Mi Señor de los Dragones

By AlmaVieja-en-WP

522K 71.1K 30.4K

Los Señores de los Dragones, como Bakugou, son seres longevos que amaestran dragones y dedican sus días a luc... More

Canción
Presentación
I: 500 años
II: Hacia Mangaio
III: Es una palabra antigua
IV: Sanguia en las mejilias
V: La Misión del Caballero
VI: Posada llena
VII: Loco do merda
VIII: Mapas
IX: Vida familiar
X: ¿Qué significa eso?
XI: Historias del pasado
XII: Diferencias
XIII: ¿Qué hay en el cielo, Deku?
XIV: No lo digas
XV: Los dragones no son malos
XVI: Chizochan
XVII: Bakuro
XVIII: ¿Por qué eres un guerrero?
XIX: Perdóname
XX: Volcán
XXI: Qué terrible es la destrucción
XXII: Morir
XXIII: Rasaquan
XXIV: Festival de los Diez Días
(Extra 1) A menos que quieras seguir
(Extra 2) Deadvlei, Leitrim y Anathema
XXV: Esposa
XXVI: Momochan
XXVII: El Señor de los Dragones del Centro
(Extra 3) Mashinna
XXVIII: Hermanos
XXX: Viento negro
XXXI: Llámame, y yo vendré
XXXII: Serendipia
XXXIII: Sangre Vieja
XXXIV: Señores poderosos
XXXV: Mensajes
XXXVI: Maestra
XXXVII: Guardián de los Secretos
XXXVIII: Tatuaje
XXXIX: Criaturas similares
XL: Los secretos de las Sombras
XLI: Tiempos menos simples
XLII: Destinados a luchar
XLIII: Le están derrotando
XLIV: Ocaso
XLV: El Señor de los Dragones de Farinha
XLVI: Seichan
XLVII: La Vida del Bosque
XLVIII: El Monte de los Dragones
XLIX: Lágrimas
L: Los que quedan
LI: El guerrero y el protector
LII: Salvadores del Reino
LIII: Decisiones y decepciones
LIV: Serenidad y furia
LV: Una oportunidad
LVI: Búsqueda
LVII: Una trampa
LVIII: Malas Nuevas
LIX: No viene a luchar
LX: Por todas mis sombras
LXI: Caballero y guerrero
LXII: Enemigo del Reino
LXIV: Adamat

XXIX: La bonita, o la otra

6.8K 1.2K 584
By AlmaVieja-en-WP

Extracto de cuaderno de canciones
Página 13, canción 5, párrafo 3
"Katsuki, mirad el amanecer, ¿de qué color lo vei?
Gogo, tocad el agua, ¿ce fría ú tibia está?
Masaru, guiad tes ermanitei, ¿vei quoi pequenos sont?
Patre et Matre n'estarán par sempre lá
Me' ustedes durarán
Ustedes verán
Un milion d'amaneceres que nosotrons nei".

———

El zapato negro se desliza sobre la tierra, dibujando un abanico sobre ésta. Las aves a los alrededores cantan, incautas. Algunas incluso se han posado sobre las escamas verde jade del dragón que descansa en la zona. Un gran orbe amarillo divisa la escena. Una mano se clava en la tierra, rasgándola. Está cubierta de sangre.

Hizashi mira hacia abajo. A Tsunagu que yace sobre el suelo, sangre saliéndole de la boca y de los ojos. Él mismo ha escuchado el sonido de sus costillas rompiéndose bajo sus puños y sus patadas. Le ha vencido. Le ha vencido y lo mejor es que Mic Mic lo ha visto. Ahora el dragón sabe que su Señor es, efectivamente, el Señor superior.

Hizashi se plantea qué hacer a continuación. ¿Debería seguir golpeando a Tsunagu hasta matarlo? ¿Debería ir tras Katsuki? ¿Debería buscar a Jeanist para forzarlo a unirse a su manada?

Se relame los labios, donde la sangre de alguna herida es limpiada por su lengua seca. Sus puños arden y sus dedos tiemblan, cansados y adoloridos. El pecho de Tsunagu se infla y se desinfla con evidente dificultad. Despacio. Despacio. Despacio...

—Nunca deberías haberme desafiado —espeta Hizashi con los ojos de demonio y el cabello más revuelto que nunca cargado con sudor y tierra y sangre. El viento sopla y apenas mueve sus hebras doradas de lo pesadas que están por estar llenas de porquería—. Estaba claro que yo era superior a ti. Siempre lo he sido.

Los ojos carmines del Señor derrotado se mueven para observarle. Lucen dolorosamente mal, hinchados y llenos de sangre. Los labios rotos ajenos sonríen tenuemente.

—No es que seas... superior. Ni tampoco eres... inferior... —murmura con dificultad.

—Cállate.

—Lo entiendo. Entiendo por qué Bakugou... no luchó.

Cállate.

Tsunagu sonríe un poco más.

—Los hermanos... mayores... no dañan... a los hermanos menores...

La fuerza parece que se le va. Tsunagu desvía los ojos, sus dedos se quedan estáticos. Cierra los párpados. Y se queda ahí. Hizashi suelta un sonido difícil de interpretar y entonces va a montarse nuevamente a su dragón, espantando a todas las avecillas que reposaban ahí.

———

Cuando Bakugou se da cuenta, es porque el aroma ya está mordiéndoles las pieles. Se detiene. Se voltea. Tiene el ceño fruncido. Momo e Izuku, que caminaban detrás de él, se le quedan mirando, confundidos, pausando la plática tranquila e irrelevante que habían estado sosteniendo mientras caminaban.

Habían estado hablando de sus hogares, de sus familias, de lo que hacían antes de conocer a Bakugou, de cómo Izuku y él se habían encontrado, tema que a Momo le daba mucha curiosidad.

Ella no parecía entender por qué Izuku todavía permanecía a su lado. Izuku, si lo sabía, había espantado el tema con nerviosismo, como temiendo no tener las palabras para explicarlo.

—¿Pasa algo, Señor? —Momo inquiere y una de sus manos se dirige de una forma prácticamente instintiva al mango de su espada. Izuku lo nota y se tensa.

Silencio.

Hacen silencio.

Por un instante, ninguno de los tres se mueve. Bakugou deposita la mirada en Momo y la ve a los ojos. Momo se estremece. No sabe por qué, pero siente como si el Señor le estuviese hablando, a pesar de que no le dice absolutamente nada.

—¿Por qué hace tanto silencio? —murmura Izuku—. Pareciera que el bosque tiene miedo...

Apenas ha terminado de hablar cuando un estruendo les sorprende, agitando el suelo y todo a los alrededores. Se escucha el gritar desesperado de aves que huyen despavoridas a lo lejos y, cuando se voltean hacia sus espaldas, notan columnas de tierra y polvo que se esparcen por el cielo a una distancia extensa de ellos.

Extensa, pero fácil de recorrer cuando se posee la suficiente velocidad.

Bakugou no atina a saber qué hacer. El aroma. El aroma. ¿Por qué le resulta extrañamente familiar? Su pecho se contrae y no logra identificar la emoción que se alborota en él. Mira a Izuku, que le da la espalda, igual que Momo, mientras observan el extraño acontecimiento reciente, y da un paso, quedando junto al chico y tomándolo del brazo. Lo jala hacia atrás bruscamente y le obliga a ponerse detrás de él. Permite que Momo, en cambio, permanezca a su lado. Sus ojos rojos miran hacia el frente. Momo le ve a él, igual que Izuku.

—Viene —dice con sencillez.

Lo escuchan.

Primero suena apenas, lejano, sutil y sordo... pero el sonido se va haciendo más fuerte. Es un retumbar uniforme, un retumbar sobre el suelo de algo gigantesco y que no se detiene.

Y que se dirige hacia ellos.

Bakugou baja la mirada. Ese aroma, ese aroma lo ha sentido antes, pero no logra recordar cuándo, cómo, por qué. ¿Es malo o es bueno?

—Señor Bakugou, ¿sabe qué es?

Los dedos largos de la muchacha siguen a una distancia prudente del mango de su espada, como planteándose, la saco, o no.

El retumbar se mezcla con crujidos y chillidos y, de pronto, conforme el alboroto se acrescenta, notan como a cierta distancia de ellos aparece lo que parece ser una bola colosal de tierra y polvo que avanza por el bosque, trozando árboles y mandándolos a volar como si fueran nada, espantando en el proceso a toda clase de criaturas. Empiezan a volar encima de sus cabezas aves que escapan aterrorizadas, y entre sus piernas pasan ardillas, serpientes, escarabajos y otros animales. Todos huyen.

—Señor...

—¿Kacchan?

El tumulto se detiene de súbito. Justo a unos cuantos metros frente a ellos. La oleada de animales que huyen se va disipando hasta que todo lo vivo parece haber huido y, mientras tanto, la nube de polvo se dispersa, dejando entrever lo que resguardaba tras ella.

Y los tres no pueden creerlo.

Es un enorme dragón.

Sí, un dragón. De escamas de jade y ojos de sol. Su bella armadura reluce bajo la luz clara y fuerte del día, llenándose de destellos cuasi cegadores. Tiene las alas pegadas al cuerpo, una expresión indescifrable y el porte elegante de un felino. Mueve la larga cola como anaconda de lado a lado y les observa en silencio.

Izuku tiembla. Momo ha sacado su espada, aunque ha dejado la punta en el suelo, como señalando que aún no está segura de si tendría que atacar o no.

Katsuki sólo observa. Sabe que ese dragón no pertenece a su manada.

Pero entonces...

¿A la de quién?

De pronto, detrás de la cresta gigantesca de la criatura se asoma una silueta. Los tres la miran. Es un hombre delgado y de gran estatura, vestido todo de negro. Él les mira un instante antes de saltar desde donde se encontraba, aterrizando grácilmente sobre el suelo. Se endereza y les vuelve a mirar.

Tiene un aspecto terrible y, sin embargo, sonríe. Su dentadura es blanca, recta y ridículamente perfecta. Hay manchones de sangre por todas partes de su cuerpo y tanto su ropa como su largo cabello están hechos un desastre. Bakugou aspira insistentemente, intentando recordar, intentando saber. Gruñe, frustrado.

—¡¿Quién sei te?!

Los dos pares de ojos rojos se encuentran y se enfrentan. El mayor no pierde su sonrisa y empieza a acercarse. Bakugou vuelve a gruñir. El hombre se detiene a apenas unos pasos de él.

—Mírate —dice Hizashi—. ¡Qué grande estás!

Bakugou gruñe con más advertencia, pero al otro eso parece irle sin cuidado.

—Te pareces un montón a él. Dos gotas de agua, diría yo —Hizashi lanza una mirada a la guerrera. Después al chico del bosque, aunque éste está oculto prácticamente en su totalidad tras el cuerpo grande de Bakugou.

Sin cambiar de expresión, el mayor de los cuatro vuelve a mirar a Bakugou y hace el amago de ir a rodearlo. Bakugou reacciona de inmediato, poniéndose de forma brusca entre el otro y Deku. Una mano la usa para escudar al chico, y la otra la eleva de forma amenazante, lanzando unas cuantas chispas de ella.

—La misma habilidad —dice Hizashi, viendo hacia su mano—. Me la conozco. Sé perfectamente cómo funciona. No podrías hacer nada contra mí. Además, soy mucho mayor que tú. Novecientos siete años. ¿Sabes todas las cosas que yo sé que tú no?

A pesar de que dice palabras tan toscas, Hizashi no parece estar intentando intimidar a Bakugou. Es más como si simplemente explicara los hechos. Como si quisiera hacerle entender.

—Mira lo que le has hecho a la capa —agrega, habiendo bajando la mirada y viendo los bordes destrozados de ésta—. Eres todavía más bajo de lo que tu padre era cuando la usaba. La has arruinado por completo. Qué hijo tan vergonzoso.

De pronto, Katsuki parece haber sido desarmado por completo. Baja ambas manos y su expresión cambia.

—¿Mi padre...? —cuestiona. Hizashi vuelve a mirarle a los ojos.

—¡Así es! Tu padre y yo... tú no tienes idea de quién soy yo, ¿verdad, Katsuki? —sonríe con gran amplitud. Con felicidad. Un mohín tan extraño en un hombre tan semi destruido. Y entonces, con el tono de voz más limpio y animado que puede usar, agrega—. ¡Yo soy tu tío!

Abre las manos en un gesto grandioso. La sonrisa le brilla más. Bakugou siente a su corazón saltarse un latido.

Tío.

Tío.

Se sabe la estructura de los árboles genealógicos. Fuyumi Todoroki se la explicó. Le explicó cómo funcionaban las relaciones familiares. Padres, madres, hijos, hermanos, tíos, primos, sobrinos...

—¿Mi tío?

O sea, hermano de su padre.

No entiende nada.

Pero es cierto que el aroma de aquel hombre le asaltaba como familiar, familiar, de algún sitio, de algún momento...

—No entiendo.

—Tu padre fue mi hermano. Así que tú eres mi sobrino. Y yo he prometido cuidar de ti. Es por eso que estoy aquí.

Bakugou termina por relajarse por completo. Por el rabillo del ojo, todos ven como el dragón se echa sobre el suelo, bosteza y parece disponerse a dormir. Hizashi se acerca a Bakugou y le pasa un brazo por los hombros, guiándolo hacia quién sabe dónde.

—Ven, ven, explícame qué haces aquí, cómo has estado, y yo te diré qué es lo que tienes que hacer ahora.

En silencio, Bakugou parece decidir obedecerle. Lanzándose miradas, Momo e Izuku siguen a los dos Señores, aun completamente pasmados y confundidos ante la situación.

Momo guarda su espada, lanzando una última mirada al dragón durmiente, y se pone a lado de Izuku para avanzar.

Hizashi camina hasta un sitio que al parecer le resulta adecuado, donde hay un pequeño claro cubierto de césped y con flores lilas y violetas creciendo por los alrededores. Donde la respiración caliente de su dragón no llega y el cielo luce despejado. Se sienta en el césped, apoyándose en un árbol, e indicándole a Katsuki que se siente frente a él, a lo que el otro obedece. Los otros dos se sientan también, pero guardando cierta distancia, como queriendo dar su espacio a aquella suerte de... "reunión familiar".

—Así que, Katsuki, ¿por qué te has escapado del Monte de los Dragones? ¿No te dijo Fuyumi que tenías que esperar hasta que ellos te lo indicaran?

Katsuki frunce el ceño.

—¿Por qué luces así? —pregunta, ignorando descaradamente lo que el otro ha dicho—. ¿Qué es esa herida en tu okio? ¿De quién es la otra sanguia en tu cuerpo?

Hizashi parpadea, mirándole con cierta incredulidad. Como si no se creyera que el otro acabase de ignorarle.

—¿Escuchaste lo que dije?

Katsuki gruñe.

—¿Qué eres? ¿Un perro?

Vuelve a gruñir.

—¡Vaya, vaya! Qué chico más testarudo. Pero no me sorprende. Tu padre igual era un idiota a veces —sonríe—. No quiero hablar de la herida en mi okio, ¿está bien? Tenía unos lentes para taparla, pero los he perdido. En cuanto a la sanguia, es de otro Señor idiota. Es de tu otro tío.

—¿Tengo más tíos?

—Sólo uno más. Tsunagu —puntualiza—. Él y yo... no, espera... —el hombre se tamborilea el labio partido, mirando hacia arriba como si intentara recordar algo. De esa forma, la mancha de vino en su globo ocular se ve más y da más pena—. Ah, también estaba el hermano de Eneida, Chizome, o algo así. Pero bueno, él era un Gente del Bosque, así que hace mucho que se debe haber muerto. Sí, entonces, sólo Tsunagu y yo —concluye con una sonrisa que ahora luce un poco cansada.

Bakugou se le queda mirando. Lo hace por unos segundos, estudiando lo que acaba de decir, pero, finalmente, no responde nada más.

—Entonces, ¿quiénes son esos dos? ¿Son tus sirvientes? ¿O acaso tienes planeado comértelos? Si quieres mi consejo, la Gente del Bosque sabe mejor. Sabe a especias. Los Caminantes no son muy saludables porque tienen demasiada proteína.

Bakugou eleva una ceja.

Izuku y Momo se miran de reojo, nerviosos.

Con disimulo, la chica guerrera pone una mano de tal forma que quede cerca de su espada otra vez, pero pareciendo estar ahí de forma casual y sin segundas intenciones.

—No voy comerlos.

—Ah, una lástima, ¿me los puedo comer yo?

—¡Nei!

Hizashi suelta una risotada.

—Era broma. Vi como los estabas cuidando. Sé que no te los vas a comer.

Ahora el Señor mira hacia donde los dos chicos están sentados. Ambos se sienten inmediatamente amenazados bajo esa mirada de rubíes. Momo traga saliva. Izuku suda como si el calor de las pieles de los dos Señores pudiera alcanzarlo hasta ahí.

—Le has dado uno de los collares al chico. Ya veo. ¿Y ella? No me digas... —Hizashi la estudia un momento—. No me digas que has elegido a esa mujer como tu esposa.

Devuelve la mirada a su "sobrino". Katsuki le mira. Niega suavemente con la cabeza.

—Nei. Momochan es mi guerrera —indica. Hizashi ladea la cabeza.

—Y el otro es tu... ¿qué?

—Mío.

—Sí —replica el mayor con cierta impaciencia—, ¿pero tu qué?

—Mi Deku.

Hizashi parpadea. Luego devuelve los ojos a Izuku. Le examina.

—¿Deku?

—Sí.

—Oh... —calla un momento—. Es cierto... —murmura después, repentinamente contemplativo—. Es cierto que si le miro —eleva una mano hacia él y mueve los dedos en el aire—. Hay vida, ¿verdad?

—Deku.

—Sí —Hizashi asiente y baja la mano—. Está bien. Así que esto es lo que tienes. Una guerrera y a Deku. Está bien. Pero ellos tendrán que esperar —el mayor vuelve a mirar al Señor más joven—. Ahora tienes que venir conmigo.

—¿Eh?

—Y lo podemos hacer de dos formas, Katsuki. La bonita, o la otra en la que mato a tu guerrera y a tu Deku.


Continue Reading

You'll Also Like

444K 39.4K 52
Son pequeños momentos que pasan juntos y también con Charlie, convivencia en el hotel y al público
130K 17.8K 103
𝐅𝐀𝐊𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐌 || 𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚎𝚗𝚐𝚊ñ𝚘𝚜𝚘, 𝚢 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚑𝚊𝚛á 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚊𝚛𝚛𝚎𝚙𝚒𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜. Teen Wolf...
381K 54.8K 39
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
220K 15.1K 86
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.