Caminé entre la gente del set buscando a mi prometido, quería darle una sorpresa antes de que se le acabara el descanso, pero a este paso no iba a conseguir encontrarle.
Más bien iban a llamarle porque me había pedido.
Hasta que como por arte de magia, le vi al fondo hablando con Hemsworth.
Iba vestido como Loki.
Mis piernas quedaron débiles al instante y mi boca seca. Siempre, incluso antes de salir con Tom, había considerado a Loki extremadamente sexy.
Así que salir con Tom cumplía dos fantasías sexuales.
Me acerqué a él por la espalda y le tapé los ojos.
Al principio quedó bloqueado hasta que tocó mi mano y noté su sonrisa.
- Estuve tres horas en la joyería escogiendo este anillo de compromiso, lo reconozco en menos de un segundo.
Quité las manos de sus ojos con una risa.
- Sorpresa.
Él se giró y rodeó mi cara con sus manos antes de besarme despacio. Era increíblemente caballeroso.
- Hola Chris -dije en cuanto Tom me dejó respirar.
Hemsworth río y se acercó a darme un corto abrazo.
- Justo le preguntaba a Tom si al final veníais este Domingo a comer a casa. Aunque por otra parte, si no venís, Elsa os matará.
- No nos lo perderemos -respondí con una risa- tengo ganas de verla a ella y a los niños.
- Entonces nos vemos el domingo, os dejo solos tortolitos.
Se fue y Tom volvió a quedar frente a mi y a rodearme la cara.
- ¿Qué haces aquí, princesa? Pensé que tenías entrenador.
- Decidí atrasarlo para verte. ¿Te parece bien?
No podía dejar de ver el brillo en sus ojos.
- Me parece perfecto, espero que hayas ido despacio con el coche.
Sonreí ante su constante preocupación.
- Siempre.
- Déjame cambiarme y me voy contigo.
- ¿No tienes que grabar?
- No, lo han aplazado por la lluvia.
Se agachó a darme un beso para irse pero yo le mantuve en mi boca.
- ¿Tienes que cambiarte? -susurré.
- Si, si quieres que nos vayamos.
- ¿No podrías dejártelo puesto?
- ¿Quieres quedarte aquí?
- Lo que quiero es hacer el amor con Loki.
Vi como su sonrisa relampagueaba por su rostro en un instante.
- Supongo que eso no cuenta como infidelidad.
Sonreí.
- Estoy segura de que no.
Él me besó.
- Podemos solucionarlo en mi camerino.
Buscó mi mano y ambos fuimos con urgencia en busca de su cama.