Prólogo

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**Debido a mis fuertes creencias personales, deseo enfatizar que los hechos de esta novela son ficticios y que las metáforas empleadas en relación al diablo no son nada más que eso: metáforas**


Primavera de 1844. Propiedad de los Pembroke, Bath. 

-¡Por fin puedo asistir a los famosos eventos de tu tía! Temporada tras temporada tenía que conformarme con la aburrida compañía de la institutriz mientras mis hermanas sí podían venir  - convino Lady Peyton, una joven de melena dorada y facciones húngaras mientras se abanicaba.

-Llegué a pensar que con el matrimonio de su hija ya no celebraría estos acontecimientos - prosiguió Lady Nowells re-colocándose un tirabuzón castaño y cogiendo una copa de licor que un lacayo le servía.  

-A mi tía no hay nadie que la haga desistir de ser la protagonista de cualquier celebración, eso la hace feliz y aunque Helen ya esté desposada con Lord Bennet y en el condado de York, Ludovica Ravorford no puede resistirse a un evento como éste; simplemente digamos que es su único aliciente dado al mutismo y apatía de mí tío - ultimó Karen con sorna observando con suficiencia  a la multitud que se aglomeraba en el centro del salón de invitados, era el tercer día que pasaba en casa de los condes de Pembroke y había podido establecer amistad con tres damas que no le resultaban tan insulsas como el resto de las invitadas.

-¡Karen! ¡No hables así de tu tío! Debemos agradecer que tú tía siga organizando este tipo de celebraciones, si no fuera por ella, deberíamos conformarnos con los simples bailes o los comunes picnics. ¿Sabes qué significa pasar toda una semana rodeada de posibles pretendientes y llena de actividades con las que tener una excusa para hablar con ellos?Yo, por mi parte me muero por subirme al caballo de Lord Norwick- respondió Lady Towson, una joven de piel tostada y bonita figura, hija del dueño de una de las navieras más prósperas de Inglaterra. 

-¡Mira! Ahí vienen tus hermanas- informó Lady Peyton señalando a Audrey Seymour y a Elizabeth Talbot que iban acompañadas de la baronesa viuda de Humpkinton. 

-Corre ,coge mi copa, Audrey no quiere que beba-se apresuró Karen a decir mientras le entregaba la copa a Lady Peyton ,tan bruscamente ,que unas gotas  de champán saltaron sobre su vestido de gasa blanca. 

-No hace falta que hagas cargar a Lady Peyton con tu copa- dijo Audrey al llegar a ellas con su tono impasible habitual y posando su mirada gélida sobre los ojos llenos de energía de su hermana menor.

-Me olvidaba que no se te escapa nada...

-Ya te he dicho que no quiero que bebas aún, sé que ya estás en la edad, pero no es conveniente que una dama debutante sea vista con esos ademanes, debes mostrarte inocente y compungida por estar por primera vez en sociedad.

-Lo sé, lo sé...- rodó los ojos- inocente y compungida- repitió con voz socarrona intentando imitar a la de su tutora.

-¡Niña!¡ Esa mala costumbre de rodar los ojos!Nos volverá locas- refunfuñó la señora Royne, la baronesa viuda ,que ya había tenido que lidiar unas cuantas veces con la joven pelinegra des de que habían salido de Dunster. 

-¡Catherine!- exclamó Bethy al ver a su buena amiga , su confidente. 

-¡Oh Bethy! - correspondió con afecto Lady Nowells abrazándola- ¿ Cómo está Áurea? ¿Y Lord Talbot?

-Robert se ha quedado en Carlisle ocupado con sus tierras y Áurea está con la señorita Clive en una de las estancias superiores, de seguro ya está dormida como Rouney y mis sobrinos.

-No estaría tan segura de eso con Rouney y los mellizos, de seguro le están haciendo la vida imposible a Briana y a la señorita Murray- contravino Lady Seymour -Karen, aquí tienes tu tarjeta de baile, Gigi ya tiene la suya y ya ha empezado a bailar con Lord Conwall- la debutante estiró la mano con aburrimiento hacía la tarjeta y miró con hastío los nombres que habían en ella, todos eran caballeros que no desistían en cortejarla a pesar de que se había mostrado todo lo descortés posible con ellos. 

Ojos del anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora