- Lo sabe. Quien-Vosotros-Sabéis sabe que hemos entrado en Gringotts. Sabe lo que hemos cogido y que estamos buscando Horocruxes.
- ¿Cómo lo sabe?
- Lo he visto.
- Harry, ¿le has dejado entrar otra vez?
La cabeza de Darcy daba vueltas. No sabía muy bien lo que acababa de ocurrirla. Las palabras de Misha le habían dejado desubicada por completo. Estaba en un profundo shock. Pero sus amigos no se habían dado cuenta. De todos modos, Misha era un dragón y pudo haberse confundido. Y, para colmo, Voldemort sabía todo.
- No puedes dejarle entrar Harry. - dijo Darcy saliendo de ese shock.
- ¡No siempre puedo Darcy! ¡No soy como tu novio! - gritó de pronto Harry asustando a su amiga. - Está enfadado, pero también asustado. Sabe que si encontramos y destruimos todos los Horocruxes acabaremos con él. Creo que no se detendrá ante nada con tal de que encontremos el resto.
Ron y Hermione miraron a Harry haciéndole entender que la había cagado con su amiga y este le pidió disculpas a Darcy. Darcy asintió comprendiendo la situación en la que se encontraba su amigo. Entonces, comenzaron a quitarse la ropa mojada.
- Hay algo más. Otro Horocrux en Hogwarts. - dijo Harry agitado.
- ¿Lo has visto? - preguntó Ron mientras se sacaba la camiseta mojada.
- Vi el castillo y a Rowena Ravenclaw. Tenemos que entrar en él. - dijo Harry decidido.
- Es muy peligroso. Y te recuerdo que Snape es el director de Hogwarts ahora mismo. - le dijo Hermione asustada.
- Ese no es un problema... - dijo Darcy sabiendo que era el momento de contarles la verdad sobre la vida de Draco.
Los tres amigos miraron a Darcy extrañados y esperaron a que su mejor amiga les diera explicaciones. Darcy se terminó de cambiar de ropa, cogió aire y comenzó a hablar.
- << Cuando me escondí en Grimmauld Place, como ya sabéis, investigué cientos de cartas que había en guardadas en el despacho de mi tío Regulus. Una de ellas era de Narcissa Black a mi madre y esta decía que había tenido que abandonar a su esposo y padre de Draco para que este esté a salvo y que tuvo que hacerle Obliviates a Lucius para convencerle de que era un Malfoy y de que Draco era su hijo, pero, la realidad era que el verdadero Malfoy y padre de Draco es Severus. Él siempre estuvo ahí para él y, ahora que me doy cuenta, siempre estuvo ahí para mí también. Cuando Draco usaba la Marca para arreglar el armario, esta aparecía en mi brazo y me quemaba, como dice nuestra profecía. Él fue quién me curó y me ayudó. Y sé que también os ha ayudado a vosotros, aunque no nos hubiéramos dado cuenta... Chicos, Snape es de los nuestros...>>
Ninguno de los tres amigos dijo nada durante unos instantes. No se esperaban las palabras de su amiga. Pero la creían a la perfección.
- Él es una víctima más. - dijo Ron mirando al suelo.
- Y necesita ser salvado. - completó Hermione mirando a Darcy.
Darcy asintió y miró a Harry esperando sus palabras, pero estas la rompieron en dos.
- Mató a Dumbledore. No merece ser salvado.
Hermione se indignó ante las palabras de su mejor amigo y le echó en cara que seguro que hubo algún plan entre Dumbledore y Snape, que este última era inocente. Pero Harry no parecía entrar en razón. Solo tenía un nombre en su mente: Voldemort.
- Ha pasado algo extraño. - cambió Harry de tema. - Antes podía meterme en su mente y leer sus pensamientos con claridad. Pero ahora es más complicado.
- ¿Será por los Horocruxes? ¿Se estará muriendo? - dijo Ron extrañado.
- No, pero creo que está herido. En ese caso ahora es mucho más peligroso.
Los cuatro amigos se miraron buscando un plan y optaron por acercarse a Hogsmade y entrar por el pasadizo secreto de HoneyDucks.
Llegaron al pueblo de noche bajo una espesa capa de nieve. Todo parecía tranquilo hasta que voces de mortífagos en su búsqueda les hicieron esconderse de ellos detrás de unas mesas de madera. Pero los secuaces de Voldemort se acercaban a ellos cada vez más. Todo parecía perdido, hasta que una voz llamando a Harry desde una casa les salvó. Una voz cuyo propietario les heló la sangre.
- ¿Le has llegado a ver? Por un segundo creí que era... - comenzó a decirle Ron a Darcy al entrar en la casa.
- Lo sé. Dumbledore. A mí también me lo ha parecido. - dijo Darcy extrañada.
Pero nada más llegar al salón de la pequeña y oscura casa se dieron cuenta de que no era él sino un hombre muy semejante a él, su hermano: Aberforth. Darcy se acordó de las palabras de los mortífagos cuando se encontró con Narcissa y recordó que también buscaban a Aberforth.
- ¿Estáis locos? Os buscan desesperadamente. - les dijo dándoles la espalda.
Pero, en cuanto se dio la vuelta, su rostro cambió. Al ver a Darcy, sus ojos se abrieron mucho.
- Pensé que estabas muerta. Todos pensamos que estabas muerta.
- Draco me sacó de allí y me salvó la vida. - explicó Darcy.
Aberforth se dio la vuelta de nuevo, se acercó rápidamente a una especie de radio antigua con micrófono y dijo:
- La leona ha regresado con su manada. Repito, la leona ha regresado a su manada.
Los cuatro amigos no entendieron mucho pero no le dieron mucha importancia. Tenían otras prioridades: entrar en Hogwarts. Harry le explicó a Aberforth su plan mientras Hermione, Ron y Darcy comían en condiciones desde hace mucho tiempo. Tenían Hogwarts a escasos kilómetros. Parecía tan fácil y a la vez tan complicado. Los pasos de los mortífagos se oían a lo lejos y no podían salir. Era imposible.
- No podéis entrar en Hogwarts. Snape es el director y los hermanos Carrow torturan a los alumnos. - dijo Aberforth asustado.
- Tenemos que hacerlo. No hay otra opción. - dijo Harry suplicándole. - Ayúdanos a entrar.
Aberforth dudó unos instantes y después se acercó a un cuadro de una joven encima de la chimenea, su hermana fallecida: Ariana. Y le dijo que ya sabía lo que hacer. Los tres amigos se acercaron al cuadro y observaron como la muchacha se alejaba y al rato volvía con alguien. De pronto, el cuadro se abrió y un joven magullado apareció varita en mano: Neville.
- ¡Neville! - dijo el cuarteto emocionados por ver de nuevo a su amigo.
- ¡Chicos! ¡Qué alegría veros! Sobre todo a tú Darcy... - dijo Neville igual de emocionado.
Los cuatro amigos se despidieron de Aberforth y se adentraron en el cuadro. Neville les contó durante el trayecto el motivo de sus heridas, las torturas de los Carrow... Hogwarts había cambiado, y mucho. Al llegar al final del pasadizo, otro cuadro se abrió dejando ver a una veintena de alumnos de Hogwarts, sus amigos.
- Chicos, traigo buenas noticias. - dijo Neville nada más llegar dejando a sus amigos a la vista.
En cuanto sus compañeros los vieron, volvió su esperanza. Hermione y Darcy bajaron corriendo a abrazar a sus compañeras de piso, sus amigas que hacía muchos meses que nos las veían. Todo el mundo estaba feliz de verlos, sobre todo de ver viva a su amiga Darcy.
- Sabemos lo tuyo con Draco. - la dijo Katie con una mezcla de emoción y empatía.
Darcy la miró extrañada ya que no se esperaba que lo supieran. Angelina le explicó que Remus se lo contó por si Draco y su madre venían en busca de ayuda para no rechazarlos.
- ¿Cuál es el plan Harry? - preguntó Dean después de los abrazos de reencuentro.
- Tenemos que encontrar algo. Está escondido en el castillo. - dijo Harry recuperando el aliento.
- ¿Dónde está? - preguntó Neville.
- No lo sabemos. - respondió Harry.
- ¿Qué es? - preguntó Dean.
- Tampoco lo sabemos.
Todos se le quedaron mirando extrañados.
- Sabemos que no es mucho. - dijo Harry comprendiendo las miradas de sus compañeros.
- No es nada. - dijo Seamus.
Harry les explicó todo lo que sabían y les contó que buscaban un objeto relacionado con Ravenclaw como bien vio en la mente de Voldemort.
- Quizás sea la diadema perdida de Ravenclaw. - dijo Luna de repente.
- Esa diadema lleva perdida siglos. Nadie vivo la ha visto.
Todos se quedaron pensativos durante unos minutos sin saber muy bien que hacer, hasta que Ginny irrumpió en la sala por sorpresa dando la peor noticia que se podrían imaginar.
- Snape lo sabe. Sabe que han visto a Harry en Hogsmade.
Todos los alumnos se alteraron y se dirigieron a sus salas comunes antes de que los pillaran... No sin antes tener un plan.
Snape llamó a la media hora a todos los alumnos que supuestamente estaban en la cama y los obligó a reunirse en el Gran Comedor. Los hermanos Carrow guiaron a los alumnos hasta el gran salón donde Snape los esperaba.
- Muchos de vosotros os estaréis preguntando por qué os he reunido a estas horas. Ha llegado a mi conocimiento que hoy por la tarde, Harry Potter ha sido visto en Hogsmade. - comenzó a decir Snape.
Todos los demás alumnos que no sabían la llegada del cuarteto de oro se pusieron a murmurar asombrados.
- Sabed, que si alguien, alumno o profesor, intentara ayudar al señor Potter sería castigado de modo proporcional a la gravedad de su transgresión. Es más, cualquier persona conocedora de estos hechos que no se pronuncie, será tratado igualmente como culpable. De modo que, si alguien aquí tiene conocimiento de donde ha estado el Señor Potter esta tarde, le invitó a que se pronuncie... Ahora.
De pronto, los alumnos inhalaron sorprendidos por lo que sus ojos veían: a Harry Potter en medio del Gran Comedor con la capa de su casa. Snape le miró igual de extrañado.
- Parece, que, pese a sus audaces estrategias defensivas, sigue teniendo un problema de seguridad, director. - dijo Harry. - Y me temo que es bastante grande.
En ese momento, las puertas del Gran Comedor se abrieron dejando ver a gran parte de la Orden del Fénix. Darcy miró fijamente a los ojos del padre de su novio y le habló por legeremancia.
- Severus es el momento de luchar. Es la hora de que todo salga a la luz. - dijo Darcy mordiéndose los labios.
- No puedo Darcy. Ahora no. Os descubrirían a todos. Haced vuestro plan. Yo me encargaré de Voldemort. - le respondió Snape.
Darcy asintió levemente y le comunicó a Harry por legeremancia la decisión de Snape. A Darcy le pareció increíble la facilidad para entrar en la mente de su amigo. Entonces, Harry les siguió el juego.
- ¿Cómo se atreve al ocupar su lugar? Cuénteles lo que paso. Cuénteles lo que paso aquella noche. Cuénteles como miró a los ojos a esa persona que confiaba en usted y le mató. Cuénteselo.
En ese instante, Snape sacó su varita y fingió querer atacar a Harry. McGonagall salió al rescaté de Harry y apuntó lo apuntó con su varita. La animaga conocía toda la verdad sobre Severus, pero si no fingían, los Carrow se chivarían y los descubrirían a todos. Así que, muy a su pesar, lanzó hechizos defensivos contra su compañero quien los esquivó torpemente para después huir por la cristalera del comedor detrás de los Carrow. Todos los alumnos festejaron la valentía de su profesora. Pero ese festejo no duró mucho, ya que de pronto, las luces del comedor se apagaron, algunos alumnos comenzaron a gritar y un susurró resonó en las mentes de algunos estudiantes.
- Sé que muchos de vosotros querréis luchar. Algunos incluso pensaréis que es lo más inteligente. Pero es una insensatez. Entregadme a Harry Potter y nadie sufrirá ningún daño. Entregadme a Harry Potter y seréis recompensados. Tenéis una hora.
Y la normalidad volvió al comedor, o al menos eso es lo que parecía. Todo el mundo se quedó en silencio mirando a Harry... Hasta que Pansy Parkinson lo rompió.
- ¿A qué estáis esperando? Qué alguien le atrape. - dijo apuntando a Harry.
La Orden rodeó a Harry como símbolo de protección ante la mirada de la Slytherin. Justo en ese momento, Flich entró en el comedor gritando que había alumnos fuera de la cama. McGonagall le encaró por el espectáculo que acababa de dar, pero aprovechó su aparición.
- Si es tan amable, me gustaría que se llevara a la señorita Parkinson y al resto de la casa Slytherin que esté a su favor a las mazmorras. - dijo mirando desafiante a la serpiente.
- A todos no. A mí no. - se oyó una voz entre los alumnos.
Era Gregory Goyle, quien se acercó a su profesora esperando su aprobación. McGonagall no dudo un segundo en aceptar. Goyle se acercó a la Orden, en especial a Darcy, a quien abrazó con fuerza con la alegría de que la novia de su mejor amigo estaba viva. Harry le apretó el brazo cariñosamente y le dio la bienvenida a la Orden.
Todo estaba listo, solo faltaba efectuar el plan.
La Guerra había empezado.