Oh Riverita, Riverita de ojos que albergan el color de los tiempos, de los tiempos como lluvia sobre los mojados como fuego sobre los que arden.
Riverita del color del sol, de junglas en el cabello y sonrisas como vida de los campos, de mares que azotan y de bosques que engullen y que cubren de verde las praderas y los campos que llenas de flores con la vida que tu creas.
Cielo que brilla y alma que clama la felicidad de este mundo con la creación infinita de tus dedos.
La suerte perecedera de las almas que te rodean, que te siguen y que se queman con el brillo de tu alma. Oh, Riverita de sonrisas del color de la felicidad, que llena, que arde, que alimenta y que crea el mundo de los que son justos e inocentes.
Niño atormentado por la oscuridad del mundo que mancha tus cuadros, joven prisionero de tus instintos misericordiosos, hombre nuevo que perece por el calor del que no le apetece intercambiar el hielo.
Ay, eterno creador de cosas maravillosas. Cosas como tú mismo, como el tiempo de tu bella existencia, no llores por el frío que jamás tendrás, el fuego arrasa más rápido y se transforma y se eleva, cierra el círculo de tu maravillosa existencia.