Sins of the fathers

By NubLittleWings

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Un escalofrío recorrió la espina de la chica, el terror la carcomía por dentro. Se giró suavemente esperando... More

Primera parte
Tercera parte

Segunda Parte

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By NubLittleWings

"El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él y la maldad del impío será sobre él. "      —Ezequiel 12:20






—¿No has visto cómo anda ese Agreste?

—Camina de una forma demasiado pomposa, ¿no crees?

—Ese bastardo... su padre hizo que mi hermana destruyera la mitad de París por un berrinche que tuvo. Lo peor de todo es que tuvimos que internarla, no fue capaz de manejar la presión. Ese hijo de puta, probablemente estará esperando que pase la atención para poder continuar con su obra.

—Deberíamos enseñarle que no puede andar mostrando su rostro como si nada... debería hundirse en la vergüenza de haber nacido con un padre como ese.

Ambas personas sonrieron, casi deformándose el rostro.

—Hablé con los otros y están dispuestos a echarnos una mano. —rió con descaro. —Ahora solo queda esperar a que salga de la escuela.

El plan era simple y fácil de seguir, esperarían a que el joven se quedara solo para darle una paliza que jamás olvidaría. Sin embargo, ojalá que nunca se les hubiese ocurrido semejante idea, el resultado fue desastroso y muy humillante.

Cuando lo acorralaron en uno de los callejones de Gare du Nord algo indescriptible les heló la sangre, una risa casi diabólica se hizo presente, un brillo en sus ojos verdes con una sed de sangre que les hizo temblar las piernas. Querían huir y, sin embargo, solo podían mirar como aquella figura peligrosa se iba acercando uno a uno. El temor se disipó al ver que el chico quería pelear, ellos lo superaban en número. Jamás debieron haber enfrentado a aquella bestia.



Hoy, 7 jóvenes terminaron seriamente lesionados en lo que se presume un ataque de pandillas. La policía continúa en investigaciones para encontrar a los presuntos responsables de la feroz golpiza. Para más información continúe en nuestra sintonía



切望

Adrien había desaparecido en los últimos 3 días, lo que había dejado particularmente inquieta a Marinette. Nathalie se negaba a entregar cualquier tipo de información sobre el paradero de su amigo y la verdad es que su mundo se estaba poniendo de cabeza. Se sentía inquieta, tenía un mal presentimiento de todo esto, como si al final todo lo que había intentado contener con el abuso mediático y la sobreexposición terminaron sofocándolo. ¿Y si había muerto? ¿Si había sido secuestrado? ¿Si algún enemigo de su padre quisiera tomar venganza haciendo pagar al pobre e inocente Adrien?

—¿Dónde estás...? —sentía una enorme opresión en el pecho.

Se encontraba en su habitación mirando con dolor las fotos que tenía con sus amigos. Miró su teléfono celular con pesar, marcó casi en automático el número el número de su novio y esperó que este contestara. Cuando lo hizo bastó solo unas cuantas palabras para que él se diera cuenta de lo angustiada que ella estaba, necesitaba hacerle saber lo preocupado que estaba por ella.

Voy en seguida a tu casa, sé que me necesitas y aquí estoy para ti. —dijo Luka a través de línea telefónica.

Solo habían transcurrido unos veinte minutos cuando él se encontraba ingresando en su habitación. Corrió a ella, ambos sabían lo mucho que se necesitaban, ella se aferraba a la única fuente actual de felicidad y él solo esperaba volver a verla radiante como antes.

—Ven aquí, preciosa, ya llegué. —dijo mientras la abrazaba con delicadeza, la veía tan frágil que pensaba que en cualquier momento se rompería en mil pedazos. —No te lo guardes, déjalo fluir.

Ella aun mantenía sus lágrimas atrapadas, estaban atascadas como un dolor punzante en su pecho, pero de alguna forma sintió como podía dejarlo ir al notar las manos de Luka recorriendo su espalda mientras ella se aferraba a él, casi como si su vida se fuera a ir en ello. Se mantuvieron por varios minutos así, haciendo compañía sin una palabra, no hacía falta. Cuando al fin Marinette se pudo relajar, secó las lágrimas de la joven, aunque le causaba un poco de gracia la cara de mapache en el momento. Se levantó y fue al mueble de la joven donde guardaba su maquillaje.

—Ven, que tienes un desastre en el rostro. —dijo el joven, aunque temiendo que fuera a sentirse mal, rápidamente continuó. —Y aún así no es capaz de ocultar un poco tu belleza.

Con cuidado fue retirando el maquillaje del rostro de Marinette, era uno de los rituales que le encantaba participar en la vida de ella.

—Pero sé que mi doncella no le gusta estar sin maquillaje. Aunque en mi humilde opinión de novio, no necesitas nada de eso para deslumbrarme, sin embargo, siempre te veo llena de confianza cuando lo usas, me resulta irresistible cuando estás así. —el joven de ojos celestes de dirigió lentamente a rostro y plantó un suave beso en los labios de su chica. —Me resultas irresistible, Mon Chere.

Ella se dejó llevar por aquel dulce néctar que era aquella boca, era increíble lo mucho que disfrutaba el besarlo. Una sonrisa surcó su rostro mientras se deleitaba por las caricias que él suavemente le propinaba en la espalda y su cabello.

—Esa es la Marinette que me vuelve loco. —le dijo Luka al verla con aquella sonrisa. —Encontraremos a Adrien, y él estará a salvo con nosotros.

Marinette, por alguna razón, sentía que quizás eso no era del todo cierto.

Marinette fue a la terraza con la esperanza de poder apaciguar un poco aquella sensación que estaba volviéndola loca, debía agradecer que Luka había estado ahí para ella y calmarla, pero la verdad es que se sentía inútil como Ladybug, le había fallado a Adrien y sin siquiera saber qué le pasó.

—No soy merecedora del título de heroína. —se dijo a sí misma con pesar.

Sintió una presencia atrás suyo, algo hizo clic en su cabeza, aterrorizándola por completo. Sin embargo, cuando se dio vuelta, tan sólo encontró un hermoso ramo de lirios y claveles, con una nota:

"Lo que Dios reúne, ni el Diablo podrá separar. Estaremos juntos por siempre, mi amor."

Se entró en la casa, desesperada, ¿qué demonios acababa de suceder? Llamó de nuevo a su novio, necesitaba saber si él había sido quien puso las flores, de todas maneras, era una situación per sé de lo más extraña, Luka era de los que componían canciones, que regalaba poesía, pero no flores. Se mordió el labio, buzón de voz, probablemente estaba con la banda ensayando.

Tikki tenía un mal presentimiento de lo que estaba pasando. La miró con preocupación, acercándose lentamente para tratar de darle un poco de confort dado lo incómoda que se veía.

—Marinette, sé que planeabas entregarme de vuelta al Maestro Fu, pero por lo que más quieras no lo hagas. No es seguro para ti. —la voz de la criatura divina sonaba increíblemente seria. A la joven casi se le paralizó el corazón mientras asentía. —No quiero que nada malo te suceda.

Dejó las flores en el mesón, esperando obtener una respuesta pronto. Debía confesar que le causaba una inusitada intranquilidad el verlas, pero una parte de ella se negaba a botarlas, eran demasiado hermosas como para desperdiciarlas. Sin embargo, ¿quién se las había dejado ahí?

Los días siguientes, Marinette se sentía observada, como si no hubiera un rincón de la ciudad donde pudiera esconderse de la mano negra de aquel acosador. Las flores se volvieron casi un ritual, junto con otros regalos, comenzaban a ponerle los pelos de punta.

—Sería bueno que te vengas a mi casa, al menos unos días, para que puedas descansar. —le dijo su amado Luka, al ver lo apagada que estaba, sus ojeras eran enormes. —Yo hablaré con tus padres para que sepan que estás a salvo. Nuestra casa se mueve de un extremo de la ciudad al otro, por lo que no será tan fácil dar contigo.

Ella solo fue capaz de asentir, se sentía superada por la situación y ahora empezaba a temer hasta donde esa persona estaría dispuesta a llegar con tal de acosarla.

Ordenó sus cosas, preparó su bolso mientras escuchaba en el comedor a Luka y papá conversar sobre qué sería lo mejor para la descendiente de los Dupain-Cheng, sin embargo, se notaba que Tom estaba reacio a acceder a que la chica estuviera con él. Temía que las consecuencias pudieran ser mayores, ella era demasiado pequeña para estar viviendo con un joven.

—No tiene que preocuparse por aquello, Tom. —sonrió con delicadeza, mientras escogía las palabras con cuidado. Ella necesitaba irse de allí lo antes posible. —Ella se estará quedando en la habitación de mi hermana, Juleka. Solo compartiremos los espacios comunes juntos. Pero ella necesita descansar, no se me ocurre otra opción.

El hombre cerró los ojos y asintió con resignación. Se sentía impotente, pero nada podía hacer para evitar al misterioso extraño que acosaba a su preciosa hija.

—Tienes razón, aunque no me hace mucha gracia que las cosas tengas que hacerse así. —soltó el mayor con pena en su rostro.

Los adolescentes abandonaron el hogar, mientras Tom y Sabine intentaban quedarse tranquilos. Tan solo querían que su hijita estuviera bien, ¿era demasiado pedir?

—Ese chico con el que está saliendo se nota que es muy centrado y solo quiere lo mejor para nuestra niña. —dijo Sabine con una sonrisa a medias. —Detesto que estemos en esta situación y más aún que Ladybug ni Chat Noir se hayan aparecido como para pedirles algún tipo de ayuda o consejo.

Tom se quebró en aquel instante.

—¿Qué estamos haciendo mal para que nuestra pequeña esté en una situación como esta? —dijo entre lágrimas. —Yo solo espero que esta pesadilla termine. Y si no, nos iremos del país. Hay que protegerla a como de lugar. Siempre podremos trabajar en lo que nos guste y si encontramos quienes se hagan cargo de la panadería en nuestra ausencia no tendríamos que vender el lugar.

Sabine se sintió aliviada, al menos tenían un plan de respaldo. De improviso, el celular de ella sonó, acababa de recibir un texto.

"Llegué bien, espero que nos veamos pronto. Ya los extraño."

Ambos sonrieron, quedándose tranquilos que al menos por esta noche, su pequeña podría descansar en un lugar seguro.

Se escucharon gritos de horror en la madrugada cuando Marinette, quien se había levantado para ir al baño encontró unas flores, una caja de anillo y una nota.

"Desde el momento en que nos conocimos, tú y yo estábamos destinados a estar juntos. Nada ni Nadie podrá separarnos. Juntos por la eternidad, mi amor."

Ni Luka, Juleka o Anarka pudieron hacer algo para que ella estuviera tranquila. Además, ¿qué podían hacer realmente? Llamó nerviosa a sus padres, en cuanto contestaron, entre lágrimas le suplicó a su padre que la fuera a buscar. Tomó 40 minutos para los adultos se aparecieran en la casa de los Couffaine, agradeciendo todo lo que habían hecho por Marinette, se fueron en dirección a la casa. Tom miró a Sabine, ya sabían que tendrían que hacer.

—Nos iremos a China, mi niña. No tenemos otra opción. —dijo el padre. Marinette estalló en llanto.

Esa fue una de las primeras noches en las que ni siquiera pudo descansar un momento.

切望

—Chica, te ves terrible. —dijo Alya, en cuanto la vio. —¿Qué diablos está sucediendo?

La joven euroasiática miró en dirección teléfono, no sabía cómo comunicar aquella terrible noticia. Luka no se lo había tomado demasiado bien, pero comprendía que era lo mejor para ella. Le prometió esperarla, sin importar cuanto tiempo fuera a pasar.

—Hay alguien que está... —su voz sonaba increíblemente pesada, se notaba a leguas lo mucho que le hacía falta dormir. —... no me deja en paz. Papá y mamá consideran que lo mejor es que nos vayamos lejos de aquí, hasta que todo termine.

Los ojos de Alya se abrieron de golpe, no sabía cómo tomarse aquella noticia. Se mordió el labio y luego habló.

—Lo que sea mejor para ti. —Alya cortó la llamada luego de esa frase.

Tikki había intentado calmarla, pero no había caso. Se encontraba demasiado afectada con todo lo que estaba ocurriendo, primero el descubrimiento de Gabriel, la desaparición de Adrien, la ausencia de Chat Noir en las patrullas y el acoso constante de alguien a quien ni siquiera había sido capaz de ver. Acarició su mejilla, Marinette lloró desconsoladamente hasta por fin poder quedarse dormida.

Despertó de golpe, un escalofrío le recorrió la espalda, notó de inmediato que no conocía el lugar en donde se encontraba. Buscó a Tikki, pero no había rastros de ella.

—Tikki, ¿estás allí? —su voz sonaba casi como un susurro. Estaba increíblemente aterrada. —Tikki, transfórmame.

Casi se le paralizó el corazón al percatarse en ese preciso instante de que algo terrible estaba ocurriendo. Más bien, lo que no estaba ocurriendo. La magia no apareció, no sintió aquella increíble conexión de fundirse con el ser mágico. No pasó nada.

—¡Tikki! —gritó mientras acariciaba sus orejas. No estaban, sus miraculous habían desaparecido.

Recordaba que no se los había quitado, que Tikki se había quedado con ella mientras se fue quedando dormida. Lloró desconsoladamente, se sentía sola y muy aterrada. Quería volver a su casa, estar con sus padres, con Luka, con sus amigos, con todos.

La habitación era bastante espaciosa, tenía unas hermosas ventanas de color blanco cubiertas por cortinas de color rosa, poseía un color blanco invierno en las paredes y una alfombra de color celeste donde se encontraba la cama, Marinette miró con cautela sus alrededores, había un ropero de color verde pastel, un pequeño librero color caoba repleto de sus grandes favoritos, quien fuera que la hubiera apresado conocía sus gustos casi a la perfección. Jamás creyó que podría aterrarse tanto, pero con cada pequeño detalle que observaba, se fue dando cuenta que podía ser peor. Había un pequeño diván color rosado, exactamente igual al que poseía en su habitación. Una estación de trabajo para ella con una mesa de luz y una maquina de coser que hacían juego con el ambiente. Un maniquí y variadas telas e hilos. Sin embargo, lo que casi la paralizó fue encontrar su caja donde guardaba su diario encima de aquella estación con una nota, del mismo papel que las otras.

"No quiero que te aburras en tu estancia aquí, mi cielo. Nos espera toda una eternidad juntos."

Una puerta de color café claro se encontraba en frente de la habitación, se acercó corriendo a ella y a pesar de lo que pensaba, no estaba cerrada con llave. La abrió de inmediato y salió a un enorme pasillo con más ventanas, vio que no se encontraba en la ciudad al notar que solo había bosque a su alrededor. Comenzó a corres despavorida, necesitaba salir de allí, costase lo que costase. Necesitaba a Tikki, por primera vez se dio cuenta de su insignificancia, sin ella tomaría mucho tiempo el poder escapar de aquel lugar, si es que lograba escapar. Nunca había deseado ser tanto Ladybug como en aquel momento.

La casa parecía ser un tanto grande y bonita, aunque casi no tuvo tiempo para apreciarlo. Estaba descalza y se sentía increíblemente incómoda corriendo así. Sin embargo, el miedo era más fuerte y la incitó a continuar su carrera.

Al llegar a la puerta principal pudo abrirla sin ningún inconveniente, rápidamente comenzó a correr, el aire quemaba en sus pulmones, quería detenerse, pero tenía tanto miedo que no importaba, correría hasta que ya no tuviera energía. Aquella corriente de adrenalina la impulsaba a hacer lo que fuera con tal de salvarse.

El bosque era increíblemente denso y las raíces sobresalían del suelo, sus pies dolían demasiado, y tuvo que detenerse. La planta estaba llena de heridas y el cuerpo le pesaba demasiado, incapaz de poder seguir huyendo, volvió a llorar, mientras escuchaba a su estómago rugir con desesperación. Sintió una presencia detrás de ella y sonrió de inmediato. Sintió un enorme alivio, Chat Noir se encontraba delante de ella, con un rostro lleno de preocupación.

—Marinette, ¿qué es lo que haces aquí? Estás sumamente lastimada... —dijo él con suavidad, la joven se notaba que estaba sumamente conmocionada, incapaz de decir una palabra. —Ven, deja que te lleve a tu hogar.

Ella se apretó contra él, refugiándose en su cuello y sollozando suavemente. Cerró los ojos mientras el héroe saltaba en dirección hacia ¿París? Los abrió de golpe y vio cómo volvían a la casa de la que había escapado. Miró el rostro de Chat, quien sonreía como que hubiera ganado un trofeo.

—No debiste haber escapado, princesa, voy a tener que castigarte.

La voz de la joven quedó atrapada en su garganta, además qué más daba, aunque gritase nadie acudiría a su rescate. En cuanto llegaron a tierra, ella intentó en vano zafarse del agarre del rubio, sus fuerzas, además, eran casi inexistentes y dejó de resistirse.

Mientras menos resistencia pongas, mi amor, esto será mucho más agradable para ambos. —dijo él. Una sonrisa algo perturbadora cruzó su rostro, casi demostrando que le importaba bastante poco si fuese por las buenas o las malas. —Ahora hay que limpiarte, mi Lady.

Abrió los ojos, él sabía de su identidad. Bueno, era bastante obvio porqué removió los aretes.

—¿Qué... qué planeas hacer con los aretes? —susurró, intentando mantener la compostura.

Chat Noir sonrió.

Ellos están guardados donde nadie pueda encontrarlos, y así nadie podrá reemplazarte. —su voz sonaba segura y un poco tétrica. —Ellos te designaron como mi alma gemela, pero yo fui demasiado estúpido como para ver quien era la joven detrás de la máscara. Sin embargo, ahí estaba, detrás de mí todo este tiempo.

Una pausa se dio, mientras ingresaban a aquel hermoso cuarto de baño, sus azulejos blancos y azules, contrastaban con las toallas de color rosa y verde que se encontraban ahí. Tenía una enorme tina, un lavamanos y un váter. Junto con un enorme armario. Chat depositó con suavidad a Marinette en el váter, y se dirigió a abrir la llave del agua caliente.

Ni se te ocurra escapar de nuevo. —sentenció antes que ella moviera un músculo.

El agua se iba llenando lentamente, él fue cuidadoso al sacarse uno de sus guantes para comprobar que la joven no se quemaría. Volvió a colocárselo, cuando el agua llegó al punto preciso. Se giró a ver a Marinette, quien claramente estaba conmocionada. Toda su ropa estaba sucia, y desgastada, probablemente había tropezado en varias oportunidades en su huida. Con sus manos la desgarró, dejando a Marinette al borde del colapso y completamente desnuda. Intentó taparse en vano, pero él solo la cogió en brazos para dejarla en el agua.

Sus agarrotados músculos agradecieron de inmediato el contacto con el agua, no podía decir lo mismo de sus pies, tenía varias heridas y se veían pequeños rastros de sangre en el agua. Estaba completamente aterrorizada y era incapaz de moverse. Chat Noir se movió con elegancia y fue lentamente limpiando cada parte de su cuerpo, como si se tratase de una muñeca de porcelana.

—¿Por qué me haces esto? Yo tengo una vida... —el agarre del varón fue fuerte, dejándole en claro que lo mejor era que dejase de hablar.

Si, tienes una vida destinada a estar conmigo. —pronunció él, su semblante casi se volvió peligroso. —No podía permitir que fueras a sufrir para siempre solo porque yo no me había percatado de quien eras tras la máscara. Nadie puede hacerte feliz más que yo, mi Lady. Es nuestro destino y nadie puede negárnoslo, ni siquiera nosotros mismos.

Continuó limpiándola con delicadeza, frotó sus piernas, su espalda y sus brazos, recorrió suavemente sus senos, para luego lavarle el cabello suavemente. Ella se removió suavemente, se sentía intimidada, en especial por estar desnuda frente a un chico que aclamaba ser su amor de su vida. A él parecía no importarle, estaba tan concentrado en terminar con aquel aseo. Una vez, tras terminar y enjuagar, aplicar acondicionador y cuidadosamente limpiar sus pequeños pies, se dispuso a sacarla de allí. Parecía que no se inmutaba frente a la desnudez de ella, lo cual dejaba una tensión enorme en la joven.

Fue al armario, cogió una toalla junto con una bata de baño y se dedicó a secar su cuerpo con el mismo esmero. Una vez terminado, la tomó en brazos nuevamente y partió con ella a la habitación donde ella había despertado. Desde la ventana se podía ver el atardecer, nunca supo realmente cuanto tiempo había transcurrido desde que despertó, solo que el día ya había acabado. La colocó en la cama y ella esperó lo peor.

—Deberías descansar, princesa. —dijo él con una sonrisa genuina. —Mañana será otro gran día.

Por primera vez notó lo enorme que era la cama de aquel cuarto. Quizás él esperaba que se quedaran juntos, él la instó a que se arropase y acarició con cuidado su cabello. Cuando ella cedió e hizo lo que él esperaba, el "héroe" besó su frente con cuidado.

—Dulces sueños princesa.

El agotamiento fue más grande que ella y se quedó dormida casi de inmediato, mientras veía a Chat Noir retirarse de la habitación.

Adrien sentía el pulso tembloroso, ¿cómo había sido capaz de hacerle algo de esta calaña a su amada Marinette?

"Recuerda, ella siempre fue nuestra, así como nosotros de ella. Solo estamos haciendo lo que corresponde para evitar que ella termine lastimada." lo escuchó nuevamente hablar. Sentía como su corazón latía desbocado.

—Ella no se merece esto, ella era feliz con... —comenzó a decir, pero era incapaz de nombrarlo, sentía como su estómago se revolvía con solo imaginarlo de nuevo teniendo en sus brazos a su doncella. —Esto solo terminará lastimándola más y más.

Adrien lloró cerrando los ojos con desesperación, ahí claramente podía ver a su otro yo hablándole. Se estaba mofando de él por su debilidad y no sabía que podía hacer para detenerlo.

"¿Me vas a decir que prefieres que vuelva a los brazos de... ese? ¿Cómo puedes pensar si quiera en retractarte de este acto heroico? Si ella no se siente cómoda ahora, lo hará con el paso del tiempo." Adrien estaba impactado. "Dejemos que hoy descanse, tiene que acostumbrarse a que su lugar es con nosotros. Ella no podrá ser feliz si no es con su alma gemela, entiéndelo Adrien. Era nuestro deber. Es por su bien."

Repasó lentamente todo lo que estaba haciendo, pero sí, Chat Noir tenía razón. No es que él estuviera lastimándola realmente. Todo era por su bien, por un futuro en donde serían felices.

Plagg miraba con terror desde el rincón de la habitación, jamás pensó que esto terminaría así, no pensó que el coletazo de sus acciones heroicas calaría tan profundo en la psique de su muchacho, de no haber revelado el secreto de las identidades antes, a este punto no sabía si culparse a sí mismo o a Tikki por esto. Cerró los ojos por un segundo, en realidad era culpa de ambos por no medir completamente las consecuencias. Pero por lo que más se sentía culpable, fue por dejar que escuchara las palabras de su estúpido padre. Al final era solo un hombre que disfrutaba del dolor ajeno.

憎い

Sentía el cuerpo pesado, pero no sabía cuanto tiempo había pasado, solo que no había sido el suficiente. Al abrir los ojos, notó que no estaba en su cuarto y recordó con terror lo que había pasado. Chat Noir la había apresado en aquella casa en medio del bosque... ¿qué tan tonto podía sonar aquello? Sin embargo, fue el vendaje en sus pies el que la llevó a realizar que no era un sueño, una maldita pesadilla hecha realidad. Sintió fuertes nauseas sin ser capaz de vomitar. El estómago vacío se le revolvía con el repasar los sucesos del último día.

¿Por qué había dicho aquellas palabras? ¿Por qué había decidido tomar acción de esta forma? ¿Por qué hablaba como si la estuviera salvando de algo? Estaba, ahora, segura que él había sido quien la había estado acosando sin cesar durante aquel último tiempo. Deseaba regresar a su vida normal, añoraba a su madre, a su padre y a Luka como si la vida se le fuera en ello.

—Muy buen día, mi bella durmiente. —escuchó atemorizada aquellas palabras, le causaba tanto rechazo el amor con el que la trataba. — Si sigues en la cama te vas a enfermar.

Ella se quedó inmovilizada, esperaba que él se fuera de la habitación lo antes posible, su respiración se detuvo cuando sintió un peso en la cama.

—Aunque quizás deberíamos pasar el día de hoy... —hizo una pausa muy larga, la joven se estremeció. —¿Es que acaso intentas seducirme, mi pequeña flor?

Ella no se atrevía a decir algo, estaba demasiado asustada como para si quiera negarse.

—Lo tomaré como un ...—se acercó lentamente hacia ella, escuchaba como la joven sollozaba en silencio. —No tienes idea de cuanto llevo anhelando esto, princesa...

Se mantuvo sollozando, pero no era capaz si quiera de moverse. Sintió que se le congeló la sangre cuando sintió una mano recorriendo su silueta desde los hombros hasta la cadera. Las ropas de cama salieron disparadas de un segundo a otro, ella quedando expuesta en las ropas que él le había dejado puestas del baño de la noche anterior. Por un segundo se podía ver la lascivia en los ojos de Chat Noir, pero un pequeño brillo lo detuvo de inmediato, volviéndola a tapar y besando su frente con delicadeza.

Aquello le rompió en mil pedazos el corazón a Marinette, ahí estaba aún aquel chico en quién siempre había confiado, incluso su vida. Oculto en algún lugar de su mente, pero que la había salvado en ese momento. Comenzó a llorar con desespero. Él se dirigió hacia ella con la mirada muy triste, como si llorase con ella.

—Por favor, no llores, mi amor. —dijo, se notaba que le dolía de verdad. —Lo siento, lo siento tanto, mi amada.

Ella se sentó en la cama, aun impactada por todo lo anterior, pero no soportaba verlo así. ¿Dónde estaba su querido Chat Noir? Era lo único que necesitaba que fuera respondido, lo demás ya carecía de sentido, y mientras no encontrase sus aretes estaba condenada a quedarse en la casa.

—Por favor, se me parte el alma al ver tus ojos tan hermosos llenos de lágrimas. Al ver cómo sufres en estos momentos. —repitió él.

—Yo solo quiero tener mi vida de vuelta, con Chat Noir, mi compañero, mi mejor amigo. —ella dijo, la voz se sentía extraña al decir aquellas palabras, pues era el héroe quien se había vuelto el villano y aquello no podía resultarle más aterrador. —No puede haber un Chat Noir sin una Ladybug, ni una Ladybug sin Chat Noir. Pero ahora, solo soy Marinette Dupain-Cheng, nada más que una civil, nada más que otra del mon...

Chat la miró enojado, poniendo uno de sus dedos al callarla.

Tú no sabes de qué estas hablando y no permitiré que te faltes el respeto de esa forma, mi ángel. —la voz de alguna forma había variado, aquello le dio una mala espina, retrocedió aterrorizada. Una chispa dentro de él se encendió. —No dejaré pasar esto por alto, porque tienes que entender lo valiosa que eres para mí. No importa qué.

Se fue acercando hacia ella con aquella velocidad sobre humana, arrinconándola en contra de la pared tomando sus muñecas con una de sus manos, acariciando los alrededores de su busto con descaro y estampando sus labios en los de ella. Incapaz de corresponder el beso intentó resistirse, pero era inútil. Comenzó a llorar desesperada, esto no podía estar pasando, cualquier temor que sintiera antes había sido reducido a nada en comparación a la desesperación que la carcomía en ese instante. ¿Qué había hecho para ser tratada así?

¿No vas a defenderte? —soltó como un gruñido, comenzó a besar su cuello mientras ella lloraba en silencio. —Esto lo hace mucho más delicioso.

Las caricias eran delicadas, pero de alguna forma eran desagradables, su cuerpo se resistía a sentir otra cosa que desprecio.

—¡Detente! Por favor, Chat, ¡éste no eres tú! — gritó ella, con lo poco de resistencia que le quedaba.

Una sonrisa, la misma que había visto cuando la "rescató" en el bosque, cruzó su rostro de una forma inhumanamente espeluznante.

Tienes razón, yo no soy así. ¡Pues que bien me había resultado ser quien yo era! —las palabras no tenían veneno contenido, era más bien una declaración de hechos. Como si estuviera justificando a sí mismo. —Era un pequeño idiota descerebrado que no fue capaz de ver a la increíble mujer que tenía en sus propias narices, a quien consideraba el amor de su vida y que idolatraba con ternura.

—¿D-de qué estás hablando? —aquellas palabras resonaron en su cabeza, no era la primera vez que las sacaba a colación, pero recién ahora tomaba peso de las mismas...

Yo era Adrien Agreste, el chico por quien estuviste enamorada por tanto tiempo y que no pudo darse cuenta de que Ladybug eras tú. —los ojos de la chica se abrieron abruptamente. —Pero eso ya no será una interrupción nunca más. De haber sabido, jamás te hubiera felicitado por dejarme atrás, jamás hubiera creído que ese chico era ideal para ti. ¡por que solo yo puedo ser tu alma gemela, Marinette!

Tras escuchar aquellas palabras, la cólera la consumió como una mecha de una dinamita, todo el miedo desapareció en aquel instante. Lo abofeteó con desesperación, pero solo logró mover un poco sin hacerle realmente daño.

—¡Tú no me amas! ¡Sólo idolatras al ideal que me daban los poderes del miraculous! ¡Tú solo ves a Ladybug en mi y no a Mari...! —una cachetada cruzó el rostro de la joven. Los ojos llenos de lágrimas lo miraron fijamente.

Te dije que no permitiría que te faltes el respeto, Mari. —se notaba en sus ojos como estaba disfrutando aquello. —Y mucho menos permitiré que faltes el respeto a lo que siento por ti. No eres capaz de entenderlo ahora, pero yo te demostraré hasta dónde soy capaz de llegar por lo que siento por ti, mi amada. Jamás serás capaz de olvidar cuanto te amamos.

Comenzó a devorar de nuevo los labios de la joven, tenían un sabor adictivo, ¿qué importaba si no le correspondía ahora? Tarde o temprano ella cedería, no es como que se fuese de allí. Desgarró con total descaro la parte de arriba del pijama dejando al descubierto uno voluptuoso y apetitoso festín para sus manos y boca. Ella luchaba en vano por resistirse, pero aquello solo hacía solo más y más irresistible, sólo hacía que la deseara aún más, aunque eso no pareciera posible. La empujó con cierta violencia en la cama, dejándola ligeramente aturdida. Se aprovechó de aquello para devorar sus montes con una avidez desmedida. Ella lo jaló con toda la fuerza que le quedaba de los cabellos intentando que se detuviera, pero él ni se inmutó. Le quitó con fuerza los pantalones y la ropa interior de la joven pues deseaba descubrir todo de ella, aquello era lo único que le faltaba.

—Detente, por favor. —susurró suplicante.

Eres mía, ¿por qué debería entonces detenerme ahora? — dijo con lascivia para continuar con descaro sus "descubrimientos".

Intentó en vano sacarlo de aquella embarazosa y desagradable posición en la que estaba, pero la obligó a abrirse de piernas y quedar lista para ser devorada. Presionó con un poco de fuerza en las piernas de ella, causando que dejase de resistirse y solo tapara su rostro con sus brazos mientras lloraba.

Sentir la lengua del chico en su vulva resultaba extraño, un cosquilleo se encontraba junto con una sensación de nausea que la inundaba.

—Yo no quiero esto... —susurró.

El chico se levantó con una sonrisa sarcástica.

Pues parece que tu cuerpo no opina lo mismo. —dijo mientras se abría el traje para disponerse a penetrarla. —Deja de mentirme, sé que lo estás disfrutando, a final de cuentas, sólo puedes desearme a mí.

Ella aterrorizada intentó detenerlo, recibiendo otra bofetada de vuelta. Una vez que estuvo quieta, se dispuso a introducirse dentro de ella. Sin embargo, no fue tan fácil, por muy húmeda que estuviera estaba demasiado estrecha, una sensación de alegría lo inundó mientras mordía el cuello de ella.

Marinette sintió un ardor enorme en la parte del vientre bajo, como si una parte de ella quemara, no pudo evitar llorar con aún más fuerte, emitiendo claros quejidos de dolor. Era el mismísimo infierno y parecía que sería eterno.

Parece que me estuviste esperando, ¿eh, princesa? —dijo con una sonrisa de gato se Cheshire. —No puedo creer que en serio te estuvieras guardando para este momento, me has hecho el hombre más feliz del mundo.

Una vez que sintió que aquella barrera se rompía comenzó a moverse con mayor vehemencia, incapaz ya de controlarse debido al mar de sensaciones que lo rodeaban y a los gritos de dolor de la joven. Aquello le resultaba tan excitante que su bestia interna actuó con desenfreno y la penetró sin piedad hasta que su semilla se diseminó dentro de ella.

La besó suavemente en los labios, aquella sonrisa angelical se cruzó de nuevo en su rostro. Ella continuó llorando desconsolada con los brazos sobre el rostro.

—Plagg, destransfórmame. —lo escuchó decir, y se giró, incapaz de creer que Adrien Agreste había sido quien le había hecho aquello.

Se recostó al lado de ella, se notaba el brillo de felicidad en sus ojos y aquella sonrisa bobalicona que tiempo atrás la tenía tan enamorada.

—Por favor, Adrien. —suplicó por ultima vez. —Déjame ir.

Él frunció el ceño, estaba preocupado por lo que ella pronunció.

—No puedo hacer eso, princesa... —dijo, preocupado. —Él no va a dejar que te vayas de aquí, te encontraría y te trataría muy mal. No puedo permitir que él te haga daño. Lo siento, lo siento tanto.

Él se notaba preocupado, como si se disculpase realmente de lo que acababa de hacer. Se podía ver en sus ojos.

—Le pediré que sea más amable, para que no sufras más, no quiero que sufras, mi amor. —dijo con delicadeza. —Yo no dejaré que duela tanto la próxima vez. Haré lo que esté en mis manos para que sea más gentil.

Ella vio, entonces, que, en alguna parte dentro de la bestia, dentro de aquella locura insana, Adrien Agreste aún estaba ahí.

Pero ya no estaba segura si pudiese salvarlo...

No sabía cuánto tiempo había pasado con exactitud, meses, quizás un año ya... qué más daba.

Su cuerpo estaba lleno de moretones y algunas nuevas heridas de la noche anterior. Marinette lo reconocía, lo había hecho enojar al tratar de resistirse. Era de ella la culpa y se merecía los nuevos golpes que había recibido, si tan solo no fuera tan ingrata... Adrien se había deshecho en disculpas después de todo, como cada vez que se ponía demasiado intenso, aún así ella no fue capaz de decirle algo, solo había llorado.

Chat Noir había vuelto a salir de la casa y le había prohibido salir de allí. Ella no lo intentaría, ¿qué sentido tenía escapar de la vida con la única persona que podría amarla así? Se dirigió a la biblioteca y tomó uno de los libros de Jane Austen. Sonrió delicadamente, esta noche sería más sumisa y más adecuada en su rol de esta relación.

Una parte de ella detestaba esto, aún añorando su vida con sus padres y Luka, pero su amor le había demostrado que ellos continuaron sus vidas como si nada, sus padres estaban más cómodos pues al no tener que gastar en su hija, tenían más recursos y tiempo para lo que fuera que quisieran. Por otra parte, el joven Couffaine había encontrado una nueva chica y se le veía muy feliz con ella. Ellos no la necesitaban ni la querían ahí.

Su vida sólo debía estar con Chat Noir y Adrien Agreste.

Cuando acabó con el libro, notó que el sol ya se estaba poniendo, había pasado otro día como si nada. Se dirigió hacia el baño, necesitaba estar lista para cuando su príncipe llegase a casa. Tomó una media hora, pero cuando se sintió preparada se vistió y se dispuso en la alcoba que él le había entregado a esperarlo.

En un momento de lucidez, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y agitó su cabeza con violencia, él iba a hacer con ella lo que quisiera, como cada noche. Esta vez tendría que ser más rápida y tras terminar de hacerlo robarle el anillo. Cerró con cuidado cada puerta y ventana.

Un escalofrío recorrió la espina de la chica, el terror la carcomía por dentro. Se giró suavemente esperando que aquel pequeño sonido que había sentido hace no más de unos segundos no fuera más que el viento de alguna de las ventanas que habría quedado abierta. Era tan buena mintiéndose a sí misma, pero en realidad sabía que él ya había llegado a casa y que desearía estar en su compañía.

—No deberías estar levantada tan tarde, ¿no crees, mi amor? —escuchó su voz suavemente. Adivinar su temperamento era jugar a la ruleta rusa. —¿Acaso no podías dormir sin mi presencia cerca de ti?

Sus vellos se erizaron mientras él se acercaba con tal delicadeza y cuidado, con aquella elegancia sólo podía tener él.

—P-por supuesto, cielo... —atinó a contestar, se paralizó mientras el miedo se apoderaba cada centímetro de su ser. —Y-yo no puedo... vivir si-sin ti, Chat Noir.

—Eso me imaginé. Te extrañé tanto, mi preciosa flor de loto. —dijo mientras olía con detenimiento su cabello. —No tienes idea. ¿Y tú?

Ella tragó en seco.

—Yo t-también, me hiciste f-falta. —estaba temblando.

La besó con una dulzura indescriptible, ella se había acostumbrado a sus caricias cuando eran delicadas y, a veces, hasta le habían parecido agradables en más de una ocasión. Se dejó llevar por lo que él quisiera, tenía que aprovechar que estaba de buen humor y que esta vez no la golpearía a menos que lo provocase.

Aquello resultaba agradable, tanto que soltó un par de gemidos ante las atenciones del joven. Esto solo aumentó la cantidad de caricias que le propinó con cuidado. Cuando la penetró, ella podía jurar que no le dolía, tenía una sensación de un cosquilleo que la estaba volviendo loca. Ella se podía acostumbrar a esas atenciones. Pero en cuanto vio la cara de depravado que Chat Noir estaba poniendo en ese momento, solo fue capaz de quedarse en silencio y continuar con el espectáculo que lo tenía tan contento. Al terminar, Adrien volvió a aparecer en su cama, sonriéndole dulcemente.

—Te amo tanto, Marinette. —aquellas palabras se notaban cargadas con un sentimiento genuino. —No tienes idea de cuanto te amo.

Luego de decir aquello se quedó dormido, Marinette miró su anillo y titubeó para quitárselo. Pensó en los golpes que había recibido anteriormente por escapar, por buscar sus miraculous, por negarse a pasar la noche con él, lloró en silencio. Volvió a mirarlo y se dio cuenta que era incapaz de hacerlo.

Después de todo, era incapaz de abandonarlo.





Yay! Terminé esta nueva entrega, ¡¡se suponía que era un one shot!!, me demoré bastante y lo lamento, pero espero que les guste como quedó esta historia, fue hecha con amor de Nube, pensando en la gente que me sigue y en mis grandes amigas que siempre me apoyan en todas mis locuras.

Si tienen dudas sobre mis otros proyectos, están avanzando tan rápido como me lo permite mi creatividad y la universidad, espero poder continuarlo lo antes posible :) Pero como siempre les he dicho, no voy a entregar trabajos mediocres y solo publico cuando estoy segura de lo que estoy haciendo.

Muchas gracias por la enorme paciencia que sienten por mi persona.

Se despide con el corazón llenito de amor,

Nub Little Wings 😘😘😘

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