Cualquiera puede ser asesinado (II)

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Hogwarts siempre había sido un gran Castillo imposible de conocer todas sus partes en un solo día, y menos en una sola hora. La diadema de Rowena Ravenclaw podría estar en cualquier lugar. Harry pensó que sería buena idea empezar a buscar en la Sala común de Ravenclaw. Pero Hermione y ron tuvieron otra idea:

- Harry no servirá de nada encontrar el Horocrux si no tienes con qué destruirlo. - dijo Hermione.

- Harry, tú destruiste el diario de Ton Riddle con un colmillo de basilisco. Iremos a la cámara secreta a por ellos. - dijo Ron.

Harry aceptó su propuesta e indicó a Darcy y Goyle que lo acompañaran a la sala común de Ravenclaw para buscar la diadema. Por algún lado había que empezar. Pero, cuando subían las escaleras que daban a la sala común de Ravenclaw, Luna llamó a Harry.

- ¿No oíste lo que dijo Cho? Nadie vivo la ha visto jamás. ¿Es obvio no? Hay que hablar con alguien que esté muerto.

Entonces, Harry, Darcy y Goyle se dirigieron donde Luna sabía que estaba en fantasma de Helena Ravenclaw, hija de la fundadora de la casa. Harry ordenó a Darcy y Goyle que esperaran fuera cubriéndole la espalda y él entró a hablar con el fantasma. Mientras tanto, Darcy y Goyle tuvieron tiempo de hablar.

- ¿Hace cuánto que no ves a Draco? - dijo Darcy.

- Desde que nos enteramos de que habías muerto. Me escapé de Hogwarts para verle. Estaba destrozado. - se sinceró Goyle.

- ¿Sabes si sabe si estoy viva? Le envié un Patronus, pero no sé si lo habrá recibido...

- No lo sé, Dar... - dijo Goyle apenado.

Pasaron unos minutos más haciendo guardia hasta que vieron por las ventanas del castillo como el hechizo protector se desquebrajaba. Los mortífagos estaban entrando. Justo en ese instante, salió Harry apresurado.

- Tenemos que ir al corredor del séptimo piso, a la sala de los Menesteres.

Echaron a correr rápidamente hacia el séptimo piso esquivando los hechizos de algunos mortífagos que deseaban acabar con su vida. Darcy no podía dejar de pensar en su chico y su tita. Deseaba verlos y saber si estaban a salvo. Y pensando, llegaron a la sala de los menesteres. Esta estaba como la última vez que Darcy entró en ella, cuando vio a Draco con el Armario Evanescente. Era imposible encontrar algo allí.

- Harry, tendremos que separarnos. No acabaremos nunca. - dijo Darcy angustiada.

Los tres magos se separaron y comenzaron a buscar. Darcy removió cada uno de los montones de objetos que había sin encontrar nada, ni siquiera algo que se pareciera a la diadema. Todo era un desastre y la ansiedad se estaba comenzando a apoderar de ella. Pero, Harry encontró lo que buscaban.

- ¡Darcy, Goyle! ¡La he encontrado!

Darcy corrió hacia donde provenía la voz y encontró a Goyle y Harry mirando un cofre abierto. Era un cofre negro en el que se encontraba una diadema con forma de cuervo con un zafiro azul en el centro. Darcy se acercó temblorosa a la caja y la observó con miedo. Mas cuando la iba a coger, un destello rojo la pasó muy cerca de la cara y vio a un mortífago caer justo delante de ellos, a punto de atacarles.

- ¡Desmaius! - gritó alguien detrás de ellos.

Darcy se dio la vuelta asustada mirando de donde provenía esa voz. Entonces, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón latió con fuerza mientras corría hacia la persona.

- Estás viva, lo sabía. Estás viva mi amor...

Darcy miró la cara de su novio detenidamente. Tenía una pequeña brecha en su frente y la cara sucia. Sin embargo, Darcy le beso como hacía tiempo que no hacía. Draco se aferró a su pelo y le siguió el beso añorando esos labios que pensó que jamás volvería a sentir. Al separarse, Draco miró su varita en manos de Darcy y sonrió mientras le enseñaba la varita que el usaba, la de Darcy. Ambos rieron y recuperaron sus varitas.

Corazón de Profecía (Draco Malfoy & Darcy Healey)Where stories live. Discover now