Ojos del anochecer

By MaribelSOlle

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[Ya a la venta] TERCERA ENTREGA DE LA SAGA DEVONSHIRE Karen Cavendish era oscura,misteriosa e intrigante; inc... More

En breve...
Descripción
Prólogo
Capítulo 1- Primeras impresiones
Capítulo 2 -Los Peyton
RETIRADA
Capítulo 5-Beldades problemáticas
Curiosidades-Spoiler

Capítulo 3- La atracción del peligro

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By MaribelSOlle

-¿Qué te pasa? ¿No consigues conciliar el sueño?- interrogó Edwin al notar que su esposa llevaba removiéndose por un largo tiempo en el lecho tras dormir a los niños.

-No puedo dejar de pensar en Gigi...¿habré sido demasiado dura? ¿Tendría que haber ido a buscarla? Si hubieras visto los ojos de Karen... sé que no me tolera, si supieran cuanto he echo por ellas y para ellas, para que tuvieran una buena educación y posición...sé que a veces no soy cariñosa, pero creo que he intentado colmarlas con todo lo que he podido, sé que no fui perfecta ni lo seré pero yo siempre miré por la familia, jamás habría huido con un hombre dejando atrás mi legado...mi nombre...aún tengo la carta que papá le escribió en mi cofre, ¿sabes cuánto me duele que siga sin abrirse?

Lord Seymour apoyó la cabeza sobre una mano mientras miraba y escuchaba con atención a su esposa, había pasado tanto tiempo des del día que la rescató en el lago de Chatsworth House que a penas se habían dado cuenta que se habían convertido en dos adultos con tres hijos y cuatro jóvenes a las que cuidar; ya que aunque ahora tan sólo quedaban dos damas bajo su protección, nunca podrían desentenderse de las que ya habían partido de sus vidas aunque se hubieran casado, seguían preocupándose por Bethy así como lo harían por Gigi aunque hubiera decidido escapar.

-Creo que debemos empezar a comprender que no podemos controlarlo todo, siempre te he dicho que no des tanta importancia a la sociedad, siempre tendrán algo de qué hablar...y son tan hipócritas que aunque lleváramos una de esas compotas marrones que hace nuestra Alice en la cabeza, seguirían reverenciando-nos por donde pasáramos porqué sólo les importa nuestro nombre y nuestro dinero. Lo único que nunca tolerarán es la pobreza y , eso , afortunadamente ,está muy lejos de nosotros.

-¿Entonces crees qué debería haber ido a por ella?

-No, creo que debes dejarla marchar, si Lord Peyton la hubiera forzado o se hubiera aprovechado de ella sabes bien que acabaríamos con él pero no es el caso. Ella se ha entregado a él y él la ha aceptado, he podido saber a través de unos contactos fiables que ya están de camino a Gretna Green.

-Sí , tengo conocimiento de ello, he mandado un lacayo bastante discreto a seguir-les los pasos, ahora mismo deben estar en Brampton.

-No tardaremos en tener noticias de ellos a través de Gigi misma, no creo que tarde en escribirte o incluso en pedirte que la recibas personalmente y para entonces deberás acceder.

-¿Qué? No, ni hablar. No me importa que se haya entregado a un hombre si lo ama, de verdad que no, pero la forma en la que lo ha echo ha supuesto una traición hacía mi persona, hacía los Cavendish y hacía el legado y la memoria de mi padre.

-Audrey...

-No, Edwin, no hay más que hablar.Siempre sabré dónde está y qué hace y la ayudaré des de las sombras pero jamás permitiré que vuelva a sentirse respaldada por mi y mucho menos que se presente en nuestra propiedad como si nada hubiera pasado.

-Orgullosa...-ultimó el teniente Seymour pasando su brazo libre por encima del cuerpo de Audrey atraiéndola hacía él con fuerza para depositar un ardiente y pasional beso sobre sus finos y rosados labios fundiéndose así en el ardor de la pasión como si el tiempo no hubiera transcurrido para ellos -¿Olvidas cómo te deshacías entre mis manos cuando tan sólo eras una joven casadera? -susurró Edwin deteniendo por un momento los movimientos rítmicos de su mujer , la cual se deleitaba con cada roce del viril cuerpo de su marido, haciendo que ésta hiciera una mueca de fastidio rápidamente eliminada por el delirio del momento.

****

Lady Sopia Peyton se dirigía a su alcoba tras una noche aburrida en la que tuvo que dedicar sonrisas fingidas y soportar conversaciones banales, cuando de pronto una fuerza arrolladora como si la propia noche la engullera le tapó la boca y la arrastró hasta un recóndito lugar sin darle oportunidad a moverse o quejarse hasta que su captor decidió que era el momento de liberarla.

-¿Pero qué?- gritó enfurecida girándose hacía la persona que la había secuestrado dispuesta a propinarle una buena bofetada, sin embargo, paró a tiempo cuando vio que se trataba de su buena amiga Karen. -¡Karen!¿Puedo saber qué te ocurre? ¿A caso tu hermana no te ha dicho que no bebas?

-No he bebido tonta, quería hablar contigo.

-¡Pero si hemos estado toda la noche juntas en el salón!

-Pero había demasiada gente sin contar a la baronesa de Humpkinton que se ha tomada al pie de la letra lo de vigilar-me cuando Audrey no está. Quiero contarte algo que espero que no arruine nuestra amistad y si así fuera me decepcionarías aunque te comprendería. Sin embargo, prefiero que lo sepas por mí antes...

-Tranquila, lo sé.

-¿Lo sabes?

-Sí, fui yo la que los ayudaba a verse a escondidas des de que habíamos llegado a casa de tu tía, para nada va a arruinar nuestra amistad. Me agrada Gigi y la prefiero mil veces a ella como cuñada que a esa... bien, creo que no soy yo quien debe airear los asuntos truculentos de la vida de mi hermano por mucha confianza que te tenga, así que prefiero a que ellos nos lo cuenten todo en cuanto vuelvan y que cuenten aquello que ellos crean conveniente.

-¿Pero tu cuñada está aquí? Lo digo para estar preparada si se diera el caso en que quisiera vengarse de mi hermana a través de su familia, con lo que le pasó Bethy ya no confío en las mujeres con el corazón roto.

-¿El corazón roto? Virgin a penas tiene corazón y tranquila no se encuentra aquí. No te preocupes , todo estará bien.

-Eso espero, mi hermana Audrey está que se sube por las paredes por eso no ha asistido a la fiesta de esta noche, además ha dicho que la repudia...¿puedes creerlo? A su propia hermana.

-Dale tiempo, la reputación es todo lo que nosotras tenemos, lamentablemente no somos más que un trofeo al que pasear y si esa imagen se ve dañada...ya no valemos nada. Tenemos la fortuna de que no hay nada que el dinero no pueda arreglar. No creo que Audrey la repudie por siempre, todo el mundo sabe el afecto que os profesa.

Ambas amigas permanecieron apartadas hablando sobre sus respectivos hermanos y como afrontarían la situación una vez conocida la noticia durante un largo rato hasta que decidieron que era el momento de retirarse, Lady Peyton siguió su camino truncado y Karen se fue en dirección contraria hacia sus aposentos meditando cómo podía ser que Gigi no confiara en ella para contarle algo así, en esos momentos entendía un poco a su tutora, ¿por qué ese secretismo?¿A caso no habían compartido toda su vida juntas? No obstante, su melliza le pidió que confiara en ella y así lo haría.

A pesar de encontrarse inmersa en sus pensamientos no le pasaron por alto los pasos que llevaban siguiéndola des de hacía algunos instantes, de un movimiento rápido y al doblar una esquina del pasillo detuvo su paso y sacó un pequeño puñal de su liga, un puñal que colocó en el cuello de su rastreador cuando desorientado por la rapidez de la joven quedó indefenso en ese nuevo pasadizo.

Lord Henry Manners levantó sus grandes manos en señal de paz sin abandonar su sonrisa bribona ni su mirada de bandido, una mirada puesta en esa joven que cada vez lo sorprendía y lo atraía más.

-Me habían hablado de tu destreza con las armas, pero no sabía que tendría el placer de sufrirlo personalmente- arrastró las palabras Henry mientras acercaba un poco más su cuello al filo del puñal disfrutando del peligro y la bravura de Karen.

-¿Por qué me sigues? ¿Qué quieres?- espetó la mezzosoprano sin un ápice de cordialidad ni intimidación a pesar de que el duque le sobrepasaba dos cabezas y tenía unos hombros que podrían soportar a cuatro mujeres como ella sobre ellos.

El Duque de Rutlan apartó de un tosco y fugaz movimiento la daga de la debutante al mismo tiempo que clavaba contra la pared la mano que aún sostenía el arma. Se acercó aventuradamente al aliento cálido de Lady Cavendish ante su mirada oscura y amenazante que no titubeaba ante el poder ni la fuerza del opresor.

-Quería saber que día quieres que celebremos nuestra boda- expuso acariciando la cintura femenina que quedaba pequeña en sus dedos y que provocó que ésta se contrajera ante su tacto.

-Creo que ya fui lo suficiente clara la primera vez y si no desistes en tu empecinamiento no me importará que seas un duque ni cuanto dinero tengas, cuando menos te lo esperes caerás desplomado sobre el frío suelo, aparta tus manos de mi ahora mismo. - repuso la pelinegra sin tartamudear ni apartar la mirada de los ojos avellana de Henry que más que asustados parecían divertidos.

-¿Me estás amenazando?-apretó su fornido cuerpo contra el de ella haciendo que las respiraciones se entremezclaran dejando ir una pequeña risa a través de la nariz y extasiándose del perfume e intenso de Karen, sin embargo, el semblante del duque dio paso a una mueca de fastidio cuando notó el frío del acero en su cerviz, soltó el agarre de su presa y se giró con cara de aburrimiento hacía el intruso. -Ah, usted- dijo con hastío el duque de Rutland en cuanto vio a Asher.

-Apártate de ella.

-Heenryyy- resonó entre las paredes una voz femenina que claramente pretendía parecer seductora. -Henrryyy ¿dónde te has metido? Llevo casi una hora esperándote...

El duque al oír la llamada de lo que era claramente una noche de lujuria y desenfreno, se limitó a inclinar la cabeza hacia el conde en actitud burlona y luego miró a Karen al mismo tiempo que cogió su mano para depositar un beso sobre ella que duró más de lo apropiado.

-Futura esposa mía, en otro momento vendré a por ti- declaró frente la mirada de fastidio de la joven que no tardó en apartar la mano de un tirón y que se quedó mirando como Lord Manners se iba como si no hubiera ocurrido nada y gritando el nombre de un tal "Griselda" , realmente a ese caballero le importaba bien poco la sociedad en la que vivía y eso en el fondo la divertía aunque no quisiera admitirlo.

El conde de Derby enfundó su espada al mismo tiempo que miraba de arriba a abajo con clara desaprobación a la joven que también hacía lo propio con el puñal dejando ver al hombre presente toda su esbelta y blanca pierna como si él no estuviera hasta que éste carraspeó.

-¿Sucede algo? - interrogó con cara de desconcierto la dama mientras se re-colocaba la falda y se iba.

-¿Eso es todo lo que tiene que decir? -La detuvo Lord Stanley.

-¿Y que debería decir?- se giró de nuevo clavando sus ojos negros que cabalgaban entre el enigma y el destello provocando que toda su cabellera negra quedara colgada de un solo lado mientras su escotado vestido se apretaba contra el movimiento dejando mudo por unos segundos a su interlocutor.

-No sé si se da cuenta pero acabo de salvarla de un posible infortunio, a no ser que dadas las circunstancias usted deseara que ese fatal desenlace sucediera. Una dama educada y de buenas maneras, agradecería mi intercesión y daría una explicación a aquello que fácilmente podría haber mal interpretado y que no he querido hacerlo dándole el beneficio de la duda.- habló políticamente provocando que la risa de Karen inundaran el lugar.

-¿Salvarme?¿Usted a mí? Mire- dijo levantándose el lado opuesto de la falda en el que había guardado el puñal mostrando sin ningún reparo otra daga más larga y afilada que colgaba de su muslo. - era cuestión de segundos que esta maravilla de aquí le atravesara el cuello - habló sin ningún rastro de dificultad y timidez dejando caer los pliegues de su ropa otra vez hacía bajo. - no soy una de esas damas que necesitan de su protección y que luego le rendirá pleitesia por su buena obra de caridad. Y en cuanto a lo que usted interprete de lo sucedido me trae sin cuidado.

Lord Asher Stanley no podía soportarlo más así que cogió a Karen y la empujó hacía el interior de una sala oscura.

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