Abrazos gratis. [NamJin]

By PiaDramaQueen

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Namjoon es un amante de los animales que parece un punk. Seokjin está triste. BTS | Principal: Namjin | Secun... More

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By PiaDramaQueen

Namjoon debe conseguir la fotografía para su proyecto antes del viernes.
Namjoon debe sacar buena nota en Psicología.
Listo(?).

[...]

Namjoon había conocido a bastantes personas a lo largo de su corta vida; tal vez no demasiadas, pero sí las suficientes para  otorgarle el título a Seokjin de la más interesante —y qué bien que Hoseok aún no leía mentes, de otro modo estaría frito si se enterara—.

Pero volviendo a Seokjin. ¡Oh, Seokji!

El castaño y el teñido se encontraban recostados en la cama uno junto al otro, boca arriba, los pies de Namjoon recargados en la pared detrás de la cabecera y los de Seokjin colgando al final del colchón, con sólo la cabeza lo suficientemente cercana una de otra como para sentir el calor contrario. 

La ropa de Namjoon que antes fue un desastre impregnado en todos lados del cuarto, ahora reposaba doblada sobre la silla, el suelo y la mesa del lugar; había sido una tarea difícil pero terminada minutos antes de que los muchachos se acomodaran en aquella íntima posición.

Sólo eran ellos dos hablando de todo y realmente de nada. Intentando llenar los espacios en blanco que su curiosidad producía; preguntándose tantas cosas como les eran posibles sin importarles que, probablemente, tendrían más días para conocerse con calma. Era una fuerte  ambición por querer saber más y más, y ninguno parecía hartarse.

— ¿Habías tenido pareja antes? —preguntó el moreno, un poco picado por la curiosidad de retomar el tema donde sólo él había quedado expuesto.

—Sí —el mayor rió—, demasiadas, de hecho. Cuando iba al bachillerato salí con muchos chicos. En secreto, claro. No todos están dispuestos a salir del clóset en la edad más vulnerable   —comentó con cierto deje de tristeza—. En fin. Ninguna de esas "relaciones" duraba más de un mes; en parte porque a mi no me gustaba esconderme, y en parte por mi inestabilidad emocional.

El teñido se removió incómodo. Namjoon era consciente de que la mayoría de veces no poseía el tacto adecuado para hablar con las personas, es por ello que le asustaba tratar algo tan delicado, por el temor a cagar la conversación. Además, Seokjin había mencionado antes lo mucho que le molestaba ser hostigado con el tema de su enfermedad.

—¿Cuando ibas en bachillerato ya sabías de... tu...? —dejó las palabras al aire, temiendo no estar abordando adecuadamente su curiosidad.

Seokjin sonrió como sólo él podía hacerlo en aquellos casos, miró por el rabillo del ojo cómo el moreno se mantenía serio y titubeante. Rodó los ojos en señal de gracia.

—Pregunta sin temores. No te morderé.

—Es que dijiste que te molestaba...-

—Me molesta causar morbo —interrumpió el castaño—, cuando alguien se me acerca unicamente para bombardearme con preguntas sobre la depresión, eso es molesto. En cambio tú... quiero creer que es normal que tengas dudas. Quiero decir, estamos intentando... ya sabes... tener algo... o eso creo... —se sonrojó con discreción y se mordió el labio inferior para retener la risilla nerviosa—. Es normal que quieras saber más de mi, y aunque no me alegra decirlo, la depresión es parte de mi. No estaría bien que yo sea el que la convierta en un tabú para mi vida.

El teñido exhaló dejando ir un sentimiento de angustia y presión. Le alegraba mucho saber que Jin se tomaba de la mejor manera su implacable curiosidad.

—Sólo para que conste —susurró—, sí quiero que tengamos... algo —se aclaró la garganta e hizo una corta pausa que duró el tiempo en que sus orejas dejaron de enrojecer—. Entonces, ¿desde hace cuánto lo sabes? Lo de la depresión.

— Cuando cumplí doce era claro para mis maestros que había algo raro en mi actitud, así que fui a muchísimas sesiones de terapia. Pero oficialmente fui diagnosticado con depresión a los diecinueve años, después de mi intento de suicidio —dijo el mayor, con las manos sobre su pecho entrelazadas entre sí.

— ¿Has tomado medicamentos desde los diecinueve?

— Sí y no—rió—. No es como si vas a cualquier farmacia y pides la cura para la depresión. Tampoco es como si me fuese imposible salir de un bache emocional. En general, la depresión es algo que, en mí, siempre estará presente, pero puedo "controlarla" con buena salud mental y en ocasiones fármacos. Debo ver a mi psiquiatra cada tanto; ella es la que decide cómo llevar un tratamiento y durante cuánto tiempo.

Namjoon achicó los ojos con perspicacia.

— Yo he escuchado de personas que mueren por depresión —susurró sin afán de molestar al castaño.

— También los hay que se mueren de gripa, y no por eso todos los que tienen gripa van a morir —Jin llevó ambas manos a su nuca y se estiró un poco sobre la cama—. "Hay enfermos, no enfermedades". Sólo un médico puede determinar qué tienes y cómo se debe tratar específicamente tu caso; digo, para algo se matan tantos años en la academia. Lo importante, como en todas las enfermedades, es tratarse; buscar ayuda.

El moreno giró la cabeza hacia su lado izquierdo y se topó de frente con el perfecto perfil del contrario.

— Parece que hoy te encuentras muy lúcido —se burló.

— Tengo mis días buenos —Jin alzó los hombros restándole interés. 

— Aunque aún me pregunto, ¿en serio nadie lo vio venir? —Preguntó el teñido, sin ganas de sonar irrespetuoso.

— No quiero jugar el papel de víctima, pero, nunca fui el centro de atención de mis padres; ambos trabajan prácticamente todo el día. Y mis relaciones de amistad suelen no durar por mi inestabilidad emocional —respondió tranquilo—. Digamos que el problema era que no había alguien que lo viera venir.   

— ¿Y Yoongi?

— Él llegó después de mi rehabilitación —sonrió—. Entré a trabajar en la tienda de discos ya que fue el único lugar donde me aceptaron -donde mi condición no fuese un impedimento... creo-. Yoongi se convirtió en mi amigo porque yo era "el único que no finge ser feliz enfermándome hasta querer vomitar", en sus propias palabras. Fue irónico cuando le conté mi enfermedad.

Namjoon frunció el ceño. Entonces era cierto que el pálido era agresivo por naturaleza.

— Fingir ser feliz —susurró el moreno—. ¿Alguna vez lo has intentado? ¿Aparentar felicidad te es posible?

— No. Físicamente me es imposible fingir mis emociones, y aunque pudiese ¿cuál sería el punto? El ser feliz no es una competencia o algo así—Seokjin rió—, creo que alguien que realmente es feliz no necesita ir gritándolo al mundo, ¡porque es feliz!

— ¿Y qué es felicidad?

El castaño miró por el rabillo del ojo cómo el rostro de Namjoon se encontraba totalmente girado hacia él, encarándole, expectante. Jin reflexionó todas las respuestas que se le vinieron a la mente en ese instante; todas y cada una de ellas parecían sacadas de una mala y empalagosa novela rosa. Demasiado intensas para funcionar, como la mayoría de cosas en su vida. Las comisuras de su boca se levantaron en un gesto ligero.

— Dormir quince minutos más por las mañanas, supongo. 

Namjoon torció la boca ante la espontánea respuesta. "Lo hace de nuevo", pensó. No entendía por qué el castaño hacía eso cada que los temas se tornaban serios:

— Evades la pregunta. Siempre lo haces — afirmó. 

Jin ni siquiera intentó replicar, porque no había forma de ocultar lo evidente. Seokjin no acostumbraba hablar con los demás de sus sentimientos, ni siquiera con Yoongi:

— Porque soy muy intenso. Las personas se asustan cuando eres así —respondió con una voz tranquila y suave, como acostumbraban ser todas las acciones del mayor—. No quiero que te vayas si te digo que felicidad es lo que siento cuando me abrazas y simplemente estás ahí. No quiero que huyas si te das cuenta de que un sujeto con verdaderos desórdenes emocionales que conociste hace una semana se está enamorando de ti.

El moreno sonrió, incluso si Seokjin no le miró. Sin pensarlo dos veces, Nam se reincorporó en su lugar y se cambió de posición, quedando de la misma manera que el castaño, pero a su lado. Pasó uno de sus largos brazos por encima del amplio pecho de Jin, en un semiabrazo cálido e inesperado, y ambos se vieron a los ojos, con las mejillas y la punta de las orejas enrojecidas, tratando con todas sus fuerzas de morir de vergüenza,

—Seremos intensos juntos, porque no iré a ningún lado.

Jin cerró los ojos con tranquilidad y recargó la frente contra la contraria. Incluso si ese era sólo un buen día entre tantos malos, incluso si llegaran sus declives emocionales, incluso si lo que estaba empezando no iniciara realmente, incluso si lo que aún no empezaba hubiese terminado ya. Jin cerró los ojos porque en ese preciso instante sólo era Namjoon, un montón de ropa doblada, y él. Era felicidad.

[...]

Cuando la alarma de Kim Namjoon sonó en el teléfono móvil el dueño de dicho aparato silenció el molesto ruido buscando a tientas el móvil. O eso intentó. Meses atrás, Hoseok había descargado una aplicación en el teléfono de su amigo que impedía desactivar la alarma a menos que una serie de quizes fuesen resueltos.

Es por eso que a tan tempranas horas Namjoon se encontraba armando un rompecabezas en la pantalla del aparato; con los ojos hinchados por tanto dormir, el cabello sellado por la almohada y un rastro de baba en una de las comisuras de su labio.

Una vez que el infernal ruido desapareció y el teñido tuvo acceso a su menú principal, fue inevitable ver la insistente notificación de diecisiete llamadas perdidas y nueve mensajes de texto. Claramente eran de Hoseok.

Namjoon devolvió la llamada a su amigo, aclarando su garganta mientras el tono de espera sonaba.

¡¿Donde estás?!

— Hola, Hobi. Yo también me encuentro bien —Bostezó.

¡No es momento de tus bromas, que ni siquiera te salen bien! ¿No has visto la hora? ¡La profesora Wen ya terminó con su clase!

¿Alguna vez te has montado a ese juego en los parques de diversiones que es una torre enorme, y básicamente consiste en subir hasta el punto más alto y después dejar caer el carrito? Caída libre ¿sí? ¿Recuerdas la sensación de vacío en tus entrañas que ese juego causa? Pues bien, el teñido sintió un hueco en el estómago como si se encontrara en caída libre y se levantó de la cama como muerto que revive en su tumba.

—¡El ensayo! —Se golpeó la frente con una de sus manos.

¡Así es, gran tonto! ¿Donde estás? ¡Corre a la escuela y trae el escrito, tal vez lo reciba si lo llevas a la sala de maestros!

— Voy corriendo —colgó sin esperar respuesta del otro lado de la línea.

Cuando uno de los pies del moreno tocó el suelo, Namjoon notó que tenía la ropa del día anterior puesta, incluso la chaqueta (razón por la cual la espalda le dolía tanto. Había sido una noche incómoda). Miró a su alrededor como desconociendo su cuarto; si ya sin la ropa por todos lados parecía un lugar distinto, iluminado por la luz del día de hecho era un lugar distinto.

El corazón de Namjoon se aceleró cuando sobre los cobertores de su cama encontró la figura de Seokjin durmiendo plácidamente, ignorante de lo muy apresurado que su anfitrión se encontraba.

Jin dormía con la boca abierta y un rastro de baba saliendo de entre una de sus comisuras, los brazos extendidos por completo (Namjoon se preguntó cómo es que él mismo había cabido en el mismo colchón con el castaño acaparando todo ese espacio), y a punto de caer de la cama. Definitivamente no la foto más romántica, pero a ojos de alguien enamorado como lo estaba Nam, aquella imagen era comparable a la escena en la que el príncipe Philip llega al cuarto de Aurora.

¡Pero basta de divagaciones!

Namjoon echó un vistazo al reloj sobre la cómoda y palideció al notar que tan solo quedaban dos horas para que el último día de clases terminara, y él ni siquiera tenía el bendito ensayo. El teñido corrió desesperado por todo el cuarto. Buscando su uniforme, cepillando sus dientes (¡no había tiempo para duchas!), tratando de acomodar su cabello. Entrando en pánico.

Entre tanto escándalo que el moreno hizo, Seokjin despertó aletargado, intentando ubicarse. ¿Se habían quedado dormidos hablando? Se estiró en su lugar y limpió con el dorso de su mano el rastro de saliva que trazaba un camino en su barbilla, sonrojándose en el proceso.

—¿Estás bien, Namjoon? —Preguntó con auténtica curiosidad al ver al menor casi rojo de tanto correr.

—¡Tengo que llegar a la escuela, ya! —Fue lo pultimo que el teñido dijo antes de salir de la habitación azotando la puerta a sus espaldas.

El castaño permaneció sentado en su lugar en el mullido colchón, contemplando en silencio la puerta por donde Namjoon había salido corriendo. Seguía sin entender qué sucedía. La puerta se abrió un a vez más y Nam asomó el rostro por ella.

—¿Podrías llevarme a la escuela?

[...]

Seokjin conducía a la velocidad máxima permitida por órdenes de Namjoon, pero incluso si era así, el tráfico de la ciudad le jugaba una mala pasada al moreno.

—¿No puedes ir un poco más rápido? —Imploró por quinta vez el menor.

— A menos que quieras que le pase encima a los autos, no —se burló el castaño, aunque notó que Nam no tenía el humor para bromas.

El muchacho teñido se refregó las manos en el rostro. ¿Por qué era así? Tuvo toda una semana para hacer el maldito trabajo, ¡pero no! Tenía que arruinarlo. Ni siquiera tenía el maldito reporte escrito. Estaba más que acabado.

Como acto desesperado, de su mochila sacó un cuaderno de pasta gruesa color morada y un bolígrafo de tinta negra. Intentaría escribir en el auto. Comenzó con el título pero a las pocas palabras, la tinta dejó de salir; estresado, recargó con furia el pesado bolígrafo y garabateó en el papel, cosa que no funcionó pues seguía sin salir tinta. Agitó la tinta y el cartucho recargable salió disparado, salpicando sus manos, su uniforme y el pedazo de papel.

—¡Fuck me! —maldijo en un perfecto inglés, gesto que era muy natural en él, pero nuevo de ver para Jin.

Sin quitar por completo su atención de la carretera, Seokjin se divertía (con cierto remordimiento ya que entendía el estrés del contrario) viendo a Namjoon tan fuera de su actitud relajada. Y cuando este soltó aquella mala palabra tan libre a la mala interpretación, tuvo que apretar fuertemente los labios para no estallar en risas.

El muchacho teñido sacó una nueva hoja blanca y su tinta azul, la cual, por suerte, funcionó a la perfección y por fin pudo comenzar su ensayo. A los pocos minutos se detuvo y dicho gesto no pasó desapercibido por el conductor.

—¿Terminaste?

Nam negó con la cabeza y cerró los ojos mientras dejaba descansar la nuca contra el respaldo del asiento.

—No pero... —suspiró—, me mareé.

[...]

Namjoon corrió por los pasillos de la escuela y subió los tres pisos del edificio administrativo como si de ello dependiera su vida (y en parte así era). Seokjin le seguía, muy por atrás, pero con la determinación de seguir el desenlace de la historia sin importar qué. El moreno entró a la sala de profesores veinte minutos antes de que la hora de salida fuese marcada por el reloj.

Entró haciendo ruido y tropezando con algunos estantes, lo que le ganó la reprobación con la mirada de unos cuantos profesores que no conocía. Se acercó sin titubeos hasta el cubículo de la señorita Wen, donde en el escritorio se erguía una enorme pila de trabajos que, Namjoon infirió, se trataban de los ensayos de su clase.

La mujer no le notó hasta que prácticamente lo tenía encima, y cuando le encaró, frunció el ceño y se cruzó de brazos. La menuda mujer se puso de pie y, a pesar de ser al menos dos cabezas más baja que Namjoon, adquirió tal aspecto terrorífico que ni Yoongi hubiese podido asemejar.

—Señor Kim, perdió mi clase.

—Lo siento mucho, profesora. Tuve un enorme contratiempo —se excusó con algo de pena.

—Bien, supongo que me trae su trabajo  —suspiró—, lo aceptaré pero la nota máxima será sobre 8 de 10

—Sí, sobre eso...

El teñido notó como Seokjin entró a la sala de profesores, pero él con más calma y menos alboroto. El castaño se mantuvo a distancia de él y la profesora Wen, la suficiente para no ser inoportuno pero sí escuchar la conversación.

—No tengo el trabajo escrito —confesó, y se puso más nervioso al ver como el ceño de la mujer se frunció exageradamente y sus brazos se cruzaron sobre su pecho.

—Increíble, señor Kim. Les di muchas oportunidades.

—Lo sé, lo siento mucho, en serio —se aclaró la voz—, pero sí hice el proyecto de los abrazos, y aunque no está en papel, puedo decirle lo tanto que aprendí de este trabajo. Aprendí que a veces un abrazo es todo lo que necesitamos para saber que estamos bien, que estamos aquí, que estamos vivos; un abrazo significa perdón, gracias, te amo, no te vayas o simplemente transmite la seguridad en un día incierto. Nunca fui muy apegado a mis emociones, pero en una semana aprendí todo sobre ellas gracias a un abrazo.

Namjoon desvió un instante la mirada, contempló fugazmente la sonrisa carnosa y los ojos tristes de Seokjin prestando atención a cada una de sus palabras; vio a quien hace unos días era un extraño que no dudó un momento y corrió a sus brazos; quien lloró, bromeó y le escuchó durante cinco días seguidos a la hora del almuerzo; quien ordenó su armario y le permitió ser tan intenso como un adolescente puede ser en esta vida. Sonrió inevitablemente.

— Porque un abrazo significa felicidad.






FIN.




[extra]

La maestra escuchó al estudiante hasta la última palabra de su discurso. Deshizo el cruce de sus brazos y suspiró una vez más.

—Supongo que entendiste el punto del proyecto, Namjoon —sonrió, con la pasivo-agresividad que sólo la profesora Wen podía verter en sus sonrisas—. Aún así no entregaste el trabajo, así que te veo en los repositorios de verano.


FIN. FIN

-----------------------------

N/A


Hola buenas cómo andan.

Si me dieran una moneda cada que termino una historia de la nada, sería rica. Jajajaja

Bien, quienes ya son veteranxs en mis historias saben que siempre planeo terminarlas mucho antes de lo que en verdad lo hago. Y si son nuevxs por aquí, bienvenidxs; mis historias son cortas, sin drama de más y con finales que probablemente odiarán.  En esta ocasión, todos los títulos dicen lo mismo en diferentes idiomas.

En fin, muchas gracias por seguir esta historia y apoyarla. Creo que el mensaje es obvio, pero mi intención es comenzar a hablar de la salud mental de "forma seria". No que yo lo haya hecho así, pero me refiero a que necesitamos hablar de ella con más frecuencia. No se trata solo de romantizar las enfermedades, se debe buscar que la audiencia sepa que antes de todas las tragedias es posible buscar ayuda y prevenir desgracias.

Nunca sé si estoy transmitiendo correctamente mi mensaje, pero lo que quiero decir es que todes deberíamos ir al psicólogo como rutina general. En serio, siempre busquen ayuda cuando sientan que algo no va bien en sus vidas. Los humanos somos inevitablemente sociables, y una de las pocas ventajas de la sociedad es que siempre habrá alguien ahí para apoyarles.

Una vez que di mi mensaje jipi, me despido.

Sean felices, duerman bien, odien menos, recuerden que a la única persona a la que deben amar sobre todas las cosas es a ustedes mismos.

Espero leerles pronto.

PiaPia.

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