Pasaron los días, Verna se aseguró de pasar todo el tiempo posible con Dreamer. Ella se pegó a su costado como pegamento, sonrió, sin interés en cuestionarlo por miedo a distanciarse.
Verna no tenía idea de lo que pasaría, pero no podía ser bueno, esperaba que eso solo implicara su muerte y así sería. El aire pacífico era engañoso, ella trató de recordarse a sí misma que el tiempo era fugaz.
"¿Hay algo mal?" Dreamer la observó con atención, podía ver el miedo en sus cambiantes ojos ambarinos.
"No", ella no quería continuar, las lágrimas se fundieron en sus ojos cuando parpadeó. Ella no podía decirle que iba a morir pronto, él no la creería.
'Eso es correcto porque estás loco', susurró la voz, el estrés estaba levantando sus voces otra vez.
Lo sé, pensó con el puño agarrándose la cabeza. Sabía que lo estaba perdiendo, no tenía tiempo de sobra.
Dreamer no volvió a preguntar, la miró con preocupación en sus ojos. Podía decir fácilmente que algo andaba mal, pero parecía nerviosa y no se sentía cómoda con lo que sucedía. Verna se movió a su lado, moviéndose nerviosamente como si luchara contra los pensamientos en su cabeza.
"Es hora", la voz más dulce le dijo con tristeza: "Te necesitan" Verna saltó, corriendo por la puerta antes de que Dreamer pudiera detenerla. Ella empujó su cuerpo, desesperada por llegar donde ella lo necesitaba. Su mente no tuvo tiempo de registrar lo que estaba sucediendo mientras miraba a Suzuko correr hacia la puerta, con la furia reflejando sus pequeñas facciones delicadas mientras gritaba hacia los manifestantes. Debieron haber dicho algo ofensivo para obtener una reacción tan fuerte de ella, Suzuko hizo una pausa, agarrándose la camisa y gritando con lágrimas corriendo por su cara rosada.
Verna se obligó a ir más rápido, sabía que Dreamer estaba detrás y gritaba por ella, pero no podía parar ahora. Sus pies descalzos se golpearon contra el pavimento, dejando atrás un revoltijo sangriento de sus suelas rotas.
Sucedió en cámara lenta, un hombre detrás de la puerta levantó lentamente su brazo mostrando su pequeña pistola. Lanzó algo que Verna no pudo oír antes de apretar el gatillo.
"¡Suzuko!" Gritó Verna, tratando de alcanzarla a tiempo. Ella necesitaba tomar la bala, era todo por lo que era buena y lo sabía. Pero ella no lo hizo. La bala perforó a Suzuko, directamente a través de su cabeza mientras lentamente se derrumbaba sobre la acera. La sangre goteaba de su cráneo mientras se extendía sobre el concreto. Verna estaba de pie junto a ella, con burbujas en los oídos mientras las voces decían cosas que no podía entender a su alrededor y su cuerpo se debilitaba cuando Echo la empujaba lejos de Suzuko. Cayó sobre sus rodillas, tomando a su hija en sus brazos y gritando. El sonido era desgarrador, el sonido de una madre gritando de dolor por la muerte de su hijo, una mano delgada tocó el hombro de Verna. No era soñador tratar de consolarla, pero algo más, Verna se volvió para ver al hombre de sus sueños.
Lucifer estaba de pie junto a ella con su mano esquelética apoyada en su hombro con comodidad, "Yo-yo ni siquiera podía hacer la única cosa que se suponía que debía hacer". Ella se ahogó, Lucifer negó con la cabeza a cambio de que ella tomara a Suzuko de los brazos de Echo.
"¡No puedo! ¡Esa es su hija!" Trató de discutir, sacudió la cabeza una vez más.
'Esta es la razón por la que te elegimos', dijeron las voces en su mente, empujándola sobre las rodillas y sacando lentamente a Suzuko de los brazos de Echos. Eco siseó, mirándola como si fuera a masacrarla si Verna intentaba separarlos.
"Por favor confia en mi." Verna lloró. Echo miró a su hijo fallecido y, a regañadientes, la empujó hacia los brazos de Verna. Verna presionó su frente a la de Suzuko, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
'Verna', las voces fueron abrumadoras '¿das tu vida para salvar a este niño?' ellos ya sabían la respuesta, por supuesto que ella lo haría.
"Sí", murmuró, un sollozo en su garganta.
"Muy bien" Lucifer agitó su mano, Verna jadeó para respirar cuando la sensación de una bala atravesándole la cabeza la atravesó.