Corazón Principiante✔️

Por BreiwuyVivas

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Una turbulenta infancia convirtió a Noah en un hombre frío, demandante y desconfiado. Él ha vivido en una sol... Más

Sinopsis
AVISO
CapítuloUno|Inicio|
|Inicio II|
CapítuloDos|Inicio de una historia|
CapítuloTres|Golpes|
CapítuloCuatro|Nervios|
CapítuloCinco|Rescate|
CapítuloSeis|Amigas|
CapítuloSiete|Indecisión|
CapítuloOcho|Nuevo trabajo|
CapítuloNueve|Mente en descontrol|
CapítuloDiez|Encuentros|
CapítuloOnce|Besos a escondidas|
CapítuloDoce|Cambio de actitud|
CapítuloTrece|Solos|
CapítuloCatorce|RCP|
CapítuloQuince|Incomodidad|
CapítuloDieciséis|Cambio|
CapítuloDiecisiete|Desesperación|
CapítuloDieciocho|Discusiones|
|NOTA BORRADA|
CapítuloDiecinueve|Sucia|
CapítuloVeinte|Primera venganza|
CapítuloVeintiuno|Pérdida de sangre|
CapítuloVeintidós|Fastidio|
CapítuloVeintitrés|Salida|
CapítuloVeinticuatro|Gritos|
CapítuloVeinticinco|Querido Amigo|
CapítuloVeintiséis|Ojos Intensos|
CapítuloVeintisiete|Palabras Duras|
CapítuloVeintiocho|Vídeo|
CapítuloVeintinueve|Reencuentro|.
|NOTA BORRADA|
CapítuloTreinta|Sospecha|
CapítuloTreintaYUno|Juntos|
CapítuloTreintaYDos|Preguntas|
CapítuloTreintaYTres|Erick se confiesa|
TreintaYCuatro|Querida Prima|
CapítuloTreintaYCinco|Declaración|
CapítuloTreintaYSeis|Prueba|
CapítuloTreintaYSiete|¿Tú Quién Crees?|
CapítuloTreintaYOcho|Sorpresas|
CapítuloTreintaYNueve|Segunda Venganza|
CapítuloCuarenta|¿Eres tú?|
CapítuloCuarentaYUno|Malestar|
CapítuloCuarentaYDos|Decisión|
CapítuloCuarentaYTres|¿Jane?|
CapítuloCuarentaYCuatro|¿Quieres ser mi...?|
CapítuloCuarentaYCinco|¿Cómo te atreves?|
CapítuloCuarentaSeis|Recuérdame|
CapítuloCuarentaYSiete|¿Qué me ocultas?|
CapítuloCuarentaYOcho|Revelaciones|
CapítuloCuarentaYNueve|Aclaraciones|
CapítuloCincuenta|Presentación|
CapítuloCincuentaYUno|Miedo|
CapítuloCincuentaYTres|Estás muerto|
CapítuloCincuentaYCuatro|Junto a mí|
CapítuloCincuentaYCinco|Sorpresas|
Epílogo.
Agradecimientos
"Por Siempre, Implacable"
Extra #1
HOLAAAA

CapítuloCincuentaYDos|Collar del corazón|

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Por BreiwuyVivas

Kara gritó al sentir el ardor recorriendo su espalda cuando Marcus dejó caer lo quemado del cigarrillo. Ya no estaba en la silla, ahora estaba en una cama con sus pies y manos igualmente amarrados con fuerza. Marcus estaba detrás de ella fumándose un cigarrillo el cual, luego de acabar, lo apagó en su espalda restregándoselo repetidas veces.  

Ardía, no podía negarlo; pero prefería eso a que estuviera golpeándola sin piedad. Los mareos y náuseas no habían cesado para su desgracia. Seguía sintiéndose tan mal como la noche de la fiesta y peor. Que esos síntomas no pararan, sólo podía significar que sí estaba embarazada. 

—¡Para!—gritó al sentir cómo él arrancaba los trozos de la cubrían—. ¡Detente!

—¡Cállate!—espetó golpeándole una nalga con fuerza—. Serás mía nuevamente, Kara. Te lo advertí cuando decidiste irte de mi lado—él le mordió la espalda baja y preguntó—. Dime, ¿en qué pensabas? Nos íbamos a casar y todo iba a mejorar. Además, el sexo no era malo. 

Kara sintió náuseas en ése momento. Le daba asco. Sentía sus manos deslizarse por su piel y clavándole las uñas. Nada lo detendría, estaba segura de eso. Intentó moverse con todas las fuerzas que quedaban en ella, pero los días sin comer y los constantes golpes, le estaban pasando factura. 

Marcus se inclinó y prosiguió a pasar sus uñas con fuerza por la espalda de Kara, arañándola y abriendo las quemaduras del cigarro. Estaba terriblemente al tenerla así, expuesta ante él para saciar todos sus deseos. Le gusta fuerte, rudo. Sabía que ella se resistiría, lo cual lo excitaba más.

Ella no tenía el mejor cuerpo, de hecho había estado con mujeres muchísimo más voluptuosas. Kara no era la mujer más hermosa físicamente. Era un poco rellena y quizá demasiado pequeña. Lo único que la beneficiaba, eran sus pechos grandes y su atractivo rostro. Quería hacerla suya. 

Sonrió con mofa cuando la vio patalear y mover sus brazos. Oía sus sollozos ahogados, lo cual aumentaba su placer. Desabrochó su cinturón y, cuando estaba por bajarse el pantalón, la puerta se abrió.

—¿Qué crees que haces?—preguntó Robert sosteniendo firmemente su bastón.

—¿Tú que crees? Voy a follármela.

—No, no lo harás. Necesito hablar con ella. 

—¿Qué estás diciendo?

—Lo que oíste. 

—No puedes hacerme esto, Robert.

—Fuera.

Kara dejó salir todo aire de sus pulmones cuando oyó el portazo que Marcus le dio a la puerta al salir. No había levantado la cabeza, prefirió no ver nada. Sus ojos dolían y su espalda ardía. Estaba totalmente expuesta, a merced de cualquiera que entrara. El miedo que sentía se había transformado en rabia y rencor. 

—Espero y hayas perdido la esperanza de que mi hijo vendrá a por ti.

—Sé que vendrá.

—Jamás te encontrará... viva.

Kara tembló y sus vellos se erizaron. Él pensaba matarla.

—Sé que él me odiará e intentará cazarme, pero no lo logrará.—sonrió y se acercó a ella. Deslizó sus dedos por las marcas que Marcus había dejado en su espalda y enterró sus dedos—. Noah se parece mucho a mí. Vengativo, celoso. No le tiembla la mano para matar.

Kara frunció su ceño ante tal declaración. Noah no podía haber matado a alguien, ¿o sí? Recordó cuando llegó a su departamento con la ropa cubierta de sangre y con una puñalada. Joder, no. ¿Era cierto?

—No te creo, él no...

—¿Quién crees que mató a aquellos cuatro hombres de los cuales nunca se resolvió el crimen? Noah mató y torturó a los hombres que casi lo matan cuando era un niño y a los otros dos que mandé a que te violaran.

—Eres un maldito...

—Ése idiota, ¿cómo se atreve a causarte tan poco daño?—preguntó acariciando su rígida espalda.

Robert metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó su navaja. Con una sonrisa en su rostro, deslizó el filo por la enrojecida y maltratada piel de Kara. Hilos de sangre caían a lo ancho de su cintura mientras la escuchaba gruñir. Hacerla sufrir le causaba tanto placer como si le estuviera haciendo aquello a Erick. Recordó la alegría que sintió al enterarse que había quedado paralítico tras el disparo. Se merecía eso y mucho más. Hundió un poco más el filo en el costado derecho de su cintura y la sangre brotó aún más y un fuerte gritó salió por la garganta de Kara.

—Detente, la matarás.

Robert giró, encontrándose con Wesley, su hermano. Torció el gesto cuando se acercó y le arrebató de las manos su navaja y la guardaba en su pantalón.

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar atendiendo a tus pacientes?—preguntó colocándose de pie y jugando con la sangre que cubría la punta de sus dedos—. No te metas más en mis asuntos, ¡maldita sea!

—Interfiero porque no está bien lo que haces. Ella no se merece lo que has hecho con su vida.

—Se lo merece porque su padre...

—Los errores de los padres no tienen nada que ver con los hijos. Ellos son inocentes a menos que sigan sus pasos.

—Lárgate. No te metas, Wesley porque esta vez no pienso permitírtelo.

—Déjame solo con ella.

—¿Para qué? ¿Piensas terminar lo que Marcus dejó a medias?

—No sé lo que ese sádico hizo, pero sé que no haré tal atrocidad.

Robert torció el gesto mirando hacia Kara. Su cabello se había corrido un poco y detalló la cadena de un collar. Frunció el ceño al no haberlo notado antes. Estiró el brazo y lo haló de su cuello. Observó la joya con detalle. El corazón rojo, era muy llamativo y se sorprendió de no haberlo notado antes. Salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él. Estaba enojado con Wesley. Había intervenido otra vez en su vida cuando menos le convenía. Su hermano desde el principio había sido un real fastidio. No sabía cómo no se había deshecho de él ya.

Wesley caminó hasta Kara, quien lo miraba con los ojos muy abiertos. Soltó sus muñecas y tobillos y le pasó su saco para que se cubriera. Sus movimientos eran torpes y cuidadosos.

—¿Eres hermano de Robert?

—Sí...

—¿Por qué me ayudas entonces? Mi padre mató a su hermana.

—Seguramente escuchaste lo que dije hace un minuto. Tú no tienes la culpa. Además, Ellie era... extraña.

—No tienes que contarme nada...

—Lo haré, hace mucho que no hablo sobre esto; sobre ella, en realidad—suspiró—. Para su corta edad, ella era muy depresiva y autista. Pasaba días sin comer, sin salir de su habitación y a veces hablaba sola. Ellie era la niña rara del barrio, por así decirlo. Nuestros padres siempre quisieron ayudarla pero la falta de dinero no lo hizo posible. Ella no tenía amigos, siempre estaba son su desgastada muñeca, no iba a ningún lado sin ella—rió con tristeza—. La noche de la fiesta, nuestros padres habían salido y Robert quería hacer una fiesta para terminar de conquistar a Jane Wilson, quien ahora es Carol Campbell.

—¿Mi madre, estuvo con él?

—Sí. De hecho estuvo con ambas hermanas al mismo tiempo—torció el gesto y continuó—. A lo que iba, es que esa noche Ellie se salió de su habitación por el ruido y comenzó a caminar por toda la calle. Ninguno de los dos nos dimos cuenta en el momento exacto en el que ella salió de la casa. Cuando me percaté y la vi, ella me sonreía segundos antes de morir. Ellie tuvo la oportunidad de moverse, alejarse del auto; pero no lo hizo. Ella eligió morir en ése momento.

...

Noah jugaba con sus dedos. Estaba nervioso. Habían transcurrido cuatro días desde el secuestro y no sabía absolutamente nada de Kara. No habían podido rastrear el helicóptero y no habían señales de Robert por ningún lado. Habían desaparecido por completo. Las esperanzas de encontrarla ahora eran casi nulas.

Estaba enojado y ya no sabía qué hacer. Caminó por su despacho con la vista baja, recordando el momento en el que se enojó con ella por tener ese insignificante sobre en sus manos. Había actuado como un idiota y se arrepentía de las veces que llegó a tratarla mal. Sacó las fotos del sobre y las observó.

Eran fotos viejas y estaban muy desgastadas, pero ahí, se veía claramente cuando se escondía en la esquina del cuarto que compartía con Lola. Las veces que ella llegaba ebria a la habitación, siempre lo buscaba para desahogar su frustración. Una noche, ella llegó con un amigo de ella y comenzaron a fotografiarlo ahí, muerto de miedo. Odiaba esas fotografías porque expresaban todo el sufrimiento que vivió durante esos años. Las metió en el sobre y lo dejó sobre la mesa.

Se sentó en su silla y observó la pantalla de laptop. Abrió la gaveta con llave y sacó la caja del anillo. Lo tomó en sus manos y lo deslizó por su dedo meñique.

La extrañaba demasiado. Quería sentirla a su lado, sentir su presencia. Odiaba estar solo. La frustración podía con él. Necesitaba verla. Saber que estaba pasándola mal lo hería. Sentía repulsión de que el hombre que ayudó a traerlo al mundo, fuese el causante de todas las desgracias vividas de Kara. Robert las pagaría, él y todo su séquito. Se desharía de todos para así librarse de ellos de una vez por todas.

Se quitó el anillo y lo guardó nuevamente en su caja. La metió en la gaveta y rápidamente detalló una caja más grande. La tomó y abrió. Esta vacía, pero, ¿por qué?

¡El collar del corazón! ¡Pero claro!

Tomó su móvil y llamó al detective.

—Rastrea el collar ¡Ya y envíame la información!

Colgó y tiró el móvil sobre la mesa. Mordió la uña de su pulgar derecho con impaciencia. Golpeó la mesa con su puño. Lo había olvidado por completo. Había sido un maldito genio al mandar a implantar dentro de la joya un pequeño chip de rastreo por si algo ocurría. Por ello le advirtió a Kara que siempre tenía que usarlo. Tomó nuevamente el móvil cuando pitó y leyó la información. Murmuró una maldición y odió aún más a Robert. Llamó al investigador y le ordenó preparar a sus hombres. El sol estaba por caer, así que debían apresurarse.

¿Llevarla al lugar en donde él vivió la peor etapa de su vida? Era un maldito.

Se levantó de un salto. Ahora sabía en dónde estaba. Salió de su casa lo más rápido que pudo y se dirigió a a la Mansión Campbell. Al llegar, miró nuevamente con pesar las escaleras. Tomó su móvil y llamó a Brandon, diciéndole que debía bajar rápido. Estaba estresado, furioso. Quería ir allí cuanto antes y llevársela de allí.

—¿Que pasó?—preguntó cuando llegó a su lado, seguido de su padre y Lucas.

—Sé en dónde está. ¿Recuerdan el collar del corazón que ella siempre usaba?

—Tú se lo diste, ¿no?—dijo Brandon.

—Sí. Le implanté un chip de rastreo antes de dárselo por si algo como ésto llegaba a ocurrir. Está dentro de la joya y es casi imposible de ver. Tenemos que salir ahora mismo.

Erick miraba a Noah hablar sobre en dónde estaba su hija y nieto. Ahora que sabían en dónde se encontraban, la tendrían un poco fácil para rescatarla. Iría con ellos. La hora de enfrentar sus actos del pasado había llegado. Tenía un poco de miedo, pero sería valiente. Enfrentaría a Robert de una vez por todas. Él se había metido con su hija, le arruinó la mejor etapa que pudo vivir y no pensaba perdonárselo. Haría justicia para ella así tuviera que morir esa misma noche; pero no se iría sin llevárselo a él también a la tumba.

—Iré.

—No, papá. Es peligroso—habló Lucas—. Nosotros iremos junto con el grupo de Noah. Estaremos bien.

—¡Y una mierda! Todo esto sucedió por mi culpa y terminará por mi mano.

Noah miró a Erick, recordando todo aquello que le confesó aquella tarde. Lo entendía a la perfección y no pensaba negarle que fuera. Como hombre, quería cobrar venganza por el daño hecho a su familia por un error que cometió muchos años atrás. Noah pensó que si estuviera en su lugar, haría exactamente lo mismo así muriera en el intento.

Noah pensó en Kara y en su bebé. Esperaba que estuvieran bien. Su pierna dolía, pero ignoraba por completo el dolor que sentía. Le dolía más imaginar a Kara siendo golpeada o ultrajada. Apretó los puños ante ese pensamiento. Mataría a cualquiera que se hubiese atrevido a ponerle una mano encima.

—Prepárense, saldremos en cuanto llegue el helicóptero.

...

Hacía frío, muchísimo frío. Su estómago rugía y su garganta seca dolía. Llevó sus manos a su vientre, sintiéndolo como siempre. Una lágrima cayó por su mejilla en ése momento. Su espalda escocía.

Extrañaba a su familia, a Noah. No sabía con claridad cuánto tiempo había pasado desde que ocurrió el secuestro. La habían cambiado de habitación y en la que se encontraba, calaba demasiado el frío y no tenía nada más que el suéter que Wesley le había dejado para taparse del frío y cubrir su desnudez. Llevó su mano a su cuello, sintiéndolo vacío. Suspiró con pesar, aquel collar era lo único que tenía que la hacía sentirse cerca de Noah y, ahora que ya no lo tenía, se sentía aún más sola.

Su cuerpo temblaba y agradeció que Wesley la había soltado porque sino, estaría muriéndose del frío sin poder moverse. Por su mente había cruzado el pensamiento de poder escapar, pero lo descartó rápidamente cuando se puso de pie e intentó abrir la puerta. Además, sabía que habían muchos hombres al rededor cuidando la zona, de vez en cuándo podía escucharlos hablar.

La puerta se abrió y cerró rápidamente. Ella no miró, estaba de espaldas a la puerta.

—¿Piensas ignorarme?

Kara se estremeció. Sabía que él llegaría en cualquier instante, pero no pensó que sería tan rápido. Con miedo, se quedó quieta cerrando sus ojos con fuerza, deseando que aquello no estuviera pasando, que volvía a estar protegida entre los brazos de Noah.

Marcus avanzó hasta ella y la levantó con fuerza de la cama, haciéndola soltar un gruñido de dolor. Sostuvo sus manos en lo alto, observándola con su libido encendido. La empujó al suelo. Rió cuando ella intentó levantarse y no pudo.

—¡Levántate, escoria! ¿Ahora no eres tan valiente, verdad!

—¡Aléjate de mí!

—¿O sino qué?—preguntó agarrándola del cuello con una de sus manos—. ¿Vendrá ese maldito a golpearme, a... matarme? ¡No seas estúpida, Kara! Jamás te encontrarán porque yo mismo me encargaré de que desaparezcas. Nos iremos de aquí y olvidarás a ése bastardo.

Una sonora carcajada brotó de su garganta cuando la vio intentar golpearlo. Tomó su pie y la hizo girar bruscamente en el suelo, colocándola bocabajo. Arrancó el saco que la cubría y lo lanzó a otro lado de la habitación. Se sentó sobre su espalda y acercó su rostro al cuello de ella.

—Te dije que siempre serías mía—espetó agarrando su quijada—. Al igual que te dije que te mataría si te ibas con él. Pero no te preocupes, no lo haré. Vivirás para pasar todo lo que quede de tu patética vida junto a mí.

Bajó sus manos a su cuello y lo apretó con fuerza. Ella llevó sus manos a las de él y enterró sus uñas. Marcus la soltó, la tomó por los hombros y la hizo ponerse de pie. La empujó contra la cama. Detalló las cortaduras de su espalda y la sangre que comenzaba a brotar de éstas. Sonrió con suficiencia y le dio la vuelta. Bajó sus pantalones ante la mirada de horror de ella y se arrastró sobre su cuerpo hasta ponérselo en la cara.

—Sabes lo que tienes qué hacer.

Ella no respondió se limitó a cerrar sus ojos y tener su boca cerrada. Las náuseas volvieron a invadirla y sintió la bilis subiendo por su garganta. La mano de Marcus viajó tan rápido a su mejilla que no tuvo tiempo de pensar nada más. Él se quitó de encima y abrió sus piernas mientras la observaba feroz.

—¡No!—gritó.

—¡Es lo que te mereces!

—¡Suéltame!

Estrelló el puño contra su abdomen y costillas repetidas veces al momento que se adentró en ella con fuerza, haciéndola gritar. Sintiendo placer a cada golpe y arremetida que le daba, él sonrió complacido meciéndose dentro de ella como tantas veces hizo tiempo atrás. 

El voraz ataque se vio interrumpido por un disparo. La puerta se abrió de golpe y antes de que Marcus pudiera reaccionar, se encontraba en el suelo con Noah golpeándolo. Éste tomó el cañón del arma que tenía y lo golpeó en la cabeza con tanta fuerza que creyó matarlo. 

—Noah...

Su susurro lo hizo caer nuevamente en sí. Detuvo su puño y alzó la mirada a Kara, quien tenía lágrimas cayendo por sus mejillas. Su rostro estaba pálido y sus ojos ya no tenían ese brillo especial que siempre había en ellos. Se levantó, dejando de lado el cuerpo inconsciente del Animal y fue hasta ella. La abrazó con fuerza pero se detuvo al oírla gemir de dolor.

Noah la revisó y detalló las profundas cortadas que marcaban gran parte de su espalda. Él suspiró cerrando sus ojos. Ahora sí los mataría sin tener ningún remordimiento. Se quitó su camisa y se la puso a ella, deslizándola lentamente por su espalda. Acunó su rostro y la besó con suavidad. Gritos, seguidos de disparos comenzaron a escucharse. Noah cayó en sí de la situación en la que se encontraban y se levantó.

—Tenemos que irnos de aquí, ya.

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