Inconciliable Destino «South...

By NocturnaIV

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Mystical AU Los Dioses y monstruos caminan entre nosotros, la gente de South Park siempre lo supo, pero jamás... More

Inconciliable Retoño
Inconcebible Azar
Inconciliable Destino
Incorregible Realidad
Incorregible Asir
Incorregible Desuso
Incorruptible Asalto
Incorruptible Desvío
Incontable Redil
Incontable Ascio

Incorruptible Redención

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By NocturnaIV


Damien y él eran diferentes.

No amaban igual, no se expresaban de la misma manera, tal vez fuesen demonios, pero no procedían con patrones similares.

Damien y él no eran iguales.

Sus ojos se posaron en Craig, completamente rendido en el sueño. Cualquier mortal debía encontrar un atractivo como este de forma dolorosa de admirar por demasiado tiempo. La piel ligeramente bronceada, el cabello negro, corto pero lo suficientemente largo en la parte superior para volverse desordenado si era necesario. El rostro alargado se parecía demasiado a las estatuas romanas, a las que vanagloriaban a la masculinidad elegante y nada tosca, pero tampoco andrógina. Tweek acarició la amplia frente de su amante, la nariz alargada y los labios firmes. Lo tocó como si recorriese tierras conocidas, pero siempre adoradas. El sueño de Craig era profundo y agotador. Lo amaba, Tweek lo sabía, lo amaba hasta la agonía y tenía sentido. Ambos habían surgido al mismo tiempo, con los mismos deseos y el mismo propósito. En el momento en que habían surgido su propósito había sido estar juntos. Lo amaba. Lo hacía de forma tan natural como respirar o necesitar beber algo helado en un día caluroso. Simplemente lo hacía, sin segundos pensamientos. Pero amarlo era lo mejor y lo peor que los humanos necesitaban, así que, si tardaban en encontrarse, era irremediable que la sociedad se doblase y luchase para que estuviesen juntos. En cada reencarnación necesitaba entrelazar sus caminos. Los humanos necesitaban la lluvia para vivir, la invocaban con danza y música que recreaba el sonido de los truenos para atraerlo, pero también podían terminar perdiéndolo todo si la intensidad del amor que se profesaban en la tormenta perdía el control.

Ahora que sabía la verdad de quienes eran, no le extrañaba que todo South Park hubiese conspirado para juntarlo con Craig, estaba en su naturaleza mortal.

Otros en su lugar cuestionarían sus sentimientos al saber que eran comandados por algo superior. Pero Tweek había vivido demasiado, el amor que sentía por Craig era de las cosas que en lugar de debatirlas las festejaba. Aunque llevaba poco tiempo de regreso al plano mortal, sentía su vida demoniaca como algo distante. Si, era un imp, pero lo que había vivido en el Infierno se empequeñecía fácilmente al sentir que la mano de su pastor estaba ahí para tomar la suya cuando la deseara. Entre más tiempo compartía con Craig, más sentía que esa era su única vida, la que realmente tenía sentido, con él a su lado, protegiéndose y velando por el otro. El propósito de ambos para no ser separados era irremediablemente e irrevocablemente natural. Lo amaba con ese tipo de intensidad. Cuando los alejaron en la infancia, lanzándolo como un cordero al sacrificio, solo habían iniciado una serie de eventos catastróficos. Porque era natural que Craig hiciera lo que fuese para recuperarlo, porque era irremediable que él usara todas esas cosas en su infancia fueron consideradas debilidades y volverlas sus mejores armas.

Pero eso no lo hacía igual que Damien.

Si, era consciente que su naturaleza demoniaca intervenía en sus acciones, que la ternura o calma que debía proporcionarle el amor no lo alcanzaban. Él amaba como un demonio, con el cuerpo y lleno de deseo. Aun cuando se alimentaba con gula del alma de pecadores, siempre terminaba escabulléndose para enredarse entorno a Craig, para besarlo hasta que sus afilados dientes lo lastimaran, sus garras se aferraran a él, sus alas los ocultasen de cualquier realidad y se desbordase de placer. Esa era la forma de amar que su naturaleza demoniaca tenía y a Craig no le molestaba, lo adoraba y se ajustaba a él. Porque así era el hombre que amaba, capaz de erguir un matadero para él y saber que el tiempo de acurrucarse y ver televisión había quedado atrás, que ahora todo el amor que había se reflejaba en la piel.

Pero era diferente a Damien...

Y como para probarlo se estiró sobre la cama, completamente desnudo, admirando el cuerpo de héroe romano y hombre de fe que descansaba junto a él y solo besó su frente. Lo amaba. El aroma a palo santo y lavanda se había impregnado en la piel de Craig, en el cabello negro y hasta en las pestañas masculinas, seguramente por la última liturgia que había realizado antes de reunirse con él en la privacidad de la alcoba. El aroma le recordaba a su infancia, a ese tan lejano tiempo en que aún había sido humano, con padres que creía lo amaban y una vida relativamente simple. Le recordaba al tiempo en que de niños se acurrucaban en su cama armando alguna nave espacial con legos. Si, podía amarlo con dulzura. Tal vez haciendo un esfuerzo, controlando a la bestia que simplemente se despertaba ante la dicha de saberse amado.

Craig abrió los ojos de golpe, mirándolo. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, porque así era su novio, en un segundo dormía pesadamente y luego parecía que alguien había empujado el botón para despertarlo y pasaba a la vigilia inmediata como un robot. El tiempo solo había perfeccionado eso en Craig, estaba constantemente alerta y en parte parecía ser porque sabía que en cualquier momento las cosas podrían cambiar. La mano de Craig se cerró en su nuca y lo atrajo a él, abrazándolo, empujándolo y atrayéndolo hasta ponerlo sobre él. Tweek parpadeó extrañado, porque su novio lo estaba abrazando con firmeza y necesidad. No había debilidad en la acción, parecía estarle ordenando que se quedara con él o sería capaz de destruir todo. Tweek sonrió y lo abrazó también, deslizó sus alas entre el colchón y la espalda de su pastor, enredó su fina cola demoniaca por las caderas de Craig y se enterró en el cálido cuello, respiró hondo y se permitió sentir.

Nunca doblegaría a Craig hasta el punto de confundirlo. Jamás lo heriría por ser un individuo además de su contraparte. Por mucho que se necesitasen el uno al otro, no podría amar a Craig como Damien amaba a Pip, destrozándolo, destruyéndolo y fragmentándolo hasta que su esencia misma estuviese bajo sus garras.

- Recordé como moriste... -explicó Craig, besándole el hombro, como si necesitara confirmar con cada sentido que estaba ahí- Vidas atrás... apenas lo recuerdo ahora, pero fue tan espontáneo e inesperado que la realidad perdió sentido. Eso fue peor que una muerte esperada, porque no estaba preparado para dejarte. Nunca estoy preparado para que la mortalidad nos aleje.

- Jamás se vuelve fácil. –aceptó Tweek, abrazándolo con más protección- Estas mentes humanas apenas pueden con los recuerdos de una vida. Así que olvida... deja que el pasado quede atrás. Recuerda que siempre nos volvemos a encontrar.

Craig asintió, darle sentido y lógica a las cosas lo ayudaba a recordar quien era. Pero aun así Tweek no podía culparlo, él también era presa de esos recuerdos pasados, entre más fuertes se hacían, sus mentes se expandían para dejarlos ver los caminos pasados y con ellos cada emoción vivida.

A veces era agradable, si se concentrada en el primer beso que tuvieron, una lluvia de recuerdos caía, la mayoría positivos y dulces. Tantos besos diferentes, tantas emociones similares de reconocimiento y emoción. Labios suaves, besos intensos, bocas rígidas y encuentros de un parpadeo, besos robados o acciones como respuesta a una declaración. El beso de unos niños demasiado pequeños para saber que era un beso o el sello que venía después de una ceremonia nupcial. El beso a un pretendiente, a una antigua aliada o a una persona desconocida. Primeros besos tan diferentes pero que podía recrearse con ellos si necesitaba calmarse.

Pero en ocasiones no podían controlar qué revivían sus mentes y a veces era difícil salir de esa memoria y recordar que solo era eso. Tweek aún no había tenido que experimentar esa experiencia de imágenes mortuorias del pasado, pero por alguna razón Craig se encontraba fácilmente con esas memorias, en especial cuando dormía, despertándolo bañado de sudor o tan angustiado que Tweek solo podía abrazarlo para recordarle que seguían juntos. Ahora eran solo los dos, en una amplia cama sin ventanas dado que la mayoría de habitaciones estaban debajo de "Teo Templo", en los subniveles de lo que fueron laboratorios. Solos, protegidos entre los brazos del otro, aferrándose el uno al otro. Aun no perdían, seguían con vida y harían lo que fuera para evitar sumar otro recuerdo trágico y reiniciar el juego desde cero.

El líder de los teoístas respiró hondo, recordándose quien era en ese momento, que vida estaba viviendo, que lucha estaban llevando.

Y recordar todo eso solo hizo que se aferrara con más fuerza a Tweek. Porque tenían mucho que perder.

El corazón del demonio se partió ligeramente, quiso disculparse, aunque no fuese su culpa. Pero no sabía cómo calmar el dolor en el corazón de su novio. A los pies de una posible guerra, bajo el yugo del Infierno, lejos de sus envases como Dioses, estaban atrapados en la incertidumbre. Pero Tweek era quien corría más peligro, quien podía ser arrastrado de regreso al Infierno si se descubría qué estaban planeando. Sinceramente él tampoco deseaba eso, no quería apartarse de Craig, se sentía desorientado y deshumanizado sin él. Algo que también le pasaba a su novio, quien se volvía demasiado indiferente, retomaba la actitud de un Dios que no sentía el peso de miles de vidas humanas de la misma manera que una persona no parpadeaba si mataban a una hormiga. Ambos se necesitaban, para ser benevolentes, para ser despiadados, para ser lo que tuviesen que ser frente a las circunstancias en las que se encontraban.

Tweek se sentó sobre el vientre desnudo de su pastor, dejó sus alas recogidas y se inclinó sobre el cuerpo masculino. Craig estiró las manos y lo acarició. Lo sintió en sus pómulos, en el contorno de sus ojos hasta llegar a sus cuernos. Inmediatamente cerró los ojos, sintió como estos se erguían y dejaban de estar pegados a su cráneo para no herir a nadie, para no lastimar a Craig cuando dormían juntos. El cuerpo de los demonios era vicioso, eran sensibles en partes excesivamente curiosas. Los cuernos, por ejemplo, debían ser solo huesos ¿No? Insensibles, como lo eran en los animales, pero había una sensación agradable que no radicaba en el tacto, sino en el alma. Cuando Craig deslizaba los dedos por sus rojizos cuernos la sensación fue similar a una gota fría bajando por su espalda. Agradable, estremecedor, con un toque sorpresivo.

- La Salvación tiene cuernos para alejar a los enemigos... -meditó Craig.

Los dedos bajaron a sus alas, a la sensible y casi translúcida membrana de hada. Él se estremeció hasta erizarse. Tweek podía sentir las venas que irrigaban sus alas palpitar ahí donde su novio lo tocaba. La forma en que lo acariciaba y llegaba a los huesos delgados que lo sostenían lo estremeció, le recordó lo frágil que podía ser.

- La Salvación tiene alas para llegar a los suyos, ahí donde estén. –continuó el pastor.

Ahora tocó su fina cola, desde su coxis como algo completamente fino y tan largo como una de sus piernas pero que terminaba en forma triangular. No, en realidad no, si se miraba bien era ligeramente como un corazón. Rojo. Muy Rojo. Craig acarició la punta, creó la presión justa con el pulgar, incitándolo. Desde el centro a la punta y de regreso a la base. Él se arqueó, sintió las alas abrirse lentamente y se encontró observando el techo con la respiración pesada, las mejillas sonrojadas y los labios embriagados.

- Pero esta cola... -meditó Craig y la jaló.

Él jadeó.

- Esta cola no tiene redención, es pura blasfemia y seducción. –sentenció el pastor antes de apoyar el cuerpo sobre los codos- Bien oculta bajo el ajuar de abadesa.

- Podría desaparecerla... -murmuró Tweek, mirándolo hacia abajo, sintiendo el aire caliente entre ambos- Soy un imp, cambio de forma. Yo haré lo que sea para congraciar a mi pastor. Mi cuerpo puede adaptarse, lucir más joven o mayor, masculino o femenino, humano, demoniaco o angelical, crear la ilusión que desee la cabeza del "Teo Templo" –se inclinó del todo, hasta que su lengua saboreó los firmes labios bajo él- Podría ser ambas, tener pechos voluptuosos que tocarías y me poseerías como a una hembra, pero también tus manos me estimularían como a un macho hasta hacerme correr o podría ser ninguno, sin erotismo, pero sirviendo solo a tu placer, sirviendo solo a tu cuerpo. Podría ser lo que desees.

Ahí estaba, la diferencia absoluta con Damien. Él era capaz de cambiar, de adaptarse, de dar todo su arsenal, divino, humano o demoniaco por Craig, sin exigirle que hiciera lo mismo, pero sabiendo que también lo haría.

- Por muy erótico que todo eso suene... -respondió la voz inflexible y neutra de su novio- Siempre estaré complacido contigo, Tweek. El niño que fuiste, el hombre que eres y el ser que siempre has sido. Me complaces.

Y era capaz de cambiar porque sabía, confiaba y vivía con la certeza de que Craig no lo tenía prisionero. Ambos eran parte de algo, de igual manera, al mismo nivel. Ninguno verdaderamente estaba al servicio o esclavitud del otro.

Si, su amor era demoniaco, sexual, intenso y corrupto. Pero era amor sincero, ciego, vivo e inquebrantable. Y Craig lo amaba así, lo aceptaba de esta manera, le daba lo que necesitaba y era capaz de hacer lo que fuese por tenerlo a su lado.

Pero el tiempo corría en su contra.

Tweek sonrió, podría pasar otro puñado de siglos en el Infierno con tal de encontrarse con su pastor. Muy lentamente, como el depredador que asecha a su presa, se inclinó y besó despacio a Craig, probó lo que era suyo. Su mano se estiró, tuvo que esforzarse para mantenerse sobre su novio a la par que tomaba el celular del mismo en la mesa de noche. En ese mismo segundo la alarma del aparato comenzó a sonar, "Stars" del grupo The xx, con sus tonos lentos y graves. Solo Craig podría usar eso como una alarma. Ambos se separaron y él silenció la alarma, bajándose de su novio. Este ya no se extrañaba que Tweek pudiese anticipar cosas así y simplemente se encaminó al baño privado de la habitación, donde se dispuso para los servicios de la mañana que el "Teo Templo" tenía. Tweek esperó, tomó una forma humana, sintiendo como se replegaba su ser, en ese momento, luciendo como un muchacho que apenas había alcanzado la mayoría de edad y se sintió un poco humano.

Una cama desordenada, manchas diminutas de sangre donde sus garras se habían excedido en la pasión, la ropa de un hombre mayor dispersa sin desorden, pero si con despreocupación. Craig tenía treinta y tres años, se recordó, había crecido para ser un líder, un vocero y un guía o por lo menos eso hacía creer al resto. Tweek lucía como un muchachito obnubilado por un hombre maduro. Eso le dio gracia. Craig volvió a la habitación completamente desnudo, con la toalla colgando de su cabeza y hablando por teléfono. Sus ojos lo siguieron, a pesar de conocer ese cuerpo a la perfección. Lo vio vestirse, volver al pantalón bien planchado y la camisa formal, todo de negro, como en un eterno luto. O mejor, como un tributo a la noche, aquella que vigilaba las pasiones y los secretos.

- ...volveremos mañana. –continuó Craig- Tricia, dile a Kenny que deje de hacer escándalo, apenas te escucho.

No... la semana pasada habían estado en Alemania, había hecho para el templo de Tricia todo el show de la Salvación descendiendo frente a sus fieles. Y aunque podía aparecer y desaparecer en un parpadeo, prefería hacer el viaje junto a Craig, aunque eso implicase horas de vuelo. Pero su hogar era South Park, había nacido ahí, había vuelto ahí y su fuente de alimento surgió en ese pueblo. Al final siempre volvía.

- Solo nos quedaremos poco tiempo. –advirtió Craig en el celular- Voy a mover a Token como líder del "Teo Templo" en Asia, hemos encontrado unas instalaciones perfectas en Borácay... No, queda en Filipinas. -se detuvo, escuchó y luego negó- Si, sé que Tokio es la ciudad más habitada de Asia, pero Japón es principalmente atea. Además, prefiero instalar las centrales de "Teo Templo" en ciudades abiertas a la diversidad e igualdad. –esperó un momento, oyendo a su hermana- Necesitamos estar acentuados en Asia, es el único continente que nos falta.

África había sido relativamente fácil, en el momento en que se habían dedicado a las áreas humanas y los tratos con los líderes armados, la gente había escuchado. El resto de América se había dispersado fácilmente, Europa les abrió las manos fácilmente y Oceanía había ido de la mano con América, de forma excesivamente natural. Los beneficios de ser una religión era que se adaptaban, podían ir de la mano de la política o soltarse completamente de la misma. Pero Asia era un continente rico en religiones variadas, pero principalmente en budismo y recientemente en judaísmo. Tweek estaba preocupado, había intentado contactarse con Buda, pero este parecía haberlo rechazado. Además, la idea de que Eric Cartman había tomado su religión para refugiarse lo asqueaba. En la infancia había sido budista y como demonio se había sentado junto a Buda hablando de libros, debatiendo sobre el equilibrio, pero ahora que había vuelto parecía que había perdido a su antiguo amigo.

- Dile a Kenny que lo llamaré más tarde, tengo un trabajo para él... -Craig se detuvo y lo observó, pareció recordar algo porque se aclaró la garganta- ¿Tricia...? ¿Cómo estás tú?

Aun a esa distancia pudo escuchar la risa de la menor de los Tucker, burlándose del torpe hermano mayor que luchaba por demostrar interés en la vida de ella. Pero al parecer contestó, porque Craig asintió con solemnidad, sin realmente aportar demasiado, pero oyéndola, haciendo preguntas precisas y frunciendo el ceño a veces. Pero la llamada terminó con una buena nota, porque su novio lucía satisfecho.

Tweek se estiró, doblándose hacia atrás, sintió el cuerpo relajado, flexible y con una familiaridad depredadora y perezosa.

- ¿Vas a bañarte? –consultó Craig.

Él negó y en su lugar se levantó, movió la mano como si fuese un ilusionista ocultando una carta ganadora y su piel se limpió, totalmente refrescada y perfumada. Su cuerpo se cubrió con la ropa de abadesa, con tacones alto, la túnica al cuerpo y el corte en la falda.

- A veces pareces un felino evitando las duchas. –comentó Craig.

- Prefiero bañarme contigo en la noche. Una ducha larga y un tiempo en la tina. –lo miró- Arreglarme con magia es más rápido y puedo seguir contigo un poco más.

Tweek se movió al espejo que estaba a un lado de la cama y apoyó las manos en su cintura, la hizo más estrecha, moldeó su figura en algo más andrógino, el rostro en algo más dulce. La apariencia intermedia de una división binaria. La ropa cubría su cabello, pero dejó que un par de mechones quedaran a la vista, sus rojizos cuernos volvieron a ser pequeños, apenas visibles y el velo negro le dio el aire de una novia en luto. El demonio parpadeó, los ojos rojos cambiaron a verdes esmeraldas, las mejillas tenían suavidad y sus labios dejaron la hinchazón de la pasión para tomar el color suave de la incitante promesa.

Cuando había sido niño las chicas asiáticas le dejaron en claro algo, que era lindo, bonito. No guapo como Craig, no atractivo como Kenny, pero lindo. Dulce como un postre esponjoso, suave como un muñeco afelpado. Algo que estrujar, querer y mimar. La idea se le había quedado en ese entonces como un hecho, cuando jugó a los superhéroes, él consideraba que Craig y él eran esos "chicos lindos", la acción que encandilaba o enternecía a la gente.

Pero ahora... era como un hada, con la apariencia de la juventud eterna y la belleza de lo indefinido, mientras Craig era gloria masculina pero no amenazante, poderío frío, pero no doloroso, el atractivo de los Dioses Romanos en sus estatuas; él era un hada, un Dios, un ser etéreo, dulce y confiable.

Un tirón jaló de él desde algunos niveles por debajo. Si fuese un animal sería el aroma de su presa, pero en realidad era la presencia de Red que afiló sus sentidos. Tweek le lanzó una mirada a su novio y salió de la habitación. Ambos tenían cosas que hacer. El recorrido hacia el ascensor fue silencioso y solitario, podía sentir al resto de teoístas que habitaban ahí y que ya se movían, sus almas dispersándose como hormigas en una colmena. Luego estaban los prisioneros, el alimento para su parte demoniaca. Pero aun así su instinto lo empujaba más abajo, a la presa mayor. En realidad, podía sentir a cada teoísta en todo el mundo, pero entre más cerca estuviese a sus almas, más fácil podía leerlas.

El ascensor se detuvo y se encontró con Mike, este lo repasó con cierta sorpresa.

- Te ves más joven, demonio.

- Tú nunca cambias, vampiro.

Atascado en los inicios de los veintes, el hombre seguía siendo alto y elegante, una imagen casi romántica de cómo debían ser los hijos de la noche. Mike lo miró con intriga, seguramente meditando cuánto podía cambiar su apariencia física, dado que ahora lucía más joven, pequeño y andrógino. Si algo se le ocurrió, no dijo nada y entró. Como la última vez, la alta figura del vampiro ocultaba a Pete, uno de los pocos que se mantenían humanos de las personas de aquellos que conoció en su infancia.

- Así que ahora eres visto como un Dios. –saludó el gótico.

- Uno que asesina y requiere sacrificios. –comentó con frialdad Mike.

Pete sonrió.

- Entonces eres mi tipo de Dios.

Él sonrió, el ascensor siguió descendiendo. Mike olía a sangre, de seguro estaban haciendo una ronda matutina de los prisioneros ¿Sería solo Mike el que se alimentaban de estos o entraban a las instalaciones otros vampiros? Eso debería preguntárselo a Craig. Pete parecía un agente constante que tenía sentido dentro de sus dominios, como el intermediario de espíritus en su sed de venganza. Las puertas se abrieron en un piso amplio, con jardines falsos que antes habían sido el habitad de criaturas alteradas genéticamente. Tweek hizo un gesto de despedida y vio el ascensor subir, pudo escuchar a Mike algo tenso pero las palabras quedaron lejos.

Los jardines del "Teo Templo", esos jardines subterráneos, habían sido ambientados con diferentes estilos, sacados desde varias partes del mundo gracias a los reguladores de temperatura y humedad en cada sector. Lo que antes fue un piso de experimentación, ahora era una zona recreativa. Tweek pasó un jardín con tulipanes y césped bajo, frente a este había uno con arbustos y árboles podados con diferentes formas de animales y criaturas mitológicas, junto a este había uno que se enfocaba más en estatuas y fuentes, un estilo parisino romántico y humano, mientras que en el lado contrario podía ver pozos y lagunas, puentes y naturaleza salvaje, llena de vida en donde la mano humana parecía haber surgido solo para tener dónde pisar y no para imponer nada, al final estaba un jardín con la escala pequeña de un laberinto lleno de rosales, pero Red estaba frente a este, lleno de flores de colores y fuentes, el estilo era bajo y calmo. Tweek entró al ambiente aclimatado pero seco, el sonido del agua era tranquilizador y musical. Red se había sentado a los pies de una fuente, su vestido negro se estaba empapando en el borde de la falda, pero parecía indiferente a ello, sus alas estaban recogidas de forma incómoda. Quiso tener empatía, pero solo obtuvo comprensión. Ese era un error común de quienes no habían nacido con alas y llevaban pocos años usándolas. Aun se sentaban como humanos e intentaban hacer todo como tales, cuando sus extremidades eran de aves y había que tomar cierta inspiración de los mismos. Red lo miró, un poco sorprendida por su apariencia totalmente humana e inofensiva. Tweek sacó de su bolsillo las esposas doradas.

- ¿Puedes verlas? –consultó, sentándose junto al ángel caído.

- Veo dos pulseras.

Lo imaginó. Solo porque él estaba sosteniéndolas era consciente del poder mágico que conectaba ambos grilletes como una cadena. No creía necesario llegar al extremo de Damien como para abrirse la piel, rasgar su carne y fundir un grillete a sus huesos. Los secretos más grandes eran los más fáciles de delatar. La mejor forma de ocultar algo era a simple vista.

- ¿Qué parte de ti deseas unir a mí? –preguntó Red- ¿Craig no se pondrá celoso por esto? –bromeó.

La estaba conociendo, el ángel caído usaba el humor para enmascarar sus dudas, lo sola que estaba.

- Él sabe que le pertenezco de una forma que ustedes no entenderían.

- ¿Los ángeles caídos...?

Los mortales.

- Voy a usar mi muñeca izquierda para esto, -explicó Tweek- pero tú puedes escoger cualquier extremidad y no me sentiré ofendido. –extendió una de las esposas.

Red tomó el objeto dorado, parecía demasiado grande en sus manos. En el segundo en que Tweek ya no sostuvo ambos grilletes, dejó de ver la cadena que los unía. En su mano solo había una pulsera, tal vez una tobillera, definitivamente una esclava. Red giró el objeto frente a su cara, parecía seguir el ritmo relajante de la fuente atrás de ellos en sus movimientos. Ella era elegante, un regalo de rojo, porcelana y oscuridad. Los ojos de Tweek se posaron en el cinturón morado que rodeaba su figura, no era la primera vez en que pensaba si aquello había sido un regalo de Wendy, se parecía al color que esta usaría. Pero por precaución posó la mirada en otro lado, en las pestañas cobrizas de la mujer, en lo fantasmal que lucía a su lado.

Así de cerca era fácil escuchar al demonio en su interior. La sensación era fascinante ahora que podía distanciarse de la misma. Como demonio había un deseo violento y perverso que se alimentaba por la presencia del ángel caído. No creía que un demonio promedio pudiese soportarlo. Red lo miró con ese brillo anhelante, como si esperase que él la invitase a que cayera en sus brazos. Para él era mucho más lamentable tener ese tipo de deseos tiernos y amorosos por alguien que solo deseaba destruirla. La maldición de los ángeles caídos era trágica, romántica y perversa, digna del Cielo.

Red aun así lucía dudosa y con obvia razón, le estaba pidiendo un salto de fe con ese vínculo. Pero ¿Quién mejor que un ángel, aún uno caído, para algo como eso?

Tweek tomó la esposa, la deslizó por su mano y cuando llegó a su muñeca se ajustó en tamaño, cerrándose como una mano fría. Por instinto metió un dedo entre el metal y su piel, confirmando que no era algo incómodo. Damien había necesitado cuatro de esas para controlarse con Pip. En teoría él no necesitaba ninguna, podía apoyarse en su divinidad. Pero no le dijo eso a Red.

- Usar esto anulará nuestros instintos. –le recordó- Nos volverá aliados.

Ella asintió, pero mantuvo la esposa en las manos, sin realmente decidirse. La duda seguía ahí, podía leerla. Tweek estaría igual si fuese humano "¿Esto es una trampa? Definitivamente es una trampa. Este es un demonio". No la culpaba, Red no era tonta, se aliaba con quienes le convenía y jugaba con las cartas que tenía. Craig le había explicado que los ángeles caídos no eran tantos como los celestiales, pero fácilmente serían miles. Un número respetable.

- ¿Cómo reclutas a los tuyos? –preguntó Tweek- ¿Puedes tomar humanos y volverlos ángeles?

Ella negó.

- Al igual que Lucifer, al revelarme de mis obligaciones fui considerada soberbia y fui rechazada. El cambio fue inmediato, me transformé tan rápido, pero fue... natural. Eso fue totalmente diferente a cuando fui convertida en ángel, el cambio fue difícil de aceptar entonces, pero lo que soy ahora... fue como si siempre lo hubiese sido y por fin lo podía ver. –meditó Red- El arcángel Miguel me miró con sorpresa cuando me volví un ángel caído, recuerdo como sus ojos se llenaron de negación.

- Natural... -Tweek miró sus manos humanas y dejó que las uñas se curvaran y volvieran a ser garras- Cuando mi padre me entregó a ese demonio, lo sentí igual. –habló suavemente, como si estuviese recordando algo muy antiguo- Al pisar en el Infierno todo mi cuerpo se reveló, mi mortalidad dejó de existir y repentinamente mi infancia humana desapareció. Simplemente era, fui y sería demonio, tenía sentido.

Mentía.

El cambio fue doloroso y desesperante.

- Cuando era ángel, recordaba mi vida mortal. –respondió Red, imperceptible de su engaño- Pero como ángel caído, siento que esto es lo que siempre he sido. Aún recuerdo partes importantes de mi mortalidad, pero esto... -los dedos femeninos fueron a la corona de espinas- Esto soy yo. –lo miró- Mi pelea con el arcángel Miguel fue por las almas. Le repetía que no era justo como el Cielo cerraba sus puertas a tantos, como asustaban a las personas con el castigo eterno, como no podían... -se detuvo y enderezó los hombros- La idea vino a mí, recordé el Limbo y fue tan natural... solo levanté las manos y un portal apareció.

- Dios creo el Cielo y tú creaste el Limbo... -meditó Tweek.

Ella negó, la modestia mortal era interesante. Aun en una mujer tan soberbia como Red.

- La pelea fue frente al ejército angelical y cuando abrí el portal, vi a cientos volverse como yo. Al mirarme, al pensar que tenía razón, su "soberbia" los volvió caídos. Sus almas se ataron a mi inmediatamente y me sentí tan fuerte. Desde entonces puedo percibir como otros ángeles rechazan sus obligaciones, niegan su deber, se vuelven "soberbios" y son expulsados del Cielo, directo al Limbo, a mí.

- Increíble... -la miró, dejó ver en su rostro admiración, calculó el gesto para que su expresión inocente mostrara una sonrisa suave- Inspiraste a tantos guerreros.

- No solo ellos se han revelado. –confesó ella.

La trampa se fue cerrando. No la presionó, le hizo creer que respetaba su decisión de mantener información para ella.

- Recuerdo poco de mi época... -Tweek miró hacia el techo, donde debería haber un cielo, pero en lugar de eso estaban controladores de temperatura, filtros de aire y hasta irrigadores para simular lluvia, todo tan artificial como sus palabras- Del tiempo en que Craig y yo surgimos como Dioses... Pero recuerdo que cambiábamos un poco de tribu en tribu, de población en población. Y, aun así, siempre estábamos juntos para ellos. Desde las faldas de los Andes hasta la selva del Amazonas, la gente nos llamaba. A veces descendíamos y éramos agasajados, en especial cuando las lluvias eran añoradas. –cerró los ojos.

Podía escuchar la música.

Los palos de lluvia, esos tubos alargados de madera llenos de semillas que cuando se giraban lentamente sonaban como el rocío sobre las inflamadas hojas de la selva, pero al agitarse simulaban una caótica tormenta. La música lo apaciguaba, seguramente porque en muchas culturas la divinidad que representaba Craig solía tocar música para él.

- Recuerdo... -murmuró, luchando por traer de vuelta esos tiempos de tanta abundancia- el takuapu, –sonrió- era un trozo de caña bastante largo y cuando golpeaba el suelo creaba un sonido estremecedor que llegaba bastante lejos. –su pecho se infló de añoranza- El suelo bajo nuestros pies, el canto de las mujeres y el ritmo llamándonos. Los mortales reían, gritaban de júbilo aun en la sequía. La alegría era lo que nos atraía y cuando nos invitaban con música... bailábamos. El aroma de la tierra y el perfume de las flores se intensificaba mientras llovía, el ambiente se espesaba como vapor que iba refrescándose y los rayos eran nuestras únicas luces. Nosotros bailábamos en la oscuridad y todo el mundo reía, la naturaleza festejaba el trago de vida que regalábamos. El licor de caña de azúcar se mezclaba con la lluvia... -la miró, aun con la mente en el pasado- No fuimos Dioses de la muerte, pero usualmente morir solo era pasar a otro mundo. El miedo de los mortales era no cruzar y quedarse atrapados, no sentir la lluvia, ni el sabor de la azúcar, no poder tocar a otros ni vivir. La muerte implicaba unirse con los Dioses o con otros muertos, vivir otra existencia. No había juicios, por lo que recuerdo... -suspiró- y recuerdo tan poco. –admitió- Pero mi gente veía la muerte como cruzar un río e ir a otro lugar. Algo que, en su camino de la vida, harían.

Red lo miró con sorpresa y franca curiosidad. Lo sabía, ella no había esperado eso. Lo miró por lo que era, un Dios, un Dios de la gente, un Dios que traía vida. Tweek había sido demonio por obligación, pero su origen era divino y terrenal.

¿Verdad...?

- ¿Por qué un espíritu no cruzaría al morir...?

Tweek notó la urgencia en la voz femenina, la miró cerrar los puños en el vestido sin poder controlarse. Pero era obvio, ella nunca había tenido oportunidad. Las piezas estaban ahí y él era muy bueno en unirlas. Él era un conspirador, un depredador. Él era un Dios y ella una simple mortal.

- Algunas tribus atrapaban el alma de sus enemigos para hacerse más fuertes. En otras se creía que podían perder el camino y atorarse. –la traspasó con la mirada- En esos casos ellos necesitaban ayuda.

- ¿Y cómo...? –Red lo tomó del brazo, justo sobre la esposa dorada- ¿Cómo se los ayudaba?

Sus ojos se enfocaron en la mano fina, estaba fría, pero era firme. La mano de una guerrera.

- Algunas leyendas hablaban de héroes que recuperaban el alma de sus aliados y lo ayudaban a cruzar, a terminar el viaje. –la miró- El alma de Kevin no está en el Infierno.

No le preguntó, desde el encuentro con Wendy había investigado. Al inicio había creído que Red estaba enojada con el Cielo porque no habían recibido el alma del chico, pero se había equivocado, era algo más ambiguo, más doloroso.

Red negó, la mano se cerró en su esposa dorada. La mirada femenina se iluminó con furia y frustración, llena de lo único que le quedaba de mortalidad.

- No, no está en el Infierno ni en el Cielo... él... No puedo verlo. No sé dónde está. –confesó la mujer, derrumbándose sobre su mano, aferrándose a la esposa, a él, acurrucada en su regazo- Él creía en Dios de una forma ajena, fuera de cualquier religión, pero su idea de Dios era... era con ángeles, con la idea general que tenemos a este lado del mundo, era un Dios cristiano... pero cuando murió... Su alma despareció. –levantó la mirada- Le pedí al arcángel Miguel que me ayudara, que me explicara dónde estaba y si estaba bien... Solo quería saberlo. –su voz sonó frustrada- No pedí que lo revivieran... solo quería saber. Pero él me dijo que el alma de Kevin debía estar en la Tierra, deambulando, consciente de su alma inmortal, pero sin tener a dónde ir. –sus puños se apretaron- Que ese no era el problema del Cielo.

- Red...-apoyó su mano sobre las femeninas- Lo lamento.

- No basta...

- Lo sé. –le dio un pequeño apretón- Si eso le pasara a Craig... -negó- Si no tuviese la forma de encontrarlo como él pudo hacer conmigo... No sabría qué hacer. –la miró- Tal vez pueda encontrarlo. No te prometo nada, pero lo intentaré, lo buscaré, pero no tengas mucha...

Red deslizó la esposa en su muñeca derecha, vio como esta se estrechaba.

- ...fe. –terminó.

Ella le sonrió con melancolía y él le devolvió el gesto. Red saboreó la libertad, la falta de emociones instintivas en su dirección. Él sintió a la bestia en su interior callarse, caer completamente silenciosa. En verdad debía ser abrumador dejar de escuchar esos impulsos repentinamente. Pero Red mantuvo la compostura, esa "soberbia" que en realidad era su individualidad, tan fuerte en ella. Siempre tan carismática, con esa sonrisa que ocultaba el dolor. La Red de segundos atrás había desaparecido y no lo recreó con gratitud por la libertad. No, en lugar de eso fue determinante, firme, como el acero templado.

- No soy tonta, Tweek... Querrás algo si lo encuentras. Lo sé. –el ángel caído acarició el metal dorado- Una alianza con mi ejército, me imagino.

Y la trampa se cerró del todo.

- Una alianza no. –la miró- Porque sería con el Infierno, haría más fuerte a nuestro enemigo. Ni tú ni yo queremos involucrarnos en esa guerra del Cielo y el Infierno.

- ¿Nuestro enemigo...?

- Red... -se levantó, parándose frente a ella- Soy un Dios, un Dios Antiguo que por primera vez en siglos tiene voces que cantan y bailan para él, que lo aman por existir. No un demonio que despedaza y devora almas. No soy un prisionero. Mi alma está atrapada y la deseo de vuelta, de la misma manera que tú recuperaste la tuya, arrancándosela al Cielo. No voy a pedirte una alianza, aliarte a mí sería hacer más fuerte al Infierno. Tu alineación como ángel es más compatible con mi lado demoniaco que con mi divinidad antigua. No me voy a arriesgar. Lo que quiero es que estés fuera de esta guerra, que apartes a tus soldados. Entre menos conflicto haya, menos probable será que Damien me mande a llamar. Lo creas o no, estoy evitando un escenario del Juicio Final.

- Wendy nunca lo iniciaría... -le calmó Red- Pero entiendo tu preocupación, el tiempo es diferente en el Infierno.

- Para Craig sería poco tiempo, pero podría pasar años allá... y no. –negó- O él podría morir y seríamos separados por tanto tiempo... -se cruzó de brazos, en realidad se abrazó a sí mismo- Empatizo contigo... con lo que sientes.

- Pensé que eso era imposible para los demonios. –Red se levantó- Pero veo que eres un Dios bastante humano.

- Así que veré qué puedo hacer por el alma de Kevin.

Ella asintió y su mano cortó la Realidad. Repentinamente podía ver frente a él, como una tela cortada, otro lugar. El Limbo. Y su mente no mantuvo recuerdo alguno de lo que sus ojos observaron. Solo supo que era un lugar que desearía visitar. Lo único que pudo sostener en su memoria era que el Limbo era como Red, tenía una belleza trágica y fría, pero familiar.

- Gracias Tweek... -Red se elevó para poder atravesar el portal- Créeme, evitar sufrimientos innecesarios es la razón por la que los Caídos estamos.

Y desapareció.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

- Tienes razón Red, para los demonios es imposible empatizar. –ladeó el rostro, ahí donde una dimensión de bolsillo se había abierto frente a él, lejos de las normas de la mortalidad, un lugar con una sola encargada, una no divina- Pero tampoco los Dioses saben empatizar por eso nos deben atraer con rezos, plegarias, penitencias, sacrificios y música.

Sus pasos se encaminaron lejos de los jardines, de regreso al ascensor. Desde niño había sido bueno para encontrar problemas e imaginar los peores escenarios, había sido hábil para actuar. Ahora era fácil fingir preocupación, entrar en el papel de alguien que solo quería ser libre por amor. Solo debía contar la historia clásica, la de los enamorados trágicos y la gente iba cayendo. Siempre caían. En especial si quien hablaba tenía un rostro inocente y un pasado trágico.

Los mortales amaban a los héroes trágicos y a sus corazones anhelantes.

Después de siglos de mortalidad, en la búsqueda de recuperar su tiempo juntos, Craig y él se habían encontrado con algo mayor que una simple vida. Ambos estaban tan cerca de recuperar su divinidad ¿Cómo no iban a luchar por volver a los tiempos gloriosos donde no eran esclavos de reencarnaciones y profecías? ¿Cómo no luchar para volver a ser ellos quienes comandaban?

Damien y él eran diferentes. Amaba a Craig y lo quería a su lado, pero como su par, haría lo que fuese para asegurar eso.

Sus ojos fueron al grillete. No, no quería una alianza con Red.

Él y Craig eran Dioses.

Ahora tenían creyentes, un pueblo que volvía a adorarlos.

Y música, la hermosa música que avivaba su existencia.

Pero ahora necesitaban un ejército y Red se los daría.

¡Saludos teoístas! ¡Abran su corazón a la Salvación!

Nunca juzgues a un Dios con los principios y la moralidad de un mortal. Jamás olvides que estás haciendo tratos con un demonio. Pero por sobre todas las cosas, de ningún modo te dejes engañar por un actor, en especial si su mente es buena para conspirar todos los escenarios y sabe improvisar.

Solo puedo imaginar lo que debe ser recordar cada muerte pasada de un ser amado y luego pienso que amar a Kenny y recordarlo implicaría eso, pero ¿Para poder manejar eso la persona que lo amase terminaría normalizando la muerte de Kenny y su concepción de la mortalidad o se iría rompiendo constantemente? Temáticas que me gustan trabajar con él.

Amo este AU, hay tanto de otros que quisiera contar, la historia de los vampiros, por ejemplo, la vida de Red y Wendy como parte del ejército angelical... Pero primero debo centrarme en la historia principal ¿No creen?

¡Miles de gracias por todas las canciones recomendadas para esta historia! 

Me inspiran como no tienen idea con cada hermoso detalle que hacen para esta historia. 

¿Qué les pareció?

¡Nos leemos!

Nocturna4

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