28) UNA FUGA ARRIESGADA.
EMILIE.
Tras el griterío de Toby el resto nos unimos... y no sé por qué. Debo admitir que quizá nos pasamos un poquiiiiiito. Pero solo un poquito. Nuestra alegría es inmensa. ¡Es normal! Es como si nos hubiéramos adelantado al hombre y, por fin, fuéramos más listos que él.
Pero si no está aquí es porque está en otro lugar, ¿dónde? Y lo peor; ¿con quién?
—¡Esa moto es mía! —Luke grita de repente y corre hacia ella. Cuando está enfrente, la acaricia—. ¿Qué hacéis con mi moto, chicas? Y, esto... Lo más inquietante es que habéis venido en ella las tres, ¿cómo es posible?
—Con un poco de locura todo es posible, ¿verdad? —miro a Rose y a Mary, que asienten desternillándose de risa, aunque la segunda más bien lo finge.
—Mmmm... Bueno —se sienta en el sillín—. Vámonos, ¿no?
—Cabeza de chorlito, somos cinco, no dos —replica Toby, sacando su lado pasota.
Lo había escuchado hablar por teléfono de formas distintas, así que... Supongo que es normal.
No me meto de por medio en la conversación entre ellos dos, pero otra persona sí lo hace.
—Coincido con el niño mimado.
—¿Tú quién te crees que eres para tratarme así? —salta Toby, cabreado.
—Mary Fiels.
Toby se relaja supongo que por dos motivos; porque sabe que ella pertenece a la familia enemiga y no quiere meterte en problemas, o porque directamente ella le da miedo. No lo sé.
Mary arruga la frente y me mira.
—¿Cuántos años decíais que tenía este?
—Doce, ¿no? —miro a Luke, que asiente.
Mary empieza a reírse a carcajada limpia.
—¿Este... doce? ¡Por favor! —se ríe tanto que le cuesta decir las frases seguidas, y la zarandeo para que pare—. Si tiene quince. Y no es así de bipolar, que no os engañe, por Dios. ¿Tan bajo caéis los Di Angelo?
—¡Ni se te ocurra mencionar más a mi familia, puta! —grita Toby, dirigiéndose hacia ella para darle una buena paliza, pero Luke le agarra de los brazos y hasta que no deja de forcejear no le suelta—. Lo siento, yo... Yo... Me dijo "el hombre" que fingiera.
—¿Para qué? ¿Qué ganaba él con eso?
—No lo sé...—susurra bajito mientras nos da la espalda y se aleja.
—Bueno, ya está, pobrecito. De los cinco el que peor lo ha pasado ha sido él —Rose le defiende y Mary la mira mal por hacerlo. Ella lo nota y le hace un corte de manga—. Bueno, supongo que Luke querrá ir en su moto y a su casa, así que solo una persona puede ir con él...
—Que Lie se venga conmigo.
—¿Lie? —preguntan mis dos amigas a la vez.
—¡Eh, pues ya tengo mote para ti! —exclama Rose, entusiasmada, mientras chasquea los dedos—. Lie, no está mal.
—Se siente, pero te buscas otro. Ese es solo mío —responde Luke y sonrío dándole la razón.
Si Rose me llama así no sería lo mismo. O es lo que pienso.
—Bueno, pues nos vamos tú y yo en tu moto —digo, encogiéndome de hombros.
Toby nos empuja a todos hacia el interior del edificio y a pesar de nuestra resistencia nos lo pide por favor. Total, que acabamos haciéndole caso y entrando de nuevo en ese laberinto. Mary intenta salir de ahí con ganas pero Toby es más fuerte de lo que pensábamos y no la deja pasar hacia la salida, ya que está de por medio.
— "El hombre" está fuera —dice sin más.
Y entonces, los cuatro nos miramos alarmados.
¿¡Ya ha venido!? Genial, nos pasa por ilusionarnos tanto. Estaba claro que no iba a ser tan fácil...
Escuchamos fuera el rugido de un coche y los focos delanteros alumbran por un momento el interior de la planta baja y su extenso pasillo, ya que directamente no hay puerta y las ventanas están abiertas.
Tenemos que separarnos y escondernos para que no nos descubran, no nos queda otro remedio y todos lo sabemos. Pero a la mínima cagada ya nos habrá descubierto. Y eso si viene solo, porque si viene acompañado ni aunque nos escondamos a la perfección nos salvaremos. Y más si viene con "el acosador" de las narices. Un dueto bastante peculiar, aparte de parecido.
—No hay tiempo —susurro cuando el coche deja de hacer ruido y se escucha un portazo—. Escondeos donde podáis, da igual, pero esconderse bien. Cuando veáis la oportunidad corred y entrad en plena ciudad. Intentad encontrar la manera más rápida para llegar a Los Ángeles. Si faltamos alguno, no nos busquéis.
—¿Y quién eres tú para hablar en nombre de los demás? —replica Mary, y mira a los otros tres quienes asienten. Sonrío victoriosa y bufa—. Bueno, vale, pero porque todos están de acuerdo con tu plan, ¿eh?
Y sin más palabras que añadir, cada uno corre para un lado. Luke, Rose y Toby corren hasta la segunda planta, y no sé si a la tercera, pero Mary y yo nos quedamos en la planta baja.
Nos despedimos con la mirada y empezamos a correr por el extenso pasillo, pero cuando llegamos a lo que sería la sala central de los cuatro pasillos, ella tira hacia la derecha y yo sigo recto. Maldigo por lo bajo que todas las habitaciones sean iguales, y al final, cansada de correr, opto por abrir la primera que veo y meterme dentro, cerrar la puerta despacito y pegarme a la pared de tal forma que si la abren, la puerta me va a tapar. Pero al final me lo replanteo y decido meterme dentro de un armario.
No quiero que me pase lo que me pasó en casa de Andrew.
Escucho pasos procedentes del piso de arriba. O son alguno de mis tres amigos intentando esconderse, o son los dos locos de turno. Solo espero poder llegar a casa cuanto antes, poder enseñarle a Luke que tengo en mi poder la parte que no recuerda de ese día tan horrible para él y asegurarme de que Josh está bien. Y sobre todo, limpiarme y quitarme esta ropa tan sucia, porque a pesar de que Luke no se ha quejado al abrazarle de que le podía manchar, noté por un instante en su mirada un poco de asco. Es normal, me doy asco hasta yo misma.
Entonces no sé por qué. No sé si es por lo nerviosa que estoy a que me descubran y no pueda huir, o quizá por todo el estrés que llevo acumulando en todo el día, pero pienso en una gran estupidez, pero una estupidez que viniendo de esa persona... es normal.
Hace muchos años estábamos jugando al escondite en la gran casa de Mary, ella, Adam y yo. Y entonces Adam tenía que pillarnos, por lo que corrimos a escondernos cada una en un lugar, ella debajo de la cama y yo dentro del armario. Bueno, pues al final se cansó porque no nos encontraba y ambas gritamos que viniera al cuarto de la hermana de Mary, abrió el armario y al verme salir del armario, gritó sorprendido "¡Emilie ha salido del armario!" Por supuesto, teníamos diez años y no pensábamos en el doble significado, pero varios años después Adam cayó en la cuenta y estuvo repitiéndomelo durante mucho, mucho tiempo. Me decía que iba a ser lesbiana y que me casaría con Mary. No le hacía ni caso a pesar de que no me molestaba porque de todas formas eso no es nada malo. Pero no le hacía ni caso, y eso le molestaba.
Siento una punzada en el corazón tras recordar eso y miro a todos lados, cogiéndole de repente un gran asco al armario que puede ser mi única salvación. ¿Por qué? ¿Por qué tengo que pensar en Adam cuando no quiero? ¿Por qué causa ese efecto en mí? No le quiero, me ha hecho daño antes. Pero aun así... sus palabras, las de que quería verme esta noche para contármelo todo vuelven a mi mente más rápido que un pestañeo. Antes no quería saber nada pero ahora... ahora me muero de curiosidad.
Pero ni siquiera estás en Los Ángeles, ¿cómo vas a ir a buscarle, estúpida?
Sonrío fugazmente y salgo del armario, me hago crujir los nudillos y muevo los hombros y el cuello, masajeándomelo. Me arriesgo a todo, o a nada. Que me cojan o salir.
Pero una cosa está clara, me niego a quedarme más tiempo en ese armario pequeño y oscuro. Es hora de actuar, y de salir. De enfrentarme a "el hombre" si me lo encuentro y tener unas cuantas palabritas con Adam.
ROSETTE.
¡Estoy tan nerviosa que al final he acabado dirigiéndome a la tercera y última planta, casualmente en la habitación más cercana en donde sacamos a Luke y a Toby! Por encima no sé dónde están ellos dos. Creo que se quedaron por la segunda planta, y menos mal. No podría ayudarles si los descubrieran, aunque de los cinco la que más posibilidades tiene de encontrarse a esos dos soy yo.
Si es que tuve que hacer caso a mi hermano cuando me dijo que no viniera. El destino es tan tramposo como la propia vida en sí, ya que la gente piensa que las cosas del destino son buenas, pero, ¿quién dice que no son malas? El destino es tan jodedor que a veces te piensas que es la mala suerte, pero no. La suerte no tiene nada que ver con él.
Bueno, que Noel me dijo que no viniera y por una vez en la vida debería de haberle hecho caso. Y desde que vi a Josh enterrado vivo, o más bien casi muerto, ahora me preocupo más que nunca por Noel. Es mi único familiar, el único que queda vivo...
Jajaja. No me lo creo ni yo.
Debería dejar de pensar en estupideces, debería, pero es que no puedo. Soy de esas personas que cada vez que se ponen nerviosas no pueden evitar decir comentarios tontos o, simplemente hacer cosas tontas. Y probablemente me esté jugando mi vida estando aquí. Aunque si muero, la culpa será mía por esconderme justamente en el peor sitio al que podía haber ido. ¡Estamos todos en las mismas condiciones de peligro!
Uf, tengo que calmarme, tengo que calmarme...
Escucho a dos hombres hablar animadamente de lo que han hecho hoy. Que han ido a trabajar, que no sé qué, que no sé cuánto... No presto atención. Aunque cuando abren la puerta metálica que hay a mi lado tenso los músculos y ando por el mini filo de la ventana. Sí. Estoy fuera, agarrada fuertemente a unos huecos que hay en la pared –gracias al cielo –mientras intento no andar, pero no puedo contener las ganas y con muchísimo cuidado me dirijo hasta donde reventé la bandeja metálica, ya que hice un pequeño agujero y pongo el oído para escuchar la conversación. Maldigo por lo bajo que haga frío pero me da igual, no debo preocuparme por eso ahora.
—¡Mierda! ¿Dónde están? —grita "el hombre", furioso, reventando todo a su paso, o es lo que parece ya que la tele al menos se ha estropeado.
—Es imposible que hayan escapado por sí mismos, hay algo que no cuadra —dice el otro, el que se supone que es "el acosador".
—¿Insinúas que ha venido alguien y los ha encontrado? Emilie... —gruñe el nombre de mi amiga y me agarro con más fuerza aún porque empieza a hacer viento y me da la sensación de que me voy a caer de un tercer piso en cualquier momento—. No. Emilie y Rosette...
—¿Está esa persona con ellas?
—No lo sé, me parece que no. ¿Te crees que las vigilo solo a ellas todo el tiempo?
—Bueno, solo sé que tenemos un trato y que no lo rompas, ya que como he podido comprobar te gusta hacer pactos con...
Se me resbala el pie y pego un pequeño grito, pero aun así me escuchan. Por poco no me caigo pero, ¿y ahora qué hago?
—¿Has escuchado eso? —dice "el acosador", dejando al aire lo que estaba diciendo.
—Como para no oírlo. Es el sonido de una presa cayendo en nuestras garras.
Y empiezan a correr hasta que salen de la habitación. Bueno, lo positivo de todo esto es que dudo que se imaginen que estoy aquí, fuera de la casa pero a la vez dentro del territorio, jugándome la vida como pensé antes, y lo peor es que estoy paralizada, ¡no puedo moverme!
Esto está siendo más difícil de lo que parecía. En las películas no pasa esto, es más, ni siquiera en las películas hacen lo que yo estoy haciendo. Pero mejor estar colgando en un tercer piso que en, mmm, yo qué sé, un armario que al abrirlo ya estás perdida.
Por aquí podría llegar a lo más arriesgado al menos, tirarme al suelo. Sé caer sobre varios metros sin lastimarme mucho, ya que el marido de mi tía era militar y tenía que estar preparado para estas cosas. Insistimos tanto que al final, nos enseñó. Y me alegro de que lo hiciera, no sé si me valdrá pero... me alegro mucho igualmente. Hace que me sienta más relajada, una chispa pero, algo al menos.
Pero si tenía poca tranquilidad, ahora con un grito que escucho y un disparo me pongo totalmente nerviosa y sin poder remediarlo, me sudan las manos preocupándome por mis cuatro compañeros, tanto que sin quererlo me caigo. Vuelvo a gritar porque ni siquiera me da tiempo a prepararme para la caída, pero en la segunda planta de repente, en la ventana justo debajo de la mía, sale una mano que me agarra justo a tiempo y aunque tengo los ojos cerrados, su voz me calma.
—Te tengo.
TOBY.
—¡Por favor no me mates, no me mates! —grito aún aterrorizado.
—Pues dime cómo has escapado, pequeña sabandija asquerosa —dice "el hombre" escupiendo las palabras mientras me apunta con su pistola.
Estaba escondido detrás de una puerta en la segunda planta, y todo iba bien. Iba, hasta que una chica, creo que Rose pero no estoy muy seguro, gritó. Por su culpa estos dos empezaron a correr y fueron tirando las puertas debajo de una simple patada, o de un codazo. La fuerza contribuía, sí, pero las puertas también estaban en sus últimas. No me dio tiempo a huir, "el hombre" con una pistola me disparó en la pierna, y ahora la situación no es muy agradable, ya que estoy sentado, intentando taponarme como sea la herida de bala mientras me siguen apuntando con la pistola.
Estoy aterrorizado no, lo siguiente.
¿Por qué tengo que aguantar tantos maltratos por parte de él? ¿Por qué no puede dejarme tranquilo? Tener quince años para esto... Antes preferiría ser un pobre de África. No digo que sean felices pero más que yo... probablemente. Si salgo de esta, prometo cambiar.
Por encima me está pidiendo explicaciones, y no puedo dárselas porque si no sabrá que no estoy solo y todos caerán como moscas. El hombre rubito no está por aquí, por lo que supongo que ha ido en busca de los demás. Con suerte, se han ido al centro de la ciudad y han buscado ayuda para volver a casa. Con suerte. Aunque estar a solas con él me da más miedo aún, porque nada le va a impedir matarme si así lo desea. Tiemblo, lo nota y ríe a carcajadas.
—No respondas, no hace falta, ¿has escuchado ese grito? —agudizo el oído y escucho como un grito de una chica, seguramente Rose otra vez, se apaga—. Me eres de utilidad, por eso mismo te voy a dejar aquí, así —baja la pistola y se la guarda en no sé dónde, pero tiene un escondite secreto para ella—. Ya vendré a por ti y me ayudarás a vengarme.
—¿Por... qué? —pregunto aun temblando, tanto que ya tartamudeo.
—Porque yo no soy el de los juegos —se limita a responder y se va, dejándome solo.
Es cierto que no puedo huir sin ayuda, pero moriré intentándolo. Mejor muerto que sufrir más por estas desgracias.
Intento levantarme como puedo pero me duele tanto la pierna que por poco no caigo desplomado al suelo.
Tengo que hacerlo. Tengo que hacerlo.
No pienso en otra cosa que no sea eso para infundirme ánimos. Aunque realmente no pierdo nada si muero, ni nadie me pierde a mí. Mis padres no me quieren que digamos, mis amigos están conmigo por mi dinero... Así que suspiro, me dejo caer al suelo y decido esperar a que pase algún milagro porque las ganas que tenía de irme por mí mismo se han esfumado.
Escucho pasos del pasillo de fuera y me imagino que es "el hombre" para asegurarse de que sigo aquí, así que me relajo y cierro los ojos. Mientras no venga el otro me da igual. Como ha dicho "el hombre", él no es el de los juegos, y por lo que me contaba Luke sobre lo que Emilie le decía, Mary Fiels estaba sometida bajo presión a riesgo de su vida a un estúpido juego, por lo que bueno, antes no le pegué por pena. Porque debe de estar tan insoportable como yo por tanta presión. La entiendo.
—¡Toby! Oh dios, ¿a ti te han disparado? —susurra una voz femenina y veo a Emilie totalmente alarmada, aunque aparentemente bien. Como si no se hubiera encontrado a los otros dos merodeando por aquí. Qué suerte ha tenido. Corre hasta mí y me levanta con todas sus fuerzas—. Vámonos, tengo la moto de Luke a punto.
—Pero él querrá irse en ella...
—Lo entenderá —me dice con una mirada que me hace entender que se arrepiente muchísimo pero que en estos momentos soy más importante yo que él, cosa que me hace sonreír.
Pero... Esta chica es la de las noticias de antes. Definitivamente era nuestra Emilie.
Y no sé por qué pienso eso justo ahora, pero lo he hecho y luego le preguntaré muchas cosas que me interesan sobre ella. Luke no es el único que quiere conocer a nuestra salvadora.
Empieza a andar conmigo a rastras sin saber por qué yo antes que Luke, que su mejor amiga, que Rose y que ella misma. Si nos pillan sabe que se juega la vida con un simple tiro, pero aun así me ayuda... Lo valoro mucho. Emilie es cómo mi ángel de la guarda.
O quizá el dolor me hace pensar cosas extrañas.
Bajamos costosamente las escaleras y me siento un gran estorbo a pesar de que Emilie me susurra que ya queda menos, que ni se me ocurra desmayarme o cualquier cosa por el estilo aunque no logro entender bien al principio el por qué.
Llegamos a la moto y suspira, enciende el motor y yo me siento detrás de ella, agarrándome con todas las pocas fuerzas que tengo en estos momentos. Si se está arriesgando para sacarme de aquí, yo tengo que poner de mi parte. Miro como mira al edificio con una gran tristeza por irse sin ellos, que me da pena hasta mí. Como si me la hubiera contagiado. Y no quiero que mi ángel de la guarda esté triste ni preocupada.
—Seguro que se han ido —susurro, tosiendo un poco y al sancionarse de mi presencia, asiente y arranca, llevándome a un hospital.
LUKE.
— Te tengo.
Tras escuchar el grito fuera me asomé, y al ver una silueta caer estiré el brazo y por poco no la cojo.
Si no hubiera puesto de su parte...
Me mira con los ojos llorosos y tras ayudarla a entrar aquí, la abrazo para consolarla. Ha tenido que pasarlo fatal aunque vamos a ver, ¿quién se esconde colgándose prácticamente del alfeizar de una ventana que está en un tercer piso? Yo no me había escondido porque iba a luchar a base de pelea contra ellos pero al escuchar el disparo y el grito –que seguramente es lo que la ha hecho caer hasta casi matarse –he empezado a temer de verdad esta situación. Cuando venían a visitarnos no tenían pistola, ¿por qué ahora sí?
—Me has salvado, ¿lo sabes? —dice, hipando un poco y río bajito por si están merodeando por aquí cerca.
—Lo sé. Vámonos cuanto antes. Estamos cerca de la salida, creo... Además, tú ya saliste una vez de aquí, sácame... Oh no, mejor no. Busquemos a los demás.
—Seguro que se han ido, si no han muerto por ese disparo, claro.
—No sabemos quién gritó y si le dio en una zona vital el disparo.
—Bueno, vale, da igual, ¡pero vámonos, por favor! —dice, apoyando mi idea de irnos cuanto antes—. Sígueme, pero no hagas ruido.
Como si fuera a hacerlo.
Aunque mucho decir que no haga ruido pero la que empieza a correr es ella. Y claro, a mí no me queda otra que seguirla porque si la pierdo me volveré a quedar solo otra vez. Y necesito despejar mi mente porque estoy muy preocupado por Emilie. ¿Y si la han disparado a ella? Y esto está siendo muy arriesgado.
Esta fuga es arriesgada. Mucho. Demasiado recalcaría yo.
Llegamos hasta unas escaleras y las bajamos, aunque Rose las baja de dos en dos y al final salimos, pero en ese momento veo a alguien conducir mi moto y con Toby detrás.
¡Mierda!
Voy a gritar pero Rose me tapa la boca y señala el edificio. Asiento. Por poco la cago, ahí están aún esos dos.
—¿A dónde ibais? —inquiere una voz familiar mientras noto la presión de una pistola en mi nuca—. No todos agradecen seguir con vida, muchacho, ¿tú lo agradeces en estos momentos? Podría hacerte un favor, podría matarte con apretar el gatillo... Qué fácil es todo esto —ríe a carcajadas y Rose se pone pálida—. Y tú, niña, ¿eres una espectadora o qué?
Me lo imagino frunciendo el ceño.
—Sí, y esta niña tiene nombre.
—Prefiero llamarte niña, o bueno, mejor aún, mocosa, que te viene que ni pintado.
Y como si eso la hubiera enfadado muchísimo, le pega una patada al... ¿acosador? que le hace tirar la pistola a lo lejos y a mí dejarme libre. Le agarro con fuerza de los brazos y aprieto los dientes en señal de cabreo.
—Bonitas palabras las de antes, loco de mierda —le escupo y se retuerce pero yo tengo más fuerza y se queda quieto—. ¿Y tú, agradeces estar con vida?
Antes de que responda una chica rubia sale con una pistola y le dispara en el hombro y en las piernas.
—¡Por hijo puta! —grita Mary, eufórica por el hecho de haberle disparado a su mayor tormento. Nos mira y nos mira con los ojos abiertos, patidifusa—. ¡Venga, vámonos!
La miro mal porque algo dentro de mí me dice que no me fie de ella, que es mala gente, pero me encojo de hombros y Rose corre hasta la carretera levantando y moviendo las manos en el aire para que un coche se pare; autostop.
Se para y una mujer rubia con gafas de sol a pesar de ser de noche se para. Se baja las gafas hasta la punta de la nariz y nos mira con el ceño fruncido, intentando adaptarse a la oscuridad, o eso parece –seguro que esas gafas son especiales –y al darme realmente cuenta de quién es ando un paso para atrás totalmente perplejo, la señalo con el dedo y me quedo mudo. Mary y Rose la miran atentamente y parecen reconocerla porque la sonríen y la saludan, entran en el coche y la mujer me mira con cara de no entender. Al final logro decir.
—¿Mamá, qué haces aquí?