Yoongi
Jimin cayó en seco, sé que la imprudencia de mis actos causó en él una fuerte impresión pero no iba a permitir que se fuera de mi lado, no iba a perderlo una vez más. El pertenece junto a mí y sé que él también lo sabe y hasta que lo recuerde me aseguraré de cuidarlo. Lo cargué, una vez más entre mis brazos y lo llevé de vuelta a la cabaña. Me doy cuenta de que sigue siendo el mismo niño testarudo de siempre, veo que su tobillo ha empeorado así que esta vez tendré que inmovilizarlo para que no lo siga maltratando.
Mientras lo llevo siento el aroma natural de su cuerpo, sus cabellos siguen enmarañados como cuando era pequeño y no puedo pasar por alto esa nueva cicatriz en su hombro que no había visto antes. De solo imaginarme cómo se lo hizo mi lobo empieza rasgar mi interior. Estoy desnudo después del cambio y tenerlo así, tan cerca es una difícil prueba a mi cordura, hace tanto que lo espero, que lo sueño y anhelo su calor que todo mi ser lo resiente. Pero no es tiempo, no aun. Primero quiero asegurarme de que entiende quien soy, que no soy el malo aquí y que su lugar está junto a mí.
Después de un rato lo tiendo sobre nuestra cama, la que adquirí hace mucho tiempo para el día en el que estuviera dispuesto a compartirla conmigo. Una vez más quito sus prendas húmedas y lo abrigo rápidamente para no enfriarlo, en mi forma humana puedo atenderlo mucho mejor, pero estar sobre dos pies después de haber permanecido como lobo durante tanto tiempo aun me resulta un tanto difícil, así que voy por allí chocando con muebles y tirando cosas como un niño que está aprendiendo a caminar.
Llevo un cuenco con ungüento y lo unto en su piel, aprovecho mis pulgares para masajearlo y hacer penetrar el remedio, corto una de mis sudaderas viejas para improvisar unas vendas nuevas que se encargan de presionar la herida. Bien, ahora puedo relajarme. Lo observo dormir entre las mantas calientes y admiro el rojo que sus mejillas adquieren por el calor, sus rizos caen sobre sus ojos y con mis dedos me encargo de colocarlos en su lugar. Es hermoso, siempre lo fue. Tiene la definición perfecta en su rostro, pero sé que no es eso lo que me encanta, si tuviera un solo ojo o la nariz torcida me resultaría igualmente fascinante.
Es él.
Lo que más me gusta de él es que es Jimin, mi Jimin. Sigue siendo el pequeño niño que alguna vez trajeron hacia mí para cuidar y que poco a poco se ha convertido en mi compañero, mi amigo y mi mate. Nuestras almas están destinas a enlazarse, en esta vida y todas las demás. Así que me permito sentirme confiado, por fin está aquí y no importan las circunstancias que lo trajeron de vuelta, me aseguraré de que permanezca aquí si eso es lo que él realmente desea hacer. Hay algunas verdades por contar pero puedo esperar a que su confusión se estabilice.
Me voy a dar un baño, no quiero que lo primero que huela al despertar sea mi sudor, aún no ha estado en contacto con su naturaleza licántropa lo suficiente como para distinguir mi esencia, así que no voy a dificultárselo.
Uso cada uno de los jabones que solían gustarle, quito hasta el último rastro de tierra de mi cuerpo y cuando termino, por fin puedo sentirme como un hombre, el lobo tendrá que quedar atrás unos días mientras cuido de mi pequeño.
Al regresar al cuarto, mi cuerpo choca contra el borde de la mesa de noche y los objetos que estaban ahí caen inevitablemente, aunque logro alcanzar algunos no puedo evitar el ruido que causan al estrellarse. Levanto mi mirada y veo la luz de esos orbes castaños mirando con confusión. Mi corazón comienza a martillar en mi pecho, creo que esos son los sonidos más estruendosos que los que acabo de hacer. Quiero lanzarme sobre él, besar cada espacio de su rostro y llorar porque por fin está aquí y es increíble.
Pero me contengo todo lo que mi voluntad me lo permite, porque no quiero asustarlo y porque sé que correrá de mi lado antes de que pueda explicarle.
–Hola – dice, se atreve a hablar como si la melodía de su voz no causaran estragos en mi interior.
Soy feliz.
–Hola – Reúno la consciencia suficiente como para articular palabras, mientras mis ojos poco disimulados recorren su rostro, su cuerpo cubierto hasta el cuello por la manta y su cabello cayéndole sobre la frente como cordones dorados.
Lentamente me atrevo a sentarme a su lado sobre el colchón y lo siento hundirse bajo mi peso, su mirada sigue cada uno de mis movimientos con duda, no lo culpo. Puedo entenderlo.
–E-estaba dormido ¿No es así? – murmura
–Acabas de despertar –
–No, digo... todo fue un sueño ¿Verdad? Estuve aquí todo este tiempo, después de... – Muerde su labio, le está costando formular ideas, su mente no procesa lo que vivió y quiere atribuírselo a un sueño, mi pequeño ingenuo – donde... ¿Dónde está el lobo? –
–Jimin, escu-
–JiHoon – Interrumpe – Mi nombre es JiHoon –
Niego, pero no lo contradigo, él puede ser quien quiera luego de escucharme, yo voy a respetarlo.
–Escucha, quizás ahora estés algo confundido ¿Bien? Debes guardar la calma porque volviste a lastimar tu tobillo y no sabemos cuánto tardará en sanar – Tomo unos segundos cuando lo veo asentir – Mi nombre es Yoongi –
–Yoongi – Repite y el frio sube por mi medula, él solia decir mi nombre todo el tiempo, la palabra saliendo de sus preciosos labios le daba sentido a mi existencia aqui– ¿Eres el dueño de esta cabaña? –
Tú también lo eres, quiero decirle, pero me contengo.
–Lo soy –
–Oh, ¿Y estoy causando molestias? – Se muestra turbado, culpable
–Para nada – Le sonrío para darle la seguridad de que estoy siendo sincero
–El- ¿El lobo es tu... mascota? –
–El lobo es... un amigo – Respondo
–Bien – Su vista empieza a recorrer el lugar y pronto vuelve a posarse en mí unos segundos antes de bajarla a sus manos unidas por sobre la manta – No quiero ser una molestia, yo... mejoraré para poder irme –
–No quiero que te vayas – Me sincero con él, conteniéndome aun de decirle tantas cosas
–No quiero molestar a su esposa – Agrega sin darle importancia a mis palabras – Quizás tiene hijos que se sentirán incomodos con mi presencia y yo no pue-
–Oye – ¡Dios, este chico me va a volver loco! – Vivo solo ¿Bien? No pienses en irte aún, mejórate y después hablaremos de eso. Voy a prepararte algo caliente para que comas y entonces podemos conversar. Vivir solo es agradable, pero no lo suficiente – Me pongo de pie y me alejo de la cama.
Sé que me está siguiendo a cada paso pero no me detengo hasta que estoy completamente fuera de su vista. Estoy perdido, no sé cómo se supone que debo hablarle. ¿Qué le tengo que decir?
En la cocina, me encargo de servir el guisado que ya tenía listo para él, lo vierto en un pequeño cuenco que no espero que reconozca, pero que era su favorito a la hora de comer. Es azul con pequeños cachorros pintados a mano, recuerdo habérselo conseguido en una visita a la manada y el brillo de su sonrisa cuando se lo entregué. Esos eran buenos tiempos junto a mi cachorro.
Cuando llego a su puerta me detengo, está hablando solo. No, está cantando. ¡Santa Luna! Cómo había extrañado la melodía de su voz inundando mis oídos. Es dulce y profundo, él podría ser la envidia de las aves más exóticas del planeta si se lo propusiera. Mi lobo, mi cachorro. Toco una vez para avisarle que estoy ahí, de inmediato se calla y cuando entro lo veo de pie junto a la ventana. La luz blanca lo baña y creo que he muerto porque estoy en presencia de un ángel. Su piel blanca, mejillas rosas y esa sonrisa, tesoro de mis mares.
–Esta vista es fenomenal, solo veo árboles y bosque a lo largo del paisaje – Está eufórico con la mirada al igual que yo – Debe ser hermoso vivir aquí –
–Ahora lo es – Mascullo mientras me acerco a la pequeña mesa y dejo lo que le traje – No deberías estar en pie, es mejor si descansas –
–Oh, si... bueno. Gracias por curar mi herida, volveré a la cama ahora. –
–Cociné esto para ti, espero que te guste –
Me sonríe, vuelve a agradecer y entonces empieza a comer. No quiero parecer un bobo mirándolo pero no puedo apartar mis ojos de él. Intento fingir que acomodo algún objeto fuera de lugar y vuelvo a mirarlo sobre el hombro. Está devorándolo todo, estaba hambriento.
–Oye – Giro para verlo cuando escucho que me llama. Parece tímido de lo que quiere decir –Yo, tengo que volver a casa, mi abuela y mi tío deben estar muy preocupados por mí. Yo... –
– ¿Familia? Tú no tienes familia – No contengo mis palabras, no puedo guardar mi disgusto solo para mí cuando sé que ha estado viviendo engañado a costa de mi dolor y de su ingenuidad
–Oh, sí. La tengo. – Abre sus ojos sorprendido ante mi reacción – Yo vivo en el pueblo, mi familia... ellos son cazadores, quizás escuchó hablar de ellos, son famosos por estos lares –
– ¿Los Choi? ¿Estuviste viviendo en el pueblo con los Choi? – Mi sorpresa es enorme, no lo he buscado por donde los lobos no suelen acercarse, todos estos años estuve creyendo que se lo había llevado alguna manada enemiga y finalmente estaba en mis narices
–Sí, ellos. Soy un Choi también. Choi JiHoon –
– ¿Eres un... un cazador? –
–Ciertamente debería serlo – La luz de sus ojos se paga y entonces esquiva mi mirada para seguir hablando – No funciona muy bien para mi ¿Sabe? He intentado pero no consigo hacerlo bien –
–Quizás eso no es lo tuyo –
– ¡¿Verdad que no?! – Se exalta pero luego carraspea y se corrige – He intentado hacérselo ver a la abuela y hemos discutido muy fuerte, es por eso que terminé aquí –
Ese es mi cachorro.
–Está bien, eres muy bueno para hacer algo así –
–No lo creo, yo diría que soy un cobarde – Suspira – La abuela, ella... ella me llamó ma- marica –
Aprieto mis puños cuando lo escucho, quiero rasgar algo, romper y gritar.
–Eso es tan típico de los humanos –
– ¿Perdón? –
–Ellos siempre están catalogándose como esto y lo otro, no eres un marica por no querer matar a un animal por gusto –
–Dijo... ¿los humanos? –
–Bueno, yo... lo siento, ya sabes a lo que me refiero – Balbuceo cuando me doy cuenta de mi estupidez
–No fue un sueño ¿verdad? – Empieza a temblar y retrocede aun cuando está sentado sobre el colchón. Lo asusté ¡Qué gran idiota! – Tú, eres el lobo ¡Te transformaste, yo lo vi! –
–Jimin, tranquilízate. Debes escucharme – Levanto mis manos en muestra de rendición, pero el miedo no lo deja pensar, cada vez está más lejos, si yo hago un paso, el retrocede la misma distancia
– ¡No soy Jimin! Deje de llamarme así. Por favor, por favor déjame ir –Suplica cuando empieza a llorar, abraza sus piernas tirándolas hasta su pecho y mi corazón se desmorona un poco más en cada sollozo – Déjame volver a casa, quiero volver con mi abuela –
Me detengo ¿No hay nada que yo pueda hacer? ¿Nada que pueda decir? ¡Joder! ¿Cómo se me ocurre pensar que al volver a mi lado todo sería como antes? Aprieto la mandíbula y muerdo mis dientes para no gruñirle, porque dentro de mí sé que no es su culpa, que nada de esto es culpa de ninguno de los dos. Teníamos vidas felices y plenas, estaba viéndolo crecer entre sonrisas y caricias y un día, de pronto y sin motivo, lo arrancaron de mis brazos.
–Tranquilízate, Jimin. –
–No soy Ji-
– ¡Eres Jimin! Acéptalo porque no te llamaré de ninguna otra manera – Levanta sus ojos hacia mí y veo el rastro de sus lágrimas sobre su hermoso rostro y quiero correr y abrazarlo pero no puedo –Escucha, quieras o no, vas a quedarte aquí así que es mejor que te acostumbres y empieces a aceptarlo. Eres Jimin y lo serás mientras estés conmigo – Soy un maldito monstruo, pero no puedo hablar con él en estas condiciones. Empiezo a caminar a la puerta pero recuerdo algo – Y Jimin... no intentes escapar, no querrás enfrentar las consecuencias –
Me voy, sintiéndome la peor mierda, cierro la puerta pero no le pongo seguro porque en realidad él no es ni será jamás mi prisionero. Solo espero tener el tiempo suficiente para hacerlo entrar en razón porque si es verdad que estuvo con los Choi, entonces ellos vendrán por él. Mientras tanto, tengo que averiguar por qué se lo llevaron en primer lugar y para qué lo quieren. Jimin es un lobo y ellos deben saberlo.
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