Hacía media hora estábamos en la gala de los Oscar, hasta que Tom recibió aquella maldita llamada.
Corrí con aquel voluptuoso y largo vestido entre los pasillos del hospital, con lágrimas en los ojos y con mi marido siguiéndome.
Había entrado en la habitación de nuestra hija, solo habían permitido que entrara a la madre así que Tom tuvo que quedarse en el pasillo.
En la gala, la niñera nos había avisado. Nuestra pequeña había tenido un ataque mientras dormía, había comenzado a sangrarle la nariz y había perdido el conocimiento.
Nadie sabía que había pasado, lo que empeoraba la situación.
Después de que el médico consiguiera estabilizarla y la trasladaran a una habitación, aún inconsciente, la niñera fue a avisar a Tom y nos dejó solos con ella.
- Hola pequeña -dijo él mientras lloraba y le acariciaba las mejillas.
Yo tampoco podía dejar de mirar a nuestra hija y de besarle la mano. Iba a despertar pronto.
- Señores Hiddleston, disculpen, he de cambiarle la vía. Necesito que salgan un momento.
Yo asentí, pero como Tom no se quiso mover, le cogí de la mano y lo saqué al pasillo. Inmediatamente soltó mi mano y se dejó caer en la silla mas cercana.
Me puse frente a él y traté de evitar que me cayeran más lágrimas.
- Mi amor, nuestra princesa está bien. ¿De acuerdo? Enseguida nos dirán que ha pasado y ella va a despertar en nada. Por favor, trata de que no te vea llorando.
Él asintió pero al mirarme y verle tan roto, no pude evitar soltar las lágrimas que tan valientemente trataba de retener.
- Por favor, hazlo por ella -susurré a duras penas.
Él se alzó y me apretó fuerte contra él, permitiendo que me rompiera en sus brazos.
- Lo se -murmuraba una y otra vez en mi oído- lo se.
- No teníamos que haber ido a la maldita gala -susurré en su pecho.
- Cariño, estabas nominada y ella estaba perfectamente. Solo ha sido un susto. Está bien.
La enfermera salió en ese momento y nos permitió entrar a ambos.
Él rodeó mi cintura y yo apoyé la cabeza en su hombro mientras le acariciaba la mano a nuestra pequeña.
- Te queremos, te queremos muchísimo -le dije a duras penas.
Y cuando notaba que me iba a romper de nuevo, noté el beso en la frente de mi marido. Reconfortándome como siempre hacía, arreglándome antes de que me rompiera.
- Os amo -murmuró acariciandome la espalda.
- Y yo a vosotros -susurré mirando a nuestra pequeña.