Capítulo 21

878 118 26
                                    


Antes de salir de mi habitación me miro al espejo nuevamente, mi cara refleja la felicidad que aun siento al saber la verdad acerca de los sentimientos de Thomas, y mi corazón late cada vez más fuerte al recordar aquellas palabras. Sé que lo que pasó anoche ha sido malo para todos pero mi corazón es tan egoísta que aun así celebra.

— ¡Se ha marchado! — se abre la puerta de mi habitación de golpe.

Observo a Maia que está parada bajo el umbral y me mira con cara de pánico.

— ¿Quién se ha marchado? — me río.

— ¿Te parece gracioso? — me asesina con la mirada.

Me encojo de hombros.

— Es que no me has dicho nada...

— Thomas... — camina por mi habitación y se lanza a mi cama para quedar tendida en ella.

Por mi espalda se desliza un escalofrío provocando que las mariposas de mi estomago se despierten con tan solo escuchar su nombre.

— ¿Qué sucede con él? — por un segundo me imagino lo peor del mundo.

— No está en su habitación.

— ¿Y? Tal vez fue a comprar el desayuno.

— No, coneja — me mira, sus ojos están cubierto de lágrimas —. Se ha ido...

Sus palabras me dan una cachetada. No puede marcharse así como así.

— No creo — sonrío nerviosa.

— Se ha llevado sus cosas... no queda nada...

— Menti...

— ¡Es verdad! ¡Se ha ido! — chilla.

No sé si echarme a llorar con ella o fingir que la huida de Thomas no me provoca nada más que felicidad.

— Ya era hora... — me acomodo a su lado.

— No me puedes decir eso ahora, Ignacia.

— ¿Es qué acaso no puedo estar feliz porque por fin se fue de nuestra casa? — me estoy comportando como una idiota, lo sé.

— Ahora no — cierra los ojos para seguir llorando silenciosamente.

— Vamos, Maia — trato de animarle —. De seguro que se encontró un lugar mejor donde vivir — Lo siento, amiga. Se fue por mi culpa...

Trago saliva y finjo mi mejor cara de triunfo.

— Se ha ido sin decir adiós.

— Eso es algo bueno ¿no?

Ella niega con la cabeza y me quedo en silencio mirándole. Todo esto lo he provocado yo al pedirle a Thomas que confesara esas palabras que ahora prefiero que se las hubiese quedado con él por siempre.

— Jamás pensé que actuaría de esa forma — confieso.

— ¿Le has dicho algo? — Maia se sienta en la cama para mirarme con atención.

— ¿Por qué piensas eso? — me siento también.

— Nunca has estado de acuerdo de compartir nuestra casa con él... no me sorprendería que hicieras algo para echarle.

— Maia...

— ¿Qué has hecho?

— Nada — miento.

— Di la verdad — me apunta con el dedo.

— Es la verdad — vuelvo a mentirle.

¿Cómo podría decirle que su novio puede que se haya ido porque hace un par de horas atrás ha confesado que me quiere? ¿Qué mierda debo hacer en estos casos? Thomas, te odio por esto.

— Haré lo que se necesario para ubicarle — le prometo —, aunque sinceramente es algo bueno que...

— ¡Ignacia! — me fulmina.

— Llamaré a mi padre.

— ¿Para qué?

— Thomas trabaja para él... de seguro debe tener alguna información de su paradero.

Me levanto de la cama y me acerco a la mesita de noche para tomar mi celular y marcar el número de mi padre.

— Es domingo — me recuerda.

— ¿Y?

— No creo que tu padre trabaje un día domingo.

— Mi padre trabaja hasta durmiendo, cariño.

Marco su número y espero a que conteste. Quiero comerme las uñas pero eso le demostraría a Maia que me importa por qué Thomas ha tomado semejante decisión.

«—¿Qué sucede, cariño?—» contesta mi padre luego de unos segundos.

— Hola pa, siento despertarte.

«— Descuida, Thomas ya lo hizo primero.»

— ¿Thomas? — siento como mi cuerpo se relaja un poco — ¿Está en casa?

Maia también se relaja un poco y me mira esperanzada.

«— Se fue hace unos instantes ¿por qué?»

— ¿Te ha dicho algo importante? — indago.

«— Muchas cosas...»

— ¿Cómo qué?

«— ¿Qué pasa con él, Ignacia?»

— Es que se ha ido de casa y Maia está con los pelos de puntas... no sabemos donde se encuentra.

«— Entonces les alivio el trabajo de buscarle, él se ha ido a su antiguo hogar diciéndome que su hermano se ha metido en problemas y tiene que ir a ayudarle.»

Me cubro la boca con la mano imaginándome lo peor del mundo. Su hermano es un drogadicto que podría meterlo en cualquier clase de problemas.

— ¿Qué pasa? — quiere saber mi amiga.

— ¿Te ha dicho donde esta su antigua casa? — le pregunto a mi padre.

«—No iras hasta allá si es lo que piensas, Ignacia. Thomas me ha contado que clase de tipo es su hermano.»

¡Entonces con mayor razón debemos ir a buscarle!

«— No es tú problema —». Responde tajante.

— Lo siento, papá... pero si lo es — cuelgo el teléfono.

Abro la aplicación de mensajes instantáneos y comienzo a buscar entre mis contactos a un hombre, cuando le encuentro comienzo a teclearle mi texto.

— ¿A quién le escribes? — pregunta Maia preocupada.

— Al investigador privado de mi padre, tengo miedo de que algo le pase a Thomas.

Lo más bonito de ti ©Where stories live. Discover now