Gardenia © ✔️ (TG #1) [EN LIB...

By ZelaBrambille

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Novela publicada por Nova Casa Editorial, disponible en librerías de España y América Latina. * * * Tessandra... More

Gardenia ©
GARDENIA EN FÍSICO
¿Dónde puedes comprarlo?
Personajes
Introducción
🦋 Prefacio 🦋
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11 parte I
Capítulo 11 parte II
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo
Extra | Un baile para recordar
Extra | Carta de una mariposa dorada

Capítulo 20

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By ZelaBrambille

🦋


T E S S A N D R A

—No puedo creerlo, simplemente no puedo creerlo, todo es por ti. De pronto llegas y ellos me ven, me escuchan, soy alguien. ¿Sabes cuánto significó esta noche para mí? ¿Tienes idea de lo que eres en mi vida? Oh, Tess, me haces tan feliz. —Dan sale del coche, presuroso, y abre la puerta a mi costado, pienso que me ayudará a bajar; sin embargo, sube. Me levanta de un movimiento. El pelinegro se sienta para llevarme hasta su regazo, sus brazos me rodean como cadenas, luego aspira en mi cabello—. No puedo evitar que lo que siento corra porque quiero amarte con todas mis fuerzas y quiero que lo hagas también tú. Tess, me estoy enamorando como un loco, como un demente de ti.

—Dan... yo... —balbuceo, nerviosa.

Jamás un chico había sentido algo así por mí pues nunca dejé que se acercaran más de la cuenta. Recuerdo esas veces en las que alejé a los chicos sin consideración, para mí era más importante concentrarme en Lili que en cualquier otra cosa, así que no sé qué decirle.

—No tienes que decir nada —dice como si me leyera los pensamientos—. Solo quiero que lo sepas.

Me mira con esos ojos de farol encendido y me devora, sus labios atrapan los míos con maestría, los amasa con lentitud, los lame pidiéndome permiso, me seduce; soy la mariposa y él es el cazador. Nuestras lenguas chocan, se acarician y bailan al ritmo de nuestros suspiros, imito sus movimientos, intentando demostrarle que mueve mi mundo.

Con su mano toma mi cuello y echa mi cabeza hacia atrás para profundizar más, me roba la respiración, los pensamientos, hace que mi corazón palpite. Después de unos minutos su beso se calma, se vuelve húmedo y delicioso, tan delicado que pierdo la noción del tiempo. Hace círculos en mi muslo con sus dedos, juguetea con mi piel sin llegar a nada más, haciendo que mis poros se levanten y un escalofrío me recorra; lo quiero tan mal.

Se echa hacia atrás, su nariz acaricia la mía sin despegar la mirada de mi boca hinchada, la estudia mientras lo observo, podría quedarme así toda la vida.



Me cambio con premura en el bañito del cuarto de mi hermana, me pongo mi pijama de corazones y amarro mi cabello en una coleta alta. Al salir observo la habitación vacía, estoy en el sillón de la pieza de Lili, sin una Lili. Las enfermeras me dijeron que fue al grupo a festejar el cumpleaños de uno de los niños. Podría pasarme por ahí a saludar, pero prefiero esperarlas aquí y preparar las palabras que le diré a mamá.

Escucho risas en el exterior, una sonrisa me divide el rostro al oír a Lilibeth hablando animadamente sobre globos con mi madre, las dos entran al cuarto lanzando una carcajada; al verme sonríen.

—¡Tessy! ¡Fue tan divertido! —Suspira—. Ya estoy cansada.

Mamá le ayuda a subirse a la cama sosteniendo su brazo, la cobija, se queda ahí mientras duerme, simplemente observándola.

—Mamá —susurro, su cabeza se gira hasta que su mirada se encuentra con la mía—, necesito que hablemos.

Asiente en silencio, con su barbilla señala la puerta, así que hago justo lo que dice. Ya en un lugar donde sabemos que los oídos de mi curiosa hermana no la despertarán, habla.

—¿Qué pasa, Tess? —¿Ahora cómo le explico? Ladea la boca y alza una ceja, luciendo divertida—. ¿Es sobre tu nuevo novio?

—¿C-cómo lo sabes? —tartamudeo.

—Hija, las conozco como a la palma de mi mano. Desde que ese chico fue a casa has estado muy extraña, no llegas a la misma hora de antes, es bastante obvio. ¿Estuviste con él hoy? —Doy respiraciones pausadas—. No me molesta, Tessy, creo que es genial que tengas pareja, solo ten cuidado.

—Hoy charlé con su madre, es Helen Adams, ¿te suena? —Niega—. Es la directora creativa de «Kakarú»

Mamá abre los ojos con impacto y da un grito ahogado, suelto una risita, por supuesto que conoce esa casa de moda, creo que incluso tiene la imitación de un bolso de esa marca en alguna parte.

—¿Es real? ¿Conociste a la directora de una de las casas de moda más populares?

—Y vas a morir cuando te cuente el resto, resulta que llevaba puesto el vestido negro con café de rayas, el que me hiciste el mes pasado. A Helen le encantó y me dio esto. —Le entrego la tarjeta con los números de Hele, la mira y frunce el entrecejo sin comprender—. Me dijo que quería hablar contigo, que la llamaras lo antes posible para discutir algo sobre ver tus diseños. No lo dudó cuando se enteró que le habías ayudado con su urgencia de moda el otro día.

Romina tapa su boca y comienza a gritar a todo volumen en medio del silencioso pasillo del hospital, lanzo una carcajada porque jamás la había visto así. Da unos cuantos saltitos haciendo que su cabello rubio se mueva, me toma los hombros para zarandearme con emoción. Algunas enfermeras se asoman y nos piden que guardemos silencio pues hay pacientes que ya están dormidos, pero está tan exaltada que no se da cuenta.

Muerdo mi labio cuando el doctor Callahan aparece en mi campo de visión, solo espero que no nos corran; pero él no se ve molesto, por el contrario, luce feliz.

—¿Sabes cuánto pagan esas casas de moda? ¡Cristo! Si logro esto ya no tendremos problemas económicos, podrás dedicarte solo a estudiar, podremos pagar los tratamientos de Lili, podremos vivir mejor. —Mi madre solloza, una lágrima sale de su ojo, la arrebata con euforia—. Mañana mismo le marcaré. Te amo, hija. —Me abraza y deposita un beso en mi frente, justo en ese instante el doctor de Lili se planta frente a nosotras.

Mamá se tensa, algo que me parece extraño, pero no digo nada. Le doy una mirada a Robert, el cual me regala una cálida sonrisa, señala a mi madre, entonces sé que quiere charlar a solas.

De acuerdo... ¿qué demonios pasa acá?

Aplano los labios para no carcajearme al ver la reacción de mamá, simplemente entro al cuarto de mi hermana y me acuesto en el sillón.

Días después me encuentro caminando en dirección a la cafetería. Estoy distraída, pensando en las citas con los pacientes del día de mañana; pero alcanzo a localizar una cara conocida en las puertas del edificio, no es muy difícil hacerlo debido a su melena roja que parece un gran matorral.

¿Qué hace ella aquí?

Me detengo en seco con la frente arrugada y doy la vuelta ya que no quiero topármela, sin embargo, otro rostro conocido deja mis pies estancados en el suelo. ¿Gordon y la pelirroja que me encontré en el centro comercial?

Los engranes en mi cabeza no dejan de girar, algo pasa y no creo que sea bueno... O tal vez ya me estoy volviendo loca.



El viernes, cuando salgo del club, hay un auto lujoso de color negro y vidrios polarizados estacionado afuera. El alma se me cae a los pies cuando veo a Hebron, el chofer de los Adams, recargado en la puerta. Él me da una sonrisa de condescendencia que lo único que logra es aumentar mi ansiedad. Me quedo en blanco, sin saber qué hacer. ¿Dan está dentro del auto? ¿Cómo mierda se enteró?

Me preparo para lo peor.

—Tessandra Winter.

Esa no es la voz que estaba esperando. Me giro rápidamente y encuentro a George Adams, está apoyado en la pared del bar. Tira un cigarrillo al suelo y lo pisa con su calzado caro. El padre de Dan no se mueve, se queda estático, midiéndome con la mirada, seguro piensa que saldré corriendo en cualquier momento, y la verdad es que tengo muchas ganas de hacerlo.

—Me gustaría hablar contigo unos minutos —dice con seriedad y señala el auto.

Escucho que Hebron abre la puerta, el señor Adams me anima a seguirlo. Mi corazón retumba en mis oídos, él camina hacia el vehículo, todo sucede en cámara lenta.

—Lo que quiera decirme, dígamelo aquí —digo alto y fuerte, aunque mis rodillas están temblando y temo caer.

Me doy la vuelta, él está parado frente al auto, me espera. En las sombras se parece mucho a su hijo, excepto por ese porte de elegancia y solemnidad que trasmite el senador, no se ve como alguien con el que quisieras charlar, no en una circunstancia como esta. George Adams ha sido agradable conmigo otras veces, pero no se me olvida quién es, no se me olvida que tiene poder, lo que podría hacer. Él asiente, despacio, como si de verdad entendiera mi reticencia. ¿Lo hace o toda esa amabilidad es parte de un juego del que no quiero ser parte?

—No deseo hacerte sentir incómoda, lo único que quiero es conversar —insiste y señala el interior de su auto.

No me muevo, cruzo los brazos y lo observo con el ceño fruncido. Él alza las palmas y da un par de pasos, no se aproxima más de lo necesario. El silencio me hace agachar la cabeza, el padre de Dan me observa y yo me siento miserable, no me atrevo a levantar la mirada, pues temo averiguar lo que piensa.

—¿Cómo lo supo? —pregunto en un susurro.

—Es mi hijo, Tessandra, me preocupa su bienestar.

Era obvio que George Adams iba a enterarse, debí suponerlo, debí predecirlo. Un hombre de su calaña lo averiguaría, se encargaría de desvelar cada uno de mis secretos. ¿Qué tanto sabe? Tengo mucho miedo, nunca me había sentido tan expuesta, tan sola. De pronto, siento mucho frío, me abrazo, pero eso no logra calmarme.

—¿Dan lo sabe?

—Eso mismo vengo a preguntarte —responde. Alzo la cabeza y lo miro detrás de la barrera de lágrimas que nublan mi visión. Trago saliva fuerte, tanto que duele, y niego—. ¿Alguien te obliga a trabajar aquí en contra de tu voluntad?

—No, vine aquí por... —Me quedo callada. Si él no lo sabe, no debería mencionarlo, pero él termina la oración por mí.

—Por tu hermana, lo sé.

Doy un paso atrás, envuelta en pánico. Me empieza a costar trabajo respirar, mi garganta duele por el nudo que se aprieta y me ahoga, me deja sin aire.

—Le juro que yo no quiero hacerle daño. —Junto mis manos como si fuera a rogarle, y lo haré. El miedo es tal que me hace temblar, amenaza con desbaratarme—. Le juro que no quiero perjudicar a nadie y que si estoy con Dan es porque lo que siento por él es real. Por favor no le haga nada a mi familia, haré lo que me pida, haré cualquier cosa...

—Sé que eres una buena persona, Tessandra —interrumpe—. No vengo aquí por las razones que crees. Antes que nada, debo disculparme por mi intromisión, mi personal te estuvo siguiendo todo este tiempo. No voy a negar que después de leer tu expediente pensé que lo buscabas por conveniencia, pero luego me recordaste a alguien que fue juzgada injustamente por el maldito dinero, yo no iba a permitir que eso ocurriera de nuevo. Nunca me equivoco con mis impresiones, y el día de la cena me pareciste una buena chica, así que les pedí que indagaran más. Nadie debería sufrir de esa manera, nadie debería recurrir a este mundo tan peligroso siendo tan joven, llegaste a un lugar honesto, pero pudo haber sido distinto.

No sé cómo sentirme ni qué pensar, este hombre tiene un maldito expediente sobre mí, ¿eso es legal? Durante mucho tiempo me encargué de que las personas supieran solo lo que yo quería que supieran, me esforcé por ser discreta, y llegan los Adams a arruinar mis planes.

—Yo no necesito la lástima de nadie.

—No te tengo lástima, al contrario, admiro tu determinación y el cariño que le profesas a tus seres queridos. —Él suspira, su rostro se descompone y creo que se vuelve melancólico—. Danniel y yo somos muy parecidos, aunque él luche todos los días por ser diferente a mí, y puedo entenderlo porque una vez fui así. En un mundo donde todo brilla, es muy difícil encontrar oro, me alegra que Dan lo haya encontrado.

Para mi sorpresa, George Adams me da un apretón en el hombro. Lo miro, confundida. Él saca una hoja doblada del bolsillo de su saco negro y me la ofrece.

—Me enteré de que muchas veces le pediste ayuda a diferentes organizaciones, entre ellas estaba la de Helen, los papeles de tu hermana se perdieron entre tantas peticiones, y no sabes cuánto lo lamentamos. Tómalo como el apoyo que te debimos de haber dado.

Me apresuro a tomarla, en el encabezado hay un logo que reconozco, es un documento del hospital de Lili. Una vez más mis ojos se inundan en lágrimas

—¿Qué es esto?

—Los tratamientos que pagaste serán devueltos a tu cuenta bancaria, y a partir de hoy la organización se hará cargo —dice—. Te lo debemos.

Niego fervientemente con la cabeza.

—N-no, no puedo aceptarlo, ustedes no son los responsables de mis decisiones, no me deben nada porque no era su responsabilidad, ni siquiera sabía que la señora Helen tenía una organización, yo puedo hacerme cargo de los gastos como lo he venido haciendo y...

—Sé que puedes hacerlo porque lo has hecho sola durante todo este tiempo, déjanos hacer esto por tu familia, por ti y por mi hijo.

Me le quedo mirando a la hoja, es una factura.

Mi mente se remonta a aquel día.


Me encontraba perdida entre los callejones y rincones de Hartford, con el corazón roto y el alma desolada caminaba sin rumbo. Lilibeth estaba perdiendo su cabello y ya no tenía cejas, su piel se había apagado, a pesar de que sus ojos seguían refulgiendo con la misma intensidad de siempre.

El tratamiento era costoso, las fundaciones parecían no escucharnos. Se acercaba el día de pago y nosotros no teníamos ni una cuarta parte de la cantidad que teníamos que pagar. Mi madre vendió un par de vestidos, mi abuela materna nos depositó algunos dólares y, a pesar de todo, no alcanzaba el dinero. Estaba trabajando en dos lugares diferentes, aun así, no era suficiente.

Mi turno había terminado y debía volver a casa, ya era tarde, las once de la noche para ser exactos. Me detuvo en una esquina y me cubrí la cara con las manos para esconder las lágrimas que me quemaban los ojos, aunque nadie estaba mirando.

Apoyé la espalda en una pared de ladrillos y me deslicé hasta que terminé en el suelo con las rodillas pegadas al pecho. No quería que ellas me vieran llorar.

Unas llantas chirriaron en el pavimento, levanté el rostro. Era una camioneta que se detuvo con violencia frente a un edificio. Un tumulto de adolescentes se bajó, entraron a un bar, uno enorme lleno de luces de colores.

Me limpié las lágrimas y me levanté. Crucé la calle y quedé frente a un club nocturno. Había un anuncio pegado en la pared, las letras brillaban haciendo un baile hipnótico: «The Garden está contratando. Si eres mayor de veintiún años y buscas un empleo seguro, este es tu lugar. Buscamos meseras y bailarinas. Haz tu audición si crees tener lo necesario».

Tragué saliva, era una locura. No, no podía hacerlo. Me di la vuelta y empecé a caminar con paso decidido, pasos que empezaron a disminuir. Una niña de ojos grises volvió a aparecer en mi mente.

No era una buena idea, pero ¿qué más daba? El mundo ya se estaba desmoronando, no tenía nada que perder. Volví y me detuve frente a la entrada, todavía tenía mi identificación falsa. Dos hombres musculosos vigilaban, mis palmas sudaban por el pánico, solo tenía dieciocho años, me estaba muriendo de miedo. Me acerqué a los guardias que cuidaban las puertas y aclaré la garganta.

—Disculpe, vengo por lo del anuncio.

Señalé la pancarta luminosa, me barrieron de arriba abajo y sonrieron con aprobación.

—Por supuesto, dulzura, espera un poco, informaremos al dueño del lugar —dijo uno de ellos, mientras el otro se daba la vuelta y caminaba hacia el interior. El hombre volvió unos minutos después.

—Sígueme, preciosa.

Hizo un movimiento con su cabeza para que lo siguiera. El lugar estaba oscuro, las luces estroboscópicas salían de todas las direcciones. Había una barra larga y, frente a esta, un escenario donde una mujer de cabello rojo bailaba contoneando las caderas.

El guardia de la entrada me llevó hasta la barra, donde un hombre de contextura robusta me observaba de pies a cabeza, pero extrañamente no me pareció una mirada ofensiva, era más bien un análisis minucioso. El señaló una silla a su lado, la cual ocupé de inmediato.

—Sawnder Smith, dueño de The Garden —dijo al tiempo que me ofrecía su mano.

—Tessandra Winter. —Correspondí el saludo.

Me pidió la identificación, mi corazón latió con fuerza mientras él la analizaba, exhalé todo el aire cuando no notó que era falsa.

—Me dijo mi gente que buscas empleo, ¿has trabajado antes en este ambiente?

—No exactamente, pero aprendo rápido, se lo aseguro.

Sawnder entrecerró los ojos.

—¿Qué área te interesa?

—Podría bailar.

Si iba a trabajar en un lugar así, al menos quería hacer algo que me gustara. Me encantaba el baile, había sido mi pasatiempo cuando era pequeña, tuve que dejarlo cuando mi padre murió y perdimos todo.

—¿Tienes experiencia? Luces muy joven. Las bailarinas son las estrellas de este lugar, ¿has hecho algo como eso antes?

—He practicado baile desde pequeña, podría hacerlo.

Sawnder sonrió, despreocupado, yo fruncí el entrecejo.

—¿Por qué quieres este empleo?

—Tengo necesidades, una hermana enferma, necesito dinero para pagar sus tratamientos, tiene... tiene leucemia.

Aún era difícil decirlo en voz alta.

—Lo siento, Tessandra. Lamentablemente no creo que cumplas con lo que se necesita para ser bailarina, eres preciosa, sin duda, pero no creo que tus clases de baile se comparen con lo que hacen mis chicas.

—Gracias. —Me bajé del taburete y caminé hacia la salida un tanto resignada, pero me detuve de golpe antes de salir. La vida de mi hermana estaba en juego, si quería que recibiera los mejores tratamientos tenía que luchar más. Volví a donde se encontraba el hombre y me paré frente a él.

—Disculpe, pero sé que puedo hacerlo —dije, decidida.

—Como ya dije, lindura, no cre... —Lo interrumpí.

—Póngame a prueba, déjeme bailar ahora sin paga y usted decida. —Sawnder abrió los párpados con sorpresa—. No tiene nada que perder.

Sabía que estaba siendo impulsiva y que probablemente se arrepentiría después, pero estaba determinada. Necesitaba el dinero, necesitaba a su hermana con vida. El dueño levantó su mano derecha y llamó a alguien, una despampanante morena se acercó a ellos.

—Gina, ¿podrías llevar a Tess a tu camerino y prepararla para bailar? Indícale las instrucciones principales, tápale la cara con algo.

La morena me sonrío con calidez y asintió hacia su jefe.

Cuando entramos al camerino, Gina se dirigió hasta un ropero de madera desgastada, y me llamó con su dedo índice.

—Elige lo que te guste, cariño.

Observé todo bajo el escrutinio de Gina, quien me ayudó a vestirme y a maquillarme. Una vez que terminaron, me miré en un gran espejo y abrí los ojos sorprendida, Lucía igual a las chicas que había visto bailar minutos antes.

La morena escarbó en un cajón y sacó un delicado antifaz de tela con brillos en el contorno de los ojos, era una pieza preciosa. Me lo colocó con delicadeza y me sentí protegida de alguna manera.

—Luces fantástica. —Gina esbozó una sonrisa—. No te acerques mucho al borde, debes de hacer contacto visual, necesitas usar el tubo al menos una vez, puedes recoger los dólares del escenario y no dejes de bailar mientras suena tu canción, no importa qué.

Asentí. Salimos del camerino, nos encontramos a Sawnder en el camino.

—Elige el nombre de una flor —dijo él.

—¿Gardenia?

Sawnder probó el nombre, decidió que le gustaba. El joven que hacía las presentaciones se acercó a nosotros, su jefe le dio algunas instrucciones y después regresó al escenario. Di tres respiraciones profundas y dije en mi mente: «Por Lili, es por Lili, solo por Lili». El dueño del local me ayudó a que subiera los escalones.

—Damas y caballeros, hay una invitada en el jardín, una flor muy especial. Cuidado con sus corazones y no despeguen sus ojos de... ¡Gardenia!

Era la hora, avancé hasta el centro y recordé lo que Gina me había dicho.

La canción 'Im a slave for you' de Spears empezó a sonar y yo bailé al ritmo de la música. Subí por el tubo y enrosqué la pierna en él para poder bajar. No quería mirar al público, no quería ser consciente de las reacciones que producía, no se sentía correcto. Cuando la canción terminó, lancé un beso y regresé.

Sawnder estaba boquiabierto, me dijo que más de una persona pidió hablar conmigo después del baile. Ya estaba vistiendo mis jeans gastados cuando entró al camerino para ofrecerme el empleo. Mientras él hablaba en lo único que pensaba era en que quería echarme a llorar.

—Si quieres quedarte, el empleo es tuyo.

Lo miré y sonrío lo más que pude.

—Sí, claro, me encantaría —mentí.

Después de que negociamos los asuntos más importantes, como el día y la hora, Sawnder me pagó, a pesar de que no tenía que hacerlo.

Cuando él salió y me dejó en la privacidad del camerino, me dejé llevar por los temblores de mis piernas. Caí al suelo, sollozando con fuerza y gimiendo, maldiciendo mi miserable vida. Unas manos me abrazaron, de alguna manera aquel gesto me reconfortó, era lo que necesitaba.

—Tranquila, todo estará bien —susurró Gina.

Ahí nos quedamos, en el suelo brillante de aquel famoso club, juntas celebramos con dolor los acontecimientos del día: una nueva flor acababa de nacer.


Muchos se atreven a asegurar que es el camino fácil, pero no, si te duele hacer algo es el camino más difícil que existe. Era una chiquilla que pensó que no tenía otra salida, quizá en ese momento no la había. Mandé cartas a todos los lugares que creí que podían ayudarme, a un montón de organizaciones que nos anotaban en listas interminables de espera, otras simplemente nos ignoraban y, otras, nos rechazaban alegando que no contábamos con los requisitos. Fue horrible.

—Gracias. —Me llevo la mano a la boca, unas cuantas lágrimas traicioneras me mojan las mejillas—. No me voy a cansar de agradecerles.

—Entonces permíteme llevarte a tu casa, ya es tarde, hace frío y seguramente estás cansada. Danniel me odiaría si me atreviera a dejarte en esta calle tan sola.

Accedo a subir al auto que me había parecido amenazante, Hebron me sonríe con calidez cuando paso junto a él. El señor Adams ocupa el asiento del copiloto y me da privacidad para seguir leyendo el documento.

—La gente dice que los Adams son malvados.

—Nos enseñaron a ser malvados. —Levanto la cabeza, George Adams me mira por encima de su hombro con una sonrisa—. Se les olvidó que para ser malvado se necesita sentir algo, y si tienes sentimientos te puedes convertir en bueno.

 

* * *

Muchas gracias por leer, les mando un abrazo fuerte.

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