¿Jugamos al escondite?

By MissGinsey

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Raven y Alexa estudian en un internado de chicas que funciona todo el año. Alexa está muy centrada en intenta... More

Capítulo 1: El internado.
Capítulo 2: La chica del cigarro.
Capítulo 3: La chica del piano.
Capítulo 4: Ideas obscenas.
Capítulo 5: Déjala entrar.
Capítulo 6: Cobarde.
Capítulo 7: Bésala.
Capítulo 8: Espacio.
Capítulo 9: Deja de jugar al escondite.
Capítulo 10: Adorable.
Capítulo 12: Fantástico.
Capítulo 13: Impulsos.
Capítulo 14: Otros contextos.
Capítulo 15: Superlesbiana y supercachonda.
Capítulo 16: Raven es mágica.
Capítulo 17: Confesiones.
Capítulo 18: No te vayas.
Capítulo 19: Escondidas.
Capítulo 20: El concurso de talentos.
Final: 2 años después.

Capítulo 11: Espejos.

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By MissGinsey

Daría lo que fuera por un cigarro en esos momentos. Estaba en el sitio de reunión con Walter, ya no podía alargarlo más y le dijo que si se encontraba mal fuera para hablar, aunque fuera dos segundos. Seguro que se lo estaba oliendo, porque ya era el segundo intento, que esperaba que fuera el definitivo. Y a toda esa angustia de no saber qué y cómo decírselo, se le sumaba que se estaba muriendo de frío allí fuera.

«Pues ya sabes en qué tienes que pensar».

Sonrió sin poder evitarlo cuando aquellos ojos verdes invadieron su mente, a pesar de que Alex estaba invitada a pasarse cuando quisiera. Joder, es que Alexa Williams besaba de puta madre y si no fuera porque había quedado con Walter iría al internado y se colaría en su dormitorio para perderse en su boca una vez más.

Giró la cabeza cuando vio una sombra a su lado y suspiró al ver a Danny.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

Se quedó mirándolo en silencio y se percató de que, a pesar de que era de noche, había un adorno que le faltaba.

—¿Y el piercing de la ceja?

El chico se rio de forma agria y se acercó a ella, colocando el lugar en cuestión a la altura de sus ojos. Soltó un sonido de desagrado antes de empujarle hacia atrás.

—¿Te lo has arrancado?

—No, lo han hecho por mí —dijo, sacándose un cigarro y encendiéndolo, justo cuando ella más quería uno—. No repetiría la experiencia.

—¿Debías dinero?

—Algo así.

—Eres un cabrón, no te sorprendas de que te arranquen el de la lengua algún día.

—Pensaba que te gustaban cabrones.

Se rio y lo miró con diversión.

—Mis gustos han variado desde entonces. —El chico sonrió—. No juegues a ser más listos que ellos, no sales ganando nunca.

—Tengo que acabar estando más arriba que mi hermano, y si me tengo que quitar el piercing de la lengua antes de que me lo arranquen, me lo quito.

Danny siempre había tenido una relación de celos y de jugar, de una manera poco sana, a quién era mejor que quién con su hermano, por eso había entrado sin preguntar a aquel negocio que llevaban y por eso ella dejó de verlo a él. Ni siquiera quiso saber de qué clase de «negocio» hablaba, pero ya por los métodos no dejaba mucho a la imaginación.

—¿Y qué haces aquí?

—Hablar contigo, quería comentarte algo.

—He quedado con alguien.

—Vamos, ten un poco de piedad conmigo. Me sigue doliendo la ceja. —Puso morritos y tuvo que reírse. Era un cabrón de verdad—. Además, aquí estoy seguro, o más bien lo está el idiota de Johnny.

—¿Hablas de tu hermano? —Él asintió—. ¿No se llamaba...?

—Es su nombre artístico. Dice que así da más miedo, pero a mí me parece más gilipollas.

—¿Estás bien?

Danny sonrió de forma amarga.

—Preocupado, más bien. Quería... —se quedó en silencio de repente al mirar hacia un lado de la calle y se levantó—. Tu novio viene por allí, y mejor que no me vea contigo. —Señaló hacia atrás y vio a Walter caminando despacio hacia ellos—. Hablamos luego, Rave.

—Ten cuidado, Danny.

Se quedó con una sensación extraña cuando el chico despareció de su vista y Walter apareció en ella con ese rostro entristecido.

—Se acabó, ¿no?

—Lo siento —dijo apenada, viendo cómo Walter se dejaba caer sentado a su lado, escondiendo la cara entre sus manos.

En realidad le daba mucha pena, porque había compartido momentos con él que sabía que iba a recordar, a pesar de que no hubiesen sido especiales para ella. No del modo que estaba siendo dar cada paso nuevo con Alex.

Le acarició la espalda a Walter, notando que se le tensaban los músculos ejercitados con el deporte, y una vez más le confirmó lo lesbiana que era. Tenía que dar gracias a los cielos por que los padres de Alex se mudaran en este nuevo curso y así haber abierto los ojos de una vez por todas. Cuánto tiempo perdido.

—Es la chica esa, ¿no? —preguntó Walter de repente y se puso nerviosa por el cambio en la expresión de su rostro como por la frase en sí.

Estaba sintiendo cosas muy fuertes por ella, pero no estaba preparada para gritárselo al mundo.

—¿Qué chica?

—Alex se llamaba. Creo, no lo recuerdo bien. La verdad es que no procesé demasiado la información. —Se le iba a salir el corazón del pecho—. No es lo normal ver a tu novia liarse con una tía.

—Walter...

—No lo has negado, Raven —dijo mientras arqueaba las cejas. ¿Iba a llorar?—. Joder.

El chico se levantó y se frotó el rostro con las manos antes de caminar por la calle. Ella hizo lo mismo, frenando su avance.

—No nos estábamos liando.

—Y yo soy gilipollas —ironizó—. ¿Te la has tirado?

—No —contestó rápidamente.

—¿Has vuelto a besarte con ella? —preguntó y ella apretó los labios al escucharle. Infinitas veces—. Genial.

—Walter, escúchame. —Frenó de nuevo su avance.

—¿Qué quieres que escuche si ya lo sé todo?

—Tengo que pedirte un favor —suplicó, colocándose frente a él para impedir que siguiera caminando.

—No sé si estoy para favores ahora, Raven.

Walter iba a llorar de un momento a otro, podía notarlo, y eso hizo que le diera más pena aún.

—¿Le has dicho a alguien lo que viste?

—No —respondió—. Y no se lo voy a decir a nadie, Raven, yo no soy así.

—Gracias.

—¿Ya está? Me gustaría irme a casa ya.

—Lo siento mucho.

Walter se encogió de hombros y ella se resignó y se apartó de delante de él para que siguiera avanzando. Se mordió el labio y suspiró de forma pesada antes de caminar ella hacia la otra dirección: era hora de volver al internado.

—Ey —escuchó a sus espaldas y vio pasar a Danny con su moto—. Súbete, te llevo.

—¿Has estado espiándome?

—Acabo de llegar —contestó con media sonrisa, dándole el casco que llevaba.

—Voy andando —rechazó su oferta.

—Quiero contarte algo, Raven.

—Danny, ¿no ves que no tengo ganas de hablar con nadie ahora mismo? —lo encaró, viendo cómo bajaba de su moto y se acercaba a ella.

—Quiero ayudarte.

—¿Ayudarme?

—No sabía que tenías un piercing en el ombligo.

Y no lo dijo a malas, más bien fue un dato para darse cuenta de lo que hablaba.

—¿Cómo...?

—Puedo ayudarte.

* * *

Decepcionada, así se sentía. Quizás algo más, pero no sabía cómo se llamaba esa emoción, si es que existía. Había confiado en Walter, quizás no tanto como él en ella, pero se dio la oportunidad con una persona que en un principio era «buena», o eso le pareció. No había que dejar llevarse por las primeras impresiones, pero jamás se habría imaginado que sería de los que hacían esas cosas. De haber sido así, seguramente no habría dado con él esos pasos primerizos que no había dado antes.

Había sido idiota.

—¿Raven?

Miró hacia un lado y vio a Alex, dirigiéndose hacia ella algo nerviosa. Gracias a Dios que había llegado. Se levantó de las mantas y no tardó en rodearla con los brazos, escondiendo el rostro en el cuello de la castaña. ¿Era normal sentirse protegida cuando la abrazaba? ¿Era normal calmarse con tan solo el olor de su pelo?

Joder, qué ñoña era.

—¿Ha pasado algo? —la escuchó preguntar.

Ella suspiró y se separó de ella tan solo unos milímetros, los suficientes para poder capturar sus labios y besarla. Supo que la pilló por sorpresa, pero allí en su escondite eran libres. Alex respondió al beso y ella tembló ligeramente, porque no se iba a acostumbrar nunca al sentimiento que aquella chica provocaba. Apoyó las dos manos en sus mejillas y profundizó el beso, sin que se convirtiera de nuevo en algo erótico, como días atrás, si no en algo necesitado. La necesitaba a ella y en aquellos besos quedaba descrito a la perfección.

Un último roce de labios y dio por finalizada la sesión, mirándola directamente a los ojos y con sus manos aún tocando su piel.

—¿Has hablado con Walter?

—Ya sabía que quería romper con él.

—¿Y cómo se lo ha tomado?

—Mal, pero no es lo que más me preocupa ahora mismo.

Se sentó en las mantas y alcanzó su teléfono móvil.

—Mira esto.

Le dio al botón del play y le tendió el teléfono para que observara la pantalla. A pesar del enfado, medio sonrió al ver cómo Alex se iba poniendo cada vez más roja a medida que pasaban los segundos en el vídeo.

—No tengo ni puta idea de cómo lo grabó —dijo, sin querer mirar las imágenes otra vez, porque recordaba hasta la noche en concreto, y la cara de Alex era mejor.

—Pero... —La chica no podía estar más avergonzada y levantó la vista del móvil para mirarla a ella directamente—. ¿Eres tú? ¿S-sois vosotros?

—Sí —confirmó—. Veinte mil personas me han visto las tetas y cómo una polla pequeña entra en mis partes nobles. Eso si no ha sido una misma persona viendo el vídeo veinte mil veces, pobrecito entonces.

—¿Qué vas a hacer?

—Alguien me ha dicho que puede borrarlo de internet, así que estoy esperando a que haga algo y que desaparezca.

—¿Qué alguien?

—Danny, te hablé de él —dijo—. Ojos azules, chupa de cuero... Un chico demasiado guapo y demasiado gilipollas.

—¿Y no te va a pedir nada a cambio?

—No lo sé, ¿que se la chupe? —Se encogió de hombros—. Solo espero que no lo grabe.

—Raven.

—¿Qué?

—No puedes hacer eso, lo sabes, ¿no?

—¿Chupársela a alguien? Ah, joder, ¿quieres...? —¿Por qué estaba tan nerviosa de repente?—. ¿Estamos juntas ya? ¿Tú y yo? ¿S-somos...? —Joder, ahora era ella la que estaba roja y se iba a morir de la vergüenza de un momento a otro. Encima tartamudeaba como una tonta.

—No, no digo eso. —Alex también adoptó una expresión de timidez, apartando la vista y encontrándose con el teléfono, que puso bocabajo porque el vídeo continuaba—. Tú no eres mía y yo no puedo prohibirte nada, pero la gente no puede aprovecharse de ti de esa forma.

—Pero si él me hace un favor...

—¿Tú le has pedido ayuda?

—No, él me ha dicho lo del vídeo y que me iba a ayudar.

—Entonces le das las gracias.

Joder, qué simple era todo.

—Al menos no se me ve la cara en el vídeo. —Recuperó su teléfono y lo apagó.

—¿Cómo te ha reconocido Danny?

—Supongo que por el tatuaje.

—Es verdad...

—No estés avergonzada, ya me habías visto desnuda.

—Pero no... así.

—¿Te ha gustado?

—Raven, no puedes hacerme esa pregunta... Lo que han hecho está mal.

—Sí, está mal, pero va a desaparecer de internet.

—Espero que pronto. ¿Confías en Danny?

—A pesar de que vea porno, sí. El Danny que conocía antes seguramente se pajearía con el vídeo mil veces y no me diría nada. —Se quedó en silencio—. Bueno, seguro que se ha pajeado, no nos mintamos. Quizás es el pringado que lo ha visto veinte mil veces.

—¿Crees que te reconocerá más gente?

—El tatuaje no es tan antiguo... Solo lo han visto Walter y Danny.

—Y yo.

—Y las veinte mil visitas. —Se rio.

—Te lo has tomado bien.

—Estoy decepcionada con Walter, pero no se me reconoce. Si hubiese salido mi cara no estaría aquí.

—¿Dónde estarías?

—Partiéndole la cara a Walter, o cortándole la polla en pedacitos. Quizás las dos cosas.

—No sabía que eras tan agresiva.

—Ya sabes que no lo soy. —Se rio—. Ladro mucho, pero muerdo poco.

—Bueno... —Otra vez estaba roja y era adorable.

—Mañana te espero aquí por la noche.

—¿Mañana? Pero es domingo y el lunes...

—Te prometí algo para este fin de semana. —Sonrió al verla tragar saliva con la frase y porque se inclinó hacia ella, Alex era demasiado expresiva—. Y me muero de ganas por que lo veas.

—Raven...

Acabó besándola y no tardó en introducir la lengua en su boca, recorriéndole los costados con las manos extendidas. Las bajó, sujetó sus caderas antes de animarla a acercarse a su cuerpo y jadearon a la vez cuando consiguió colocar a Alex entre sus piernas en aquella postura sentada, disfrutando de cómo le envolvía la cintura con las suyas.

—Así de pegadas estamos mejor —murmuró antes de besarla otra vez.

Alex agarró su pelo con el puño y respondió el beso de esa forma que la volvía loca, queriendo dominarlo. Aunque le excitaba mucho más cuando las dos luchaban por ver quién ganaba. Se atrevió a deslizar las manos por el pantalón del pijama que la castaña llevaba y, cuando agarró su culo, suspiró en su boca.

—¿Te ha gustado? —preguntó de nuevo antes de morderle el labio inferior. Sus miradas conectaron y pudo notar que dudaba en responder—. No pienses en si está mal o si está bien, piensa en si te habría gustado estar en el lugar de Walter —con cada palabra acariciaba sus labios—. Follándome —añadió y notó que se estremecía.

—S-sí...

Joder, qué placentera podía llegar a ser una simple palabra.

—Te gusta dominar, Alex, ¿cómo quieres follarme?

—Raven...

—Dímelo.

Sonrió al verla morderse el labio y se ocupó de que se moviera contra su abdomen, empujándola hacia ella con las manos aún en su trasero.

—Yo... —se relamió algo nerviosa y ella sintió algo de envidia, así que deslizó la lengua por los labios de Alex, viendo cómo se estremecía—. Yo quiero...

La castaña gimió cuando se movió hacia ella, tentándola más, y ella contempló la imagen que tenía frente a ella. Alex estaba increíblemente guapa con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

—¿Duro? ¿Lo quieres duro? —murmuró antes de atrapar su barbilla y deslizar los labios por ella.

—Sí, duro.

—Joder, Williams. —Buscó su oreja para hablarle de cerca—. Siempre que me toco, imagino lo fuerte que me quieres follar y es cuando mejor me corro.

De normal esas frases las decía por mensaje a través del teléfono, muchas veces acompañada de imágenes que le interesaban más bien poco. Decirlas en voz alta con Alexa gimiendo y moviéndose contra su abdomen era otra experiencia completamente distinta.

—¿Puedo? —Señaló su propia camisa y Alexa se mordió el labio antes de asentir—. Tú estás muy cómoda en pijama, pero el uniforme es muy muy incómodo. —Sonrió antes de empezar a desabrocharse los botones.

La mirada de Alex se oscureció al instante mientras contemplaba fijamente cómo iba descubriendo su piel hasta quedar sin la prenda. Se inclinó hacia atrás, apoyándose en las manos, y quedó expuesta para ella, deseando quitarse también el sujetador en cuanto tuviese oportunidad.

«Eres un poco exhibicionista».

Quizás, pero no veía que Alex se quejara.

—Tócame —la animó, y sonrió cuando enfocó sus ojos unos segundos antes de volver a recorrer su torso medio desnudo.

Alex cogió aire antes de apoyar una mano temblorosa en su abdomen, dejándola ahí quieta. Fue su turno de inspirar, ¿cómo era posible estar sintiéndose así con tan solo la calidez de su palma? Observó el gesto y se mordió el labio al ver la piel blanca de Alex contrastar con la de su vientre, aunque sobre todo fue porque tenía los dedos muy largos.

Maldita bollera. ¿Cómo podía haber tardado tanto en verlo? ¡Si estaba claro!

Se arqueó buscando más contacto, Alex la entendió y movió la mano hacia un lado, atrapándose el labio inferior con los dientes mientras la acariciaba. Suspiró y se tumbó completamente en las mantas, dejando que la castaña recorriera muy despacio su vientre con los dedos.

La miró y le excitó sus ojos verdes en esos momentos, pero quería más. Buscó su mano e hizo que la elevaran juntas hasta cubrir uno de sus pechos, consiguiendo que ambas jadearan con la sensación.

—Sigue, Alex.

La chica apretó la yema de los dedos en su seno y volvió a inspirar al mismo tiempo que bajaba la vista hasta su mano. Buscó la tira del sujetador, dispuesta a bajárselo, pero Alex se levantó y se giró, caminando nerviosa por la habitación.

—¿Qué te pasa? ¿He hecho algo mal?

—No, no, no has hecho nada mal, pero...

—Alex. —Se incorporó también e intentó frenar su avance nervioso.

—No me parece bien estar tocándote cuando te han hecho lo del vídeo.

—Te he pedido que me toques, a Walter no le pedí que me grabara.

—¿Por qué no denuncias o se lo dices a alguien? —Alex estaba muy nerviosa.

—¿Qué pasaría si se enteran de que salgo del internado para follar?

—Mierda, Raven. —La chica arqueó las cejas, parecía realmente angustiada—. Joder, no quiero que te echen.

—Ey, estoy bien, de verdad. —La abrazó—. Ya te lo he dicho, no se me ve la cara, puede ser cualquier tía, y lo van a borrar.

—Vale —aceptó y respiró profundamente antes de que se separaran ligeramente. Sonrió cuando la vio bajar la mirada a su pecho—. Deja que...

Alex se agachó y recuperó su camisa, y la observó divertida mientas se la colocaba y le abrochaba los botones lentamente.

—Me encantas.

Alexa era adorable cuando se sonrojaba.

* * *

Admitía que le encantaba mirarla, pero en esos momentos estaba empezando a entender los complejos que tenía Alex. O más bien, los que decía tener, porque era una maravilla. Físicamente y en cuanto a su interior.

Había llegado a los baños justo cuando Alex salía de la ducha con una toalla rodeando su cuerpo, y el suyo se había activado automáticamente con tan solo verle los hombros desnudos con pequeñas gotitas de agua decorándolo. No pasó desapercibido un gesto que hacía mucho cuando se encontraban en los baños, que era taparse rápidamente la zona del pecho, a pesar de que ya había visto lo que quería esconder.

Nunca se había sentido una chica egocéntrica, pero se gustaba cuando se miraba en el espejo. Su reflejo le parecía atractivo y siempre había recibido halagos por parte de los chicos, además de lo que no se decía con palabras. En cuanto a la autoestima no tenía problemas, luego con otras cosas era un poco más corta, ¿qué le iba a hacer?

—Alex —la llamó y la chica giró el rostro hacia ella unos segundos, antes de enfocar de nuevo su falda, la cual se abrochaba con cuidado.

—Dime.

—¿Podemos hablar de una cosa?

—¿Necesitas algo?

—Siempre tan servicial. —Le sonrió y le encantó la que le dedicó de vuelta—. ¿Puedo ver tu cicatriz?

—La del... La del... —Miró a los lados, pero no se encontró con nadie, porque a esas horas estaba sola—. ¿La del pecho?

—Sí. Si quieres y estás cómoda, si no, no.

—Sí... claro.

La vio desabrocharse la camisa antes de descubrir la cicatriz y cerrar los ojos. La observó unos segundos antes de volver a hablar, frenando las ganas de tocarla.

—¿Por qué la escondes?

—Es muy fea.

—No es fea. Es una cicatriz normal.

—No me gusta.

—Ya... —Miró apenada cómo se volvía a abrochar la camisa—. Alex, sé que no me crees, pero eres muy guapa. Quiero que lo sepas.

—Gracias, pero yo no...

—Ven. —Agarró su mano y la llevó con ella hacia la zona de los lavabos—. No te miras en los espejos más que lo necesario, ¿por qué?

—No me gusta lo que refleja —murmuró y la miraba directamente a ella.

—¿Y lo que refleja el mío?

Alex giró el rostro y sus ojos la enfocaron a ella a través del espejo.

—Eres superguapa.

—¿Sabes que yo te veo igual a ti? —Volvió a observarse a sí misma, pero se notó que no estaba a gusto haciéndolo, porque bajó la mirada una vez más—. ¿Hay algo que te guste físicamente de ti?

—No.

—Mírate —le pidió con suavidad y cuando lo hizo, volvió a hablar—. ¿No te gustan tus ojos?

—Mira mis ojeras.

—¿Qué ojeras? —se sorprendió.

—Las de mis ojos.

—Alex... —dijo sorprendida y la miró fijamente—. No tienes ojeras.

—Yo me las veo.

—¿Y tus labios? Son superbonitos.

—No me gustan. Muy gordos.

—¿«Muy»?

—Sí.

—¿Tu nariz?

—Nunca había pensado nada de la nariz.

—Es supermona. Siempre que la veo me entran ganas de comérmela.

Se acercó a ella y le mordió la nariz, sonriendo al escucharla soltar una risita. Después se colocó frente a ella, rodeando su cintura, y se inclinó para besarla, pero unas voces las interrumpieron y se apartó rápidamente de su cuerpo. Mierda.

—Raven, por fin te encontramos, menudo drama con Walter. —Edna fue la primera que apareció en su campo de visión.

—Ya sabes que me aburro rápido de los tíos.

—No sé por qué especificas que son tíos... —se burló Leah.

—Menos mal que no te gustan las tías, porque... —hizo una arcada y algo le pateó el estómago con la mirada de Alex cuando no respondió nada.

Frunció los labios al verla volver hacia los bancos para terminar de arreglarse, seguramente iría a la biblioteca tras el desayuno.

—Ya hay lista de espera desde que saben de tu soltería —comentó Leah, quitándose la ropa.

—¿Cómo se extiende tan rápido los rumores? —Frunció el ceño—. Si lo dejé ayer.

—Ya sabes cómo son los chicos de hoy en día... Nos huelen desde la distancia.

—No te ha contado Edna las novedades —insinuó Leah, pero ella quería irse con Alex.

—¿Es urgente? Tengo que hacer unas cosas —se disculpó, cogiendo su toalla y metiéndose en la ducha.

—¿Un domingo? ¿En un internado? —gritó su amiga para que la escuchara—. Podrías haber puesto una excusa mejor.

—¿Está prohibido hacer cosas en un internado un domingo?

—Haz lo que te dé la gana. Estás insoportable últimamente.

—Gracias —ironizó.

Y lo sentía por sus amigas, pero tenía unos asuntos pendientes con Alex y tenía que arreglarse antes de jugar al escondite con ella. Un escalofrío la recorrió nada más que por la anticipación. ¿Le gustaría a Alexa lo que iba a ver ese día?

* * *

🚪👀

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