My wonderwall.

By evelynxwrites

4.6M 257K 24.9K

La inocente y dulce Lenna, logra escapar de las garras de su padrastro tras seis meses de encierro y privada... More

Antes de leer.
My wonderwall.
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Epílogo.

Capítulo 2.

123K 8K 593
By evelynxwrites

Narra Lenna.

El muchacho en la puerta me miraba atónito, esperando a que yo dijera algo o rompiera el incómodo silencio. Tenía el ceño fruncido y parecía percatarse de mi desastroso estado, aunque la luz era escasa en aquel pasillo. Como si eso fuera poco, yo no podía hablar, la decepción que sentía sobrepasaba mis fuerzas y no conseguía hacerme entender. De todas formas, lograba mantenerme parada y eso era un gran hecho. 

— ¿Y... a quién buscas?— preguntó sin entender lo que pasaba. 

—Zac, Zac Bennett— conseguí pronunciar a pesar de mi bloqueo emocional. La expresión en su rostro cambio de pronto, me dio fe.

—Ah sí, Zac. Él no está— el chico hablaba con cierta distancia y algo cortante, lo cual me hacía sentir incomoda, como si estuviera estorbando. 

— ¿Pero vive aquí, cierto? ¿A qué hora puedo verlo?— en realidad yo necesitaba con prisas esconderme en algún lugar, no sabía de algún otro sitio a donde pudiera ir a esperarlo. 

—Viene en... media hora— dijo girando para observar el reloj dentro del departamento. Sonreí un poco, treinta minutos pasarían rápido. 

—Yo... veras...— no me salía explicarle con exactitud y comencé a llorar por la enorme frustración. ¿Por qué tenía tanta mala suerte? Rápidamente me quité las lágrimas y ordene a mí misma no repetir eso, al menos no ante aquel chico desconocido, que además era guapo. Si, guapo. Mi vida era un desastre, no obstante aún tenía la capacidad de percatarme de si un chico era guapo. Aunque hacía tiempo que no veía a un muchacho joven de carne y hueso. 

— ¿Estás bien? ¿Qué onda, quién eres?— cuestionó. Me recordó al taxista, desconcertado y confundido por mis actitudes. 

— ¿Puedo pasar y esperar a Zac? Soy su hermana— respondí sincera. Acababa de conocerme, no merecía hacerlo pasar por un mal momento lleno de misterio. Yo había llegado a interrumpir su día, porque seguramente él antes de atenderme se encontraba mirando televisión o escuchando música o quién sabe qué, pero seguro estaba tranquilo y entonces aparecía yo, una chica devastada, en un momento deplorable para quitarle su paz. Pero al oír aquellas palabras, cambio su actitud repentinamente y abrió la puerta aún más haciendo seña para que pasara. Cuando intenté avanzar, mis piernas flaquearon y otra vez aquel intenso dolor me recorrió entera. De un modo me sentía a salvo, entonces la necesidad de resistir desapareció, la fuerza extra implementada ya no era una obligación. Creí que caería al suelo e incluso me imaginaba humillada sin poder ponerme de pie, pero el muchacho me sostuvo por la cintura y no permitió que terminara tirada como basura.  

—Tranquila, te tengo— mencionó y noté su sonrisa por primera vez. Sus ojos me observaban de cerca, captando en ellos cada detalle de mi rostro. El calor en mis mejillas fue inevitable, pero la vergüenza de que estuviera mirándome en ese estado era aún mayor. Odiaba dar lastima, pero no había forma de evitarlo. Ya era tarde para esconderme o disimular. Con su ayuda llegué hasta un sofá, donde me senté de inmediato dejando descansar mi cuerpo y largué un profundo suspiro. Mi mirada estaba clavada en el suelo, no quería que el joven siguiera notando mi rostro dañado. 

— ¿Quieres tomar algo?— preguntó.

—Un vaso de agua. Gracias— pedí. Tenía la garganta seca y cuando mencionó lo de tomar no dudé un segundo en pedirle agua. Caminó hacia otro sitió, supuse que era la cocina y en menos de un minuto estaba otra vez frente a mí.

—Eh... ¿Y si te llevo a un hospital o llamo a un médico?— interrumpió el silencio, dándome lo que acababa de pedirle. 

— ¿Qué? No— tomé el vaso y bebí un trago largo. Otra vez miré al piso. —Solo quiero a Zac— murmuré despacio y el alcanzó a oírme.

—Lo llamaré ¿sabes? Le diré que estás aquí— sacó su teléfono celular del bolsillo de su vaquero, pero al instante lo interrumpí.

— ¡No! Déjalo, yo... puedo... puedo esperarlo— él asintió, demostrando que entendía mi postura, pero parecía no poder para de caminar de un lado al otro. Creo que mi extraña presencia lo ponía nervioso, sobre todo por las heridas a plena vista, seguido de que yo temblaba y de vez en cuando dejaba escapar algunas lágrimas. Por un momento desapareció por completo de la sala, pero regreso como un relámpago con un botiquín entre sus manos. Se agachó quedando a mi altura y empezó a preparar una gasa arrojando encima de ella lo que parecía ser agua oxigenada. ¿Acaso pensaba ponerme eso a mí? ¡Ni loca! No dejaría que otra persona me tocara de ninguna forma, yo solo quería a mi hermano ahí conmigo, a mi hermano y a nadie más. 

— ¿Me dejas?— buscó conectarse con mis ojos y por un nanosegundo lo logró, pero no tarde en desviar la mirada hacia otro lado. 

—No, no, no me toques— hablé tirando mi cuerpo hacia atrás para alejarme lo más posible de él. Mi voz había sonado temerosa. Él comprendió mi respuesta y tomó distancia.

— ¿Cómo te llamas?

—Lenna. 

—Bien, Lenna. Yo soy Sam— sonrió y al instante entendí que buscaba transmitirme confianza. Hubo un súbito silencio de apenas unos segundos, cortado por un jadeo de dolor, acababa de sentir una punzada en mi rostro, el dolor recordándome que continuaba ahí. — ¿Te duele? 

—Mucho— respondí en un hilo de voz y sus ojos me observaron con más atención.

— ¿Qué tal si me dejas?— mostró su mano sosteniendo aquella gasa, lista para auxiliarme. —No te haré daño, lo prometo— dijo proporcionándome cierta seguridad. Cerré mis ojos y le di pase libre a que hiciera lo que creyera necesario. Comenzó a deslizar la tela empapada por mi rostro, de esa forma sentía que mis heridas se limpiaban y el alivio fue inmediato.  El dolor seguía, pero había disminuido. Me quedé con los ojos cerrados, mientras percibía como Sam inspeccionaba aquellas lastimaduras, sin decir absolutamente nada. Era algo incómodo, porque apenas lo conocía y tenía voluntad para ocuparse de mí. Eso era algo extraño. No conocía a demasiadas personas, pero mi padrastro los últimos seis meses no se cansó de repetirme que si conseguía escaparme, jamás nadie me aceptaría porque nadie quiere una chica con problemas en la cabeza. Por un momento desconfíe de Sam, tal vez tenía malas intenciones o quién sabe qué, pero yo quería ver a mi hermano de todas formas así que por esa razón decidí quedarme. 

—Sé que ni si quiera te conozco, pero deberías ir a un hospital. Te ves mal— al menos aparentaba ser sincero, lo cual era una buena cualidad.

—Ya te dije que quiero esperar a mi hermano— se podía notar a miles de kilómetros el tono debilitado de mi voz. 

—Sigo insistiendo, tienes que ir al hospital o llamaré a un médico.

—No iré al hospital.

—Entonces llamaré a un médico— insistió, lo dijo con tanta seguridad que creía que lo haría.

— ¡No! ¡No quiero que llames a un médico!— busque elevar mi voz para detenerlo. Cuando se puso de pie, lo tomé de su remera y otra vez se agacho para quedar a mi altura. Yo sonaba como una niña caprichosa, de esas que no entienden que están haciendo las cosas mal. — ¡Me meterás en problemas si lo haces! ¿Quieres que me encuentren y me dejen peor de lo que estoy ahora?— el negó, con el entrecejo fruncido. —Bien, si es así ¡NO LLAMES A NADIE!, solo quiero esperar a Zac, solo lo quiero a él...— quise seguir hablando, pero me quedé sin aire y entonces me corté en un llanto acelerado. Sam dejo de insistir, tomando mi rostro entre sus manos, provocando que lo mirase fijo sin poder quitarle la mirada. 

—Entendí. No grites— habló con calma. —No llamaré a ningún médico, ¿bien? Pero tranquilízate, Lenna— se quedó con la vista fija en mí, aún sin soltarme. Me daba la sensación de que esperaba a que yo dejase de temblar. Sam tenía ojos lindos. Eran color café, profundos, tan profundos que desconocen lo que es ignorar, porque siempre lo ven todo. Me miró y creí por un momento, que podía verme por dentro y conocerme entera en una milésima de segundos. Perdida en su mirada tan especial, no pude darme cuenta que alguien abría la puerta del departamento. Ni si quiera Sam lo notó. 

 — ¿Qué pasa aquí?— una voz masculina habló. Aquel sonido que extrañaba tanto oír, era mi hermano. 

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

Continue Reading

You'll Also Like

130K 8.9K 23
Ace no quiere unirse a la tripulación de Barba blanca, no quiere unirse porque su alma gemela está en el barco, trata de ocultarse lo más que puede d...
10.3M 595K 62
❝La vida te va a golpear una y otra vez, no digas que no puedes hacer algo, puedes hacerlo.❞ --- Naima siempre ha sido una buena chica, con notas ex...
64.4K 11.5K 93
Mientras un joven Peter Quill muere lentamente de hambre en una celda de prisión en el barco devastador de Yondu, aparece otra alma y se fusiona con...
26.1K 1.8K 70
Por más de un siglo los vampiros han sido controlados por un soberano, un rey. Pero llega un día en el que cada rey necesita dejarle el cargo a su su...