Luna Menguante

By Cheer2325

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El amor llega sin buscarlo, sin esperarlo y sin quererlo. No se puede vivir con miedo, no se puede vivir huye... More

Prólogo
I. Qué poemas nuevos fuiste a buscar.
II. Brilli brilli.
III. La copa rota.
IV. Entre copa y copa...
V. Que sudes tu alcohol.
VI. Monstruo de papel.
VII. Volvamos a empezar.
VIII. No te quedes callada, no levantes la voz, ni me pidas perdón.
IX.- HAVANA.
X. Lágrimas negras.
XI. Como dos extraños.
XII. Abrázame, que afuera el mundo es un desastre.
XIII. Un tango desnuda.
XIV. Me siento bien pero me siento mal.
XV. Miedo.
XVI. De nada sirve.
XVII. Y es que no puedo estar sin ti.
XVIII. Por haberme hecho llorar...
XIX. Entender el universo.
XX. De golpe y sin avisar.
XXI. Cuando todo duerma.
XXII. Te robaré un color.
XXIV. Todo Empieza.
XXV. Hacerte Venir.
XXVI. Sólo importas tú.
XXVII. De problema y crisis.
XXVIII. Que tuvieras calma.
XXIX. Celos.
XXX. Cada historia tiene su propio final.
XXXI. El secreto en mi cuello.
XXXII. Deshacer la cama.
XXXIII. A dónde va nuestro amor.
XXXIV. Te quiero igual.
XXXV. Me conformo.
XXXVI. Deseo.
XXXVII. La cura.
XXXVIII. Para siempre.
XXXIX. La noche sale con la luna.
XL. Crack el corazón.
XLI. Hablando con la noche
XLII. La luna me estorba.
XLIII. La luna sigue firme frente a mi ventana.
XLIV. Esta historia terminó... no existe.
XLV. Dramas y comedias.
XLVI. Mírame.
XLVII. Se nos sale de control.
XLVIII.- Cada vez que lloras.
XLIX.- Sin ti.
L.- El mundo se equivoca.
LI.- No me sueltes.
LII. A pesar de lo que hagas amor.
LIII.- No sé quién es quién...
LIV.- Volver.
LV.- Un día normal.
LVI. Por todo aquel que el miedo le ha ganado.
LVII. Contigo.
LVIII. Déjame esta noche...
LIX. Las manos libres...
LX. La resaca del alcohol.
LXI. Que tu pasado sea sólo un cuento.
LXII. Un segundo de paz.
LXIII. Quizás porqué.
LXIV. Dispuesta a levantarme.
LXV. Mi peor error.
LXVI. Acostumbrarse a estar sin ti.
LXVII. Para ser feliz.
LXVIII. Ríndete.
LXIX. El dolor va a terminar.
LXX. Entre tú y yo.
LXXI. Esa chica.
LXXII. Tonto Corazón.
LXXIII. Mala.
LXXIV. Cuando no estás.
LXXV. Si no vas cumplir la condena.
LXXVI. Precio a mi libertad.
LXXVII. Que A MOR SE clave tocando la puerta en mi pecho.
LXXVIII. Tu amor es lila.
LXXIX. Jugando con ella.
LXXX. Tal vez, quizás.
LXXXI. El Último Beso.
LXXXII. Esta historia acaba...
LXXXIII.- Prefiero Olvidarlo.
LXXXIV.- Nos veremos otra vez.
LXXXV.- Para poder soñar... Un poco más.
LXXXVI.- Tu corazón diría que sí.
EPÍLOGO

XXIII. De saber que eres mía.

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By Cheer2325


Poco a poco Ana fue recuperando un ritmo cardiaco normal, la bailarina la tenía acunada en sus brazos, tumbadas una a lado de la otra, Ana escondida como ya era su costumbre en el cuello de Mimi y las piernas entrelazadas, La rubia acariciaba mimosa sus cabellos y en ocasiones le daba suaves besos en la cabeza intentando ayudar a que recobrara el aliento pero parecía que la cantante jamás saldría de su escondite.

- ¿Qué la pasa a la niña? – se reía y sacudía un poco a la cantante que se apretaba más contra su cuerpo y emitía un quejido como respuesta – Ana Guerra... responde – la morena volvía a emitir un quejido vergonzoso – venga reina mía, no has hecho nada malo ¿Puedes mirarme?

- Jo... qué vergüenza – por fin asomaba su enrojecido rostro y Mimi casi muere de ternura – seguro Ricky me ha escuchado.

- Cariño, seguro todo el edificio te ha escuchado.

- No estás siendo de ayuda – le sacaba la lengua.

- Si te sirve de consuelo Ricky seguro está haciendo exactamente lo mismo en su habitación... escucha – se oía música a un volumen que sin ser fuerte era considerable – pone música cuando hay tema con el invitado en turno.

- Igual es horrible... yo nunca había... así, de esa manera.

- A mí me pareció hermoso – le hacía subir un poco más el rostro para poder besar sus labios suavemente – tus orgasmos son lo más bonito que he visto en este mundo – la cantante con más colores si cabe se volvió a esconder en su cuello y Mimi soltó una carcajada.

- ¡Joder Miriam!

- Uy, Miriam...qué fuerte, esto ya se puso serio – giraba hacía un costado para quedar sobre ella nuevamente y obligaba a la cantante a despegarse de su cuello.

- Para ya – suplicaba aún con la vergüenza reflejada en los ojos – por favor – se resignaba a recibir la mirada penetrante de Mimi y suspiraba – no sé qué me pasó... me volví un poco loca, tú me volviste loca.

- Yo quiero que te vuelva a pasar – no la dejaba decir nada más cuando ya sus bocas se enlazaban en otra batalla de besos.

- Espera – pedía un tiempo y se separaba de la boca de la bailarina como buenamente podía – estoy muerta, me tiemblan las piernas – decía entre jadeos pues el beso le había robado el poco aire que había recuperado.

- Y más... y más te van a temblar – sus ojos eran fuego, no pensaba esperar un minuto más para volver a sentir a Ana retorcerse y gritar de placer en sus manos, acababa de probar una droga y no estaba en sus planes desengancharse.

Sin opción a réplica cogió las manos de Ana colocándolas sobre el colchón por encima de su cabeza. Quedando sobre la desnudez de la cantante quien ya tenía la respiración cortada de la impresión, se lanzó a besar su cuello, a recrearse en la suavidad de esa piel y del aroma que desprendía, entendió el por qué a la cantante le gustaba tanto esconderse ahí si lo que sentía era por lo menos la mitad de lo que ella cuando paseaba su lengua por esa piel sensible. Ana ya se retorcía bajo ella, emitía pequeños sonidos de placer que elevaban poco a poco su excitación, la voz de Ana era otro gran descubrimiento; le encantaba escucharla hablar con ese precioso y marcado acento canario, su tono era tan suave y delicado cuando quería, elegante o tan sensual otras veces y ni hablar de cuando cantaba, es que le salía un torrente de voz impresionante, fuerte y contundente, tan expresiva y característica pero ahora mismo, sus jadeos y gemidos eran la canción favorita de la bailarina, podría escucharla gritar de pasión por horas... era lo que planeaba.

- Mimi por favor – Ana intentaba sin éxito que la rubia soltara sus muñecas – necesito tocarte – la sonrisa de Mimi fue inmediata así como la liberación de las manos de Ana quien no tardó ni medio segundo en llevarlas primero a su espalda donde con fuerza empujó para pegar lo más posible el cuerpo de Mimi al suyo, después bajó lentamente arañando la piel a su paso hasta volver a posarse en el culo de una Mimi que ya ondulaba la cadera del placer que esos arrebatados gestos le provocaban. Le encantaba la pasión de Ana para todo, en sus noches de desvelo cuando soñaba que la tenía en su cama los escenarios tenían un común denominador, era la pasión, nadie que tenga el carácter de la cantante, cante, interprete, se mueva y baile como ella podría no ser una fiera, se complacía pensando que era mucho mejor que en sus sueños – te sobra ropa – paseaba una de sus manos por el elástico del tanga de la bailarina y lo halaba un poco haciendo que la tela friccionara el sexo húmedo de Mimi quien no pudo contener un gemido en toda regla – joder... como me pones – Al parecer la vergüenza se le había ido a paseo desde hace rato, dejó esa prenda por un momento y subió hasta donde el sujetador de la bailarina hacía rato que le estorbaba mucho más, le costó un poco de trabajo pero logró soltar el broche, Mimi no dijo nada, seguía entretenida besando su cuello y boca alternadamente, dejaba que Ana resolviera esos pequeños contratiempos sola. Cuando se sintió libre de la prenda la bailarina se incorporó para sacárselo completamente y de paso para dejar que la cantante se recreara con las vistas, se quedó ahí, a horcajadas sobre su cadera mostrándose ante ella, Ana llevó sus manos sin esperar a sus pechos, los cubrió con sus delicadas manos y abrió la boca impresionada sintiendo la suavidad de su piel contrastando con la dureza de sus pezones rosados empujando contra sus palmas.

- ¡Ay, Ana! esas manos de diosa... - movía su cadera en un hipnótico vaivén que hacía que todo su cuerpo se balanceara de atrás a adelante.

- Tú sí que eres una diosa – masajeaba sin pausa los pechos de la rubia atrapando entre sus dedos uno de los pezones, estirándolo un poco arrancando un gemido sonoro que Mimi intentó callar mordiéndose el labio sin demasiado éxito - ¿Bailamos un tango rubia? – le decía mirando fijo sus caderas, acto seguido se impulsó para quedar sentada con la rubia en su regazo, hizo que Mimi se arqueara echando la cabeza hacia atrás, sosteniéndola por la espalda con ambos brazos para dejar sus pechos a merced de su ansiosa la boca ansiosa de la morena, dejó primero un reguero de besos húmedos por toda la piel de la zona y una vez que decidió era suficiente posó sus carnosos labios alrededor de uno de los pezones, la reacción fue inmediata, Mimi se retorcía y jadeaba mientras Ana se sorprendía de lo excitante que era aquello, comenzó a jugar con su lengua y hacer un poco de succión, cada vez más intenso e incluso mordiendo un poco ese par de botones que se habían convertido desde ya en una de sus partes favoritas del cuerpo de la rubia, de pronto los jadeos de Mimi se transformaron en gemidos que intentaba ahogar sin conseguirlo, lo que ya había hecho estragos en Ana quien sentía nuevamente la humedad y la sangre inflamar su centro. Mimi fue consciente que si no tomaba las riendas pronto Ana terminaría haciendo con ella lo que quisiera y aún no estaba lista para cederle el control. Logró separarse del cuerpo de la cantante con mucho esfuerzo, quien emitió un sonido de queja cuando la bailarina se puso de pie en el piso.

- No me seas ansiosa – decía al tiempo que se quitaba la única prenda que le quedaba en el cuerpo dibujando la sonrisa en el rostro de su compañera – ven acá – le pedía en un susurro, haciendo que la cantante se sentara en la orilla de la cama, ella se agachó frente a ella sin quitarle los ojos de encima – abre las piernas – se lo dijo con suavidad pero con bastante convicción y Ana se estremeció apretando las sabanas con las manos.

- Mimi... - la miraba entre aterrada y excitada.

- Abre las piernas – le repetía pero esta vez con las manos posadas en sus rodillas y con un tono más imperativo, la cantante obedeció girando la cabeza evitando ver la reacción de triunfo de la bailarina – Mírame – decía con una sonrisa de autosuficiencia y levantándose un poco para poner su mano en la barbilla de la chica y así hacer que no desviara sus hermosos luceros marrones de ella.

- Eres mala... - decía con los colores encendiendo su rostro y una sonrisa vergonzosa.

- No... bueno sí, soy mala, pero me encanta mirarte... - Ana sonreía ahora sincera – y me gusta que me mires cuando te miro, no me quites ese beso de tus ojos – le dejó un beso en cada ojo y luego uno profundo en sus labios mientras se acomodó en el espacio que había dejado entre sus piernas completamente abiertas, luego volvió a ponerse de rodillas frente a ella, justo en ese hueco, dejó de mirar su rostro dirigiendo sus ojos a lo que estaba deseando disfrutar. El sexo de la cantante se le presentaba brillante, húmedo y necesitado de atención. Ana la miró mirarla y a pesar de sentir que sus mejillas le iban a explotar aguantó el gesto lascivo que la bailarina al verla completamente expuesta ante ella le dedicó, aguantó también sus ojos inyectados clavarse en los suyos, estaba siendo la experiencia más erótica de toda su vida. La rubia hundió su cabeza entre las piernas de Ana quien como acto reflejo apoyó su cuerpo en ambos brazos colocados en el colchón, primero besó su vientre mientras que con las manos le ayudó a buscar la posición adecuada para su cadera, elevándola y recorriéndola un poco obligando a que echara la cabeza hacia atrás completamente. Estaba alargando la tortura de la cantante y la suya también besando su vientre, mordiendo levemente los huesos de su cadera, besando y jugando con la lengua en su ombligo, inundaba por su embriagador aroma Mimi no aguantaría más antes de sucumbir a esa terrible tentación pero intentaba por todos los medios postergarlo lo más posible. Besó, mordió, arañó y dejó un reguero de saliva en sus muslos, Ana instintivamente ya movía sus caderas intentando el contacto definitivo y con una mano había incitado a la bailarina cogiéndole la cabeza empujándola a donde quería sentir su experta boca.

- ¡Dios! – decía con los ojos cerrados y el cuerpo apoyado en un solo brazo empujando la cabeza de la rubia una vez más – ¡Por favor!

- Pídemelo – desde abajo Mimi se recreaba con la excitación de la canaria - ¿Qué quieres mi amor? – a Ana le salía una risa floja de incredulidad, la rubia sabía cómo obtener lo que quería y estaba llevándola totalmente a su terreno – dímelo... pídelo, quiero escucharlo de ti – su tono era tan suave y tierno que no parecía una orden.

- Hazlo... - decía jadeando.

- ¿El qué? – levantaba una ceja y abría los labios sugerente.

- Tu boca... necesito sentir tu boca – no podía creer que esas palabras salieran de ella – ¡Joder! por favor – decía ya desesperada, Mimi obedeció con un triunfo en su marcador mental. Hundió su rostro entre las piernas de la morena, con una mano en el vientre controlaba el movimiento de la cantante mientras que sus labios comenzaban la dulce faena, besó primero su pubis, donde descubrió un tatuaje bastante interesante, una clave de sol y se preguntó mentalmente si podría hacerla gemir en ese tono. Dejó que su lengua comenzara el recorrido entre sus pliegues, podía sentir como a medida que la excitación de Ana aumentaba lo hacía también su humedad y el movimiento de sus caderas se volvía más frenético al igual que sus gemidos crecían en volumen e intensidad, sabía que Ana no aguantaría mucho más antes de correrse en cuanto llegara al punto que a estas alturas estaba perfectamente visible, inflamado y endurecido, colocó un dedo en ese punto y Ana gimió o más bien gritó, la bailarina se perdía con la boca en cada rincón de piel y espacio posible, movía su lengua de arriba abajo sin compasión a un ritmo igual que el que le marcaba las caderas de Ana, quien ya no aguantó más la posición y terminó por dejar caer su cuerpo sobre el colchón, con ambas manos en la cabeza de la rubia empujándola a hacer más intenso el contacto. La bailarina cogió las piernas de Ana y se las colocó sobre los hombros halando el cuerpo de una Ana que ya no era dueña de sí, la rubia lamió, chupó, succionó y se paseó a su antojo por cada parte de la entrepierna de la cantante, se bebió todo como si muriera de sed. Hacía círculos y movimientos precisos que tenían a Ana vuelta loca, rodeó con su lengua finalmente el punto que había intentado evitar a conciencia aunque se moría por jugar con él.

- ¡Puta! – Nunca un taco le había salido tan del alma como cuando sintió las fuertes oleadas del orgasmo llegar una tras otras haciéndola estallar sin remedio – Mimi... Miriam... por favor... ¡para ya! - ya no sabía cómo decirle que se detuviera pero la rubia seguía enzarzada con su lengua clavándola en su entrada buscando recibir todo su orgasmo con la boca. Cuando parecía que los espasmos se habían terminado y Ana ya no gritaba a voces, la rubia presa del deseo hundió un par de dedos dentro de ella – ¡Dios! – Instintivamente Ana quiso cerrar las piernas pero sin problemas Mimi consiguió mantenerlas lo suficientemente abiertas para que su mano tuviera espacio de maniobra, Ana ya no sólo no pensaba con claridad, directamente no lo hacía, había arrancado de la cama todas las cobijas con las manos y se las había llevado al rostro intentado aguantar las sensaciones sin desmayarse. Nunca había sentido algo igual, el movimiento circular, acompañado de la presión que ejercían los dedos de Mimi dentro de ella le estaban despertando zonas que ni ella sabía que existían.

- Córrete mi amor – decía con la voz ronca, Mimi podía sentir que estaba a punto del orgasmo nuevamente – hazlo... córrete para mí... déjalo ir.

- No puedo... ya no puedo – Ana sentía el orgasmo cerca pero no se sentía incapaz de llegar. Mimi se incorporaba sin salir de ella y con el mismo impulso se llevaba las piernas de la morena con ella hacia arriba quedando sobre su cuerpo, una de cada lado con las plantas de los pies sobre sus hombros, arqueó los dedos un poco más de lo que pensaba prudente y tocó con algo más de intención esa zona dentro de la cantante que era la clave que estaba buscando para estallar en el orgasmo más intenso de su vida, mismo que vino acompañado con más que sólo gritos de placer. La bailarina impresionada por el charco que se estaba formando a sus pies abrió la boca sin dar crédito de la maravilla que estaba presenciando, no quiso retirarse de ahí hasta que los gritos de placer y el flujo de líquido cesaron completo. Si antes creía que habían despertado a todo el edificio ahora directamente se imaginaba ya a la policía tocando a su puerta.

- ¡Dios Ana! – se deshacía con cuidado de las piernas completamente insensibles de una Ana que no parecía dar señales de vida, se secaba un poco con su propio jersey que estaba por ahí abandonado y reptaba sobre su cuerpo desnudo hasta llegar a la altura de su rostro cubierto por sus brazos enredados en sábanas – princesa... ¿Estás bien? – la pregunta era tonta, ella misma no se encontraba bien.

- Te odio... - decía en un hilo de voz que penas era audible – te odio... tanto – Mimi se preocupó, quizás se había extralimitado pero alcanzó a notar que su chica sonreía de una forma especial, quitó los brazos de la cantante de su camino y cuando descubrió el rostro de Ana pensó que no había nada, en este mundo o en otro que fuera mínimamente más bonito que esa mujer después de la burrada de orgasmo que acababa de experimentar, tenía perlas de sudor en la frente y un color tan intenso que de no saber lo que había sucedido juraría que estaba con fiebre de cuarenta grados, se atrevió a dejar un beso en sus labios y cuando finalmente abrió los ojos éstos se llenaron de agua – ¡Ey! Reina mía, no llores – le limpiaba las gotas con las manos.

- No lo puedo controlar – decía al tiempo que estallaba en una carcajada importante – te juro que no puedo – intentaba respirar acompasada para recuperarse, de la cintura para abajo no sentía absolutamente nada y de la cintura para arriba sentía que cada rincón de su cuerpo era invadido por hormigas traviesas – por un momento pensé que moriría, de verdad, lo juro... menuda burrada – con los brazos temblorosos buscaba el abrazo de una Mimi que no borraba su sonrisa – Mimi... te quiero – no supo si fue producto de lo que acababa de suceder pero le salió tan natural que no podía arrepentirse de haberlo soltado, la rubia ensanchó su sonrisa que ya era de tonta perdida.

- Y yo... yo también te quiero Ana.

...

Ahora sí espero que pronto pueda actualizar pero no prometo demasiado.


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