ANTES DE ELLA © #3 [✔] Nueva...

Por flormsalvador

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NUEVA VERSIÓN: Próximamente en físico 2023. «Mi mundo estaba pintado en sus ojos. Quizá en ellos estaba mi un... Más

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo. Siempre fue por ti.

Capítulo 9

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Por flormsalvador




Desearía poder regresar todos
esos momentos en que pensé
que realmente no valías la pena.
La manera en la que me abrazabas,
debí haberte puesto primero.
Estaba equivocado, lo admito.
Me congelé por tu beso mientras
te deslizabas entre mis dedos.
Se me va el aliento por todos los
errores que cometí, por todas las
cartas que guardé.
Esto es todo lo que no dije.
Desearía que pudieras quedarte,
soy el único que tiene la culpa, sé
que es un poco tarde. Espero sepas
que por ti me sacrificaría para
hacerlo bien esta vez.

Everything I didn't say (5SOS)








13 DE AGOSTO DE 2014
LUKE HOWLAND


El dolor de cabeza que cargaba me estaba matando y la voz de la profesora no ayudaba en lo absoluto. Comenzaba a sentir náuseas, quería salir corriendo de aquí e ir al baño para vomitar.

Tallé mi frente mientras soltaba un bostezo y desvié mi vista hacia la esquina del salón, Zev estaba con Daniel, un integrante del equipo de rugby, ambos murmuraban algunas cosas para después reír. Me preguntaba cómo es que la maestra no les llamaba la atención o siquiera se percataba de ellos, no era porque quisiera echarles la mala suerte...

Bueno, sí, si quería.

Nos habíamos dejado de hablar desde aquel día del incidente. Creí que me haría la vida imposible, quiero decir, él era demasiado popular, tenía ventaja porque no era un superficial y se portaba amable con los demás, y yo era el chico que bien podía usar como un blanco para joderle la vida, porque la mayoría sabía que me drogaba.

Demonios, que triste sonó.

Sin embargo, no lo había hecho, simplemente me ignoraba y no es como si antes nos lleváramos muy bien dentro del instituto. De hecho, cada uno iba por su cuenta, nunca nos saludábamos como si fuésemos buenos amigos, a menos que una seña con la cabeza contara.

Tragué saliva cuando sentí nuevamente la presión en mi cabeza y me sentí decaer. Mis manos comenzaban a sudar y sabía que no podría aguantar, tenía que irme. La necesidad de querer ir a mi casa y dormir era la primordial en ese momento, a la mierda con las demás clases.

—Bien, chicos, pueden retirarse— la profesora indicó—. Recuerden que la bibliografía para el trabajo la quiero en formato APA, si no es así, les bajaré puntos.

Di otro bostezo y guardé... nada. Porque no había sacado nada desde que mi trasero tomó asiento.

Colgué mi mochila sobre mi hombro y caminé hacia la puerta, empujé a un chico que iba saliendo para que yo pudiera hacerlo primero y sólo escuché como se quejó, lo miré sobre mi hombro enarcando una ceja, él no volvió a decir nada y simplemente siguió su camino.

Regresé mi vista hacia el frente y mi topé con una escena un poco fuera de mi agrado, Zev abrazaba fuertemente a su mejor amiga ocasionando que ella le dijera que la soltara, Neisan se burlaba junto a Daniel de ellos. Zev la soltó diciéndole algo, lo que hubiese sido, provocó que la menor cubriera su rostro con ambas manos.

Sonreí.

Hasley Weigel era ese tipo de chicas que veías en algún grupo de puros hombres. En mi vida la había visto con alguna chica, tan cercana que pudiera denominar "amiga", no, ella vivía bajo la sombra de Zev, su mejor amigo. Siempre los veías juntos, eran como chicles y aquello había ocasionado muchos rumores sobre una supuesta relación entre ambos, pero yo sabía que aquello no era así.

La mirada de Zev se encontró con la mía, él le dijo algo a sus amigos y pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Hasley para traerla hacia su cuerpo y alejarse de donde se encontraban.

Relamí mis labios y reí por lo bajo. Zev lo sabía, sabía que Weigel me atraía de alguna forma. A Jane se le había salido de la boca decirlo, en ese instante tenía miedo porque yo estaba con Bella, pero él sólo se limitó a decirme que no diría nada porque lo mío con su mejor amiga era un gusto, en cambio, yo quería a Bella.

Y era así.

Hasley solo se me hacía atractiva, en mi opinión, creo que se le veía muy bien el cabello largo y también tenía conocimiento que sus ojos eran azules. Jamás los había visto de cerca y, posiblemente, nunca lo haría, pero eran de un azul muy intensos, porque para que pudieran destacar a una distancia, lo tenían que ser.

Mierda.

Paso mis dedos por mi cabello y me dirigí hacia la salida para irme del instituto, en el camino saqué mi celular para mandarle un mensaje a Bella y decirle si se encontraba disponible. No podía ir a mi casa a estas horas, mis padres estarían y yo quería descansar hasta tarde sin que nadie jodiera.

Cuando tuve una respuesta afirmativa por parte de ella, me dirigí a su casa.

Aún estaba tan agradecido al cielo porque los resultados del embarazo habían dado negativo, al parecer las pastillas anticonceptivas que ella empezó a tomar hace algunos meses descontrolaron su ciclo y ella al ver su atraso, hizo que el estrés y los nervios la comieran viva provocando que su período se atrasara aún más.

A penas llegué y toqué la puerta, esta se abrió. Bella me miró con una sonrisa y me dio un corto beso sobre los labios, le confesé que quería descansar, que me sentía pésimo y ella me dio una mirada de decepción. Por un momento, me sentí mal porque estaba harto de esas miradas, sin embargo, mi interior se estabilizó un poco cuando rodeó mi torso con sus brazos, apoyó su mejilla contra mi pecho y no pudo evitar regresarle la acción.

—Fumaste mucho, ¿no es así?— preguntó. Ella no se alejó y yo tampoco lo intenté, cerré mis ojos por unos segundos sin querer responderle, aunque sabía que con Bella no todo se quedaba a medias —. Descuida, fue una pregunta muy tonta— se separó de mí y me observó de pies a cabeza—. ¿Son mas fuertes que la otra vez?

Yo asentí y formé un gesto de cansancio. Tallé mi frente con el dorso de mi mano al sentir como todo me daba vueltas, ahora estaba mareado, sentía que caería en cualquier momento, entonces sentí como las náuseas aumentaban.

—Necesito vomitar— avisé en un murmuro.

Bella rodeó uno de sus brazos por mi cintura y me ayudó a ir hacia el baño de su habitación, abrió la puerta para que yo pudiera pasar y me dejó en frente del escusado, a penas me soltó, caí de rodillas y devolví todo lo que pude. Mi garganta dolió y mi cabeza quiso explotar en ese momento.

Sentí pena por un segundo al saber que la chica estaba presenciando esto y me sentí muy mal al caer en cuenta que ella no debería de aguantarme, no tenía obligación de estar viendo por mí y soportar las escenas tan desagradables que yo le aportaba. Aún no entendía cómo es que seguía aquí conmigo, no en este escenario, sino, a mi lado, en una relación, siendo yo su novio.

Me senté en el suelo una vez que terminé y alcé mi vista, sus ojos marrones me veían con un mohín, a pesar de que mi estado era tan pesimista y asqueroso, le sonreí. Bella relamió sus labios y caminó hacia la pequeña cómoda que había en el baño, cogió una toalla y me la tendió.

—Báñate— indicó—. Trata de no entrar en ansiedad, por favor, sólo relájate. Necesitamos que los efectos pasen, te traeré algo de comer... estoy haciendo sopa. En mi armario está tu camisa negra de Green Day, pontela. Prenderé el clima para que se refresque la habitación y puedas estar cómodo— avisó con calma, sus ojos nunca abandonaron los míos en todo en transcurso de sus palabras, estaba a punto de irse hasta que se volvió para hablar—. No te duermas, tienes que comer.

Ella sentenció y se fue.

Bella era tan jodidamente demandante, clara y paciente.

Tosí varias veces y, minutos más tarde, ya me encontraba bañándome, lo cual no fue mucho porque solo necesitaba sentirme fresco, que el agua cayera por toda mi piel y tratara de alejar la sofocación que había empezado a sentir.

Salí del baño para ir en busca de mi camisa y ropa interior. Estaba terminando de vestirme cuando Bella entró a la habitación con una bandeja de comida, vaya, al parecer esa bandeja la usaba más conmigo que para algo más, estaba seguro de eso. Colgué la toalla y caminé hacia su escritorio, ella dejó la comida sobre este y me miró con una sonrisa.

—Bien, es sopa de verduras frescas, son cien por ciento natural, pechuga de pollo y te traje una gelatina, a veces tienes tus gustos— mofó con burla —, trata de comerte todo para que te aporten nutrientes y puedas calmarte un poco, te estás mordiendo mucho el labio.

Al finalizar su oración, me di cuenta y solté mi labio dando una risa por lo bajo. En serio que ella me conocía tan bien y sabía cómo iniciaban mis ataques de ansiedad.

—De acuerdo— asentí y tomé asiento, sujeté la cuchara y ella me detuvo poniendo su mano encima de la mía.

—Cuidado, está caliente— me avisó.

Comprendí y traté de enfriarla para que comenzara a comer, la sopa estaba muy buena, no se sentían tanto los condimentos, aunque la verdad era que en serio tenía mucha hambre y quería acostarme a dormir ya.

Sus dedos se deslizaron por mi brazo y alzó la manga de la camiseta. Le di un sorbo al jugo de uva y la miré por el rabillo del ojo, ella ladeó su cabeza y, segundos después, me miró con el ceño fruncido. Había visto el moretón. Yo sólo me encogí de hombros sin querer responderle, aunque no desvió su vista y tuve que tomar una gran bocanada de aire.

—Si miras el color te darás cuenta que ya tiene días, no hemos tenido ninguna pelea por el momento, solo son discusiones, pero no me ha golpeado, en serio— admití, estaba siendo sincero—, puedes mirar mi espalda si quieres, creo que las cosas ya se calmaron por el momento.

—Bien, te voy a creer— suspiró y se sentó en la cama—. Puedes dormir, cuando ya me vaya a clases te despierto para que salgamos juntos.

Asentí como niño pequeño y cogí la gelatina para ir con ella, ambos nos acostamos en la cama y me dediqué a comer la gelatina con una mano mientras que con la otra acariciaba su cabello. Me sentía un poco normal en este pequeño espacio, mi mareo seguía, aunque poco a poco se calmaba.

—Bella— la llamé y me miró—. Gracias.






13 DE OCTUBRE DE 2015
LUKE HOWLAND


Dicen que el primer amor es el más fuerte, que jamás se olvida y que no importaba cuantas personas más vinieran a tu vida, nadie podría quitarle el lugar. Pienso que mi primer amor fue como un perfume con el aroma más dulce del mundo, aquel que te pones y cuando se acaba, dejas de olerlo.

Siempre estuve consciente de que Bella y yo nos alejamos por nuestras indiferencias, pero sobretodo porque ella no podía seguir aferrándose a algo que no tenía base y yo no iba a permitirlo. Hay veces en que me ponía a pensar que si quizás me hubiese esforzado un poco más, lo nuestro habría funcionado.

La recordaba, claro que lo hacía. Fue mi primer noviazgo oficial y serio, al menos yo lo sentí así, los recuerdos de ella esforzándose a que yo fuera mejor persona venían a mi memoria, las veces que intentaba hacerme sentir seguro de mí mismo o cuando me cuidaba cada que me ponía mal después de fumar demasiada marihuana, las ocasiones en que evitaba mi ansiedad o hacía que pudiera salir de aquel ataque.

De algo estaba seguro.

La quise. La quise tanto y hasta donde pude, hasta donde mis sentimientos me dejaron y me permitieron hacerla sentir querida, lo hice y jamás le mentí en eso. Sin embargo, había una gran diferencia, y es que no había la chispa entre nosotros, no se sentía ese conjunto de enamorados.

Entonces, aquí. En el momento exacto mientras miraba a la persona que estaba al frente de mí con la espalda apoyada contra la pared, sé que haberla dejado ir fue lo correcto para que yo pudiera encontrar el lugar en donde me sentía bien. Porque nunca, en mi corta y dolorosa vida, había sentido que perteneciera a un lugar como lo hacía con Hasley.

Y admitía que la vida era un vaivén o tal vez como una montaña rusa, pero yo jamás encontraba el punto de estabilidad... o eso creía hasta que el escenario solo se reducía entre Weigel y yo. Tan completo y menos tóxico.

Tenía muy en claro que ellas eran tan diferentes, pero no las podría comparar, con cada una las cosas se dieron de formas distintas y sería un completo cretino si lo hiciera.

—¿Sopa instantánea? — pregunté incrédulo mirando a la pelinegra con el ceño fruncido, esto era genial.

Con ella era todo un show, uno que me encantaba.

—Es lo que me hago cuando tengo frío —ella se defendió, con la voz firme y cogiendo una postura de no cambiarás mi opinión.

—Estas demente, Weigel— admití rodando los ojos sin que ella lo viera.

—¡Solo come! — chilló. Tomó una almohada y me golpeó.

Eché un risa ante su acción tan infantil. Agarré la cuchara y, siendo tan estúpido como solía serlo, la llevé hasta mi boca para comer sin darme cuenta que esa cosa estaba hirviendo. Mierda.

—¡Diablos! ¡Me quemé la lengua!— jadeé a penas sentí el la sensación.

Le lancé una mirada fulminante y con las yemas de mis dedos toqué mi llengua. Carajo, ¿qué tipo de agua era esa cosa? Porque realmente creo que estaba en su jodido punto de ebullición. Me había quemado muchas veces con el cigarro, pero esto había pasado el límite de mis acciones. Pasé una de mis manos por mi cabello para sacudirlo y escuché como la chica se quejó, la miré para cerciorarme y me di cuenta que había salpicado unas cuantas gotas a su cara.

—Eso es por no decirme que estaba caliente — gruñí y proseguí —. Se me entumió la lengua.

Sin más, ella comenzó a reírse en mi cara, dando fuertes carcajadas y se veía tan bonita, pero mi fase de indignación era más grande que mis ganas de querer besarla, yo no le veía lo divertido. Fruncí mis labios poniendo los ojos en blanco y mirar hacia otro lado.

—Era obvio que estaba caliente — articuló con la respiración entrecortada.

—Cállate, Weigel.

Hasley intentaba calmar su risa, pero se le hacía imposible. Bien, ahora sí comenzaba a fastidiarme. Negué unas cuantas veces poniéndome de pie para abalanzarme hacia ella y tirarla al suelo, procuré que no se golpeara y comencé a hacerle cosquillas. Si quería reírse, tendría un muy buen motivo para hacerlo.

—¡Detente! — exclamó intentando quitarme de encima.

Me fijé como comenzaba a ponerse roja y supe que tenía que detenerme, ella quedó encima de mí, todo estaba en silencio y podía escuchar la lluvia, así como nuestras respiraciones agitadas. Su mejilla se apoyaba sobre mi pecho mientras yo solo apreciaba como su cabeza subía y bajaba por mi frecuencia respiratoria.

Y es aquí en donde podía hacer hincapié al escenario de nosotros, de mi estabilidad emocional. Uno completo y menos tóxico. Así es como se siente que estás en el lugar correcto y no de una forma literal, sino, de una forma metafórica. Un lugar que es una persona, mi lugar era Weigel. No me importaba si me alimentaba con sopa instantánea o hacía cosas tan tontas porque fue ahí en donde me di cuenta que ya no necesitaba tantos cuidados, porque realmente ella estaba haciendo bien su papel.

Hacerme sentir seguro. Hacer que yo intentara mejorar y viera por mí mismo. A eso es a lo que se le llama "cambiar por una persona" y no "cambiar para una persona".

—Weigel — la llamé con mi voz un poco ronca.

Ella alzó su mirada azul hacia la mía, observé esos preciosos iris celestes que me miraban con calma, con incertidumbre y curiosidad a la vez.

Y lo supe. Ahí comprendí todo.

—¿Si? — pronunció tan bajito como si le fuese a decir algún secreto.

Aunque quizá el único secreto éramos nosotros.

Y lo supe. Ahí comprendí todo.

—Te amo.

Le había susurrado con la honestidad más clara que mis sentimientos pudieron ser y dándole mi corazón entre los labios. Sintiéndome bien ante tal confesión. Dándole mi más sincero y puro te amo que había dicho alguna vez después que del que le había dicho a mi madre.

Sus pupilas se dilataron y guardó silencio, tal vez querría que me respondiera o tal vez no. Aunque siendo sinceros, temía a su respuesta, estaba siendo un poco escéptico ante esto, pero la diminuta curvatura de la comisura de sus labios me hizo sentir algo seguro.

Yo también te amo, Luke.

Esa vez pude asegurar algo, donde fuese que estuviera Jack, había cumplido la promesa. No estaba equivocado ni arrepentido de haberla elegido, para nada, en lo absoluto, de todos los errores que había tenido en mi vida, Hasley Weigel era lo único correcto que tenía.

«Te diré algo, el amor lo inventó un chico con los ojos cerrados, por eso somos ciegos todos los enamorados.»*

||

* Frase por autor anónimo.

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