¿Quién Es Ella? «Terminada» J...

By NataliaKJR

19.3K 929 88

Natalie Wood es una chica con muchos secretos oscuros, secretos que no quiere revelar, en un intento de esca... More

PRÓLOGO
Capítulo I
Capítulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capitulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI
Capitulo XII
Capitulo XIII
Capitulo XIV
Capitulo XV
Capitulo XVI
Capitulo XVII
Capitulo XIII
Capitulo XIX
✨💖 Happy Birthday 💖✨ -Noticias-
Capitulo XX
Capitulo XXI
Capitulo XXII
Capitulo XXIII
Capitulo 24
capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo Treinta y tres
Capítulo 34
capitulo 35
Capítulo 36
Capitulo 37
capítulo 38
capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
No Capítulo
ANUNCIO IMPORTANTE
Otro Anuncio
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 Hot
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50 Hot
Capítulo 51
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
¿Jacob?
Capítulo 54
Capítulo 55
Maratón
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 59
Capítulo 60 Hot
No capitulo
capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Anuncio
Capítulo 66 -Maratón Hot (Parte Uno)
Capítulo 67 - Maratón Hot (Parte 2)
Capítulo 68
Capítulo 69
Agradecimientos
T H E E N D
¿SEGUNDA TEMPORADA?
¡SI HABRÁ NUEVA TEMPORADA!
¡Llegamos A Las 2K!
¡AYUDA!
Chapter

Capítulo 58

103 5 0
By NataliaKJR

Puedo sentir su respiración agitarse y, esta está cada vez más cerca de mi rostro, haciendo que mi respiración también se agite. Sin previo aviso atrapa mis labios con los suyos en un beso lento, su lengua se hace paso entre mis dientes y empieza una batalla de lenguas con la mía, el beso se pone más intenso, baja sus manos hasta mi trasero y lo aprieta, haciendo que el azote que me propino Alex duela nuevamente.

Me separo de el y me acomodo en el asiento, el arranca el auto nuevamente.

La tensión sexual es inminente, se siente por todo el auto, cada vez que lo miro de reojo, mis ojos se posan en su erecta entrepierna y hace que un calor recorra mi cuerpo.
Puedo observar que el también me mira de reojo, pero sus ojos se posan en mis pechos, que se pueden ver por el escote de mi blusa.

—Puedo colocar música? — pregunto y el hace un sonido en afirmación.

Enciendo la radio y la canción or nah de The Weekend empieza a sonar muy alto, está canción habla de sexo duro y sexo oral.
Inmediatamente me arrepiento de haber encendido la radio.

El frena el auto en seco y apaga la radio.

— Ya no puedo más — se desabrocha el cinturón y yo hago igual.
Me siento encima de él nuevamente mientras lo beso y doy círculos en su ya erecta entrepierna, el gime y me acaricia el trasero, yo gimo como respuesta.

— Quiero follarte ahora mismo. — dice con la voz agitada.

— Pues Hazlo — digo antes de besarlo de nuevo.

Aunque pensándolo bien.... no lo quiero hacer en un auto, aunque seria interesante... no es la forma correcta.

— No, sigamos hasta mi casa — informa.

Me intento apartar pero el me detiene apretando mi trasero.

— Puedo conducir así. — sonríe y yo doy una sonora carcajada.

Al menos sé que son afectos de cariño entre mejores amigos.

...


Nos bajamos del auto enfrente de su casa, el me abre la puerta y me da la mano.

—Mis padres no están — informa.

— Lástima, yo los quería saludar.

Su rostro se contrae, su expresión es épica, si no estuviese ahogándome de la risa le tomaría foto.

— Ya callate, idiota — me exige.

— Idiota tus patas — le muestro la lengua y me cruzo de brazos.

No es que no me afecte lo que sucedió esa semana, obvio me afecta y probablemente lo recordaré durante toda la vida, pero con el tiempo aprendí a fingir muy bien lo que siento, con una sonrisa se arregla todo.

— Ya verás — amenaza, me toma por sorpresa y me carga en su hombro, ignorando por completo mis reproches.
Al llegar a su habitación me lanza a la cama con brusquedad haciéndome caer al suelo.

— Podrías tener más cuidado, tarado.

—Pidriis tinir mis ciididi, tiridi — me imita — ¿Tienes hambre?

—No, ya comí.

— Entonces podemos empezar.

— ¿Empezar q...

No me deja terminar porque se abalanza sobre mi y me besa con pasión, sube mi camiseta y comienza un lento baile desde mi vientre hasta mis caderas, sin sobrepasar mis bragas, luego sube progresivamente hacia mis senos. Su caricia es increíblemente ligera, se toma su tiempo, sabe lo que hace, y eso me gusta.
Al parecer, la noche será muy caliente...

Mi corazón se acelera, de miedo o de excitación, ya ni sé. Seguramente un poco de los dos. Miedo de que los sucesos que pasaron con Alex se reproduzcan en mi mente y que Mario me lastimé, pero sé que el jamás me haría daño. ¿Verdad?
Excitación porque él es el único con el que he tenido relaciones y me ha encantado, pero en este instante parece un viejo sueño, la encarnación misma de mis primeras fantasías, cuando era una pequeña niña virginal e ingenua para quien tener sexo y hacer el amor eran la misma cosa, pero ahora se que no es así.

Levanto las manos por encima de mi cabeza para pasarlas por su cabello; este es suave y sedoso.
Volteo el rostro hacia él para cruzar mis ojos con los suyos, sus bellos ojos, esboza una sonrisa haciéndome sonreír también y él aprovecha esto para besarme en la comisura de los labios.
Su mano izquierda llega a mis senos; primero los contornea, como para estudiarlos antes de explorarlos, y es entonces que comienza a dar caricias y apretones más intensos. Me deleito ante esto, su mano derecha acaricia mis muslos, haciendo masajes sensuales, más insistentes.
Siento el deseo poderoso creciendo en mi vientre, electrizando todo mi cuerpo.
Me agito y suspiro aún más fuerte. De pronto tengo frío, a pesar de la temperatura tropical, y la mano de Mario parece arder.
La piel se me eriza, mis pezones se tensan y reclaman su calor. Entonces pasa de uno a otro masajeándolos suavemente; cada vez que su pulgar roza un pezón, una pequeña descarga eléctrica, me atraviesa de lado a lado. Cuando pellizca otro delicadamente, ni muy fuerte ni muy suave, solo lo necesario para hacerme despegar, al límite extremo entre el dolor y el placer, me provoca palpitaciones hasta las bragas, que se humedecen. Intento abrir los muslos, para aliviar un poco el hormigueo entre mis piernas y en mi sexo, pero estoy bloqueada por sus rodillas dobladas que me aprisionan. Insisto, con la frustración multiplicando mis fuerzas, pero no cede ni un milímetro. ¡No voy a ponerme a suplicarle que me tome, porque sigue siendo el idiota de Mario!
¡Apenas si me tocó!
Sin embargo, a mi cuerpo le parece interesante la idea y se tensa hacia él. Entonces, paso mis dos piernas por encima de las suyas, separándolas y entregándome totalmente a él, a sus manos, que ahora me impiden cerrar los muslos, atrapados entre los suyos que hasta pueden obligarlos a abrirse más todavía. De todas formas, no pienso cerrar nada antes de haber apagado ese fuego líquido que hierve en mi sexo y se expande alrededor por ardientes oleadas de excitación. Una pequeña corriente de aire fresco viene a lamer la tela empapada que cubre mi clítoris hinchado. Las caricias de Mario sobre mis senos se vuelven más insistentes, mis pezones maltratados siguen reclamando más, y él se los da. Pero no parece decidido a deslizar su mano derecha bajo mis bragas, para apaciguarme un poco...
... Al menos un poco, por favor, Mario.
Pero, no contento de negarme eso, me prohíbe tocarme, bloqueando mis dos manos con la suya.
Lucho para dirigir su mano hacia mi sexo que no deja de mojarse y de pulsar, de clamar por sus dedos, su lengua, su sexo, en vano.
Gimo ondeando con todas mis fuerzas. Siento la sonrisa de Mario en mi cuello.

— ¿Esto te divierte?

— En cualquier caso, me gusta — responde mordisqueándome, con su mano empezando a descender hacia mis bragas.

¡Por fin! ¡Por fin! ¡Por fin!

Me arqueo bajo su caricia, y mis nalgas, retrocediendo, llegan a golpear contra algo increíblemente duro e imponente. Un gruñido se le escapa...

— Puedo sentir eso, Mario — digo sonriendo.

Su mano derecha se apoya brutalmente de mi sexo para jalarme hacia él, para aplacarme con más fuerza contra el suyo. La violencia de su gesto me arranca un grito de sorpresa y provoca simultáneamente un orgasmo instantáneo y un movimiento de pánico. Instintivamente, quiero volver a cerrar los muslos pero me encuentro bloqueada por sus rodillas que, al contrario, se separan un poco más, obligándome a hacer lo mismo. Después de este breve acceso de rudeza, Mario regresa inmediatamente a su suavidad, murmura algo, no entiendo nada, pero su voz es tranquilizadora, sus besos son tiernos, sus dedos bajo mis bragas se deslizan por mis labios empapados, y mi piel se enciende instantáneamente, llevada por un poderoso deseo que me estruja el vientre. Él juega ahora con mi clítoris, lo rodea, lo acaricia, lo cosquillea. Gimo fuertemente, siento cómo todo inicia de nuevo, froto mis nalgas contra su sexo, se siente tan bien, ya no sé si quiero sentirlo en mí, enfrente, detrás, o si quiero que me haga gozar con sus dedos, que haga explotar mi clítoris. Los resortes de mis bragas, tensados hasta el extremo por su mano y sus movimientos amplios, me lastiman la piel, pero no me importa. De pronto, vuelve a cerrar las rodillas, y sus dos manos ya no están sobre mis senos, ni sobre mi sexo.

— ¡¿Bromeas?! — pregunto ahogándome. — Idiota— murmuro — ¿Por qué...

No me deja terminar; toma mis piernas para juntarlas, me levanta el trasero y mis bragas desaparecen; me levanta los brazos y es el turno de mi camiseta. Dos segundos más tarde, veo su bóxer volar hacia el fondo de la cajuela. Como si no pesara más que una muñeca de trapo, me acomoda sobre él, en la misma posición, pero sin la barrera de la tela, mi espalda desnuda contra su torso, piel con piel, su sexo palpitando entre mis nalgas, mis muslos separados.
No tengo mucho tiempo para pensar en lo indecente de la situación, Mario retoma exactamente donde se quedó y mi cuerpo reacciona en un cuarto de segundo. Sus dedos me penetran; primero uno solo, mientras que su pulgar continúa presionando sobre mi clítoris, luego otro, va y viene, y quisiera decirle lo delicioso que es, ¡tan delicioso! Pero las palabras se me escapan, huyen, me traicionan.
Además... si lo admito, presumirá cuando discutamos tontamente.

— Es... Yo... Mario... ¿Mario...?

— ¿Sí?

— Nada... Continúa...

— A sus órdenes, princesa.

Bajo la mirada hacia mis muslos, para ver su mano izquierda penetrándome, y ver que sus dedos salen brillantes con cada vaivén. Unos dedos que me procuran un placer loco, más intenso que cualquier otro sexo antes. Admiro también su brazo, no tan musculoso, pero de una blancura irreal, que se tensa cada vez que sus dedos se hunden en mí, más fuerte, más adentro. Esta visión me excita todavía más, y debo morderme la mano para no gritar de placer y no subirle el ego a Mario. Sin detenerse, Mario retira mi palma de la boca y presiona la suya contra mis dientes.

— Voy a hacerte daño — jadeo.

— No te preocupes por eso —responde besándome — Jamás me lastimarías, eso lo sé, asi como debes saber que yo a ti tampoco, Mejor Amiga.

Con esas últimas palabras, su fuerza es tal que mi cuerpo se eleva ante cada asalto, golpeando contra su sexo erguido entre mis nalgas. La suspensión rechina, pero apenas si me doy cuenta de esto. El placer es más fuerte que yo y me deja sorprendida, apasionada, desorientada, pero terriblemente vibrante. Ya no pienso más, lo muerdo con fuerza. Él hace un gesto de dolor y de excitación a la vez, en mi cuello su aliento se ha vuelto ronco y más rápido, siento sus abdominales tensos al extremo contra mi espalda. Y cada vez quiero más. Pero no sola. De pronto, me parece evidente; no quiero solamente que me haga gozar, quiero que me tome, sentir su sexo llenándome, quiero que gocemos juntos.

— Mario — balbuceo.

— Sí, Nath — responde él con una voz ronca pero increíblemente controlada en vista de las circunstancias.

— Se siente muy bien, pero...

—¿Pero…?

— En mí — resoplo. — Te quiero en mí...

Él gime aplacándome de nuevo con una fuerza hacia sí, con su palma aplastando mi clítoris, su brazo cortándome la respiración, pero esta vez, no me da miedo, lo único que podría hacer es que me venga antes de tiempo.

— ¿Tienes un preservativo? — pregunta en un suspiro.

— No, idiota, me tenían secuestrada ¿como crees? — digo intentando no sonar odiosa, sin éxito.

Gruñe algo que no entiendo, pero con esa entonación furiosa, no necesito un diccionario para comprender que eso debe significar « ¡maldita mierda! » o algo así.

— Pero está bien — digo temblando de impaciencia por finalmente tenerlo en mí.

— ¿Segura?

— ¡Sí! Para eso está la pastilla... Te lo suplico, Mario...

No puedo creer que yo esté diciendo esto y peor aún... que este suplicando por tenerlo en mi.

—No muchas veces funciona.

—Entonces busca, no quiero tener mini Marios por todo el lugar.

— O mini Nathalies.

Escarba entre sus cosas hasta que da un suspiro y saca el paquetito plateado y lo levanta a él cielo como si fuera lo más valioso en el mundo.
Entonces él me levanta de las caderas y, sin más demora, me empala lentamente sobre su sexo.
Escucho su aliento bloqueándose bruscamente, siento sus manos hundiéndose en mi piel; sin embargo, mantiene el control y me hace deslizar suavemente, Me retiene, evitando que descienda con demasiada brutalidad, porque no importa lo empapada, abierta, ofrecida y excitada que esté, Mario es de los que lo hacen con suavidad, bueno... pues soy su primera y su única, lástima que el no sea mi único. Desde que comenzó a penetrarme, me arrepiento de ya no tener su mano para morder; ¡es delicioso, tan delicioso sentirlo dentro de mí, llenándome, que seguramente no voy a poder contener los gritos!
Cuando ya desciendo hasta el fondo sobre él, permanezco inmóvil por un instante, para habituarme y retomar el aliento; intento sincronizarme al suyo. Mario suelta mis caderas y regresa a estimular mi clítoris, que era todo lo que esperaba, y la máquina de placer está de vuelta. Nos movemos lentamente, juntos. De nuevo, volteo hacia él para mirarlo... Acaricio su rostro, sigo la línea de su boca, tan suave. Lo provoco. La punta de su lengua juega con mis dedos, y eso nos hace reír. Mantengo su rostro en mi mano y él frota su mejilla contra mi palma. Es un momento perfecto, intenso y tierno.
Después, vuelvo a poner ambas manos a ambos lados, me levanto, doblo las piernas y ondulo* encima de él, primero suavemente y luego cada vez más fuerte a medida que nuestros sexos se encuentran y se doman.
Mi mejor amigo se mueve debajo de mí, pero me deja llevar la danza, no se impone, y eso me da más confianza; comienzo a encontrar mi ritmo... y el suyo. Lo escucho respirar más fuerte y gemir, y eso me excita. Mierda: ¡yo, Nathalie, soy capaz de hacer gemir a Mario! Eso le voy a echar en cara cuando él presuma.
Eso me excita casi tanto como sus dedos que, milagrosamente, siguen yendo y viniendo sobre mi clítoris inflamado, su mano que regresó a mi cadera y que la da más amplitud a mi movimiento y su sexo que me colma y me penetra. No sé cómo le hace para ocuparse de ambos pero no quisiera que se detenga por nada. Es divino, casi insoportable, todo mi cuerpo tiembla y la tensión tortura todos mis músculos.

— Oh, Mario… Mario… tu mano... tu sexo... te lo ruego...

— Nathalie …? - interroga apretando sus dos manos sobre mi sexo abierto, hundiéndose con más fuerza en mí, aplastando mi clítoris.

— ¡Oh! ¡Sí! ¡SÍ! ¡Mario! ¡Así! — grito sin ningún pudor. — ¡¡Justo así!!

Él me toma con más fuerza todavía y eso es justamente lo que esperaba, levanto las manos para tomar su cabello, sólo quiero una cosa: dejarlo llevarme a donde quiera, como quiera, ¡pero fuerte! ¡Lejos! ¡Más! Y eso es lo que me da, exactamente, con toda la fuerza y el poder de lo que es capaz, hasta la explosión, hasta mi doble orgasmo que nos sacude a ambos, que nos deja jadeando, empapados, agotados... ¿felices? En cualquier caso: saciados. Mario hunde su rostro en mi cuello, como si no debiera soltarlo nunca más.
Cuando nuestras pieles sudadas se han secado, Mario abre los brazos, que tenía a mi alrededor y me levanta para separarme de él.
Se estira y me jala hacia sí, me acomodo contra su cuerpo, estremeciéndome hasta que nos cubre con su cobija.
Y me duermo.
A lo largo de la noche, una sensación de frío me despierta. Mario ya no está a mi lado. Estoy sola sobre su cama. Permanezco por un lago tiempo con los ojos perdidos en el techo, hasta que regresa. Me regala una sonrisa y se acuesta junto a mi.
Termino por acomodarme abrazandolo por el torso y el acariciando mi cabello.
Mis pensamientos se elevan... Ya se cual es la diferencia entre Tener sexo y hacer el amor.
Con un nudo en la garganta, cierro los ojos y opto por volver a dormirme...

Continue Reading

You'll Also Like

187K 15.8K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
19.3K 929 86
Natalie Wood es una chica con muchos secretos oscuros, secretos que no quiere revelar, en un intento de escapar de su propia vida, se muda a Estado...
379K 24.9K 96
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
980K 104K 142
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...