LXXVII

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"Ten cuidado en quién confías y le cuentas tus problemas. No todos los que te sonríen son verdaderos amigos".

Al darme la vuelta para verificar que efectivamente es Megan quien está hablando, me doy cuenta de que realmente no hay nadie

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Al darme la vuelta para verificar que efectivamente es Megan quien está hablando, me doy cuenta de que realmente no hay nadie. Observo a mi alrededor, confundido, tratando de visualizar si está en otro sector, pero es inútil, ya que no la encuentro. Me frustro al reconsiderar que realmente ella es producto de mi imaginación y que escuchar su voz fue sólo una ilusión de mi mente, y más al comprobar que el supuesto mago que me "predijo el futuro" hace unos segundos tampoco está. Miro mis manos y visualizo que no tengo ningún rastro de sangre sobre ellas realmente, ni sobre mi rostro o vestuario.

¿Me estaré volviendo loco realmente?

Justo cuando me convenzo de que es así y, resignado, intento regresar a mi habitación, una mano fría como la mía se posa sobre mi hombro.

—¿Keyland?

Me doy la vuelta y observo que se trata de Lily. Ella lleva un vestido negro de una tela suave y sedosa, o por lo menos así se aprecia. Algunos lazos pequeños de color rojo adornan el vestuario que deja ver sus pálidas piernas protegidas por unas pantimedias de red, negras, hasta acabar en unos zapatos del mismo tono. En el cuello del atuendo hay algunos detalles de color blanco que me hacen recordar a la vestimenta de las servidumbres de la antigüedad, extrañamente. Finalmente, sobre sus rizos marrones, que están recogidos en una coleta, un infantil lazo, que es del tono de sus labios, destaca de gran manera.

Por un momento llegué a pensar que era Megan y que realmente no lo había imaginado, pero fue una falsa alarma.

—¡Qué bueno que decidiste venir! —exclama de manera sonriente con sus labios carmesí—. ¿Estás bien? —me pregunta, ahora más seria, al ver mi estado de desconcierto.

—Sí, sí —contesto, no muy convencido y aún desorientado por el suceso reciente—. ¿Por qué no habría de estarlo?

—¿Sí, verdad? —Ríe fingidamente luego de fruncir el entrecejo—. Bueno, cambiando de tema... ¿No has visto a mi compañera de cuarto? —consulta, mirando a su alrededor para tratar de ver si la ve—. Ah, cierto, tú no la conoces. ¡Qué tonta soy! —Vuelve a reír—. Es que estábamos bailando con unos chicos —Cuando dice esto me mira a los ojos— y chicas, y ella comenzó a sentir náuseas, así que salió para vomitar, pero no ha vuelto. Y fue hace ya largo rato.

—Qué pena, pero no tengo la más mínima idea de dónde pueda estar.

Lily observa a mis espaldas con fijeza y luego sonríe.

—Seguro debe estar allá, donde se están realizando las actividades. Iré a buscarla. Si quieres puedes acompañarme —sugiere con amabilidad.

—No, gracias —declino.

—Lo imaginé —se dice a sí misma. Después, me observa de pies a cabeza, inspeccionándome de manera crítica—. Por cierto, linda vestimenta. —Sonríe burlonamente.

BloodWhere stories live. Discover now