El ruido de la bocina de un vehículo, me despierta de golpe. No tenemos vecinos tan cerca de nuestra casa para que alguien esté llamando a las casas contiguas, así que lo más probable y seguro que alguien este llamando a nuestra casa.
La bocina vuelve a sonar y pensándolo mejor tiene el ruido parecido al que hace mi querida vespa ¿Es posible de que Lucas haya venido a dejármela? Pensé que después de lo que le hice anoche, él se retractaría de venir a dejarla.
Me quito la ropa de cama y casi salto fuera de ella por la emoción de volverle a ver. Antes de mirar por la ventana de mi habitación hacia la calle, miro mi apariencia en el espejo, tengo un pequeño corte en la frente. Es horrible, aunque cualquier imperfección en el rostro es desagradable.
Otra vez suena la bocina y doy un salto. Me hago una coleta en el pelo e intento poner buena cara.
Quizás Lucas sea mi pasaje hacia el olvido...
Me acerco a la ventana, corro la cortina para ver si de verdad se trata de él. Y no me equivoco, me saluda con la mano y una agradable sonrisa, y por un instante le encuentro un parecido a Thomas ¿Será posible que ahora veré algo de él en todos los chicos que conozca? Espero que no porque le odiaría aún más.
Le hago una señal con la mano indicándole que bajaré a recibirle. Cierro la cortina, me voy al baño para lavarme la cara y los dientes, veo mi reflejo en el espejo y observo mis ojos. Brillan, están ilusionados a pesar de que apenas conozco al chico con el que me besé anoche, pero quiero conocerle y eso me emociona aún más. Compruebo mi apariencia y mi vestimenta no es la adecuada como para recibir a alguien a quien quiero conquistar ¿Quién se tomaría en serio a alguien que tiene un pijama de una pieza con estampados de conejos? Si Lucas me viese así seguramente le mato y dejo bien enterradas sus pasiones. Me acerco a mi closet y me visto con una camiseta roja más unos shorts negros con tachas, me miro por última vez y me sonrío.
Hoy es mi cumpleaños y algo me dice que las cosas están por cambiar para bien, quizás de una vez por todas pueda ser feliz. No con Thomas, ni Lucas, ni nadie, quiero ser feliz siendo yo.
Bajo corriendo las escaleras y abro la puerta para encontrarme con el chico que conocí hace unas horas, se acerca hasta mi con una mano en la espalda y deja un beso corto depositado en mi mejilla. Huele a café y cigarrillos, me agrada ese toque de rudeza que tiene.
— Hola — hablo y siento que pongo cara de tonta cuando le tengo cerca.
— Feliz Cumpleaños — me enseña su mano derecha, en ella tiene un cupcake glaseado con chocolate y una vela en medio, y en la otra tiene un encendedor con el cual enciende la vela — Pide tu deseo.
Quiero ser feliz de una vez por todas.
Soplo la vela y esbozo una sonrisa amplia, le quito el pequeño pastelito y le doy una mordida, sabe muy bien.
— Gracias — digo con boca la llena de glaseado.
Lucas se burla de mí con una risotada que me parece agradable y me limpia con el dedo el resto de glaseado que tengo en la punta de la nariz, luego se lame el dedo y con un movimiento rápido se toma la confianza de besarme. Y como en estas últimas horas me he vuelto una chica fácil, me dejo llevar por el sabor a café que tienen sus labios, me encanta. Cuando se aparta de mi, le miro a los ojos y veo que en ellos hay algo de maldad.
— Debo irme al trabajo, solo vine a devolverte la vespa y desearte un feliz cumpleaños.
— No tenías que molestarte, podía pedirle a alguien que la trajera.
— No, era mi excusa perfecta para volverte a ver.
Me ruborizo.
— Te propongo algo.
Le miro con atención.
— Tengamos una cita.
¿Cita? Siempre cuando tengo citas fracaso y siento la necesidad de huir del momento y de la persona.
— Y-yo...
— Hoy en la noche — propone.
— Tengo cosas que hacer — me rasco la cabeza —, mi madre ha organizado un evento por mi cumpleaños, algo que es muy común de ella.
— Oh... — mira al suelo, desilusionado.
— Si quieres puedes ir...
— No seria una cita si hay más gente.
— ¿Mañana?
— Es un hecho — estrechamos nuestras manos—. Desde hoy no te libraras tan fácil de mi, Ignacia — dice posesivamente y me provoca un poco de miedo. Sin embargo, no es exactamente ese miedo de estar asustada por culpa de esa persona, si no más bien es el temor de que por fin logre olvidarme de Thomas.
¿Quién me entiende? Primero quiero olvidarme de él, pero después cuando creo que tendré la oportunidad de hacerlo me da miedo de dejarle ir. Thomas no ha sido todo malo en mi vida, ha provocado que la Ignacia que creía que se había marchado con Eric, en realidad estuvo dormida en lo más profundo de mí ser.
Observo a Lucas como se sube a su motocicleta y se marcha sin mirar atrás, apoyo la cabeza en el marco de la puerta y suspiro largo.
— Es lindo — comenta Maia desde lo alto de las escaleras. Doy un salto de sorpresa, ni siquiera había notado que ella estaba conmigo.
— ¿Estabas espiándonos?
Ella se encoge de hombros mientras baja las escaleras y se sienta en el sillón.
— Quería verle de más cerca — sonríe traviesa.
— ¿Y? — me siento a su lado.
— Es ardiente — nos reímos — si no lo quieres podrías dármelo.
Le entregaría a Lucas y todos los demás hombres con tal de que se olvide de Thomas.
— ¡Maia! — finjo asesinarla con la mirada —. Casi me cuesta la vida obtener su atención.
— Que mentira, el único sacrificio que has hecho es no llevártelo a la cama.
— Las ganas me sobran.
— Lo sé.
— ¿Qué?
— Siento el calor que emana tu cuerpo — bromea — huelo la necesidad en tu sangre — se ríe.
— No estoy...
Suena el timbre, mi amiga se levanta de su lugar rápidamente para abrir la puerta, supongo que es Lucas que quiere volver a besarme, pero no. Cuando la puerta se abre mi madre entra rápidamente a casa y cierra la puerta detrás de ella.
— ¡Feliz Cumpleaños! — Grita, me levanta del sillón de un movimiento brusco de brazos y me abraza exageradamente — ¿Estas lista para una tarde de spa?
Miro a mi amiga, que tiene una sonrisa burlesca en la cara. Siempre le ha causado gracia mi madre cuando esta así de eufórica.
— Hoy será la mejor fiesta de la cuidad, más bien del país. La prensa estará presente.
— ¿Qué? — Me dejo caer en el sillón — Pensé que seria una gala entre amigos y familiares...
— Así es.
— ¿Entonces porque van periodistas?
— Es solo para la alfombra roja y la recepción.
— ¿Alfombra roja? — Pregunta Maia — Es todo muy exagerado ¿no cree?
— Exacto.
Mi madre pone los ojos en blanco.
— Niñas, no puedo cancelar nada a tan pocas horas de que se realice la fiesta. Los trabajadores ya han llegado a montar todo en casa.
— Pero...
— Pero nada — nos mira de pies a cabeza —, solo necesitan ponerse zapatos y nos vamos a una tarde de spa.
Me levanto con desgano del sillón, Maia sube primero que las escaleras y yo voy siguiéndole el paso.
— Hija — mi madre me toma de brazo, me hace una señal con los ojos para que espere a que Maia suba.
— ¿Qué pasa?
— Tengo dos cosas que informarte — se pone seria.
Si su semblante cambia esa forma es porque tiene algo muy importante que decir.
— Entre las personas confirmadas esta Eric — traga saliva.
— ¿Y? — Alzo una ceja — No me molesta volver a verle.
— A tu padre se le ocurrió la maravillosa idea de volver hacer negocios con empresas Martin.
— ¿Y eso a mi qué?
— Que entre las cláusulas estas tú involucrada.
— ¡Qué! — se me paraliza el corazón. Mi padre no puede hacerme algo así, me está traicionando de la peor manera.
— Para que todo salga bien debes ser amable con Eric — traga saliva y los ojos se le llenan de lágrimas.
A mi también me pasa lo mismo pero intento hacerme la fuerte, todos estos años no he hecho más que aprender las tácticas de mi padre que me han llevado al éxito de mi fundación y este negocio no será la excepción.
— Jamás le perdonaré a tu padre que te haga esto, hija.
— No te preocupes, ma — le doy golpecitos en los hombros —. Sé como manejar a Eric — trago saliva — ¿Y cuál es la otra cosa que debías informarme? — intento cambiar el tema para no dejarme vencer por el llanto. Me duele que mi padre me involucre en sus asuntos sin consultarme.
— Thomas también ha confirmado.