La vida después de la popular...

By Ross_N

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Blair lo ha perdido todo, Lucy Stevens, la bajó del trono, le robó a su novio, a sus amigos y ahora ella está... More

La vida después de la popularidad.
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Aviso rápido :D
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
20 No puedes ser real.
21. Papá ebrio
22. Adiós mamá
23. Una película de Audrey Hepburn.
24. ¿Soy sexy?
25. Solos en casa.
Nota especial.
26. No tan castigados.
27. Una pijamada genial y una llamada especial.
28 Situación del "Oh por Dios".
29. Celos.
30. Friends y Jasper.
31. Problemas abajo.
32. Enamorado.
33. Mac.
34. Buenas acciones.
35. Hey there, Delilah.
36. Un buen juego.
37. La biblioteca y Troy Bolton.
38. Deseos y secretos.
39. ¿Lucy?
Nota súper especial
40. Lo siento.
41. Ordenar sentimientos.
42. No puedo hacerlo.
43. Olvidar
44. Recuerda, Jeffrey.
Nota de la autora.
45. Mantener distancia.
46. Orgullo como manera de vida.
47. Una charla.
48. No deberías decir eso.
49. A la mierda el basquetbol.
50. Como NO salir a hurtadillas.
51. Visitas y más charlas
52. Acuerdos.
53. Chantajes y apuestas.
54. El gran finale.
Epílogo: no es un adiós.

Capítulo 13

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By Ross_N

La pobre Blair pasó los siguientes periodos preguntándose si todo esto era por el karma, pensó en cada uno de las cosas malas que había hecho en su vida pasada como porrista superficial, se sintió devastada. Probablemente Eugene solo la quería como una amiga, probablemente solo estaba siendo descaradamente amable con ella porque le tenía lastima, probablemente todavía sintiera algo por Lucy. Oh, ella detestaba a Lucy más que nunca ahora. Sus entrañas se revolvieron y su cabeza se volvió un garabato cuando escuchó a Hannah decirle que Eugene estaba enamorado de Lucy. ¿Todos estaban enamorados de Lucy acaso? Sí, ella entendía que la había subestimado, que podía ser más que una buena estudiante, que tenía una linda sonrisa y carisma, ¿pero por qué Eugene? A ella de verdad le gustaba Eugene.

— ¿Lista para irnos? —Ella dio un respingo cuando Eugene la sorprendió por detrás. Estaba parada en donde los perdedores sin auto esperaban a sus madres.

Ella miró detrás de él, pero no vio a Molly. Ella pensó que vendría con ellos, pero no la veía por ninguna parte. Y no quería estar sola con Eugene, porque la ponía nerviosa y si Molly estaba probablemente se sintiera más segura.

— ¿No viene Molly? —Preguntó retorciendo sus dedos. Eugene le regaló su gran sonrisa y se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros.

—No, se fue a casa de una amiga, pijamada de primaria, ya sabes. —Se encogió de hombros adorablemente.

—Oh, bien. —Blair asintió.

— ¿Me das tu bolso? —Él extendió la mano, Blair rápidamente se lo dio. La camioneta estaba aparcada a unos metros, metió los bolsos por la ventana trasera y abrió la puerta para ella— ¿Cómo fue tu día hoy después de lo de la lata de soda? —La ayudó a subir como siempre y luego corrió hacia el otro lado para entrar él.

—Ah, todo estuvo bien. —Ella se encogió de hombros.

— ¿Estás bien? —Preguntó él antes de encender la camioneta.

—Lo estoy. —Asintió ella. Él no le creyó ni por un minuto, pero decidió no preguntarle, porque así como era perceptivo, entendía que ella tal vez no quisiera hablar de ellos.

Él condujo hacia el Starbucks que había a unas cuantas calles del instituto y se detuvo al frente, su camioneta hacía unos ruidos espantosos pero Blair mantuvo la cortesía y no se lo mencionó. Como siempre él la ayudó a bajar, abriendo la puerta para ella. Se preguntó si lo hacía por su seguridad, para no se rompiera la pierna al tratar de saltar, o porque simplemente era un caballero. Ella tenía la seguridad de que, de haber sido Greg, le hubiese dicho algo como "¿Y por qué usas tacones para el instituto entonces? Es ridículo".

Él incluso abrió la puerta del local para ella. Y pensó que él era una película romántica con modales incluidos andante.

— ¿Quieres sentarte cerca de la ventana? —Preguntó, apuntando hacia una mesa para dos cerca del gran ventanal del lugar.

—Está bien. —Murmuró Blair.

—Ve a sentarte, ordenaré por ti ¿qué quieres?

Ella ni siquiera podía pensar en lo que quería.

—Un cappuccino —soltó sin mucho ánimo—, solo eso. —no dijo nada más y se dirigió a la mesa que él le había indicado.

Probablemente había sido grosera y él lo había notado, ¿pero qué podía hacer? Estaba cabreada. No por él, Eugene no era el problema, él no tenía la culpa de que ella se empeñe en tener los mismos gustos en chicos de Lucy. Era... buen, era ella. Todo era su culpa, porque al parecer el universo quería jugarle sucio, quería dejarla destrozada en pedazos y llorando de nuevo.

Ella prometido que eso no pasaría, que nadie arruinaría su vida de nuevo, así que decidió en ese momento que mantener su distancia con Eugene era lo mejor. No podía alearse de él, porque no quería, pero tampoco quería salir lastimada. ¿y si le preguntaba... no sería demasiado personal?

Pero ¿Cómo preguntárselo sin parecer sospechosa?

Antes de que pudiera averiguarlo, Eugene apareció con dos vasos de cappuccino en la mano y su sonrisa en la cara. Puso uno frente a ella y se sentó en la silla de en frente. Dio un trago y puso sus codos sobre la pequeña mesa entre ellos— ¿Puedo preguntarte algo que me tiene pensando hace días? —Interrogó.

—Seguro. —Otro encogimiento de hombros sin mucho ánimo.

— ¿Por qué no le pides a tu padre que te compre un auto?

—Porque no sé conducir. —Eugene se echó a reír como si fuera muy gracioso.

—Vamos ¿en serio? Tienes diecisiete. —Blair ladeó su boca.

—Es que yo... yo no puedo. —Ella no quería hablar del problema que no le permitía conducir, no de nuevo.

— ¿Por qué no? —Eugene frunció el ceño con confusión. A Blair se le secó la boca, se mordió el labio y tragó fuerte tratando de no perder el hilo de la conversación.

—Yo tuve una mala experiencia, fue hace mucho tiempo pero... me da miedo conducir. —Lo soltó rápido y bajo, esperando que él no lo oyera, no quería oírlo burlarse de ella. No Eugene, porque ella estaba empezando a acostumbrarse a él y cuando se acostumbraba a alguien, esperaba que fuera honesto y comprensivo, aunque ella no tuviese mucho de eso.

—Oh... —sus labios ligeramente abiertos y el ceño fruncido, esa era imagen que a ella ciertamente le gustó— No debí haberme reído, lo siento. —Se disculpó y sonaba sincero. Le sorprendió un poco, no solía obtener ese tipo de reacciones de la gente ante su problema— Si algún día decides que quieres intentarlo, yo podría enseñarte.

Él le guiñó un ojo, Blair se sonrojó y trató de ocultarlo, mirando hacia otra parte mientras tomaba su café y murmurando un "gracias", algo cortante. ¿Por qué se sentía tan diferente a cuando Greg le decía cosas como esas? Probablemente porque cuando él las decía sonaba tan sincero. Ella no tenía idea de cómo alguien podía ser tan sincero.

—Oye chico, olvidaste tu cambio. —Una chica alta, de cabello corto y negro azabache se acercó y dejó dos dólares sobre la mesa. Él como era de esperarse le sonrió.

—Muchas gracias, cariño. —Eugene tomó los dólares y los metió en el bolsillo de su camisa a cuadros. Blair frunció el ceño hacia él y la chica se retiró para volver a su trabajo.

— ¿Llamas a todas cariño? —Preguntó sin poder evitarlo, con una voz tan cortante que podías pensar que ella te estaba amenazando. Eugene simplemente sonrió ampliamente, él no tenía idea de por qué le gustaba la manera en que ella se comportaba cuando había algo que no le gustaba.

—No, no realmente. —Se encogió de hombros.

— ¿Y eso que quiere decir? —Inquirió.

—Le doy a la gente gestos así porque probablemente lo necesitan. —Él apuntó hacia la chica que limpiaba las mesas, la misma que había devuelto su cambio— Ella estaba discutiendo con su novio por teléfono cuando yo estaba pagando, no soy mucho de escuchar a escondidas, pero ella estaba a punto del llanto. Pensé que necesitaba el halago. —Le dio un sorbo a su café.

Blar se sintió como una tonta por dudar de él ¿cómo había podido hacerlo? Él era tan amable con todos, ella consideraba a Eugene como alguien inocente, como alguien que posiblemente veía el mundo a través de un arcoíris, mientras que ella se había quedado atrapada en la tormenta. Sin embargo, el tornado siempre puede llevarte por el camino amarillo.

— ¿Por qué la pregunta? —Interrogó Eugene de repente, sacándola de su ensimismamiento.

—Yo... no lo sé. —Tomó otro nervioso sorbo de cappuccino— Solo era un pregunta.

—Claro... hablando de preguntas. —Él sacó su celular del bolsillo trasero de sus vaqueros— Quiero preguntarte algo. —Estaba buscando algo al parecer— Hay una fiesta este viernes y estoy invitado, bueno, todo el mundo lo está; en casa de Fiona Summer, quería saber si quieres acompañarme. —Guardó su teléfono de nuevo— Nunca voy a estas cosas, pero creo que a ti te gustan, así... pensé que podía invitarte... para divertirnos, tus amigas están invitadas también.

Eso la había tomado por sorpresa, ella no había recibido ninguna invitación. Antes, hubiera sido la primera en enterarse, o la de la idea tal vez. Ahora, se tenía que enterar por personas a quienes les llegó la invitación por casualidad. Perfecto.

Aun así, estaba emocionada porque Eugene estaba invitándola, ella quería ir, con él. Sobre todo porque iba él. ¿Hace cuanto hacia que no iba a una fiesta solo por un chico lindo? Desde los trece, parece.

—Me gustaría... pero no estoy invitada. —Aun así, ella todavía tenía dignidad.

—Yo te estoy invitando, a menos que haya un cartel que diga "Prohibida la entrada de Blair Rain", puedes venir conmigo. —A ella no le sorprendería que eso ocurriese.

—Seguro, no veo por qué no. —Él asintió, moviendo los pies debajo de la mesa.

—Genial. —Murmuró con emoción.

Cuando se acabó el cappuccino para escudarse, tuvieron que volver a casa, Eugene salió primero porque Blair se excusó para ir al baño. Pero ella no fue al baño. Primero sacó cuarenta dólares del bolsillo de sus shorts y cuando la chica del cabello corto de acercó para limpiar la mesa que habían estado ocupando, encontró el dinero sobre esta. Ella intentó devolvérselos a Blair pero no lo aceptó.

—Comprate algo de helado y olvida a ese idiota. —Aconsejó Blair— He pasado por eso, no hay mejor terapia. —Aseguró y luego salió del lugar.

Pensó que si Eugene podía hacer algo bueno, ella también podía y lo tomaría como parte de su reformación.

En el camino a casa Eugene no paraba de hablar del verano en que se hizo una cicatriz en el codo y como su primo lo empujó del árbol. No estaba segura de si era su primo Billy o el que se parece a Billy y se llama Connor. El punto es que lamentó haberle preguntado por la cicatriz cuando la notó. Él era un gran hablador. Pero era lindo cuando hablaba de algo con tanto ánimo. Le recordaba a su abuelo cuando le contaba acerca de cómo casi se pierde el examen final de la escuela de leyes por una apendicitis. Solo era eso, una cicatriz de apendicitis, pero su abuelo siempre lo había hecho sonar como una aventura de Indiana Jones, al igual que Eugene lo hacía.

— ¿Ese no es tu hermano? —Le preguntó Eugene, apuntando hacia el parabrisas. Estaban parados en una señal de alto que se encontraba frente a un patio de juegos. Ella siguió la mano de Eugene hasta que pudo ver a Roscoe, recibiendo una paliza por unos chicos más grandes.

— ¡Roscoe! —Automáticamente ella salió de la camioneta, saltando desde el asiento, sin importar quebrarse un pie al saltar.

Eran cinco de ellos contra Roscoe. Los muchachos lo sostenían de la chaqueta mientras uno pegaba en su estómago. Tenía la cara amoratada y a Blair se le encogió el corazón. Ni siquiera notó que Eugene había estacionado la camioneta y venía corriendo detrás de ella, correr en tacones era mucho más fácil que caminar para ella, si se ponía a pensarlo.

— ¡Déjenlo, idiotas! —Ella corrió hacia él, el que había estado sosteniéndolo lo soltó y lo dejó caer al piso. Se le llenaron las manos de tierra, parecía tan indefenso. Los chicos habían terminado riendo— ¿Estás bien, Roscoe? —Le preguntó mientras le ayudaba a levantarse.

—Que tierno, el tonto tiene quien lo defienda. —Murmuró el niño de cabello rubio muy corto que había estado golpeándolo en el estómago— Miren quien es, Blair Rain. —Ella nos e preocupó por cómo o por qué ese niño sabía su nombre, lo único que en realidad era el labio roto de su hermanito, los moretones en su cara y que probablemente tuviera una herida interna.

—Cállate, Jackson. —Siseó Roscoe, limpiándose la sangre del labio con rabia.

—Mi hermana ha hablado sobre tu hermana, Roscoe. —Los demás a su alrededor rieron— Ella dice que tu hermana es una completa perra.

Blair levantó la cabeza, pero antes de que pudiera responderle Roscoe se había abalanzado sobre él gritando—: ¡No vuelvas a llamarla así! —Si antes no había sido valiente, ahora estaba hecho un demonio. El chico ni siquiera lo vio venir. Roscoe simplemente se echó sobre él y comenzó a golpearle la cara con sus pequeños y lívidos puños, que podían lastimar, por lo visto, porque también le habían roto un labio a Jackson.

— ¡Roscoe, basta! —Gritó Blair, mientras lo demás alentaban la pelea y animaban a Jackson a levantarse.

Entonces Eugene apareció, tomó a Roscoe de la cintura y trató de levantarlo con todas sus fuerzas, al final él cedió. Dejó que Eugene lo alejara de Jackson, quien yacía en el piso, completamente aturdido. Los chicos a su alrededor lo ayudaban a levantarse. Roscoe tenía las manos llenas de sangre ahora. Blair las tomó y le apartó el cabello de la cara.

—Vamos a casa. 

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