Sirius Black: el velo de la m...

De TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... Mais

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Fidelio
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Crucio
Episkey
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
Avada Kedavra
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Accio

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De TheLittleRose_

La aguja seguía apuntando al sur. Alguna que otra vez se movía un par de grados hacia el este u oeste, pero el hecho de que fuese tan poco sensible a los cambios denotaba que Sirius estaba muy lejos de allí. Con el correr de las semanas revisaba el reloj con menos frecuencia, pero siempre lo llevaba consigo.

Orion no había regresado del viaje al que Isadora lo había enviado, y ella comenzaba tristemente a aceptar que jamás volvería a ver a su vieja lechuza.

- Todavía no se sabe nada de Bertha, ¿No? – preguntó a Tonks cuando vio varias caras largas al llegar al departamento de aurores.

- Ni una pista, pero hoy salen algunos del equipo a averiguar – en ese momento Allie llegó a la oficina cargada con provisiones. A Tonks se le iluminó el rostro.

- ¡Qué bien!, me encanta esos muffins con frutillas – dijo tomando uno y un café – Suerte que Rufus aún no pasó...

- Si, si estuviera aquí me diría Morgan, esto es una oficina del ministerio, no un restaurante – Allie imitaba excepcionalmente bien a Scrimgeour y Tonks se lucía al tomar la forma de él y hacer mímica mientras Allie hablaba – Ay, tú sigues con esa cara de desolación. Ya no te ríes ni con mis impecables actuaciones.

- ¿Tus qué? – preguntó Isadora como saliendo de un trance.

- Olvídalo. Aunque sea sírvete algo de comer, mírate – Isadora no tenía ganas de tener un sermón respecto a su aspecto desmejorado, pues se veía en el espejo todas las mañanas.

- Si y tienes unas ojeras terribles – agregó Tonks – deberías dormir más.

- Ustedes sí que saben levantar el ánimo.

- Lo intentamos, pero no vienes con nosotras nunca y no nos cuentas nada – le recriminó Allie - a veces siento que no sabemos nada de ti.

- Allie tiene razón, si salieras más te despejarías un poco. ¡Ay, ya sé, vamos a Las Tres Escobas hoy!

- ¿Qué? ¿Hoy? – Isadora fingió considerarlo para no ser grosera – No, no puedo. Otro día.

- Ahí está, siempre dices lo mismo.

- Va a estar colmado de gente, Allie.

- ¡Por supuesto que va a haber gente! ¡Es Halloween! ¿Qué esperas?

- Tengo que soportar las miradas de la gente aquí porque es mi lugar de trabajo, pero no lo haré gratis.

- Lo único que se sabe de ti es tu pasado porque es lo único que dejas ver – le dijo Tonks en voz baja – Ven una sola vez, y si te aburres y te quieres ir no diremos nada. Puedes decirle a tus amigos que vayan, Lupin y el que trabaja en el departamento de Cooperación Mágica Internacional... Ric, ese que saludas de vez en cuando – Isadora suspiró

- ¿A qué hora?

- ¡A las ocho! – dijo Tonks con alegría - ¿Qué disfraz te pondrás?... era broma, era broma.

● ● ●

Todavía le quedaba una hora de paz a Isadora antes de obligarse a concurrir a un lugar atestado de personas. Se acomodó el pliegue de la falda negra y abrochó el último botón de la parte superior del vestido. Un colgante de plata y esmeralda brillaba en su pecho, giró la piedra con forma de gota, la inscripción en el reverso que antes leía "toujours pur" no estaba, sólo plata lisa. Volvió a acomodar el dije en su lugar.

- Te ves bien – dijo Remus que venía desde la cocina - ¿Tienes que ir a algún lugar?

- A las tres escobas

- Sí, claro – bufó divertido – En serio, ¿a dónde?

- ¡Oye! – Isadora le dio un golpecito en el hombro – Hoy es Halloween, nos invitaron.

- ¿A ti y a quien más?

- A ti y vendrás conmigo o te llevo de rehén.

- ¿Y yo por qué?, ah y ¿desde cuando sales? – preguntó confundido.

- Estoy dándole una chance a lo que dijo Sirius. Creo que tal vez tenga razón – se encogió de hombros – Ya es momento de que deje de sentir lástima por mí misma y por lo que me tocó.

- En ese caso, iré contigo. – aceptó Remus de buena gana.

Todavía no era invierno, pero esa noche el viento calaba los huesos. Isadora y Remus recorrían el camino de Hogsmeade con paso apresurado. Había gente por todos lados y en gran cantidad; el pueblo estaba lleno de luces y con una decoración muy recargada. Ya a esa hora se podía ver a un mago ebrio zigzagueando a su casa mientras se pisaba la capa de abrigo.

A lo lejos el castillo de Hogwarts se alzaba inmenso y oscuro, su contorno se desdibujaba contra el cielo nocturno y las luces en las ventanas brillaban como un centenar de cuadritos amarillos. Aunque ya había estado en el castillo hacía poco tiempo, esa imagen lejana le estrujaba el alma y le daba una sensación cálida en el pecho. No podía dejar de mirarlo, era para ella el mejor lugar del mundo. Cuando miró a su derecha, encontró a Remus en el mismo estado, mirando el castillo sin pestañear.

- No me has dicho con quién nos vamos a juntar – preguntó finalmente, reanudando la caminata.

- Allie Morgan y Nymphadora Tonks, trabajan conmigo en el ministerio en el departamento de aurores. Ah, una cosa: NO le digas Nymphadora a Tonks.

- ¿Por qué?

- No le gusta y te va a corregir la cantidad de veces que sea necesario – Isadora soltó una risita al acordarse de Tonks corrigiendo enérgicamente a Moody – Y tal vez Ric decida aparecer, no lo sé. No hablo mucho con él pero le dije que venga.

Remus dejó pasar a una bruja que salía de Las Tres Escobas y luego entraron. Hacia demasiado calor, Isadora tuvo que sacarse su capa roja; el aire estaba viciado, todos hablaban y reían muy fuerte y el tintineo de las copas era constante.

En las primeras mesas Madame Rosmerta discutía con un mago bajito, calvo y de barba negra muy poblada.

La apariencia de Isadora y el hecho de que era una cara nueva en ese lugar generaba que muchos la observaran como tratando de adivinar quién era, otros lo sabían y lo comentaba con la persona que tenían al lado. Justo cuando comenzaba a pensar que el desfile entre las mesas no terminaría jamás, pudo divisar la melena rosa chicle de Tonks.

- Por aquí – le indicó a Remus. Sólo Allie y Tonks se encontraban en aquella mesa.

- Voy a buscar unas cervezas de manteca – dijo Isadora luego de que los cuatro se saludaron.

- No te molestes – en el rostro de Allie se dibujó una sonrisa malévola – pedimos ron de grosella y whisky de fuego.

En ese momento apareció una bruja con una charola, cinco dedales y dos botellas de alcohol. Detrás de ella estaba Ric esperando para sentarse. Éste terminó ubicándose entre Allie y Remus.

Pasaron dos horas de charlas y juegos todos los cuales incluían como prenda un dedal de whisky o ron a elección. Isadora cada vez se sentía más a gusto entre las anécdotas y las risas del grupo en el que estaba.

- ¡Verde! – exclamó Allie antes de que Ric sacara una gragea de la caja.

- Te equivocaste, espera que ahora voy yo – avisó Tonks – Va a salir... amarilla – Ric sacó una gragea de ese color.

- Ya sólo queda ron – dijo Isadora entre risas sirviéndole a Tonks por haber perdido.

Luego de Tonks fue el turno de Remus, y después de él le tocaba a Isadora.

- Es la última – advirtió cuando el ruido, el humo, el calor y las bebidas comenzaron a hacer que le doliera la cabeza – no tomaré más si acierto en esta. A ver... rosa. – y la gragea era rosa – Oigan, eso está más tirando a fucsia, no cuenta.

- ¡Que tram...posa! - hipeó Alaric

- Las reglas son las reglas – dijo Tonks alcanzándole un vasito que por supuesto tiró al suelo. Isadora se agachó a levantarlo y una cadenita quedó colgando de su bolsillo. Le dio el vaso a Remus para que lo llenara mientras ella abría el reloj y lo examinaba. Cayendo en la tentación, susurró <Sirius > de manera casi inaudible. Remus le entregó el dedal mirando disimuladamente el reloj e Isadora bebió el contenido de un solo trago. Cuando dejó el vaso en la mesa no pudo ignorar la expresión de su amigo, se había quedado helado viendo la aguja moverse sutilmente y el nombre Sirius escrito en plata. Al darse cuenta de lo que significaba ambos se miraron. Isadora palideció y se le erizó la piel en una mezcla de entusiasmo y nerviosismo.

- Tengo que irme – le dijo a Remus para que sólo él la escuchara – Ahora

Le costó inventar una excusa sin lucir muy desesperada por irse del lugar pero los demás no lo notaron porque parecían estar muy ocupados rellenando sus vasos.

- No te demores mucho – pidió Remus – Yo me quedo aquí por si acaso.

Para no llamar la atención, Isadora se escabulló hasta el baño. Una vez que estuvo dentro de un cubículo se desapareció en la dirección que indicaba el reloj.

Conjuró un hechizo desilusionador para asegurarse de que nadie la veía y siguió caminando hacia las afueras de Hogsmeade siguiendo las instrucciones.

Al principio el contraste del aire helado en comparación con el ambiente dentro del bar la mareó. Siguió caminando por el callejón que salía de Hogsmeade y a medida que se alejaba del centro las casas estaban más espaciadas y tenían jardines más grandes. Llegó al pie de la montaña que dominaba Hogsmeade y dobló una curva, allí unas tablas marcaban el final del camino. Las sorteó tratando de hacer el menor ruido posible y siguió. La aguja indicaba que debía subir por la ladera de la montaña pero a los pocos minutos de transitar el sendero empinado decidió que ese camino era más apropiado para un animal con cuatro patas así que se transformó. El suelo era pedregoso y los cascos hacían ruido si chocaba con piedra así que tenía que buscar los puntos en los que hubiera hierba para ahogar el sonido. Pasados otros quince minutos ya necesitaba chequear si aún seguía en la dirección correcta así que volvió a tomar su forma humana. La aguja apuntaba para el lado contrario.

Caminó muy despacio y siempre atenta a cualquier cambio de dirección. Al pasar junto a una abertura en la piedra el reloj señaló justo al interior.

Dentro de la cueva el aire era húmedo y hacía aún más frío que afuera. Isadora se arrebujó la capa y siguió caminando con dificultad. En el fondo de la cueva, atado a una roca, había un hipogrifo. El animal se irguió de golpe bastante nervioso; se daba cuenta de que había alguien más allí, aunque no podía ver a Isadora.

- ¿Buckbeak? – preguntó una voz alarmada - ¿Qué sucede, chico? – Isadora deshizo el hechizo de invisibilidad.

- No puedes esconderte de mí para siempre, Sirius – dijo con el reloj pendiendo de una mano y haciendo una reverencia al hipogrifo.

Lentamente una figura salió de las sombras. Sirius llevaba la misma túnica gris y andrajosa que Isadora vio que tenía cuando él salió de Azkaban, la cual definitivamente no era apta para el clima en que vivía. Buckbeak devolvió la reverencia.

En las manos Sirius llevaba un montón de envoltorios y papeles que dejó caer al suelo, al parecer recién recolectados. Corrió hacia Isadora y la abrazó lo más fuerte que pudo, hundiendo el rostro en el hueco de su hombro. Pronto se volvieron un caos de lágrimas y abrazos que parecía no terminar jamás.

- No quería esconderme de ti – dijo finalmente con un hilo de voz – pero creí que era lo mejor. Aunque guardaba la esperanza de que aún conservaras esa cosa – dijo señalando el reloj.

- No funcionaba cuando estabas en Azkaban, ahora lo llevo siempre conmigo. ¿Cuándo volviste?

- Hace pocos días – Sirius tomó distancia por primera vez y observó a Isadora un largo rato – No puedo creer que estés aquí – declaró acercándose a ella nuevamente para rodearla con sus brazos.

- Estás helado, Sirius – dijo Isadora cediéndole su capa

- Está bien, no tienes que dejármela, puedo transformarme.

- No puedo con la culpa de saber que estoy cómoda en casa y tú así, ¿Pudiste comer algo hoy siquiera? – preguntó ella con voz ahogada - ¡Ocúltate en casa, encontraremos una forma!.

- Sería muy arriesgado – respondió Sirius con tristeza acariciándole la mejilla – y soy un desastre, mírame, supongo que hasta te costó reconocerme la primera vez que me viste. No tienes por qué seguir preocupándote por mí...

- Por favor no me des el mismo discurso que a Remus, Sirius. Lo que tengas para decir no me importa, no me importa lo que tú quieras para mí. Yo te quiero a ti y punto.

- No quiero que pases la vida pendiente de un estropajo escondido en una cueva.

- ¡No te digas así! – exclamó enojada y con los ojos humedecidos – ¿Piensas pasar toda tu vida así?

- No es que tenga muchas opciones, cariño.

- Sí las tienes, es sólo que... te estás dando por vencido. – y ahí estaban esas palabras otra vez, las mismas que Remus había usado y que a Sirius le acuchillaban el orgullo.

- Eso no es cierto – respondió ofendido. Isadora buscó entre los pliegues de la falda y sacó dos varitas. Le entregó a Sirius la de él.

- Esto tal vez te haga las cosas más fáciles.

- ¿Cómo sabías que iba a estar aquí hoy?

- No lo sabía. Ahora, debo irme antes de q... - no terminó la frase, en su lugar correspondió el beso de Sirius por primera vez en trece años. Sólo en ese instante sintió que no había pasado el tiempo, como si sólo hubiese estado pausado esperando ese momento para poder continuar. Isadora puso su mano detrás del cuello de Sirius, acercándolo aún más hacia ella, y él tomó su rostro con ambas manos, memorizando cada detalle.

- Tienes que volver – susurró – te prometo que no me iré y que nos veremos otra vez.

- Me lo estás prometiendo, Sirius...

- Lo sé – dijo con firmeza – Y voy a prometerte algo más – agregó mirándola a los ojos – haré lo que esté en mis manos para recuperar nuestra vida como solía ser – Sirius le dio un último beso de despedida antes de llegar a la salida de la cueva.

- No me olvidaré, así que es mejor que cumplas, Black – dijo ella con una sonrisa. Sacó su varita y Sirius le devolvió la capa ignorando la insistencia por dejársela a él.

- Isadora – la llamó antes de verla desaparecer.

- ¿Qué?

- Te amo. Eso tampoco lo olvides.

    ▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲

Y este es el final del maratón ♥

Antes de irme quiero aprovechar para recomendarles el blog de E-escritoraX que pueden visitar en este enlace: https://escritorax.webnode.es/  - Van a encontrar recomendaciones de historias, películas, entre otras cosas; notas y opiniones. Personalmente me gustó mucho el artículo "Grandes mujeres" en el que pueden encontrar una lista de todas las maravillosas mujeres que influyen en el día a día de "Escritora X" y que no pueden dejar de conocer y espero que les inspire a leer sobre feminismo a quienes no lo hayan hecho y a luchar por un mundo más igualitario. ♥

  ▲ 

Cambiando de tema, hoy les dejo una preguntas:

La primera: ¿a qué casa pertenecen según Pottermore?  - Yo soy una orgullosa Slytherin  :)  También hice el teste de Ilvermorny y soy de Ave del Trueno.

  Otra: ¿Qué opinan del Dumbledore de  Animales fantásticos ahora que salió el trailer? - io creo ke me enamorao

Como siempre gracias por todos sus comentarios que son geniales (algunos no los respondí, pero los leí a todos, de verdad muchas gracias ♥)  y sí les gustaron estos cuatro capítulos les invito a votarlos. 

Nos leemos luego. 

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