVIII
LXIX
LXX
LXXI
LXXII
LXXIII
LXXIV
LXXV
LXXVII
LXXVIII
LXXIX
LXXX
LXXXI
LXXXII
LXXXIII
LXXXIV
LXXXV
LXXXVI
LXXXVII
LXXXVIII
LXXXIX
XC
XCI
XCII
XCIII
XCIV
XCV
XCVI
XCVII
XCVIII
XCIX
C
CI
CII
CIII
CIV
CV
Epílogo
Agadecimientos, segundo libro y más

LXXVI

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By Jckgermany

"La hipocresía es la mejor máscara de los mentirosos. Siempre hay una persona tan falsa que ni ella misma sabe quién es en realidad".

El cielo comienza a adoptar un tono anaranjado. Pequeñas nubes se pasean por el techo del mundo junto a algunas aves migratorias que adornan el paisaje. Camino hasta llegar al comedor en un recorrido solitario. El resto de los chicos ya deben encontrarse en el lugar, puesto que las agujas del reloj marcan las cinco de la tarde; hora para la que estaba pactada la fiesta. Escucho levemente una dulce melodía que cada vez se oye más a medida que me acerco al destino de donde proviene.

El edificio del comedor ha sido galardonado enormemente para recibirnos. Telas de color rojo carmesí con detalles negros descienden desde lo más alto de él, además de otros brillantes adornos plateados y dorados que destacan en el gótico inmueble que sirve de comedor. Me acerco a la entrada de éste para ingresar, pero un brazo musculoso me detiene bruscamente. Alzo mi mirada y observo que proviene de un hombre alto, robusto, calvo y de piel morena, el cual viste un traje azulado elegante y lleva unos lentes oscuros. A su lado hay un hombre vestido de la misma manera pero con características físicas distintas. Es de piel blanca rojiza y cabello rubio.

—¿Qué le pasa? —bramo.

—No puede ingresar —me dice con su voz grave el moreno, sin dirigirme la mirada—. Necesita un antifaz. Son órdenes de la señora directora.

—Pues no tengo —contesto con fastidio.

—Debía adquirirlo en la exhibición de disfraces —agrega el otro encargado de la vigilancia de la entrada. Su voz es temblorosa.

Ruedo los ojos y me volteo para mirar hacia el lugar donde el hombre jorobado estaba exhibiendo los disfraces, pero observo que ya no está, como es de esperarse. Lo más seguro es que ha culminado de guardar todos los cajones y estantes en la bodega. Vuelvo a observar a los guardas que están en le entrada del comedor para notificárselos, pero en ese momento observo que hay un antifaz de color negro en una esquina del comedor, camuflándose con el césped que está a su alrededor y siendo opacado por las sombras que le brindan las paredes que le resguardan.

Me resulta un poco extraño que haya aparecido allí, de la nada, cuando anteriormente no lo había visto. Pienso que de seguro alguien lo dejó caer cuando ingresó, o había traído uno más de la cuenta, no sé, realmente no me importa con tal de que con esto pueda ingresar. Me agacho y lo tomo, sintiendo una vibra extraña recorrerme de inmediato. Miro a mis lados y veo que no hay nadie, así que no me preocupo. Procedo a colocármelo y encaminarme de nuevo a la entrada de la fiesta.

—¿Contentos? —les digo con sorna a los hombres.

Éstos me miran de reojo y finalmente me dejan pasar.

—Ahora sí. Que disfrute de la fiesta —habla, sin ganas, el de piel morena. Parece que lo ha repetido con todos los que han ingresado.

—Sí, claro —le contesto con sarcasmo mientras me introduzco en el interior del edificio.

Camino despacio. La oscuridad predomina en el pasillo que recorro antes de llegar al salón principal, pero eso se acaba cuando llego a este último y me encandilo con las distintas luces artificiales de colores que adornan el espacio; típicas en una fiesta, así que me tapo los ojos enseguida. El lugar está bastante lleno, por lo que arrugo la cara y doy un paso hacia atrás, pensando en regresarme y olvidar este tonto asunto de que el asesino esté presente en la fiesta. Odio el contacto físico tan cercano con las personas y me desespera estar rodeado de tanta gente; además, es peor si tomo en cuenta la gran cantidad de sangre que corre por las venas de cada uno de los presentes. Pero, aún así, considerando esos aspectos, decido quedarme.

Parece que el evento de apertura ya ha comenzado, ya que puedo ver a unos bailarines con trajes coloridos sobre la tarima principal, y luego a la directora Teressa uniéndoseles, haciendo su entrada triunfal. La mujer lleva puesto un vestido blanco corto, demasiado diría yo. Se ha rizado su escasa cabellera color miel y lleva unos altos tacones que parecen no dificultarle su baile. Sobre sus extremadamente ruborizadas mejillas, muy cerca de sus labios color rojo sangre, posee un falso lunar de tonalidad negra.

Justo cuando el baile de presentación está por terminar, visualizo a los chicos en una mesa a un costado del salón, así que me les acerco y tomo asiento junto a ellos. Pienso que ya que estoy aquí me puedo quedar un momento, y si no veo nada extraño dentro de un rato, puedo regresarme a mi habitación.

—¿Keyland? —musita con sorpresa una chica que lleva un antifaz rosado. Identifico que se trata de Ámbar gracias a su tono de voz—. ¿Viniste? —habla más emocionada mientras acomoda sus rizos dorados de manera nerviosa. Noto un brillo en sus ojos azules.

—Ámbar, ya te dije que no hagas ilusiones. Keyland dijo que no va... —comienza a decir Keren, pero se da la vuelta y me mira con sus penetrantes ojos verdes, los cuales están rodeados por un antifaz de color negro, al igual que el mío; lo cual me resulta curioso—. ¿Keyland? ¿No era que no venías? —inquiere con sorpresa.

—Sí, bueno... Finalmente me decidí. Tal vez sea bueno distraerme un rato —miento, simulando credibilidad, y creo que lo logro, ya que miro a las chicas muy convencidas y emocionadas.

—¡Ya verás que disfrutaremos como nunca! —exclama Keren—. Será una noche inolvidable —agrega con una voz misteriosa.

Siento un viento gélido repentino.

—¿Ya vieron a la directora? Según ella quiere parecer a Marilyn Monroe por como está vestida, pero ni a los talones le llega con esa...comenta Luck entre risas mientras se da la vuelta y observa a las chicas, enterándose de mi presencia, ya que al parecer no lo había hecho, y frenando su habla para esbozar en sus labios una sonrisa llena de malicia—. Ah, Keyland. Viniste —habla con frialdad mientras me mira con fijeza, especialmente a mi vestuario; cosa que las chicas no habían hecho—. Lindo disfraz —añade, sonriendo burlonamente—. Veo que elegiste el que te recomendé. Te queda muy bien, déjame decirte.

Miro sus ojos azules a través de su antifaz del mismo tono por un momento, tratando de contener mi enojo. No quiero armar un escándalo ni hacer el ridículo en plena fiesta, así que sólo me limito a ignorarlo.

—Para mí se ve bien, y muy guapo —comenta Keren mientras me mira pícaramente, mordiendo su labio inferior—. A pesar de que los vampiros son asquerosos y feos —Mira su propio vestuario, arrugando la cara—, creo que con uno como Keyland dejaría de tratarlos así y sería muy feliz. —Se queda en silencio por un momento—. Pero claro, ¡los vampiros no existen!

—Eh... Creo que lo mejor será que hagamos silencio. —Ámbar se entromete, fingiendo una sonrisa—. Ya pronto terminará la presentación y la directora hablará, así que debemos estar callados.

Inspecciono el lugar con la mirada, viendo fijamente a cada una de las mesas, empezando por la nuestra, específicamente a mi izquierda. Ámbar viste un vestido rosado pastel con detalles blancos de estilo victoriano. Su cabello rubio y ondulado cae sobre su espalda, aunque algunos mechones están sobre su pecho. Posee una corona de flores falsas del mismo tono del vestido, adornando su cabellera amarilla. Parece que se ha disfrazado de una princesa de la antigüedad, o al menos eso deduzco.

Frente a mí, aunque de espaldas, está Luck Faiter, quien posee un traje elegante color azul rey con detalles de color negro y dorado, como los botones del saco, y un pantalón de cuero de tonalidad blanca. La corona dorada que destaca sobre su fino peinado en su cabello castaño me termina de confirmar que se ha vestido de príncipe, o tal vez de rey, según él. Lleva unas botas de color negro que casi le llegan hasta la rodilla.

A mi derecha, finalmente, Keren viste toda completamente de negro. Su vestido parece ser corto, terminando en unos prominentes y puntiagudos picos, y de una tela muy suave y fresca; además, sus carnosos labios se miran tan rojos como la sangre. Su cabello lacio parece estar más oscuro de lo normal y su piel más pálida y blanca que de costumbre. Observo que sus uñas están más largas que las que tenía en horas de la mañana. No sé de qué se haya disfrazado, pero espero que no sea de lo que estoy pensando.

No sé por qué, pero de pronto siento mucha curiosidad por encontrar a Lily; sin embargo, no lo logro a pesar de observar en cada una de las mesas. Tal vez se me dificulte porque los antifaces que los individuos poseen no me permiten observar bien o identificar a cada persona, lo cual me resulta curioso y sospechoso, ya que la directora así lo decidió. Vuelvo a prestar atención al baile, que justamente termina en ese instante con un split de la directora Teressa, llevándose los aplausos de todos, menos el mío, y las carcajadas de burla de Keren. Posterior a ello, la mujer se pone de pie y toma un micrófono para emitir unas palabras.

—Mis queridos estudiantes, ¡sean cordialmente bienvenidos a la Fiesta de Bienvenida de la Universidad Medical Mörder! —exclama con emoción, elevando su tono de voz. Todos los invitados aplauden y gritan de emoción, camuflándose el ruido de éstos con el que emiten unas trompetas—. Como su nombre lo dice, hoy estamos celebrando su ingreso a esta prestigiosa universidad. Hemos preparado una celebración enorme y muy especial, y no es para menos. ¡Ustedes serán los mejores médicos de Alemania! —La directora alza la voz de nuevo, lo que provoca que el salón se llene de aplausos, otra vez—. Tenemos planeadas varias actividades para esta noche. Sé que les gustarán.

—¿Por qué hablará tanto? ¡Ya quiero comenzar a bailar! —Keren se muestra impaciente.

Ámbar le hace señas para que se calle.

—Señora Grace, tráigame el cronograma de actividades, por favor —le dice la directora a la bibliotecaria, pero ésta la ignora, ya que está sumida en sus pensamientos. Ojalá yo pudiera saber qué es lo que piensa—. ¡Grace! —brama.

—¡Ah! —La bibliotecaria reacciona asustada—. No la escuché, mi señora, perdone. Enseguida voy.

Grace sube a la tarima con una tabla de madera, en la cual está prensada una hoja, y se la entrega a la señora Mörder.

—Gracias. —La directora le sonríe hipócritamente—. Primeramente, el gran show de apertura estaba programado para las cinco de la tarde, y ya lo pudieron ver, en el cual observaron mi entrada triunfal. —Se crece—. Segundo, tenemos programada media hora de baile libre. Pondremos música variada de distintos ritmos y épocas que ustedes podrán disfrutar a su gusto. Durante el transcurso se servirán algunos bocadillos, que estarán basados en la deliciosa carne, por supuesto —comenta con excitación—. Posteriormente, en los alrededores del edificio, específicamente en el sector del jardín, habrá varios juegos y actividades muy interesantes. Además, les tendré una sorpresa que evidentemente no les diré. Deberán permanecer hasta que sea revelada si quieren descubrirla. —Sonríe de medio lado de manera misteriosa.

—No me gustan las sorpresas de la directora —musita Luck en tono extraño mientras observa a Teressa Mörder fijamente.

—¿Por qué los dices? —le consulta Ámbar, torciendo los labios.

—No sé, sólo no me da buena espina —añade.

—¡No estés de aguafiestas! —espeta Keren poniendo los ojos en blanco—. Lárgate con tus malas vibras para otro lado.

—Ya, cálmense. —Ámbar los tranquiliza entre susurros.

—Muy bien, creo que todo ha quedado claro, así que.. ¡Qué empiece el baile! —exclama la directora, y de inmediato, los músicos allí presentes empiezan a tocar melodías bastante movidas, pero antiguas para la generación actual; sin embargo, a mí me resultan tranquilizantes y nostálgicas a la vez. Mis padres solían escucharlas en casa cuando éramos una familia completa y feliz.

—Yo quería bailar, pero con esa música nada que ver. —Keren arruga la cara, desparramándose en su silla—. Es que sí. ¿Qué es una fiesta sin trap o reggaetón? —La de cabello negro toma una manzana de un rojo brillante, que estaba en el centro de la mesa como adorno, y le da una mordida. Cuando lo hace, puedo ver que sus colmillos están más afilados, así que termino de convencerme en que ella se ha disfrazado de una vampiro.

—¿Cuando has visto a una vampiresa haciendo twerking? Yo no me la imaginaría —le habla Luck con sorna. Ella lo ignora, apartándole la mirada—. Y tú, Keyland. ¿No has visto a alguna? —pregunta con doble sentido.

Aprieto mi mandíbula y lo miro con enojo. Me contengo para no tirármele encima, ya que no puedo estar golpeándolo a cada rato.

—Eh, Keren. ¿Si pensabas disfrazarte de vampiresa para qué querías broncearte? —le consulta la rubia a la de cabello negro por decir algo en el momento, calmando el ambiente.

—Mi idea principal no era disfrazarme de una mujer vampiro, por si no lo sabías. Lo hice porque no me quedó de otra, ya que era el único disfraz que se acoplaba a mi pálido y aburrido color de piel. —Le da otra mordida a la manzana, rodando los ojos.

—Aún así creo que le debes una disculpa al señor Gärtner. Él no tuvo la culpa de que no pudiéramos bañarnos en la piscina —le dice Ámbar, consternada por lo sucedido.

—Sí, ya veremos. —Keren habla sin importancia—. Lo bueno es que hago pareja con Keyland. —Me mira de manera provocativa.

—Pongamos atención a la música. —Ámbar se entromete, fingiendo sonreír.

Los demás allí presentes se ponen de pie y comienzan a bailar al ritmo de la música. Pasan algunos minutos y nosotros tres nos mantenemos sentados, en silencio, sosteniéndonos la mandíbula viendo cómo los demás se divierten. Empiezo a pensar que ha sido una completa tontera haber venido aquí creyendo que podría sacarle provecho con respecto al tema que me interesa, pero por lo que veo no me ha servido de nada. Tan sólo es una simple fiesta de adolescentes, y adultos, si se suman a lo profesores, que parecen ser los que más se divierten.

En medio de todo el bullicio, dirijo mi mirada a la entrada del comedor, espontáneamente, viendo cómo ingresa en ese momento Mónica con un antifaz color fucsia sobre su rostro y un vestido victoriano de tonalidad negra con detalles del tono de su antifaz. La miro algo nerviosa y temblorosa, mirando constantemente a su alrededor. Parece estar desorientada.

—¿Ésa no es Mónica? —pregunta Luck, señalándola con la mirada y frunciendo el entrecejo.

—Parece que sí —comenta Keren, arrugando la cara luego de mirarla de reojo. Luego bebe un trago de agua.

—¿Estará sola? —consulta Ámbar, preocupada—. Yo pensé que tal vez estaba con Dressler, aunque a él no lo he visto luego de que su padre se lo llevara en las lecciones de Biología.

—Dressler no vino —contesta Luck de repente, muy seguro—. Creo —agrega rápidamente—, ya que no lo he visto.

—¿Por qué lo dices? —le pregunta Ámbar—. Él ya tenía listo su disfraz de Superman y estaba muy emocionado.

—La tía de Dressler murió —les cuento con frialdad, aclarando sus dudas.

—¿De verdad? —Ámbar se mira consternada, llevándose una mano a la boca.

—¿La tal Carmela? ¡Qué pena! —comenta Luck, aunque siento que no lo ha dicho de corazón.

—¡De seguro por eso fue que su padre no nos dejó bañarnos en la piscina! —exclama Keren.

—¡No digas eso! —La rubia la regaña—. Pobre Dressler, ha de estar sufriendo mucho. Y más el señor Gärtner. —Tuerce los labios—. No deberíamos dejar a Mónica sola. Dressler no lo hubiera querido.

—No, por favor, no vayas a... —intenta decir Keren.

—¡Mónica, aquí estamos! —grita Ámbar en medio del bullicio, poniéndose de pie y levantando sus manos para atraer la atención de la chica.

La pelirroja sonríe tímidamente y se acerca hacia nuestra mesa para tomar asiento.

—Hola, chicos. —Sonríe con discreción.

—¡Hola! Nos alegra mucho que hayas decidido venir. —Ámbar se muestra sonriente—. Te estábamos esperando.

—¿Qué dices? —inquiere Keren, desmintiéndola. Ámbar le da un suave codazo con discreción para hacer que se calle.

—Sí, claro, cómo no... —musito con sorna, pero luego recuerdo la petición que me hizo Dressler, así que hago un esfuerzo por soportarla—. Bienvenida.

—Gracias. —Me sonríe con temor, y no sé por qué—. Estoy buscando a Dressler, ¿no lo han visto? —pregunta la pelirroja con una sonrisa que no demuestra nada de alegría.

—Eh, Mónica, lo que pasa es que... —intenta decir la rubia.

—¡Hace poco vi a Dressler por allá, al fondo! —dice Keren de inmediato, señalando hacia un lugar de forma espontánea.

—¡Tienes razón! Yo igual —apoya Luck.

Ámbar los mira confundida.

—Ah, ¿de verdad? Entonces iré a buscarlo. —Mónica se levanta de inmediato y se dirige al sector que Keren y Luck le indicaron—. ¡Tal vez nos veamos pronto! —exclama mientras se marcha.

—¡No lo creo! —le contesta Keren entre risas.

—¿Qué fue eso? —les consulta Ámbar, enojada.

—Ya déjala. Así se distrae un poco. —Keren ríe con burla.

Luego de lo sucedido, dos nuevas personas se acercan hacia nuestro campo. La profesora de Biología, Marie Potter, lleva puesto un vestido blanco, holgado, con flores amarillentas, un antifaz color oro y tiene su escaso cabello blanco despeinado, y el profesor de Química, Mark Dössel, viste una camisa blanca con franjas azules, desabotonada en el sector del pecho, y un pantalón negro. Su antifaz es de color azul. Ambos vienen bailando, abrazados, pero parece que se caerán en cualquier momento, pues su constante tambaleo lo avisa.

—¡Jóvenes! —exclama el señor Dössel con voz ronca, partiéndose de risa luego, de la nada.

Me quedo mirándolo por un momento y recordando lo hipócrita y mentiroso que es. Es un criminal, ya que cometió varios fraudes y robos y aún no ha sido apresado por la policía, y parece que será difícil que lo encuentren, ya que nadie lo relacionaría con dichos cargos tomando en cuenta su ridículo aspecto y personalidad tan falsa.

—¿Por qué no bailan, muchachos? —nos consulta la señora Potter—. ¡Gocen, que la vida es bella! —Estalla a carcajadas.

—¿Están bien, profesores? —inquiere Ámbar, extrañada por sus comportamientos.

—¡Por qué no estarlo con lo hermosa que es la vida! —contesta Marie entre risas. En su mano derecha sostiene de manera temblorosa un vaso de vidrio con un líquido amarillento dentro. El señor Dössel también.

—Creo que están tomados —cuenta Luck entre murmullos luego de analizar sus comportamientos.

—¿Están sirviendo alcohol en la fiesta? —exclama Keren con emoción, pero de manera discreta.

—No lo creo —opina la rubia.

—Porque si es así, yo quiero —comenta la de traje de vampiro con una sonrisa pícara y lamiéndose los labios.

Ámbar le voltea la mirada, enojada.

—¡Vamos, bailen! —exclama la profesora de nuevo, pero ahora acercándosenos—. Levántense de sus asientos.

—¡Mueve tu trasero! —El profesor Dössel intenta hacerme ponerme de pie.

—Agradecería que me suelte —le digo.

—¡Párate tu también! —Marie intenta levantar a Ámbar, que sonríe.

—A ver. Tenemos uno, dos —comienza a contarnos con sus dedos—, tres, ¡cuatro! —exclama la profesora de Biología—. ¿De cuántas personas están formadas las parejas, señor Dössel?

—De dos, señorita Potter —contesta entre risas y de manera tonta.

—¡Exacto! —exclama, tambaleándose—. Formen dos parejas y ¡a bailar!

Los cuatros nos miramos entre nosotros de repente.

—Lo lamento, pero yo no sé bailar —me declino sin pensarlo.

—¡Pues hoy va a aprender! —La profesora me levanta de manera imprevista—. Creo que tú harías pareja con... —Observa fijamente los rostros y el vestuario de los chicos.

—A mí ni me vea —comenta Luck, negando con la cabeza.

Ámbar sonríe de manera tímida, bajando su mirada mientras se lleva un mechón de cabello detrás de su oreja y luego viéndome de reojo. Veo que se prepara para ponerse de pie.

—¡Con la chica gótica, claro que sí! —exclama la casi anciana levantando a Keren del brazo y pegándola a mí, demasiado cerca. Ámbar traga grueso y abre los ojos enormemente.

—¿Gótica? —pregunta Keren con indignación—. Bueno, da igual. Todo por bailar contigo —habla de manera seductora, haciéndome sentir su cálido aliento muy de cerca.

Luck nos observa con fijeza a cierta distancia apretando su mandíbula con fuerza.

—Y ahora, el príncipe y la princesa, ¡arriba! —les indica el señor Dössel a Luck y a Ámbar, dando algunos aplausos.

Ellos se ponen de pie y se miran con confusión. Luego nos voltean a ver a Keren y a mí; ambos con algo de celos e indignación.

En ese preciso instante, los músicos comienzan a tocar Perfect, de Ed Sheeran.

¿Me concede esta pieza, madame? —le pregunta el señor Dössel a la profesora de Biología, posando su mano ante ella.

—Será todo un honor, monsieur. —La mujer acepta sin chistar y ambos se funden en un cálido abrazo mientras se mueven de manera elegante al ritmo de la música.

Ámbar y Luck también hacen lo suyo, aunque no acercan mucho sus cuerpos y bailan de manera discreta sin quitarnos los ojos de encima a mí y Keren, y si las miradas matasen, ambos ya estaríamos muertos.

No puedo negar que la melodía me relaja un poco, ya que es una buena canción, pero el baile no es lo mío. Recuerdo que anteriormente con mis padres tenía largas y divertidas noches de baile. Mi madre intentaba enseñarme todo lo que sabía, ya que ella era una gran bailarina y lo hacía a la perfección, pero por más que me instruyera no conseguía hacerme bailar decentemente. Después era mi padre el que trataba de darme sus grandes conocimientos de cada ritmo que quisiese, pues al haber vivido parte del siglo XIX y XX tenía un amplio conocimiento de la música y demás. Al final, ambos terminaban desistiendo al ver que era casi imposible hacerme bailar —mi padre decía que yo parecía una escoba con pies, por lo que mi madre se enojaba—, y yo tenía que resignarme viendo la elegancia con la que ellos bailaban y el romance puro que brotaba de ambos.

—Keyland.

La voz de Keren me saca de mis pensamientos y me hace recordar dónde estoy, volviendo a la triste realidad. Me doy cuenta de que estoy haciendo el ridículo, ya que algunos se ríen de mi forma tan casual y tiesa de bailar.

—Míralos, a los profesores. —Keren los señala con los labios—. Se ven muy enamorados.

Dirijo mi mirada hacia ellos, y a pesar de que están borrachos, bailan de gran manera.

—Sí, aunque la señora Potter parece la abuela del profesor de Química. —Ambos los miramos, viendo la considerable diferencia de edades. Mark Dössel debe andar por los cuarenta, mientras que la profesora de Biología por ahí de los sesenta.

—Dicen que para el amor no hay edades —comenta la de cabello negro mirándome a los ojos con fijeza—, ni importan las personalidades distintas que tengan —agrega con doble sentido, sonriendo de manera pícara.

Yo le aparto la vista, ya que comienzo a sentirme incómodo. Ella tiene colocadas sus manos sobre mis hombros y yo ni siquiera la estoy tocando. Tengo mis manos rectas, como si estuviera de pie, y haciéndome ver realmente como una escoba con pies y como un completo tonto, así que ella las toma y las lleva para su cadera.

—Debes colocar tus manos en mi cadera, Keyland —comenta entre risas, pero quedándose petrificada al hacer contacto con mi piel, separándose de inmediato—. Eh, ¿te sientes bien? E-estás muy frío —tartamudea, sorprendida y asustada.

—Estoy bien, no me pasa nada. —Trago saliva de manera nerviosa, intentando enfocar mi vista en algún lugar para tranquilizarme, pero mis ojos se topan con su pálido y suave cuello. Se ve tan limpio y perfecto. Es como si estuviese esperando ser cortado en algún momento especial. Siento una gran tentación por clavar mis colmillos en él y succionar la sangre de Keren.

Y en ese momento, por estar enfocado en otras cosas, le majo el pie izquierdo a la de cabello negro.

—¡Auch! —exclama ella.

—Eh, perdón, yo... lo siento —le digo de manera enredada, mirando que de la uña de su pie comienzan a brotar algunos gotas de sangre, haciendo que mi mirada se fije allí, por lo que tengo que apartarme de inmediato—. Keren, creo que esto no está funcionando. —Me separo de ella y salgo del comedor, corriendo, ya que el aroma de la sangre comienza a llegar a mis fosas nasales.

—¡No, tranquilo! ¡Espera! —Ella trata de detenerme, pero no hago caso a sus palabras y continúo avanzando con la mirada de los más curiosos penetrada en mí.

Cuando ya estoy en la zona verde del lugar, me freno y trato de tranquilizarme. Mi sed sangrienta va cesando poco a poco, pues ya no tengo el olor para fantasearme. Puedo oír la música del comedor de fondo mientras me recuesto en una de las desgastadas paredes del edificio. Aprieto con rabia mi mandíbula mientras le doy unos golpes a la pared. Estoy harto de esto. Odio tener ese pensamiento maligno con cada mínima cosa que vea. Los humanos no saben la dicha que tienen de tener un mundo adaptado a ellos y no vivir ocultados de todos, simulando que no existes, donde tienes tentaciones en cada cosa que ves.

Comienzo a llorar en ese momento sin darme cuenta, con mi cabeza recostada a la pared. Al ver unas lágrimas caer al césped proveniente de mis ojos, procedo a limpiarlos para frenar el llanto. Comprendo que no puedo seguir aquí. Pude haber causado un desastre allí dentro. Me doy la vuelta para marcharme a mi habitación y largarme de este estúpido lugar, pero me topo con un hombre de una apariencia extraña que aparece de manera misteriosa y repentina.

—¿Quieres que te prediga el futuro? —me consulta con un acento extraño en su voz, sonriendo.

El sujeto frente a mí viste un traje de mago de color negro con su característico sombrero con una cinta roja. Sus guantes de color blanco me generan un poco de intriga.

—¿Qué dice? —le contesto con confusión.

—Que si quieres que te prediga el futuro. —Vuelve a sonreír.

—No estoy de humor para juegos tontos ni estupideces, así que quítese de mi camino.

Intento avanzar, pero el sujeto me lo impide.

—¿Quién es usted? —Lo miro con enojo y luego observo a mi alrededor.

—No, tranquilo. Esto es parte de las actividades de.... la Fiesta de Bienvenida. —Sonríe de forma falsa tras decir esto último de manera espontánea, o así lo interpreto.

Trato de mirar hacia otro costado del edificio, observando a lo lejos varios puestos en los cuales se están realizando distintas actividades. Y en ese momento, sin darme cuenta, el mago me toma la mano de manera brusca y la acaricia mientras cierra los ojos.

—¿Qué hace? ¡Suélteme! —reprocho mientras intento zafarme, pero no lo consigo. Una gran fuerza me lo impide, aunque no proviene precisamente de él.

El hombre se concentra en sus pensamientos de manera profunda. Se queda en un completo silencio, inmóvil, hasta el punto en que parece una estatua. Y así continúa por largos segundos, lo cual hace que me harte de esperar y me desespere.

—¿En serio cree que yo le voy a creer lo que me diga? —le digo con burla, riendo levemente, pero él no responde.

El mago separa sus párpados, mostrándome sus ojos de color marrón mientras me comenta lo que ha visto.

—Veo... No sé, es confuso —dice, frunciendo el entrecejo—. Hay mucha hipocresía a su alrededor, y mentiras. Veo traiciones, muerte... y sangre, mucha sangre, ¡demasiada!

Doy un paso hacia atrás, intentando separarme de él, pero no puedo. El sujeto misterioso cierra sus ojos por un rato más. Luego de unos cortos segundos, los abre de nuevo, de repente, mostrando dos grandes círculos sobre sus cuencas oculares. Me resulta extraño que su iris, antiguamente de color café, ahora a adaptado una tonalidad roja. El hombre luego despliega sus labios, rodeados por una barba en forma de candado, y comienza a susurrar palabras ininteligibles que parecen ser en otro idioma porque no le comprendo nada, de manera rápida y diabólica, hasta que se frena por un momento y luego ríe como un payaso.

—¿Qué le pasa? —exclamo, alterado.

Y en ese preciso instante, veo cómo la cabeza del hombre estalla ante mis ojos, bañándome de sangre y salpicando todo a mi alrededor, pero en ese instante también escucho una voz que no oía hace mucho tiempo pronunciar mi nombre. Aquella que creía que no era real, que era producto de mi mente. Esa voz misteriosa que tanto deseaba oír para que aclarara muchas de mis dudas y me comprobara que realmente no me estoy volviendo loco.

Esa es, sin duda, la voz de Megan van Hutten.

¡Hola!

Sólo quería avisarles que el próximo maratón de capítulos será cuando lleguemos a las 40 mil visitas. Se vienen capítulos muy emocionantes (al menos yo me emocioné mucho escribiéndolos) y en los que iremos desvelando secretos lentamente hasta llegar al final que cada vez está más cerca... (Sé que he dicho esto muchas veces :v, pero en esta ocasión creo que sí es cercano).

Un saludo para todos. ¡Nos leemos!

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