El sonido de un teléfono desvía mi atención que hasta ahora, estaba fija en el rostro durmiente de Candy.
— Hunt. — contesto.
— Alex, madre mía, no sabes lo que he hecho para conseguir este teléfono. ¿ Por qué no atendeis a todos los teléfonos? ¿ Donde está Candela? — pregunta una preocupada Callie O'Donovan al otro lado.
— Dormida. — susurro mientras me incorporo en el sofá, dejando a la bella durmiente tumbada sobre mi regazo. — ¿ Qué pasa ?
— Pasa que el aplazamiento era de 24 horas, Hunt. Pero al estar detenida la parte demandante, esperaba que la sentencia tardara un poco más...
— ¿ Qué tratas de decir? ¿ Ya se va a dictar sentencia?
— Mañana. En teoría debía haberse dictado hoy, pero tengo noticias para vosotros, Alex: resulta que Aguilar va a salir en las próximas horas, si no se encuentran pruebas vinculantes. Resulta que no hay nada irrefutable que lo sitúe como asesino de esa muchacha. Por otro lado, al parecer, su abogado, el señor Reinfield, acaba de dimitir, dejando el caso a otro abogado, un tal señor Knowles.
— Vale, stop. Demasiada Información. ¿ Que va a salir? ¿ Cómo coño va a salir? Está acusado de asesinato, joder.— exclamo mientras me paso la mano por el pelo...hacia delante...hacia detrás...
" Mierda. Jodida mierda".
—Técnicamente no es una acusación formal. Digamos, que la acusación debe demostrar que él es culpable de un asesinato. Mientras tanto...es sólo sospechoso de un " supuesto". Y parece ser que nuestro inspector no cimentó bien esa acusación. Bien. El tema de esta llamada no era causaros desasosiego. A ver...volvamos al tema. Mañana a las 9 y media de la mañana tendréis que personaros en los juzgados. Yo iré unos minutos antes, pero quería que Candy estuviera preparada para encontrarse con él. Mira... con todo lo que ha pasado, estoy segura de que la sentencia será favorable. Y si no lo es, podemos apelar, tranquilos.
Con un fuerte suspiro vuelvo la mirada a mi regazo, para descubrir que Candy ya no duerme su siesta, De un salto, se sienta en el otro extremo del sofá, y ahora ya no hay contacto físico entre los dos.
— ¿ Alex? ¿ Es por Máximo? ¿ Quién...quién es? — pregunta preocupada con un hilo de voz mientras frunce el ceño y una sombra de desesperación cruza su mirada.
Mierda.
— Callie... Mañana estaremos allí. Tengo que dejarte. — Tras pulsar la tecla de colgar dejo caer el teléfono en el sofá de color crudo, para acercarme a Candy.
— Cielo... Mañana se dicta sentencia. Y...Aguilar va a estar presente.— " Cuanto más rápido se retire la tirita, antes pasará el dolor".
— ¿ Qué? Pero él... — un suspiro abandona su cuerpo.— Yo...No va a ganar. ¿ Verdad? No va a ganar. — frunce los labios con un gesto de determinación.
— No, dulce. No va a ganar. No lo dejaremos.
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9:30 a. m. Callie lleva uno de sus trajes de falda de tubo y altos louboutin negros. Nos recibe en las escaleras a Candy y a mí. Intuyo la pregunta no formulada, y antes de darme cuenta, le informo que Big T está en camino, con su propio coche.
— Oh, lo sé. Es decir, me figuré que vendría. ehm.... ¿Qué tal estás Candela?— contesta nerviosa la abogada.
Por extraño que parezca, Candy es la más relajada de nosotros tres. Eleva una ceja ante el comentario de Callie, y esboza un amago de sonrisa que no contiene ni pizca de diversión.
— Con ganas de acabar con esto, Callie. Y si no es hoy, apelaré. Y seguiré hasta que deje en paz a esta familia. — sentencia .
— Bien, vamos dentro. Supongo que Alex te ha contado todo lo relativo al cambio de abogado...— va explicando mientras cruzamos las puertas y subimos unas escaleras.
Después de ponernos al día, y de la llegada de Otto , Basti y Big T, pasamos a una sala más pequeña que en la que tuvo lugar el juicio.
Aguilar entra acompañado de su nuevo abogado, ataviado con un traje de gruesa raya diplomática blanca, que le da la apariencia de un Gómez Adams con obesidad mórbida.
Candy eleva su barbilla desafiante y no puedo evitar sentir apreciación por mi pequeña guerrera. Mi mujer.
El juez hace su aparición en la sala, y con un golpe de mazo, da por reanudada la sesión.
— Bien. Habiéndose aportado ya los testimonios de ambas partes, y habiéndose también estudiado tanto éstos como las pruebas documentales aportadas por acusación y defensa, estamos aquí para oir el veredicto final. He de decir, que los hechos acontecidos la pasada sesión, tras el receso de deliveración, no se han tenido en cuenta en este veredicto. — Y tras una larga inspiración, continúa— Póngase en pie la acusada. El estado de Los Ángeles declara a Candela Velázquez-Hunt, por el cargo de secuestro y privación del ejercicio de paternidad: Inocente. En cuanto a potestad y guarda y custodia de la menor, Kendra Hunt, se establece será compartida entre sus padres y tutores legales: La señora Velazquez-Hunt y su marido, el señor Hunt.Al señor Máximo Aguilar, se le considera Culpable del cargo de maltrato y acoso, así como de la negación de auxilio y amparo paterno, por lo cual, se establece una orden de alejamiento que garantice la seguridad de la menor y su madre. Así pues, quedan desestimadas las peticiones de pruebas biológicas de la acusación, entendiéndose esta sentencia como Inapelable y definitiva, al ser corroborada por dos países y más de un tribunal.— agarrando el mazo y disponiendose a golpear para cerrar la sesión, el juez esboza una pequeña sonrisa.— Y.... señor Aguilar...Déjeme decirle, que un padre no es sólo aquel que comparte su sangre con el hijo. Se levanta la sesión.
Una alegría inmensa circula por mis venas cuando veo el rostro de mi esposa. Dos grandes lágrimas de alegría, caen ahora por sus mejillas, y me apresuro a borrarlas con mis besos.
— Ganamos, amor...Ganamos.— Le susurro al oído.
— Callie..¡Ganamos! Sonríe un poco, vamos...— dice Otto mientras comenzamos a intercambiar abrazos de alivio y felicidad.
Callie no despega sus ojos hasta que un contrito Aguilar abandona la sala seguido por el horondo abogado.
— Es sólo que...ese tipo, su abogado es un...duh, es hora de festejar esto, ¿ No creen?
Todos abandonamos la sala, para ir a casa a celebrar. Aunque a Candy le parece mejor idea un pub, con el estreno tan cerca, no es buena idea de cara a la intimidad; algunos medios podrían hacerse eco...y, ya hemos tenido suficiente por un tiempo.
Una vez en casa, vamos al sótano, y tras encender las luces, comienzo a sacar jarras heladas para llenarlas de cerveza en el grifo anclado en la barra de madera en la que hay grabada una parca bajo el cristal.
— Oh, Dios...¿ Qué significa este antro de perversión, señor Hunt?— pregunta una feliz Candy.
Ahora sus mejillas destilan un hermoso color rosa, y sus ojos brillan.
— Por increíble que parezca, ésta es la única parte que he diseñado y construido yo casi totalmente...
— Ooooh tranquilo. Se lo puede imaginar bien. — Susan, mi pelirroja manager acaba de hacer su entrada después de que Big T y yo la avisaramos por teléfono de la improvisada fiesta.
Risas y música de los Forest Rangers llena la habitación.
— Eh, antes de que todo esto se me suba, quería daros esto.— Dice mientras nos extiende unas tarjetas negras con letras en rojo y plateado. Son invitaciones para el estreno de mañana.
— Hey, gracias. — Contesta Callie, tomando una de la mano de Susan.— Eh, te sienta bien... ¿qué es eso, unos leggins? — pregunta divertida la abogada mientras mira el cartel de la película que Candy ha comenzado a colgar detrás de la barra.
— NO son leggings, joder. Es...como cuero, pero ceñido. — contesto indignado.
— Son leggings sexis...— dice Candy con un pequeño gemido, mientras en el equipo de música suena "black Water" de The coppertones y ella comienza a mover las caderas al ritmo de la canción.
Y de repente, se me olvida la pulla de los leggings...y sólo quiero que todos se vayan de allí de una vez, y darle un nuevo uso a mi barra de bar... con esa canción...y ese contoneo de caderas...si...
—Espera..Sutton...Olliver Sutton...— dice Callie ahora más cerca del cartel.
Al escuchar ese nombre comienzo a tensarme. MIerda...¿ es normal que odie a todo aquel que sea hombre heterosexual y se acerque a mi mujer?...debo estar loco...
— Sabía que me sonaba ese tipo.
— ¿ Sutton? — pregunta Big T.
— No...Knowles, el Abogado nuevo. —contesta nerviosa Callie.— Ese tipo fue abogado en un caso que llevé hace muchos años. Era el defensor de un tipo acusado de acoso sexual e intimidación a una chica de dieciocho años. El desgraciado me robó el caso. Sutton era el acusado. Olliver Sutton.
— ¿ Pero qué coño?...— contesta Basti.— Me estás diciendo que Aguilar y Sutton ¿ tenían el mismo abogado?. Bien...querida, déjame decirte que ésto es demasiada coincidencia...
— Candy, ¿ qué haces? — pregunto mientras veo a mi mujer avalanzarse al teléfono negro que hay colgado en la pared de madera detrás de la barra.
— Llamar a ese detective tarado. Ese tipo roe y da vueltas como un sabueso con un hueso cuando algo no encaja. Y esto, definitivamente, no encaja. — contesta Candy mientras agarra con tanta fuerza el auricular que sus dedos se vuelven blancos por la presión— Olliver le ha conseguido ese abogado. O la misma persona que le consiguió a Olliver su abogado se lo ha conseguido a Máximo. Es peligroso...y si alguien lo está ayudando, si el siente que tiene respaldo en algo...va a seguir hasta el final. Y no...no quieres conocer cual es el final, cielo.