Los enfermeros dieron de alta a Theo, el chico fue acompañado por su novio hasta su casa, solo para estar pendiente de que a él mayor no le faltará nada.
—Gracias por traerme a casa.— murmura Theo sentándose en el sofá.
—En realidad, tienes que agradecer a Mason, nos presto su coche— sonríe Liam. —¿qué quieres que te prepare de comer?—
—Sólo quédate conmigo, no tengo hambre.—
Liam obedeció a su novio, se puso a su lado colocando un cojín en sus pies para que descanse. Theo, por su parte, se puso a pensar en el día del accidente, ¿que pasó en realidad?, ¿por qué cuando intento frenar no respondía el auto?; esas preguntas pasaban por la cabeza del de cabello café.
¿Quién sería tan hijo de puta como para hacer esas cosas?. Raeken sacudió su cabeza un par de veces, miro a ver a Liam el cual estaba embobado con la película, parecía un pequeño niño. Theo le quería decir a su novio lo que pasó, que sus frenos no respondieron, pero él sabía que si se lo decía al menor, la imagen de un niño pequeño mirando una película, se convertirá en una imagen de un detective serio.
El papá de Liam, preocupado por su hijo, tenía el ceño fruncido y una mueca, se encontraba en la cochera, sostenía con su mano izquierda unas pinzas de perico, las cuales tiro en el piso del lugar y se fue a la sala.
La madre de Theo estaba en la sala, hablaba con el señor Raeken.
—¿Quién es el chico?— mira a la señora
—Es Liam, su novio— suelta la mujer sin más y el rostro del mayor cambio de estar serio, a estar confundido. —Liam Dunbar, debes de hablar con él, es un buen chico— ahora, el señor cambió su rostro de confusión y suelta un suspiro negando con la cabeza.
El padre debía tener una charla con su hijo, una charla seria.