Narra Juan
Desperté por culpa del sol que me daba en la cara; me di la vuelta y abrí los ojos, me senté en la cama, y me quedé mirando por la ventana; era un día hermoso, totalmente distinto al de ayer, el cielo estaba totalmente despejado y hacía calor.
-El tiempo es bastante bipolar- pensé con mi vista fija en la ventana.
Luego de unos minutos de estar embobado con la ventana me levanté, tomé algo de ropa y fui al baño. Me bañé más rápido de lo usual pero qué más da, quería aprovechar el día; salí de la ducha, me cambié, me peiné y salí.
Estaba bajando por las escaleras cuando escuché un ruido proveniente de la cocina, corrí hacia la cocina lo más rápido que pude, al llegar me encontré con mi hermano tirado en el piso.
-¿Qué te pasó Felipe?-pregunté acercándome a él para ayudarlo a levantarse.
-Resbalé al entrar-dijo mientras se levantaba.
-Creí que te quedarías con papá- dije recordando la carta que me había dejado mamá.
-Sí, me iba a quedar con papá pero me decidí volver porque es muy aburrido quedarme con él-dijo limpiándose el polvo- además… no quería que te quedaras con la casa para ti solo-sonrió.
-Y bien, ya que estamos los dos acá ¿Qué hacemos?-pregunté mirándolo, él solo hizo una sonrisa, de esas que te salen cuando estas planeando una broma jodidamente buena.
-Pensé en invitar un amigo mio y tal vez a Martín- ¿ah? ¿Martín? ¿Por qué él? ¿No podía ser otra persona, verdad? Aunque… pensándolo bien, sería la oportunidad perfecta para saber qué es lo que le pasó y disculparme por haberle dicho esas cosas. Vi a mi hermano dirigirse a su cuarto, seguramente iba a hablar por teléfono así que yo me fui a la sala, me senté en el sofá y prendí el televisor.
-Ya está-dijo Felipe acercándose a mí- acabo de hablar con Darío, va a venir a las cuatro; llamé a Martín pero no respondió, lo voy a volver a llamar más tarde-volvió a hablar sentándose a mi lado. Miré el reloj que estaba en la pared.
-Son las diez de la mañana, Martín debe estar durmiendo todavía- dije fijando mi vista en el televisor.
-Sí… seguramente-dijo Felipe levantándose, seguramente volvería a su cuarto. Nuevamente estaba solo con el televisor.
“-¿Me pasas la tarea?-
-¡No!-
- Pero… ¿¡que es lo que te pasa ahora?!-
-Es que siempre me estas pidiendo cosas, y ya es un poco molesto-”
Nuevamente ese recuerdo estaba en mi cabeza produciéndome dolor de cabeza, froté mi sien tratando de calmar el dolor de cabeza que me había dado.
-Es demasiado- suspiré-hoy se termina toda esta mierda- volví a suspirar; todo este asunto me tiene mentalmente agotado; no lo aguanto más.
-Juan vamos a comer, ya son las 12:30- me dijo mi hermano mirándome desde el pasillo, rápidamente miré el reloj de pared, efectivamente eran las doce del mediodía, me levanté y me acerqué a mi hermano.
-¿Pedimos pizza?-le pregunté mirándolo, él solo asintió y fue a buscar el teléfono, por mi parte sui a sentarme en una de las sillas del comedor, poco después mi hermano se sentó a mi lado. Comenzamos a hablar cosas sin importancia, de vez en cuando decíamos una que otra estupidez, hasta que el timbre de la puerta nos distrajo.
-Al fin vamos a comer-dijo mi hermano extremadamente entusiasmado, se levantó y salió corriendo hacia la puerta, esta acción me hizo reír, la gente siempre dice que él es mucho más maduro que yo, pero eso es solo cuando estamos fuera en el colegio y en casa él es más infantil e inmaduro que yo.
-¡Juan! ¡¿Podrías traer el dinero?!- me gritó desde la puerta; que chico más tonto, olvidó llevar el dinero para pagarle al repartidor; tomé el dinero que estaba sobre la mesa y se lo di al chico para que finalmente pudiera irse a seguir trabajando. Ambos volvimos al comedor, Felipe ponía la caja de pizza en la mesa mientras yo traía dos platos y dos vasos.
-¡Hey, no empieces sin mí!- le grité a mi hermano mientras ponía en la mesa las cosas que traía en las manos, él solo me miró con una porción de pizza en la boca, lo cual me hizo reír.
-Es que tengo hambre-dijo con la boca llena de comida.
-Pero al menos podrías haberme esperado dos segundos-fruncí el ceño fingiendo estar enojado.
-Ya, ya no seas llorón-me dijo tomando otra porción y colocándola cerca de mi rostro.
-Aunque no parezca puedo comer solo- le dije riendo.
Ya eran las 12PM, habíamos terminado de comer y Felipe estaba lavando los platos, yo me fui a ver algo de tele para bajar la comida. Escuché a mi hermano subir las escaleras, seguramente volvería a llamar a Martín.
-Martín y Darío van a venir a las cuatro- dijo acercándose a mí, yo solo asentí con la cabeza, él se sentó a mi lado y esperamos.
La tarde pasaba demasiado lento, estaba muy ansioso y nervioso, daba vueltas por toda la casa, mirando a cada rato el reloj que, por alguna razón, iba más lento que de costumbre.
-Tranquilo Juan, solo vienen los chicos no tu novia-dijo Felipe riéndose, rápidamente reaccioné tirándole una almohada a la cara.
-¡No seas boludo! Solo estoy pensando- dije tratando de desviar un poco el tema pero con los nervios que llevaba encima sonó muy falso.
-¿Así?- me miró con una sonrisa pícara-¿en qué estás pensando?-se cruzó de piernas como si fuera una mujer tratando de seducir a un hombre, comencé a reír ante esta acción de mi hermano. Por un minuto me distraje, los nervios y la ansiedad bajaron hasta que sonó el timbre, unas voces se escucharon afuera.
-Es él-pensé rápidamente, comencé a sudar, mis piernas temblaban; esto es raro, ¿desde cuándo me pongo nervioso por ver a Martín?, esto está yendo muy mal.
Mi hermano abrió la puerta y ahí estaban ambos, Martín y Darío, ambos sonreían, parecía que se llevaban bien, solo se habían visto dos veces pero ahí estaban, los dos hablando como si se conocieran de años.
-¡Hola!- saludó Darío a mi hermano, luego se acercó a mí y me saludó estrechando mi mano de igual manera que lo había hecho con Felipe, luego me saludó Martín como siempre.
-Qué alivio- pensé exhalando fuerte, nada cambió.
Nos dirigimos a la sala, donde nos pusimos a hablar como de costumbre, entre risas y estupideces, nada había cambiado, hasta que mi hermano y Martín comenzaron a hacer el típico jueguito gay, el mismo que hacemos en el colegio.
-Ya no te quiero, ahora quiero a Felipe-me dijo sacándome la lengua, solos reí haciendo parecer que le seguía ese absurdo jueguito pero en realidad no me daba mucha risa sus acciones; ¿qué es lo que me pasa?
-Claro, no te hablo por un día y te vas con otro ¿no?- dije tratando de ocultar mi… ¿enojo?, esto no puede estar pasando.
-Si lo quiero más a él- volvió a sacarme la lengua, hice una mueca “fingida” de dolor, él se acercó a mí y puso su frente contra la mía.
-No te lo creas, sabes que te quiero más que a él- dijo casi en un susurro sonriéndome, rápidamente se alejó de mí y comenzó a reírse junto con mi hermano y Darío.
Las horas pasaron rápido, ya era de noche; mierda que el tiempo pasa volando.
-Bueno chicos yo ya me voy- dijo Darío saludándonos para luego irse.
-Creo que yo también debería irme-dijo Martín levantándose del sofá, mi hermano lo agarró del brazo deteniéndolo.
-¿Por qué no te quedas a dormir?-dijo aun sosteniéndolo del brazo, Martín se quedó mirándolo con duda, finalmente asintió con la cabeza sonriendo primero a Felipe y luego a mí.
-¿Y a donde va a dormir?-pregunté mirándolo seriamente a mi hermano.
-En tu cuarto- dijo rápidamente, me paralicé al escuchar esas tres palabras.
-E-está bien- dije algo nervioso, tratando de disimular lo más que podía. Me acerqué a Martín haciéndole una seña para que me siguiera, él comenzó a seguirme hasta mi cuarto.
-Voy a traerte algo para que puedas dormir más cómodo- le dije abriendo la puerta para que el entrara-ya vengo-me retiré a la habitación de huéspedes donde generalmente dormían mis primos cuando venían; comencé a buscar algo de ropa.
-Mierda no encuentro nada-susurré revolviendo la montaña de ropa que había en el armario; tomé una remera que encontré al fondo del armario, luego tomé el primer short que encontré en uno de los cajones, volví a mi cuarto, Martín se encontraba mirando su celular, seguramente sería su noviecita.
-Acá traje algo de ropa que te puede quedar-le dije fingiendo una sonrisa, él sonrió y tomó la ropa.
-Gracias-dijo tendiendo la ropa sobre mi cama.
-Voy a decirle algo a Felipe, vuelvo enseguida- dije saliendo del cuarto cerrando la puerta a mi espalda.
-¿Pasa algo?- me preguntó mi hermano apareciendo de la nada; por su culpa casi escupo el corazón del puto susto.
-Mierda… ¡Felipe no te aparezcas así!-dije tragando saliva, él me miró con preocupación, pero rápidamente esa expresión cambio a una sonrisa.
-Perdón, no era mi intención asustarte así-me dijo haciéndome burla.
-Sí, sí como digas- dije frunciendo el ceño, para luego darme la vuelta y entrar a mi cuarto.
-Gracias por prestarme la ropa- dijo Martín sonriéndome.
-De nada-correspondí a su sonrisa mientras cerraba la puerta; me acerqué a mi cama y saqué de debajo de las sábanas un short y una remera, me cambié rápido, sin temor de que me pudiera ver Martín, después de todo no era la primera vez que me cambiaba delante de él.
-Buenas noches- dije acercándome a la llave de luz apagando las luces de la habitación, luego me metí en la cama, tapándome con las frazadas.
-Buenas noches- respondió acomodándose en la cama improvisada que hizo Felipe. El silencio no se quiso hacer esperar, el ambiente estaba pesado por alguna razón.
-Necesito descansar-pensé cerrando los ojos; esta va a ser una larga noche…