Amor Clandestino

By jessace13

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(Libro 2 de la trilogía) "Pero me duele no gritar tu nombre en toda libertad; ante sospecha hay que callar... More

(1) Descubriendo Sentimientos
(2) Estamos haciendo lo correcto?
(3) Una salida inocente
(4) Ayuda
(5) Enfrentamientos
(6) Golpe al Corazón
(7) Después de los Años
(8) Una Confesión
(9) Mala Suerte?
(10) Un Secreto en Libertad
(11) Quisiera Gritar
(12) Hoy ya me voy
(13) Vuelvo a ti
(14) Tan Solo el Comienzo
(15) El Primer Paso
(16) Más Mala que tú
(17) Con Esta Soledad
(18) A partir de hoy
(19) Falsas Esperanzas
(20) Mientes tan bien
(22) Todo Basta
(23) Hasta que la muerte nos separe?
(24) Duele ser infiel
(25) Nuevos Senderos
(26) Simplemente Amigos
(27) Como hacer a un lado el pasado
(28) Después de la Lluvia
(29) Una Llamada
(30) El verdadero amor perdona
(31) Alguien
(32) No quiero escuchar un no
(33) Tú lo sabes bien
(34) Creo en ti
(35) Demasiado Bueno
(36) Que me alcance la vida
(37) Fuiste tú
(38) Si tú me lo pides
(39) Te voy a amar
(40) Carta

(21) Aléjate de mí

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By jessace13

Esa tarde, decidimos llegar temprano a casa de mis padres para ayudarles con la cena; o cualquier otro detalle que fuese necesario.  Al llegar, me sentía muy feliz de poder compartir con ellos.

Ricardo se envolvió con mi mamá en la cocina, mientras mi papá y yo compartíamos en la sala, mirando la televisión.  Extrañaba estos momentos.

“No sabes cuánto extraño esto mi chiquita.  Sentarnos aquí a ver la televisión y conversar” me dijo mi papá provocando un nudo en mi garganta.

“Yo también lo extrañaba, y a ti también.  Te amo demasiado” le respondí abrazándolo sin poder controlar las lágrimas.

“No tienes porqué llorar.  Yo también te amo y voy a estar a tu lado no importa lo que suceda.  Eres una excelente hija y estoy muy orgulloso de ti.”

Fue entonces que no pude controlarme más.  La conciencia me comía por dentro, el dolor de saber que todo era una mentira, me ahogaba.  Ser una excelente hija para mis padres, pero la realidad era todo lo contrario.  Estar manteniendo una máscara que cada vez me dolía más usar.

Mi papá solo continuó abrazándome, pero mi llanto fue a tal extremo, que Ricardo y mi mamá llegaron a la sala.

“Joseph, qué sucede?  Qué hiciste?” preguntó mi mamá mientras se acercaba a mí y movía mi rostro hacia ella.

“Nada, mi amor.  Yo no le he hecho nada” le respondió mi papá mirándonos a ambas.

“Estoy bien.  Solo me puse un poco melancólica.  Es que Ricardo y yo tenemos una noticia que darles” le dije aun con lágrimas deslizando por mis mejillas.

Me levanté, mirando a Ricardo, y caminé hacia él tomando su mano.  En el rostro de mi padre la confusión apareció; mientras que en el de mi madre había un gesto de alegría, mezclado con preocupación. 

Las parejas normales anuncian sus intenciones de casarse de una manera formal; pero nosotros no éramos nada tradicional.  Las parejas tradicionales se aman de igual manera, son fieles y él hombre le propone matrimonio a la chica con una sortija en la mano.  Tal vez el amor y la fidelidad existió entre nosotros, pero eso fue hace mucho tiempo atrás. 

“Ricardo y  yo nos vamos a casar” dije sin pensarlo dos veces; dejando a Ricardo asombrado por la manera en que lo hice.

Las manos de mi madre quedaron en su boca, pero podía ver una sonrisa en ella.  No sé porqué sentía que no era una genuina totalmente, pero al menos parecía feliz.

Mi padre, perplejo, congelado, con los ojos imposiblemente abiertos, caminó hasta mí.  Tomándome por los hombros, mirándome a los ojos.

“Ustedes  están muy jóvenes aun, pero cuando un amor como el de ustedes, ha sobrevivido tanto tiempo, lo normal es que esto suceda, verdad?” dijo mi papá mirándome y luego a Ricardo.

Ahí vamos de nuevo, con el sentido de culpabilidad, con el dolor que sus palabras continuaban causándole a mi corazón.  Abracé a mi papá una vez más y sentía que me ponía débil.  Cuánto más podría llorar esta noche?

“Cuando será la boda?” preguntó mi mamá abrazándome una vez fui liberada de los brazos de mi papá.

“Isabella quisiera que fuera lo antes posible y yo estoy de acuerdo con ella” dijo Ricardo aun sin moverse del lugar donde se encontraba. 

“Pues hablemos con Adrianna; sabes que ella es increíble con eses cosas” dijo mi mamá abrazando a Ricardo y dirigiéndose a la cocina, volteándose unos segundos a mirarnos nuevamente, “felicidades a ambos!” añadió sonriendo y continuó su camino. 

Durante una hora, soportamos, Ricardo y yo, el bombardeo de preguntas de mi papá.  De veras que llegué a pensar que iba a ser más fácil para él cuando mi turno llegara.  Tengo que confesar que fue peor que cuando Alejandro pidió, de manera formal, la mano de Adrianna en matrimonio.  Las cosas no iban a ser fácil para mí una vez diera la noticia de mi embarazo.

Sentí un inmenso alivio cuando tocaron a la puerta.  En mi desesperación por salir de la sala, me levanté del asiento y corrí hasta la puerta.

“Yo abro” dije mientras me movía.

Ricardo venía detrás de mí, casi corriendo.  Cuando llegué a la puerta, este colocó sus brazos por mi cintura desde mi espalda.

“Ni te creas que te vas a escapar de esa manera y me ibas a dejar allí con tu papá” me dijo riendo y besando mi cuello mientras abría la puerta.

“Ezequiel…” fue lo único que dije, mientras que un frio inmenso corría por todo mi cuerpo. 

Qué hacía ese hombre parado allí en la puerta?  Viviana a su lado, tomando su brazo y muy sonriente. Seguramente fue invitado por mi madre; que estúpida yo.  Después de todo, era parte de la familia.

Los brazos de Ricardo me apretaron más; sus manos descansando en mi estómago.  El rostro asombrado de Ezequiel, al ver las manos de Ricardo, se tornó molesto, lleno de coraje. Me miró a los ojos, pudiendo notar algo de, amor? No, no era posible.  Los míos estaban llenos de dolor, de coraje.

“Isabella, cómo has estado  Todos preguntan por ti en la oficina.  Cuando regresas?” preguntó Ezequiel colocando su brazo en la cintura de Viviana.

“He estado bien.  El lunes pasaré por la oficina.  Gracias por preguntar” le respondí fríamente.

“Desde cuando tanta formalidad entre ustedes?” preguntó Adrianna caminando hacia nosotros.

“Tal vez el trabajo?” le respondí a mi hermana dándole un beso y un abrazo.

“Adelante, no se queden ahí parados” dijo Adrianna luego de saludar a Ezequiel y Viviana.

Todos entramos y caminamos hasta la cocina, donde mis padres estaban preparando la mesa.  Fabián me sorprendió con un abrazo, y seguido de él, la pequeña Kendra venía de la mano de Angélica.

La cena comenzó; estábamos todos.  Solo faltaban Valeria y Samuel, quienes, según Sofía, por el avanzado estado de embarazo de Valeria, no podían viajar.  Sofía y Sebastián viajarían en una semana para estar con ellos.

Una vez terminamos de comer, mi papá abrió una botella de vino y le sirvió a todos.  Yo moví mi copa a un lado, pues no planeaba ingerirlo.

“Tengo una noticia que compartir con ustedes” dijo mi papá atrayendo la atención de todos en la mesa. 

Instantáneamente, sentí mi estómago caer en el suelo.  Ricardo tomó mi mano y sonrió.  Ezequiel movió sus ojos de donde estaban enfocados en mi papá y me miró extrañado. 

Durante la comida, sentí su mirada sobre mí, pero lo ignoré.  No tenía que mirarlo para nada; ya no me importaba lo que pensara, mucho menos su opinión.

“Mi pequeña Isabella y Ricardo se van a casar” dijo mi papá mientras todas las miradas quedaban sobre nosotros; todas excepto la de Ezequiel, quien simplemente  cerró sus ojos.

Adrianna fue la primera en levantarse y abrazarnos. 

“Felicidades hermanita!  Para cuando quieres que les tenga todo listo?” preguntó ella.

“Lo antes posible” le dije al oído ganando una mirada penetrante de su parte.

“Tú y yo tenemos que hablar luego, a solas.”

“De acuerdo” le respondí siendo atacada inmediatamente por los brazos de Adrián.

Seguido de mi hermano, todos continuaron con las felicitaciones.  Viviana me sorprendió con un fuerte abrazo y deseándome lo mejor en esta nueva etapa de mi vida. 

Ezequiel fue acercándose poco a poco, y mientras Viviana y Adrianna interrogaban a Ricardo, este se detuvo frente a mí.  Sus ojos pidiendo permiso y mi mente peleando con mi corazón.  Siempre nos habíamos llevado muy bien, así que sabía que frente a todos, tendría que disimular.

Me envolvió en sus brazos, mi cuerpo acomodándose por instinto al de él.  Un beso en la mejilla que sus labios decidieron obsequiarme, me dejaron sin respiración.

“No hagas esto Isabella, te lo suplico.  Necesitamos hablar, por favor” me dijo al oído.

“No hay nada de lo que tengamos que hablar.  Ya decidí mi destino y el de MI bebé” le respondí intentando salir de sus brazos, pero él me sujetó más fuerte.

“Dirás nuestro, porque sin mí, ese bebé no estuviera ahí.”

“Continúa tu vida con tu esposa y con el hijo que piensan adoptar.  Total, al que por naturaleza es tuyo, quisiste deshacerte de él.  Así que es MIO y yo decidiré que hacer.  Ahora suéltame antes de que nos comiencen a mirar” le dije comenzando a desatarme de su enredo.

“Esto no se quedará así” me respondió Ezequiel mientras yo le sonreía y caminaba hasta Ricardo, besándolo suavemente en los labios.

Luego de una larga velada hablando sobre los detalles de la boda; la cual sería solo en tres semanas, según Adrianna; esta me llevó hasta mi antiguo cuarto y cerró la puerta detrás de ella.

“Dime la verdad Isabella.  Estás embarazada?” la pregunta de mi hermana me tomó por sorpresa.

“Aun no, pero eso es lo que queremos y ya no nos estamos protegiendo.  Es cuestión de  de semanas para descubrirlo y quisiera estar casada antes de dar la noticia” le respondí impresionada de que aun yo misma me creí mi propia mentira.

“De acuerdo entonces.  Sabes que mañana comenzamos con los preparativos.  Así que por las próximas tres semanas, eres mía” y abrazándome añadió “te amo hermanita, cuando dejaste de ser mi niña y te convertiste en mujer?”

No pude hacer otra cosa más que llorar.  Era tan difícil mentirle a todos, mientras sientes tanto amor.

Alguien tocó a la puerta, interrumpiendo nuestro abrazo.  Adrianna fue a abrirla y permitiendo a Angélica entrar.

“Puedo hablar con Isabella un segundo?’ preguntó ella mirándome a los ojos.

“Seguro.  Voy a ayudar a recoger” dijo Adrianna marchándose.

Angélica cerró la puerta a sus espaldas y me asusté.  A ella sí que no le podía mentir; ella me conocía muy bien.

“Qué planeas hacer Isabella?  Casarte con Ricardo empeorará las cosas, y aun no has querido darle la oportunidad a Ezequiel para que hablen” me dijo Angélica sin moverse de la puerta.

“Angélica, primero, Ezequiel y yo no tenemos nada de qué hablar desde que insinuó que MI bebé no debía llegar a este mundo.  Segundo, qué piensas que puedo decirle a mi familia? Cómo puedo llegar y decirles que estoy embarazada; que no le puedo decir quién es el padre.  No Angélica, no puedo” le respondí llorando.  Porqué todo se había vuelto repentinamente en lágrimas para mí?

“Isabella, yo sé que lo que Ezequiel te sugirió cuando se enteró de tu embarazo, no fue lo correcto; pero dale la oportunidad de por lo menos escucharlo.”

“Angélica, ya tomé una decisión.  Aunque luego me arrepienta, continuaré con mis planes” le dije caminando hacia ella, “ te agradezco todo lo que has hecho por mí, por nosotros.  Ser la confidente de Ezequiel y mía no debió ser fácil, pero no puedo permitir que Ezequiel me envuelva en sus redes nuevamente” terminé mis palabras abrazándola y luego abrí la puerta, limpiando mi rostro y llegando a la cocina.

El resto de mi estadía allí fue escuchando a mi mamá y Adrianna planificar la boda.  A mi papá se le ocurrió la brillante idea de ir a beber algo y llevarse con él a todos los hombres presentes. Qué bien! Ezequiel y Ricardo juntos.

Viviana, Angélica y Sofía se marcharon a sus casas.  Yo observaba a Fabián y Julissa dormir profundamente, pensando en cómo sería mi bebé; lo que sentiría cuando lo tuviese en mis brazos.

“En quien has pensado Isabella?” preguntó Adrianna sacándome de mis pensamientos.

“Perdón?” pregunté sin esconder de mi rostro que no sabía lo que estaban hablando.

“Los padrinos, boba.  Quienes van a ser?’’

“No sé Adrianna.  No he pensado en nadie aun.  Tal vez Celeste y Alan?”

“Porqué no escoger alguien que esté más cerca?  Necesitamos a alguien que se le haga fácil llegar a ti.  Angélica y Adrián?  Viviana y Ezequiel?”

Mis ojos abrieron al escuchar la última opción.  Imposible, jamás!  Sabía también que Angélica no accedería a ser parte de este plan.

“Porqué no mejor tú y Alejandro?  Después de todo, tú eres mi hermana y quien me ayudará a lograr todo esto.”

Emocionada, Adrianna aceptó; añadiendo que no sería oficial hasta que Ricardo lo aprobara.  Continuaron hablando de la boda, y no sé en qué momento quedé dormida; lo que sé es que desperté con un beso de Ricardo.

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